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Mejores discos internacionales 2019
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3 años agoon
Por octava vez consecutiva, el equipo HumoNegro elige los mejores discos internacionales del año. Este es un trabajo que se desarrolla desde el primer día de diciembre hasta el último de noviembre entre los periodistas de nuestro medio, donde se van calificando individualmente los discos lanzados mes a mes.
En esta ocasión, pasaron más de 400 discos, quedando más de 200 en una preselección, para finalmente dejar los 50 con los puntajes más altos. Lo anterior se traduce no sólo a un ranking de lo que grupalmente consideramos los trabajos de mejor calidad en el año, sino que también en los que generaron mayor consenso. Y por el proceso aplicado, esta es una lista completamente original.
Por supuesto, los discos analizados se enmarcan en nuestra amplia línea editorial, dando como resultado un abanico de estilos. En esta lista no están considerados los EPs, registros en vivo, grandes éxitos o compilaciones.
- No hay discos chilenos en esta lista porque a aquellos los destacamos en ESTE ARTÍCULO.
- Si quieres ir escuchando los discos, haz clic en la gráfica o en el nombre de un álbum, y te llevará directamente a su streaming.
Chelsea Wolfe – “Birth Of Violence”
Luego del impacto disonante con “Hiss Spun” (2017), Chelsea Wolfe se inclina por realizar un álbum que explora una veta nueva dentro de su carrera. Con un sello claramente introspectivo, “The Birth Of Violence” se aleja del bullicio de su trabajo anterior para enfocarse en un sonido que se reduce a lo esencial. Acompañada de su guitarra y algunos arreglos sutiles, la voz de la artista continúa llenando los espacios con una fuerza envolvente. A lo largo de un recorrido honesto, Wolfe da cuenta de su hastío con la fama y la necesidad utilizar la música como canalizador de emociones. En este nuevo disco, la artista amplía su repertorio y nutre su estatus de soberana de las penumbras.
Rammstein – “RAMMSTEIN”
Nadie se esperaba un retorno así de potente. Polarizando la discusión, como siempre, Rammstein generó polémicas con su sencillo debut, criticando la “alemanidad” y los símbolos profanos de la identidad nacional, y de ahí en adelante que ese mero fósforo que ilustra la portada de este disco –hasta hace poco sin título– permitía avizorar la chispa que se volvía a encender tras una década de silencio discográfico. Ideas crujientes, una marca propia sin par, una actitud que traspasa el acto de escuchar cada track y la capacidad de convertir al rock industrial en un sonido tan pegote como el pop más infeccioso, son todos atributos de un disco que devuelve al mejor Rammstein: incendiario, excesivo e innegable.
Russian Circles – “Blood Year”
Los oriundos de Chicago llegan con un disco que se desprende de clichés para elaborar una especie de banda sonora para los turbulentos tiempos que vive el mundo. Aunque el vaivén sonoro que suele utilizar el trío está presente en cada momento, es la forma en que se van relatando las melodías lo que hace de “Blood Year” un imprescindible dentro de su catálogo, entregando composiciones sólidas y de carácter fuerte, mientras explora los terrenos más oscuros en lo musical. Fuera de que, evidentemente, no ofrezca mayores novedades en torno a una banda que ya opera bajo una fórmula estudiada, este LP demuestra es el constante crecimiento que el conjunto ha adquirido con los años.
Iggy Pop – “Free”
No deja de ser increíble que, después de más de cincuenta años de carrera musical, Iggy Pop siga con deseos de desafiarse a sí mismo. No conforme con haber grabado discos de proto punk, new wave, electrónica y otros estilos, en esta oportunidad el padrino del punk nos regala un álbum de cargada identidad jazz y abierto ánimo introspectivo, que por supuesto deja espacio para que Iggy juegue a ser Iggy, pero que por sobre todas las cosas destaca por el delicado trabajo en los paisajes sonoros y la fantástica calidad interpretativa de un James Osterberg a esta altura totalmente graduado de crooner. No es lo que nos esperábamos de él, pero es un gusto ver cómo todavía puede sorprendernos.
Lagwagon – “Railer”
Como si fuera su primer disco. Así de vivo y urgente se sigue escuchando Lagwagon a la altura de su noveno álbum de estudio. En poco más de treinta minutos, los californianos se anotaron un disco casi perfecto, celebrando lo mejor del skate punk de antaño, intercalando momentos de energía más pesada, dejando espacio para reírse de ellos mismos y, además, regalándonos un nuevo punk cover para agregar al catálogo de joyas resucitadas por el estilo. Todo esto gracias a un Joey Cape que sigue sonando increíble en los vocales, una base rítmica que parece no aflojar nada con los años y un par de genios en las guitarras que todavía tienen lo necesario para salir a romper tímpanos. Un verdadero misil.
Soilwork – “Verkligheten”
El reciente álbum de Soilwork fue una de las primeras sorpresas del año. Lanzado a principios de enero, los insignes representantes del metal escandinavo ofrecen en “Verkligheten” nuevamente un trabajo que refleja los elementos propios de la escena de esa región del mundo: voces que se intercalan entre lo melódico y gutural, guitarras contundentes y vertiginosas, junto a las constantes melodías inspiradas en el folclor nórdico. La energía en sus distintos niveles es el norte de este álbum, donde se destaca la velocidad en canciones como “When The Universe Spoke”, o el ímpetu épico y armonioso de “Full Moon Shoals”, entregando de manera proporcionada un disco intenso y sólido.
Tool – “Fear Inoculum”
Quizás el regreso al estudio más esperado de la última década fue el de Tool, tras 13 años del lanzamiento de su antecesor. Ceñido al característico estilo de la banda, el LP cumple con creces en términos de calidad técnica y sonido. Si bien, no es tan arriesgado o innovador como los anteriores, el disco es capaz de lograr una continuidad tanto en términos melódicos como líricos, cristalizando las expectativas de sus fanáticos. Sus intrincados y cuidadosos arreglos son piedra angular de su cohesivo hilo conductor, que incluye guiños orientales, especialmente en percusión, e hipnóticos patrones rítmicos, confirmando la perfecta amalgama que solamente el cuarteto californiano puede lograr.
The National – “I Am Easy To Find”
Apenas terminaba el ciclo de su exitoso “Sleep Well Beast” (2017) cuando The National se aventuraba en lo que sería una de sus obras más coherentes en cuanto a música y concepto. Tomando una narrativa que aborda una serie de vivencias cotidianas, la banda ejecuta sentidas melodías y abstractas oraciones guiadas por el dolor y la melancolía, siempre bajo la dirección musical de los hermanos Dessner y la inconfundible lírica del matrimonio de Matt Berninger y Carin Besser. Sin la necesidad de encumbrarse como su mejor álbum, “I Am Easy To Find” prefiere ser una obra netamente de contexto, demostrando el gran momentum creativo que el conjunto atraviesa desde hace varios años.
Anderson .Paak – “Ventura”
Luego del éxito de su segundo disco, “Malibu” (2016), el artista norteamericano Anderson .Paak ha forjado un prolífico camino por las múltiples vertientes de la música negra. Al igual que muchos músicos de su generación, Brandon Paak Anderson recoge los tonos cálidos del soul, el R&B y el funk para interpretarlos bajo una visión contemporánea, muy emparentada a lo que se conoce como “urbano”. En “Ventura” (2019), .Paak va perfeccionando una fórmula que cautiva desde el comienzo. Acompañado con excelentes colaboraciones, tales como André 3000, Lalah Hathaway o Nate Dogg, la placa profundiza con solidez esta mixtura suave y dinámica en formato neo soul.
The Yawpers – “Human Question”
A veces no es necesario complejizar la apuesta para tener buenos resultados. Hace dos años el power trio de Colorado nos regaló un excelente y complejo trabajo de estudio que, teniendo suficientes méritos musicales, terminó alejando más que acercando a sus seguidores. En esta oportunidad, el conjunto decidió dar vuelta la página y volver a jugársela por lo que saben hacer mejor: crear canciones directas, llenas de rock blues de alto octanaje, a ratos pantanoso y garajero, a ratos calmado y por momentos desatado y explosivo. No hay secretos ni dobles mensajes en estos 37 minutos de buen rock. Pianos, coros sentidos, saxo y guitarras; simple y grandioso al mismo tiempo.
Thank You Scientist – “Terraformer”
Thank You Scientist es un proyecto progresivo en el más amplio sentido de la palabra. Generando una mezcla original, la banda reúne elementos del jazz, el rock progresivo de los setenta y la rítmica del math rock. Dicha combinación ofrece en “Terraformer” un resultado que suena con originalidad, dentro de un terreno donde pareciera estar todo hecho. Pese a la complejidad técnica, el septeto ejecuta canciones que se preocupan por ser accesibles. A modo de ensamble, la banda va más allá de la clásica formación de rock, incluyendo bronces y cuerdas, nutriendo así una propuesta que se desarrolla como un viaje interesante e inteligible, pese a sus pretensiones.
Julia Kent – “Temporal”
Las características del cello lo hacen un instrumento único, que en tiempos versátiles como estos gana muchos adeptos, pero también ha hecho notar el espectro de cuándo su sonido es bien utilizado y cuándo no. Julia Kent, de fama anterior con Rasputina y Antony And The Johnsons, en su sexto trabajo como solista evita desperdiciar compases o capas y, en vez de eso, consigue mezclar sus impulsos techno y góticos para derivar en piezas complejas, construidas con maestría e intención. Usando la repetición de líneas que dialogan unas con otras de forma eficaz, trenzando arpegios, notas planas y progresiones, Julia Kent muestra en “Temporal” su madurez y creatividad en pleno.
Jay Som – “Anak Ko”
En vez de operar desde la timidez o lo opaco que podrían sugerir los arreglos minimalistas y cálidos clásicos del indie y el dream pop, Jay Som exuda confianza en el cariño que le muestra a sus canciones. Ese es el ingrediente clave para que un disco como este –que en manos de tantos hubiera quedado en la intrascendencia– termine siendo uno de los trabajos más atractivos y disfrutables del año. “Tenderness”, “Get Well” o “Superbike” dejan en claro el amplio abanico creativo de la artista norteamericana de origen filipino, en un álbum que, tal como sugiere su título (“mi niña” en el dialecto tagalo, que es como le dice su madre), evoca sensaciones de acogida, humildad y mucho, mucho amor.
Better Oblivion Community Center – “Better Oblivion Community Center”
Levemente centrado en el concepto del bienestar, este LP deslumbra con una efectividad y simpleza que condensa muy bien la forma en que Phoebe Bridgers y Conor Oberst trabajan en cada uno de sus proyectos. Bajo una armonía amable y canciones que destacan la calidad vocal de ambos, “BOCC” es una ráfaga de frescura con una impronta multifacética, tomando estridentes guitarrazos con delicados acordes más acústicos en un disco que prácticamente no tiene puntos bajos. En la simpleza muchas veces se encuentran los detalles, y con sus pegajosos coros y melodías el dúo consagra un excelente trabajo colaborativo mediante diez canciones y un recorrido musical por diferentes estilos y texturas.
La Dispute – “Panorama”
Tomando distancia del sonido estridente, explosivo y directo que caracterizó a “Wildlife” (2011), el cuarto álbum de La Dispute se articula bajo una producción primordialmente sutil. Pese a que el motor del conjunto continúa situado en canalizar emociones intensas, “Panorama” concadena las canciones para llegar al clímax de un modo paulatino. Pasando por momentos que van desde la melancolía al júbilo, las palabras de Jordan Dreyer son un relato tremendamente personal, y están cargadas de una interpretación potente y apasionada. La última obra de La Dispute es un álbum luminoso, con una composición delicada y minuciosa, generando esta dicotomía de sentimientos donde resalta un aire estilizado.
Marika Hackman – “Any Human Friend”
Con el lanzamiento de su tercer LP, Marika Hackman vuelve a las pistas con un cambio de sonido y una lírica mucho más explícita y sincera, desmarcándose de la línea desenchufada que la hizo famosa en sus primeros trabajos. Lleno de matices en términos sonoros, el disco juega con la contraposición de melodías suaves y de corte acústico con otras más bailables y llenas de poder electrónico. En cuanto a las letras, Hackman continúa con la senda que comenzó con “Boyfriend” dos años antes, aportando una narrativa más gráfica y audaz al abordar temas desde el punto de vista de una mujer queer en el plano emocional y sexual, tales como el amor en pareja, la masturbación femenina y la fragilidad mental.
B Boys – “Dudu”
La ansiedad no da tregua, y es hasta peor cuando alguien intenta calmar un sentimiento tan individual. El impulso y la entropía de esta sensación es parte de los principales motores de uno de los discos con mejor dinámica de 2019, “Dudu”, el segundo LP del trío neoyorkino B Boys. En vez de apuntar al acto de acotar o pulir su sonido, la energía del grupo destila mayores cuotas de angustia, alegría y necesidad de escapar del aburrimiento lógico de los tiempos en tracks como “Pressure Inside” o “I Want”, sin abandonar jamás un sentido de urgencia que inunda el disco (a veces en su detrimento), ahogando la sobrecarga de responsabilidades de la vida contemporánea en sonidos excesivos y directos.
FKA twigs – “MAGDALENE”
Una relectura a la figura de María Magdalena hizo que FKA twigs se replanteara también la forma en la que la historia es contada. No sólo la narran los ganadores, sino que también ellos son hombres. ¿Cuántas construcciones culturales han aprisionado a las mujeres y cuán extenso es el efecto de este control patriarcal sobre las relaciones hoy? La artista intenta averiguar pistas en su interior y alrededor para resolver esta interrogante, en canciones con texturas futuristas, lúgubres, preciosas y de un R&B lleno de giros y peripecias, con colaboración del productor Nicolas Jaar, generando un trabajo tan del presente como de las ancestras, cuyas auras parecen inundar un álbum impactante.
Sharon Van Etten – “Remind Me Tomorrow”
La cálida voz de Sharon Van Etten se destaca por adoptar una estampa propia dentro de la figura del cantautor. En esta ocasión, la artista ofrece un trabajo enmarcado entre sintetizadores y ritmos etéreos, los que sumados a su color vocal entregan un disco de personalidad elegante. La contemplación de “I Told You Everything” convive a la perfección con las composiciones de un ritmo más punzante, tales como “Comeback Kid” o “No One’s Easy To Love”, o aquellas de aire onírico, como “Memorial Day”. “Remind Me Tomorrow” es una obra que se destaca por la sutileza de un pop que viaja por distintas variantes con absoluta naturalidad.
The Divine Comedy – “Office Politics”
Aunque a Neil Hannon se le reconoce mucho por su capacidad melódica y su tendencia a cantar sobre amores, tragedias o historias, también su retórica se sirve mucho de aquello que se encuentra bajo la alfombra, barrido como todo lo sucio en la cotidianidad. Es en lo más rutinario que se sirve para crear el álbum más variopinto en estilos musicales de The Divine Comedy, desde una electrónica kraftwerkiana hasta su lado pop orquestal más clásico, siempre manteniendo la consistencia prístina de su concepto: ahondar en las dinámicas del trabajo de oficina y quienes lo disfrutan, sufren y viven. Una especie de “The Office” hecho disco, convirtiéndolo en un improbable espejo para el oyente.
Stella Donnelly – “Beware Of The Dogs”
En la naturaleza minimalista, de arreglos tenues y letras directas del debut de la artista australiana, está la fortaleza de un mensaje poderoso. El manejo de las historias ajenas y propias en canciones como “Tricks” o “Mosquito” le otorga una singularidad que es un bien preciado en tiempos de homologaciones forzosas. También ayuda mucho la capacidad de disponer de la plataforma de una canción para apuntar a los abusos contra las mujeres por la masculinidad tóxica (“Boys Will Be Boys”) o a lo cerdo que pueden ser los hombres más viejos (“Old Man”), todo en composiciones desarrolladas en la medida justa para poner a Stella en el centro de todo, firmando un primer disco único, como debe ser.
Kate Tempest – “The Book Of Traps And Lessons”
En tiempos complejos, el arte cumple un rol activista. Así lo entiende la rapera británica Kate Tempest en “The Book Of Traps And Lessons”, quien, además de dar una mirada profundamente crítica a la Inglaterra del Brexit, añade un carácter casi pedagógico a una propuesta que se acerca más a la poesía que al hip hop. Mediante una prosa que transmite fuerza y emotividad, Tempest pone en conflicto el estado actual de la sociedad de consumo. Desde las consecuencias de una economía depredadora, hasta los signos de un estilo de vida individualista, el disco expone la crisis estructural de un modelo que se derrumba en distintas partes del mundo.
The Flaming Lips – “King’s Mouth: Music And Songs”
En tiempos donde los singles le ganan cada día más terreno a los discos como formato musical, atreverse con un álbum conceptual es una jugada que siempre merece ser aplaudida. Para su decimoquinto larga duración, The Flaming Lips juega a empujar sus propios límites y decide encantarnos con la surreal historia de un bebé gigante destinado a ser rey y sacrificar la vida por su pueblo. El disco alterna espacios destinados al relato (a cargo del ex The Clash, Mick Jones) con otros donde el conjunto se avoca a construir un mundo cargado de psicodelia y sinfónica majestuosidad. Sencillo y entrañable en igual medida, “King’s Mouth: Music And Songs” vuelve a posicionar a Coyne y sus muchachos en el sitial que merecen.
The Raconteurs – “Help Us Stranger”
Dejar de lado cualquier regla preestablecida es algo que le sienta muy bien a Jack White, por lo que un trabajo como el tercer disco de The Raconteurs resulta extraño a primeras por su estructura tan convencional. En “Help Us Stranger” nos encontramos con el disco más efectivo y mejor logrado del conjunto, optando por una toma de decisiones muy inteligente en pos de su desarrollo y comprendiendo muy bien el espíritu del rock norteamericano más puro, descifrando y reinterpretando códigos de carácter más clásico en canciones que podrán parecer de estructura simple, pero que gozan de una impecable producción para realzar cada uno de sus elementos sin sonar monótono o copiado en el proceso.
Lana Del Rey – “Norman Fucking Rockwell!”
Norman Rockwell fue uno de los pintores que mejor reflejó la cultura estadounidense, por ello no es extraño que una artista obsesionada con la representación de lo “americano” como es Lana Del Rey lo haya tomado como referencia bibliográfica para el que es su mejor disco a la fecha. Corajudo, exigente, divertido y sensual, el quinto LP de la artista permite que su voz suene mejor que nunca, con decisiones estéticas prístinas a lo largo del extenso trabajo que también tiene en sus letras un activo que no sólo pone a la sociedad estadounidense en la lupa, sino también a su propia historia, con honestidad, sátira y excelencia por doquier.
Angel Olsen – “All Mirrors”
Si bien, desnudar el alma no es una tarea desconocida para Angel Olsen, la artista lo lleva a un nivel más profundo y oscuro en su cuarto LP. En él la cantante se posiciona como figura de la escena indie, incluyendo guiños orquestales al pop barroco y una influencia notoria de synth-pop. De principio a fin, la instrumentación precisa y su ecléctica voz permiten al oyente viajar desde la penumbra en su inicio hacia la esperanza en su ocaso. Sus letras contienen una carga emocional variada e importante, pasando de la tristeza a la rabia, de la melancolía a la introspección y la resiliencia, acoplando cada sentimiento a la perfección con descriptivas y envolventes melodías.
Karen O & Danger Mouse – “Lux Prima”
La esencia misma de “Lux Prima” se extrae de la confluencia de dos mentes artísticas. Por un lado, la frontwoman de Yeah Yeah Yeahs, Karen O, y por otro el reconocido productor Danger Mouse; juntos dan como resultado a una de las colaboraciones más interesantes del año. Destacándose por su sonido refinado, la voz brillante de Karen lanza susurros que nutren de fuerza, protagonismo e identidad propia al proyecto. En cuanto al rol de Brian Burton, la experimentación en sintetizadores y un sonido primordialmente reverberante son los cimientos de un disco que viaja por diversos caminos sonoros. Un trabajo que destaca por su equilibrio minucioso.
Vampire Weekend – “Father Of The Bride”
Tras seis años de silencio discográfico y con uno de sus genios creativos fuera de la banda, Vampire Weekend no la tenía fácil. Por fortuna, “Father Of The Bride” logra sin problemas su cometido. Se podrán decir muchas cosas de este álbum (que es muy largo o desordenado), sin embargo, hay que reconocer que se trata de un disco jugado, entretenido y luminoso, que se atreve a explorar nuevos terrenos sonoros (country, flamenco disco, lounge, duetos), al mismo tiempo que se las arregla para mantener intacto el sello musical de la banda. No es un paseo perfecto, no obstante, la declaración de intenciones es gigantesca. El conjunto sigue teniendo varios ases bajo la manga por jugar.
PUP – “Morbid Stuff”
Lo de PUP a esta altura se está transformando en costumbre. No sólo han firmado un catálogo prácticamente impoluto, sino que además se han dado maña para desarrollar una marca sonora única (que al final del día es lo que hace la diferencia entre una banda del montón y otra que logra instalarse en el imaginario colectivo con identidad propia). “Morbid Stuff” explota lo mejor del pop punk rabioso y angustiante que hasta acá han venido entregando los de Toronto y, al mismo tiempo, se aventura a explorar terrenos más duros en lo musical (“Full Blown Meltdown”) y otros de abierto ánimo confesional (“Free At Last”), subiendo aún más la apuesta a una propuesta que ya venía siendo excepcional.
Mike Patton & Jean-Claude Vannier – “Corpse Flower”
Cuando dos mundos colindan, es esencial comprender contextos completamente opuestos. “Corpse Flower” es ejemplo de eso, con Jean-Claude Vannier y Mike Patton alcanzando originalidad mediante tracks que van yuxtaponiendo diferentes elementos, moviéndose cada uno en su mundo, y encontrándose en líricas retorcidas y melodías de una precisión quirúrgica. Una unión como esta podría haber resultado un fracaso en distintos niveles, pero la maestría que ambos poseen permite que puedan convivir de manera plena para alcanzar un objetivo final. Tal como la entrañable belleza de la flor que le da nombre, la música tiene su encanto dentro de estructuras elegantes y un espíritu totalmente pendenciero.
LIFE – “A Picture Of Good Health”
Con “Popular Music” (2017) el cuarteto inglés ya había demostrado que era capaz de anotarse buenos temas, sin embargo, que se despacharan un disco así de redondo a tan sólo dos años de su debut fue toda una sorpresa. Los oriundos de Hull definitivamente no estaban para perder el tiempo y salieron decididos a romperlo todo con tal de entregar su furibundo e inteligente mensaje. Cuotas precisas de post punk, neo psicodelia, krautrock, un bajo demoledor y vocales que parecen salir directo del estómago de Mez, terminaron transformando a “A Picture Of Good Health” en un manifiesto maldito, de esos que miran a la cara y, de ser necesario, la escupen para sacar de la inercia. Imperdible.
Billie Eilish – “WHEN WE ALL FALL ASLEEP, WHERE DO WE GO?”
Cuando se dice que está todo inventado, los riesgos siempre se agradecen, por lo que la irrupción de Billie Eilish en el panorama musical es una apuesta no sólo en términos estéticos, sino que también musicales. Ya con la fama adquirida con su anterior EP y uno que otro lanzamiento, la artista logra dar rienda suelta a una propuesta estrictamente elaborada por ella junto a su hermano Finneas, mezclando una serie de ritmos y elementos para articular uno de los álbumes más transgresores del pop actual. Uno que, si bien está dominado por las fórmulas repetidas y figuras prefabricadas, encuentra en la joven californiana una propuesta refrescante, personal y, sobre todo, muy honesta.
Jambinai – “ONDA”
Más allá de la hegemonía del k-pop, Jambinai se posiciona como un proyecto de origen coreano que recoge elementos tradicionales desde una perspectiva contemporánea. El uso de instrumentos musicales propios de su folclor hace de “ONDA” una obra inusual para oídos occidentales. Por otro lado, la composición de canciones con una base instrumental sólida ofrece guiños cercanos al post rock como segunda pieza de una fórmula única; el resultado final gravita por atmósferas intensas, voces cristalinas y pasajes apoteósicos. Con la misma firmeza de una montaña, la última placa de Jambinai ofrece una valiosa relectura a sus tradiciones musicales.
Kim Gordon – “No Home Record”
Haber sido parte de una de las bandas de rock más influyentes de los últimos cuarenta años, no impidió que en la actualidad Kim Gordon se despachara uno de los discos más vanguardistas que golpeó la escena este 2019. Se trata de nueve canciones de naturaleza oscura y claustrofóbica, que, si bien gozan del sello noise característico de Gordon, están dedicadas por completo no sólo a la fusión de estilos (hip hop industrial, post punk, tecno), sino que también a una desvergonzada exploración instrumental y vocal. El resultado es un cóctel caótico, desafiante y definitivamente adictivo. Probablemente un álbum que tome tiempo terminar de entenderlo en toda su dimensión.
Swans – “leaving meaning.”
Luego de 14 discos de estudio, la banda liderada por Michael Gira suma un épico nuevo álbum. El LP de más de hora y media se empecina en llevar más allá el concepto de experimentación, con hipnóticos esquemas rítmicos que evolucionan hacia un ritmo más folk que sus antiguos trabajos. Sin embargo, ello no aplaca la intensidad ni oscuridad característica del grupo. Además, la larga lista de colaboraciones le da un especial toque, con nombres de artistas que van desde Baby Dee y el dúo A Hawk And A Hacksaw hasta antiguos miembros de la agrupación. La voz de Gira merece mención aparte: sus matices y potencia fascinan canción tras canción, lo que reafirma que Swans está lejos de colgar los guantes.
Gruzja – “Jeszcze Nie Mamy Na Was Pomysłu”
Alejados de la hegemonía clásica de la música angloparlante, Gruzja es de aquellas rarezas dignas de destacar. Pese a los límites que impone la barrera idiomática, “Jeszcze Nie Mamy Na Was Pomysłu” expresa de manera bastante concreta el concepto estético de la banda. Valiéndose de sonidos gélidos y oscuros, propios de la región europea oriental durante el underground de los ochenta, Gruzja entrega un disco feroz y crudo, el que se reparte entre la agresividad del black metal y lo sombrío del post-punk en parte iguales, entregando una mirada que encuentra los puntos comunes de esta mixtura. El segundo disco de Gruzja es una obra que, independiente del idioma, posee una impronta cavernaria y cautivadora.
Little Simz – “Grey Area”
Llegó el momento de graduar a Little Simz. Después de años jugando a ser la joven promesa del rap inglés, pero errando el objetivo cada vez que quería dar el salto a las grandes ligas, pareciera que Simbi Ajikawo finalmente encontró ese punto donde la ansiedad dejó de ser un problema y se transformó en una motivación. Lúcida, confiada y haciendo gala de sus excepcionales destrezas como MC, Little Simz nos regala un álbum que elude con inteligencia los clichés del género, privilegiando los instrumentos en vivo por sobre los samples y arrasando en lo musical con una propuesta sonora que apuesta permanentemente a cambiar de velocidades y estilos. Conciso y efectivo, un verdadero deleite.
Aldous Harding – “Designer”
Menos intensa, entregándose al absurdo con mayor libertad y consiguiendo que cada track fluya como se le antoja a la canción, Aldous Harding no abandona lo oblicuo de cada trayectoria, jamás tomando la ruta fácil. En “Designer” la neozelandesa jamás luce en control total de este cuadro abstracto, pero eso le permite lucir con confianza y arrojo como pocos trabajos en el año. “The Barrel”, “Pilot” o “Fixture Picture” son composiciones desarrolladas para estar abiertas, como galerías exhibiendo obras de arte, más allá de un disco, pero no olvidando lo exquisito que puede sonar la música bien hecha. Lo abstracto de este trabajo exige, no entregando respuestas, pero sí sensaciones sin par.
Weyes Blood – “Titanic Rising”
El mundo puede acabarse en cualquier momento, pero eso no significa que la belleza del aguante culmine. A ese tránsito entre amores, odios, luces y sombras es al que Natalie Mering le canta en su cuarto disco como Weyes Blood. En vez de quedarse en la exquisita chance de que el brillo de la orquestación o el pop bien hilvanado encandilen al oyente, Mering entiende cómo lo relevante es el significado de las emociones y cómo eso puede darle el toque de atemporalidad que requieren canciones como “Movies” o “Andromeda”. “Titanic Rising” opera como un canto a respirar en medio de un ahogo, y a la belleza de sobrevivir a la falta de humanidad reinante en el cotidiano.
The Claypool Lennon Delirium – “South Of Reality”
Ya nos habían regalado un tremendo álbum hace un par de años, en lo que parecía ser más una anécdota que un proyecto a seguir. Por suerte, el dúo decidió ir por más, sumando un nuevo capítulo a esta historia. Los 47 minutos de “South Of Reality” vuelven a deleitarnos con esa fantástica fórmula que combina paisajes de delicada textura sonora con la cuota justa de psicodelia desenfrenada. El equilibrio que alcanza Claypool y Lennon es tan dinámico y original, que aun cuando la mayor parte de los cortes del álbum superan los cinco minutos, el viaje es realmente irrenunciable. Probablemente de las mejores colaboraciones que se han anotado un par de discos en los últimos años.
Waste Of Space Orchestra – “Syntheosis”
Uno de los viajes más fascinantes dentro del panorama metal de este año es lo que ofrece el proyecto Waste Of Space Orchestra. Reuniendo a miembros de la banda Oranssi Pazuzu con otros músicos del circuito finlandés, el colectivo entrega en “Syntheosis” un recorrido por los rincones más oscuros del sonido espacial. Las atmósferas del álbum reúnen con audacia y éxito vertientes tan dispares como el black metal y el rock sicodélico, o el doom con lo progresivo. La mezcla atípica se sustenta en envolventes frecuencias de bajo y sintetizadores, junto a distintos colores vocales y ritmos monolíticos. Una apuesta excéntrica en todo ámbito, que se atreve a tomar riesgos y experimentar en el imaginario de lo oscuro.
Otoboke Beaver – “Itekoma Hits”
Japón es cuna de cruces poco convencionales, de eso no quedan dudas, pero siempre habrá bandas que saben cómo echar por la borda cualquier idea preconocida con su música y entregar obras plagadas de clichés, y a la vez absolutamente novedosas. El perfecto ejemplo lo hace Otoboke Beaver con “Itekoma Hits”, un disco que bebe desde muchas vertientes, empapándose sin mayores preocupaciones de todas ellas. Cuando las idols y boy bands juveniles son lo primordial en el panorama musical asiático, encontrar un disco que pueda mezclar hardcore, punk y noise con una soltura y actitud tan segura como en este, es porque no importa cuánto lo intentes, siempre un japonés sabrá hacerlo mejor.
Lingua Ignota – “CALIGULA”
Discos como este permiten replantear el rol de la música como un instrumento que trasciende el simple arte de interpretar melodías. En “CALIGULA”, la canadiense Krystin Hayter entrega el capítulo más personal de su proyecto Lingua Ignota, con una obra que pasa por el metal, la música sinfónica, la ópera, el noise y un sinfín de estilos, en un trabajo horripilante, inquietante y oscuro en su vereda sonora, pero sentido, frágil y delicado en sus momentos más íntimos. Como un canto de guerra contra el machismo, “CALIGULA” es un disco que enfrenta, desestabiliza y deconstruye, generando la inquietud necesaria ante una realidad que se mantiene invisibilizada, encubierta y más vigente que nunca.
Baroness – “Gold & Grey”
Después de doce años explorando la senda de los discos cromáticos, Baroness decidió cerrar esta etapa con un álbum que confirma que lo del cuarteto es de un nivel abiertamente excepcional. Los sesenta minutos que dan vida a esta entrega son prueba del crecimiento musical de un conjunto que ya no es sólo capaz de deslumbrar desde la vereda del sludge y el stoner metal, sino que además se aventura a explorar lo mejor de estilos como el rock progresivo, el space rock e incluso el krautrock, sin perder un ápice de coherencia. Con una consistencia instrumental que sólo ha sabido crecer con los años “Gold & Grey” se alza como uno de esos álbumes que es un deber escuchar.
Michael Kiwanuka – “KIWANUKA”
El “síndrome del impostor” es algo que aquejó a Michael Kiwanuka, por ello parte de sus desafíos era no dejar que su falta de ego le quitara experiencias en la creación o en el escenario, y como un acto de fe le puso su apellido al proyecto detrás de su tercer disco. Esta disposición a tener una mayor confianza en sus aptitudes se tradujo en un álbum más desafiante, urgente, atractivo y celebratorio como nunca había hecho una de las voces más únicas del soul en estos tiempos. “KIWANUKA” funciona como un todo y también en sus canciones por separado, donde la autoafirmación es algo clave frente a las injusticias, dificultades y absurdo de aquello que nos rodea.
Thom Yorke – “ANIMA”
En medio de un prolifero momento creativo, el también frontman de Radiohead aborda el concepto general de la sociedad para entregar su tercer álbum como solista, donde un relato a través de la vertiginosa vida urbana hace de “ANIMA” una experiencia que desafía la emocionalidad humana, incorporando interrogantes sobre una base metafórica y dentro de un frío y distópico contexto como ambientación general de su concepto. Siempre en la vereda de los beats, el músico lleva los ritmos a un lugar diferente a la pista de baile, privilegiando instrumentos programados con uno que otro atisbo de humanidad, generando así las confrontaciones necesarias para un relato lleno de atributos extra musicales.
Fontaines D.C. – “Dogrel”
Álbum debut con sabor a clásico. Desde las primeras notas que dan vida a “Dogrel” queda clarísimo que este trabajo goza de una energía especial. Caustico, visceral, directo y con un espíritu abiertamente punk, el larga duración apuesta a musicalizar el descontento y las desventuras a las que hay que sobreponerse cuando no se nace siendo parte de la elite. Para ello, el quinteto de Dublín combina con éxito una oferta sonora que va desde el post punk al new wave pasando por el glam rock, haciendo así de cada track una aventura única y cautivadora. Toda la razón tiene Grian Chatten en “Big” cuando confiesa “mi infancia fue pequeña, pero yo voy a ser grande”. No cabe duda de eso.
Slipknot – “We Are Not Your Kind”
El ligar un estilo musical a un tiempo determinado es un error, pensando en cómo el revisionismo permite que ciertos sonidos vuelvan y se sientan frescos. También cerrarse a la temporalidad de la música evita notar con los sentidos abiertos cómo hay artistas y bandas que pueden reinventarse y voltear la tortilla a su favor, y eso es lo que con maestría logró Slipknot. Con inteligencia, valentía y mucha fuerza, “We Are Not Your Kind” es un triunfo para el rock y el metal, pero también lo es para un grupo de artistas tantas veces encasillados en su legado en vez de ser adulados con justicia por la capacidad de seguir generando parte del material más excitante e innovador en el género.
Black Midi – “Schlagenheim”
La fuerza de “Schlagenheim” es un torrente caótico y destructivo. A punta de experimentación, estructura heterodoxas y catarsis, Black Midi se consignó como una de las grandes revelaciones de este año. En tiempos donde las expectativas no están orientadas a las guitarras, el conjunto londinense ofrece una propuesta de rock en estado visceral. Tomando nota de movimientos vanguardistas, como el no wave y el noise rock, el álbum cambia de intensidades con total fluidez, cuyas máximas son la preocupación por los compases repetitivos, letras que viajan entre los mensajes crípticos y el desencanto social, junto a un prolijo manejo de la tensión. Un ejemplar que resulta atractivo dentro de su excentricidad.
Nick Cave & The Bad Seeds – “Ghosteen”
El 17º disco del conjunto parece alejarse de un sonido “de banda”, pero esto le permite a Nick Cave dar con sus letras más personales a la fecha. Si “Skeleton Tree” (2016) disponía en el sonido un pesar y una oscuridad brillantes, en “Ghosteen” la premisa es que se escuche qué dice Nick, cómo lo dice, cómo lo canta y cómo lo siente. En vez de que la batería o una pléyade de guitarras muestren el poder, es Nick Cave el que arrasa con su mezcla entre control, vulnerabilidad, misterio y sinceridad, en un álbum doble donde se confronta a las nociones de origen para luego abordar qué ocurre con los finales. “Ghosteen” es un trabajo coral, donde Cave practica con excelencia la empatía, entendiendo los dolores del mundo, comprendiendo cómo la memoria es un arma efectiva para la compañía, y también que nadie está olvidado, porque sin memoria no hay historias. El sonido del disco responde a la intimidad que destilan las letras y el desgarro de la interpretación vocal. Nick se hace acompañar de Warren Ellis, consiguiendo una obra de arte dedicada a la pena y la esperanza. La idea de lo injusto que es tener una pérdida se erradica, convirtiéndola en valor, en contención y en un acto de continuidad que sana y salva.
Ránking y textos por Manuel Cabrales, Javier Pérez, Manuel Toledo-Campos, David Martínez, Francisca Miranda y Claudio Tapia.
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No importa si se trata de nombres nuevos o consagrados, no queda duda de que este año trajo consigo varias grandes obras en distintos estilos. 2022 queda atrás y es tiempo de nuestros recuentos revisando lo mejor en el cine y la música durante la temporada, siendo en esta ocasión el turno de los discos internacionales que más destacaron en los últimos meses. Desde figuras siempre presentes en este tipo de publicaciones, hasta nuevas incorporaciones, el año tuvo una diversidad de sonidos y conceptos que fueron ejecutados de manera impecable por los artistas acá presentes.
Como cada año, nuestro equipo propuso, escuchó, evaluó y seleccionó un cuidadoso listado durante todos estos meses, para así entregar los que son, a nuestro parecer, los discos más destacados durante el período del 3 de diciembre de 2021 hasta el 1 de diciembre de 2022. Más allá de subjetividades, consideren esta lista como una guía de los títulos que más disfrutamos durante este año, esperando también que puedan encontrar alguno que les llame la atención o, por qué no, a su próximo artista o disco favorito. Sin mayores preámbulos, los dejamos con nuestra lista de los mejores 50 discos de 2022.
Si quieres escuchar los álbumes, haz clic en la imagen de cada uno.
“Diaspora Problems”
Soul Glo
Acechando desde las tinieblas del under e influenciados por diferentes vertientes de la música negra, Soul Glo irrumpe en los radares mundiales vomitando energía a través de versos furibundos, con rimas y riffs que merodean en búsqueda de trifulca. Encausando múltiples estímulos del mundo callejero a través de la energía hardcore del sonido east coast, el cuarteto de Filadelfia incorpora además la agresividad y excentricidades del trap con naturalidad, redibujando esa ambigua etiqueta denominada “música urbana”. Transgresor en cuerpo y alma, “Diaspora Problems” refleja la mirada de un grupo de hijos de migrantes sobre la violencia y marginalidad vivida entre callejones y baldíos de nuestras metrópolis.
“And I Have Been”
Benjamin Clementine
Benjamin Clementine logra que los vacíos que deja el sonido minimalista se conviertan en un foco, casi como el lente encuadrando detalles al filmar una película. Melodía, letra, poesía, fuerza y ansia artística se respiran en cada rincón de su álbum más directo y accesible, pero no por ello menos elaborado. El manejo de melodías y relatos es algo que el artista implementa con maestría, acercándose a lo cotidiano y lo mundano sin dejar de sonar celestial, en especial en los arreglos, tanto vocales como de cuerdas, y en su propia voz. Pocas veces la pena, la angustia y las disputas internas suenan tan elegantes y brillantes, menos aún con este halo de integridad artística que baña de épica cada escucha.
“Malign Hex”
Meat Wave
Post punk y noise es lo que suda Meat Wave en su cuarto disco de estudio. Los de Chicago se vuelcan a una forma más primitiva y natural de ejecución, donde expulsan con mayor intensidad y velocidad una propuesta sonora que goza cada vez más de nuevos adeptos. “Malign Hex” es breve y veloz, un disco pensado sin mayores sobresaltos y con una estructura al grano, que no da pie a mayores sutilezas que acompañen bajo, guitarra y batería, sólo 10 certeros golpes al mentón entre un tímido baile. Es interesante cómo conjugan justamente los brillos del noise con las claves típicas del ensueño post punk que ya han revitalizado bandas como Protomartyr, Shame o Fontaines D.C. Si bien, Meat Wave no ofrece mayor originalidad, explota con destreza un recurso donde lo certero es clave, manteniendo una tensión constante y resolviendo con oficio con una receta básica.
“Melt My Eyez See Your Future”
Denzel Curry
Dando un nuevo paso en su ascendente carrera, Denzel Curry sorprende con “Melt My Eyez See Your Future”, su quinto larga duración y una demostración de las capacidades que el rapero tiene a la hora de gestar un relato coherente, potente y más orgánico que los estilos a los que suele recurrir, donde no solamente se expande sonoramente, sino que también presenta distintas caras de su multifacética presencia. Entre incontables colaboraciones y referencias a la cultura popular y la estética del hip hop más clásico, el oriundo de Florida se muestra diverso y establece de manera definitiva las bases para seguir su obra en el futuro, el que seguramente estará marcado por capítulos tanto o más interesantes que este.
“BADモード”
Hikaru Utada
El autoconocimiento es algo que viene con el tiempo, desde experiencias e interactuar con otros, y Hikaru Utada entiende que esa reflexión no se termina. Por ejemplo, elle (en respeto a su autodefinición) primero se rebeló contra los pronombres de género y luego se definió como persona no binaria; la electrónica que dominó sus trabajos anteriores dio paso también a sonidos más orgánicos y, en medio, canciones bailables, pero llenas de tristezas compartidas. Empatía en dosis saludables y dolores en espacios seguros, entre el city pop, disco, R&B y más estilos que se complementan con composiciones que relucen la madurez en la voz de le artista, ícono del jpop no sólo en su forma de cantar, sino en la solidez estructural del LP.
“Where Myth Becomes Memory”
Rolo Tomassi
A través de un fluido viaje de intensidades, “Where Myth Becomes Memory” se perfila como la muestra del extendido proceso artístico recorrido por Rolo Tomassi. En su sexto álbum, los ingleses enfocan su mirada hacia los sonidos etéreos, tomando nota de géneros como el dream pop para añadirlos a la fórmula donde también habitan influencias cercanas al mathcore. En un vaivén permanente, la banda logra plasmar la dualidad de emociones que conduce este disco, donde pasajes agresivos conviven armónicamente con aquellos momentos de mayor sutileza e intimidad. Liderados por la dupla Eva Korman y James Spence, Rolo Tomassi consolida una etapa de crecimiento mediante un trabajo donde prima la melancolía y amplía sus horizontes.
“Zeal & Ardor”
Zeal & Ardor
Tras casi un año entre la publicación de su primer single promocional y el álbum, Zeal & Ardor hizo valer cada segundo de espera por su nuevo LP. Como si hubiese sido intencional, por cada mes de espera, Manuel Gagneux incorporó un estilo musical en su ecléctico proyecto, reafirmando su posición de vanguardia en el metal. Con naturalidad y sin tapujos, el músico logra combinar ritmos tan dispares como los son el blues y góspel con el black metal, dando por resultado un trabajo lleno de matices, a su vez reinventando aquellos cantos que por siglos alzaron al viento los esclavos traídos desde África, reconfigurando su sentir, en un ejercicio que para liberar almas está dispuesto a desgarrar carne.
“II”
Dead Cross
Una aplanadora sin contemplaciones es lo que entrega Dead Cross con su segundo trabajo de larga duración. El proyecto que ve a Mike Patton asomarse por las vertientes del hardcore punk al más puro estilo de la escena ochentera, entrega un disco muy claro en sus intenciones, sin escatimar recursos para desenvolver su carácter de una manera lúdica y violenta, con la siempre inquietante fuerza interpretativa del frontman. Una sección rítmica de lujo, coronada por las punzantes baterías de Dave Lombardo, hace de este disco un esencial no sólo de la temporada, sino que también de un artista tan relevante como Patton, que se encuentra en un prolífero y maduro punto de su extensa carrera con múltiples proyectos.
“BLUSH”
PVA
El trío londinense no revoluciona el género, pero sí refresca el panorama con “BLUSH”. La receta de la banda es simple: acercarse lo más posible a todos los recursos del synthpop, el dance, la electrónica y sus derivados, con diferentes estados de fervor, intensidad y oscuridad. Así, el álbum se mueve entre la voz de Ella Harris y Josh Baxter, quienes marcan sus diferentes ritmos y pausas. Dentro de la música electrónica y bailable, PVA propone nuevos aires que, si bien no son arriesgados, recuperan ciertos pasajes de un estilo que necesita reinventarse. En sencillos como “Bad Dad” la banda conjuga en extremo su destreza entre lo sintético y lo análogo. Para los fanáticos del género, PVA se enlaza muy bien con lo que hacían bandas como Ladytron, por ejemplo.
“Fear Of The Dawn”
Jack White
En una de las decisiones más inesperadas para un artista como Jack White, publicar dos álbumes este 2022 sirvió para analizar en profundidad su obra, principalmente con “Fear Of The Dawn”, disco más eléctrico y experimental en comparación a su sucesor “Entering Heaven Alive”. Acá, el guitarrista se expande sonoramente y entrega arreglos refrescantes a una fórmula que con los años hizo propia, funcionando para dejar contentos a sus seguidores de la vida, así como a los curiosos que busquen un nuevo álbum de rock en tiempos como estos. Jovial, atrevido y despojado de las etiquetas, el guitarrista muestra una de sus facetas más maduras y sólidas con otro capítulo en su larga carrera.
“Gnosis”
Russian Circles
Con su octavo trabajo, Russian Circles abraza mucho más el metal que en otros discos, demostrando cuáles son sus intenciones e influencias. Y es que el consejo de Kurt Ballou en la producción los ha llevado a nuevos límites sonoros y compositivos. “Gnosis” asoma como un disco breve pero intenso, lleno de capas y detalles. Esos riffs que antes Mike Sullivan administraba de manera más textural y con el uso de loops, ahora resuenan de manera más cruda y directa, siempre acompañados de profundos bajos, y una furiosa y ordenada batería. “Gnosis” es uno de los trabajos más duros de Russian Circles, donde la inspiración se centra en profundizar ese sonido más ligado al sludge y al post metal, trabajando por capas y haciendo del trío una experiencia más robusta.
“The Line Is A Curve”
Kae Tempest
Como un ejercicio de auto reconocimiento y una necesaria comprensión de su entorno, Kae Tempest irradia energía en su urgente rima con “The Line Is A Curve”, álbum donde las historias de carácter más contemporáneo toman forma y fondo mediante los contrastes propios de lo personal y colectivo, factores esenciales para comprender la narrativa y forma de interpelar que tiene Tempest en su trabajo. Con un hip hop que no teme incorporar otros estilos, la obra progresa dramáticamente mediante la interpretación de experiencias, análisis de la sociedad y sus conductas, además de una convicción muy en tono con la manera en que Tempest despacha cada palabra, siempre de forma prosaica, resiliente y lo más honestamente posible.
“Warm Chris”
Aldous Harding
La manera en que se funden arpegios acústicos y eléctricos junto a la suave voz de Harding, dan cuenta de su atractivo y sólido rango. En un contexto más minimalista, la compositora neozelandesa se atreve con toques de electrónica muy sutil, jazz y pop, casi emulando a Broadcast, con cuerdas y teclas como protagonistas. “Warm Chris” es cálido y sencillo, pero lo que lo hace robusto y completo es su paseo por esos elementos; una pizca de cada uno para un sonido original con su clásica receta de voz, la que se disfraza en cada track según lo que propone en su revoltoso folk. La experiencia a través de los movimientos que propone “Warm Chris” no hace recordar a primeras la música anterior de la artista, sino que funciona como invitación a un descubrimiento personal e íntimo hacia sus propias inquietudes, pero de forma tenue y pausada, dejando trazos de clásicos en cada compás.
“A Gut Feeling”
Cassels
Claramente no fue parte del plan, pero el resultado deja claro que el dúo inglés fue uno de los que se benefició con la pausa de la pandemia. Si bien, la propuesta de la banda siempre se sostuvo en base a riffs directos y contagiosos, el tiempo extra para trabajar en el nuevo álbum permitió que perfeccionaran la fórmula. Mientras en lo narrativo lucen más punzantes y críticos que nunca, es en lo musical donde la banda corre el kilómetro adicional, explorando estilos que van desde el math rock al post punk, pasando incluso por momentos de pop de una manera equilibrada y atractiva. Líderes de un revival desde antes de que este lo fuera, el tiempo de los hermanos Beck parece finalmente haber llegado.
“NOT TiGHT”
DOMi & JD Beck
El joven dúo DOMi & JD BECK irrumpe con un debut que mantiene en completo equilibrio la suavidad y frenética naturaleza de un sonido virtuoso, y construido en base a una naturalidad y estructura rítmica sin titubeos. Con “NOT TiGHT”, estos músicos llevan los elementos esenciales del jazz fusión hacia las nuevas generaciones, proyectando una infusión de estilos de los 70 con una mirada moderna y que carga con el peso del aprendizaje y desarrollo de dichas influencias. Desde un enfoque técnico, maduro y fresco, este disco demuestra el poder que la interpretación puede explayar para crear la esencia y alma de los sonidos, más allá de estructuras y reglamentos.
“Close”
Messa
Cual tormenta de arena en el desierto, Messa ha irrumpido en la escena global de forma inesperada con un trabajo que logra brindar nuevos colores al siempre penumbroso doom metal. Conjugando una propuesta oscura, cargada de misticismo, llena de matices melódicos y fuertemente influenciada por la cultura norafricana, el tercer larga duración de los italianos tiende puentes entre la modernidad y sonidos de raigambre tribal, enriqueciendo de texturas la propuesta autodenominada por ellos mismos como “doom escarlata”. De esta forma, “Close” consolida y hace destacar ese sello propio al lograr una comunión entre el género y elementos de dark jazz, drone e incluso música ajena a la tradición occidental.
“Lucifer On The Sofa”
Spoon
Tras aventurarse a utilizar el estudio como un laboratorio en sus últimos discos, Spoon vuelve a la creación mirándose a los ojos, transparente y aparentemente simple, y el resultado es brillante, con más rock & roll y la sencillez como emblema. La banda hilvana ideas escondiendo sus complejidades, con la habilidad que ha decantado teniendo a Britt Daniel como uno de los compositores más prolijos del rock actual. En paralelo, Mark Rankin logra que el sonido del disco comparta tal limpieza, sin perder potencia ni esa rugosidad que ya es una característica de las performances de Britt y Spoon. Uno de los mejores discos de, quizás, la banda de calidad más consistente del rock en las últimas décadas.
“Dragon New Warm Mountain I Believe In You”
Big Thief
Lanzar un álbum de veinte canciones puede parecer excesivo para una banda que habitualmente se mueve por un universo sonoro más bien pausado, sin embargo, tras recorrer los 80 minutos que dan vida al quinto disco de Big Thief, se hace evidente que el cuarteto no sólo resolvió el acertijo sin contratiempos, sino que además terminó firmando el que muy probablemente sea su mejor trabajo a la fecha. Con acertados pasajes de indie folk, country, dream pop e incluso trip hop, una aproximación narrativa impecable a cargo de la infalible Adrianne Lenker y una producción especialmente cautivadora en lo rítmico, “Dragon New Warm Mountain I Believe In You” se alza sin duda como uno de los momentos musicales imperdibles del año.
“Cheat Codes”
Danger Mouse & Black Thought
De aquellas sorpresas altamente satisfactorias es lo que entrega “Cheat Codes”. En la primera colaboración entre los gigantes Danger Mouse y Black Thought, la excelencia es un atributo que aflora desde todas las aristas posibles. La producción refinada de Brian Burton transporta al oyente medio siglo al pasado, con recursos interesantes, como el tono de teclados y beats propios del soul, hasta detalles como el ruido de los discos de vinilo. La lírica certera del MC de The Roots se complementa con invitados igual de consistentes, destacando el aporte onírico de Michael Kiwanuka o la emotiva participación póstuma de MF DOOM. Un sólido homenaje al linaje cultural afroamericano, con méritos propios de un clásico contemporáneo.
“Laurel Hell”
Mitski
Hasta 2018, Mitski había estado editando discos casi cada dos años. Para “Laurel Hell” sin embargo, se tomó cuatro años y el tiempo parece haberle sentado bien, porque su nuevo trabajo abandona por un momento la crudeza rítmica de sus entregas anteriores y se embarca sin consideraciones en los terrenos del synth-pop, el indie y el new wave de la mano de Patrick Hyland, su productor de toda la vida, acometiéndose en líricas más conceptuales e íntimas. Si bien, la producción musical es sólida, y por ratos la naturaleza intrínseca de los sintetizadores acapara rango sonoro y la voz de Mitski suena soterrada, quizás es parte de su plan de pseudo retiro por allá por 2019 y dejar que la música tome un rol más protagónico.
“Dawn FM”
The Weeknd
Tras dominar la euforia y la resaca con el todopoderoso “After Hours” (2020), The Weeknd sorprendió al encargarse de las consecuencias en su disco más humano en mucho tiempo. “Dawn FM” tiene una fluidez y coherencia que se cruza con la confusión, añoranza y hedonismo que dominan los tracks de un álbum donde no sólo se extiende en el sonido electrónico bailable y nostálgico que consolidó al artista canadiense, sino también configura una retórica compleja. Una radio, un viaje al infierno personal, y figuras como Quincy Jones y Jim Carrey se suceden en un trabajo que utiliza la división entre placer y dolor para otorgarle madurez e intención a uno de los artistas claves del pop de este milenio.
“You Belong There”
Daniel Rossen
Cuando un trabajo se posiciona bajo el rótulo de “álbum solista”, usualmente ofrece la oportunidad de abordar pasajes que evocan intimidad, ya sea desde su música como sus letras. Con una sobriedad solemne, que va desde su austera portada en adelante, Daniel Rossen es consciente de esta virtud. Las armonías vocales, el acompañamiento de cuerdas y vientos y, sobre todo, el cautivador rol de las guitarras, en partes iguales dan una excelente muestra de un minucioso trabajo de producción y las cualidades multi instrumentales del también vocalista de Grizzly Bear. Acompañándose de letras crípticas, las diez canciones que componen este disco articulan un sonido envolvente y sorprendentemente equilibrado.
“Super Champon”
Otoboke Beaver
Brutales como knockout. En un comprimido de estridencia, Otoboke Beaver amplifica una puesta en escena que, hace sólo tres años, se caracterizó por su explosiva ferocidad. El segundo disco de las kiotenses lleva la fórmula al extremo, con un buen puñado de canciones que ni siquiera alcanzan los sesenta segundos y un álbum que, en su totalidad, apenas supera los veinte minutos. No hace falta de mayores preámbulos para apreciar la habilidad de uno de los grupos más histriónicos dentro de la escena hardcore punk contemporánea. Desde la trinchera del ruido, este cuarteto de mujeres arrolla al oyente en una vorágine que, pese a su ritmo fulminante e impredecible, no deja de ser una experiencia divertida.
“How Do You Burn?”
The Afghan Whigs
Greg Dulli es un tipo que lleva cuatro décadas haciendo música, pero en vez de ser un “viejo zorro” y no aprender nuevos trucos, mantiene los oídos y el alma abierta para continuar adelante, con sonidos que motivan, prenden, emocionan, aterran y enamoran. La saga de retorno de The Afghan Whigs continúa demostrando versatilidad, letras genuinas, interpretaciones que reconocen la experiencia sin avejentar el resultado y, en esta última parada, además lo hacen sin caer en nostalgias como sería tan fácil hacerlo. Ni siquiera las últimas notas de Mark Lanegan instalan al disco desde la reminiscencia, sino que desde la reflexión, mirando hacia adelante, con dolor pero sin temor, y el resultado es inspirador.
“Sometimes, Forever”
Soccer Mommy
Uno de los desafíos que enfrentan los artistas anclados en la vereda del indie pop es cómo hacer para diferenciarse del largo número de proyectos que ocupan dicho espacio. En esa línea, el tercer trabajo de estudio de Sophie Allison funciona perfecto para poner a la cantautora por delante de sus pares. Ya no sólo se trata de un proyecto de narrativas íntimas conducido por una voz cálida, sino que en este álbum Allison toma sonoridades de corte dream pop, noise y algo de psicodelia, pero además decide sumar a la mezcla arreglos de electrónica. Con esto, no sólo logra darle novedad a su propuesta, sino que permite que el disco atraviese espacios de luz y oscuridad sin perder un ápice de consistencia. Único y cautivador.
“Autofiction”
Suede
Una de las cosas que siempre se le agradece a una banda con más de dos décadas de carrera, es que sea capaz de aventurarse en nuevas direcciones y no repetir la fórmula. Es justamente en esa línea donde el noveno álbum del quinteto se anota sus mayores aciertos. Completamente desmarcado del ánimo orquestal de “The Blue Hour” (2018), lo que hace este nuevo trabajo es invitarnos a explorar la faceta más cruda, íntima y urgente del conjunto, en un cautivador viaje que no sólo echa mano a sonidos que rememoran a grupos históricos del rock gótico, sino que además saluda a bandas contemporáneas de la escena post punk sin perder en ningún momento el innegable sello de los londinenses. Revitalizador y contundente.
“Renaissance”
Beyoncé
Después de seis años de silencio discográfico, Beyoncé vuelve con un álbum que se distancia radicalmente de lo que nos entregó en su última placa. Los 62 minutos que dan vida a “Renaissance”, por un lado funcionan como una suerte de homenaje a los grandes nombres del dance y el house de antaño, pero sobre todo se alzan como una celebración destemplada a la vida, a seguir adelante y a creer en uno mismo. Todo, con una Beyoncé arrolladora en los vocales, una producción impecable y una ejecución tan ridículamente contundente, que casi con seguridad está destinada a superar los límites del nicho para arrastrar a la pista de baile a cualquiera que tenga oídos y se cruce por delante.
“fawn”
Foxtails
Los de Connecticut sorprenden con un disco breve en apariencia, pero robusto en cuanto a una madurez en la producción y el sonido. Y es que, cuando la inquietud cruza el límite de lo “post” y lo experimental, es clave dar con aquellos elementos diferenciadores. En “fawn”, Foxtails propone un viaje más denso y oscuro, que se mezcla con una producción cruda, con baterías secas y un trabajo más detallado en las capas de guitarras. La voz como pieza clave se funde de manera orgánica con la banda. Por cierto, hay límites que Foxtails no cruza para mantenerse en el cerco de lo experimental de su propuesta cercana al screamo. Así, continúan su independencia sonora y a la vanguardia, gracias a las apariciones de arreglos de violín y sus referencias al jazz. Este disco mantiene a la banda en un estado under, pero aun así muestra sus cartas como referentes de un buen, inquieto y atrevido trabajo.
“Aethiopes”
Billy Woods
Como una declaración llena de simbolismos aparece “Aethiopes”, el inesperado nuevo trabajo de Billy Woods. El rapero neoyorkino sorprende con un disco en solitario donde no deja rimas al azar, alzándose como uno de los álbumes a tener en cuenta en el universo rapero de este año. Tremendamente directo y político, Woods es capaz de interpretar una directa lírica crítica del capitalismo, el colonialismo tardío y el racismo, con elementos ligados al country y al jazz, apropiándose de estas texturas históricamente arrebatadas (en el caso del sample del músico etíope Alemayehu Eshete en “Asylum”) o sus acercamientos al reggae en pequeñas dosis, entre otras sutilezas. Woods –que creció en Zimbabue– rescata así parte de la historia y el significado de su cultura con una intrépida propuesta sonora.
“Hiss”
Wormrot
Sin muchos preámbulos, pero con dosis desbordantes de energía, “Hiss” se encumbra dentro de los lanzamientos más sólidos del panorama extremo con una vorágine aplastante de poco más de 30 minutos. Seis años separan a este álbum de su predecesor, tiempo más que extenso donde el proyecto de Singapur trasladó su propuesta hacia nuevos horizontes de experimentación. Detrás de este telón de caos, hay un trabajo de complejidad y técnica difícil de emular; un torrente de composiciones donde la visceralidad se ejecuta con precisión milimétrica. Con cambios impredecibles, violines con tintes caóticos y la velocidad como constante, Wormrot se abre camino y demuestra que el grindcore aún es terreno para la innovación.
“Jodeki”
Tricot
Alejada de la convencionalidad que se da a nivel masivo en la música asiática, Tricot vuelve a hacer de las suyas con un excelente trabajo como “Jodeki”, donde saca a relucir su maestría al aportar una sustancia muy rica al pop de sus canciones, enfocándose como siempre en la técnica a la hora de ejecutar sus secciones instrumentales. Con una ejecución compleja y un sonido muy accesible, el conjunto japonés logra el equilibrio preciso para transmitir su fluidez hacia los auditores, trabajando con un constante sentimiento lúdico y de progresión en su desarrollo. Atmósferas sutiles, pero de una profundidad muy explícita en su forma y fondo, logran encontrar ese punto exacto entre la calidez y la estridencia.
“Heart Under”
Just Mustard
La oscuridad y los niveles que esta puede alcanzar es el concepto transversal del segundo álbum de Just Mustard, ajustando los oídos para ver entre las densas capas que se entrelazan, en espirales que hacen fútil el intento de distinguir sonidos particulares. Entre un rock evocativo a lo industrial y la voz de ensueño de Katie Ball, el disco hace lo suficiente para evitar el tedio y demandar ser escuchado sin detener el movimiento de las sensaciones, que nunca son de total comodidad, pero sí continúan intrigando al oyente en cada momento. Este álbum tiene vocaciones de fuera de este mundo, sin abandonar la empatía con el pavor, desorientación y atracción que puede sentirse ante tal nivel de perfección sonora.
“God’s Country”
Chat Pile
Hay belleza en el caos, un desorden sin aparente chance de control, porque hay un halo de impredecibilidad que intriga, como los protagonistas de una obra dramática sobrepasando el punto de no retorno, pese a las advertencias previas. Una espiral de suciedad, agobio, crudeza, y con luz en medio, es lo que expone el LP debut de Chat Pile. En medio de elocuentes aullidos, Raygun Busch transita entre poesía entrópica y la prosa directa, animando a descender en espacios que no están oscuros, pero sí tenues. De cerca, lo instrumental se mueve árido y polvoriento, calzando con los retratos en carbón y residuos contaminantes que conforman el concepto que cohesiona un disco que convoca desde lo sucio, doloroso y real.
“THE UNRAVELING OF PUPTHEBAND”
PUP
Si toda la música del mundo fuera dramaturgia, PUP podría ser fácilmente un discípulo actualizado de Bertolt Brecht. Porque en el sonido de “THE UNRAVELING OF PUPTHEBAND”, el cuarto larga duración de los canadienses, hay algo de performático, como una obra de teatro donde, tras un telón de fondo de punk y noise, se entrecruzan intentonas de electrónica e indie naïve con canciones de plano jocosas e irónicas sobre la facilidad de la construcción musical. Conceptualmente, además, abordando la autodestrucción, la displicencia humana y la fragilidad de las relaciones en un mundo virtual (incluso entre ellos mismos como banda, Stefan Babcok mediante) cosechan un disco que nadie esperaba, pero todos queríamos.
“As The Moon Rests”
A.A. Williams
Las estructuras del doom y el metal siguen presentes en el segundo largo de A.A. Williams. De un muy buen presente, la artista inglesa explora con más márgenes diferentes atmósferas y elementos que hacen de su propuesta un resultado denso y oscuro. Sin embargo, dentro de su registro contralto también hay destellos de luz que dejan entrar arreglos de guitarra acústica y otros elementos que enriquecen, pero no sobrepoblan su propuesta. A.A. Williams ha sido una compositora inquieta y ha llegado con nuevos aires a renovar la escena de música pesada, que ya empiezan a dominar artistas que con nuevas claves se aproximan a romper los límites del género.
“A Light For Attracting Attention”
The Smile
La primera toma de contacto con el debut de The Smile, el proyecto de Thom Yorke y Jonny Greenwood con el baterista de afrojazz Tom Skinner, resulta desconcertante, aunque no por ello menos interesante. Teniendo como referencia el incatalogable sonido de Radiohead, abundante en este trabajo por ratos, cabría preguntarse por qué todo esto no fue material para otro trabajo de los ingleses. La respuesta posible está en el imaginario percutivo de Skinner y en el alma explorativa de Yorke y Greenwood, entregando un trabajo que se arremolina alrededor de sonidos improbables, capas asfixiantes y oscuridad de bajo octanaje para fraguar un sonido que difiere de otro de los tantos proyectos de Yorke, por ejemplo.
“Fossora”
Björk
Para su regreso en larga duración, Björk optó por el camino de lo impredecible facturando un álbum que toma del ambient, la esencia musical de su país y de cosas que quizás parezcan extrañas a ojos y oídos de quien no le ha seguido los pasos en las últimas décadas (como el reggaetón, aunque sea sólo en un par de canciones), para darse un gustito y permitirse fracturar una nueva frontera. La intención musical de “Fossora” es más ubicua y menos dolorosa y rígida emocionalmente que sus trabajos anteriores, es un canto a la maternidad y al amor familiar, poniendo incluso a sus propios hijos a colaborar en él, y también un canto a la vida que brota desde la tierra sin rozar siquiera lo hippie.
“Everything Was Beautiful”
Spiritualized
En una dinámica del tipo “celebración/fin de ciclo”, justo 25 años después del lanzamiento de “Ladies And Gentlemen We Are Floating In Space”, el disco más laureado del conjunto, Jason Pierce llega a sorprendernos con un álbum que, pese a ser breve, sabe rescatar de forma precisa el imaginario eterno que ha construido la banda, y además juega a golpearnos con los ingredientes que hasta acá han hecho de esta propuesta una firma sonora de identidad única. Innumerables capas de sonido, figuras musicales reverberantes y una melodicidad abrumadora, hacen imposible resistirse al viaje con que el spaceman nos invita una vez más a flotar por el espacio. Hace años que el space rock no sonaba tan contundente.
“I Love You Jennifer B”
Jockstrap
Ambicioso, desconcertante y profundamente pop, el debut de Jockstrap se escapa de las convenciones cada vez que puede, sin dejar de ser un deleite cohesivo, consistente y lleno de sorpresas. Con paciencia y confianza, las decisiones estéticas subvierten las expectativas respecto a melodías y armonías de apariencia sencilla, pero que Georgia Ellery y Taylor Skye convierten en mapas donde se sabe el terreno que se pisa, mas no el camino exacto a recorrer. Y he ahí lo impactante: el ánimo constante de descubrimiento, aprendizaje y reconocimiento de ciertos patrones que cierran el círculo, volviendo a esta aventura en algo que finalmente resulta más familiar y acogedora de lo que se pudiera llegar a anticipar.
“Most Normal”
Gilla Band
Explorando la inquietante irracionalidad del mundo de los sueños, en un desafío extremo en forma y esencia, los otrora Girl Band nos mantienen al borde de la convulsión con su particular forma de entender el surrealismo. Estrenando nuevo nombre, los irlandeses presentan una ensordecedora mezcla entre la irreverencia del no wave, el desenfreno del noise rock y la oscuridad del post industrial, que, más allá de su estética, revela la cruda realidad de un proceso de rehabilitación y búsqueda de estabilidad mental. Escapando de convencionalismos, “Most Normal” es un golpe de corriente para nuestros sentidos y férreo ejemplo de cómo la incomodidad generada por el caos puede convertirse en una virtud.
“Blue Rev”
Alvvays
A cinco años de distancia de su antecesor, el tercer álbum de Alvvays continúa recorriendo terrenos dulces y nostálgicos. Pese a que “Blue Rev” no implementa cambios significativos a la fórmula, se trata de un trabajo donde el encanto sigue latente, mediante canciones cándidas y envolventes. La apacible voz de Molly Rankin convive entre pasajes etéreos y enérgicos, donde la reminiscencia a tiempos pasados es una constante. Guitarras inspiradas en Johnny Marr y sintetizadores oníricos profundizan la identidad de un proyecto que rápidamente alcanza la consolidación, pese a las dificultades personales. En este disco, los canadienses prueban que hacer música fresca y llevadera no es tan sencillo como parece.
“Free LSD”
OFF!
El reciente LP de los californianos es la prueba perfecta de que a veces un pequeño puñado de innovación puede mejorar el nivel a una banda de manera exponencial. No es que en el pasado lo del conjunto no fuera arrollador, sin embargo, se movía dentro de un universo donde había mucho más para elegir. En esta oportunidad lo que catapulta a OFF! es la inteligente inclusión de nuevos ingredientes, que van desde la más cruda disonancia, hasta pasajes de corte jazz, que no sólo funcionan perfecto como una aplastante muralla de sonido punk, sino que además dejan el campo abierto para que la banda se aventure a dar vida a una historia extraordinaria. Ya no sólo pegan fuerte, ahora también suenan únicos.
“Baby”
Petrol Girls
Cual grupo guerrillero, Petrol Girls busca incendiar los esquemas que oprimen a las mujeres a través de un equilibrio entre creatividad musical y punzantes mensajes de protesta. En su tercer álbum, la agrupación inglesa mantiene vivo el fuego de las barricadas a punta de noise rock y post hardcore, cuya estridencia agita en lo alto las banderas del feminismo y el anticapitalismo, sin matices ni eufemismos, en tiempos de polarización que así lo exigen. Lejos de ser una respuesta coyuntural, la propuesta de la banda se nutre de décadas de lucha, tanto en el terreno social como dentro de la escena musical, siendo una de las grandes herederas en el siglo XXI del discurso y furia del movimiento Riot Grrrl.
“CLOSURE / CONTINUATION”
Porcupine Tree
El regreso de Porcupine Tree con “CLOSURE/CONTINUATION” luego de trece años de ausencia oficial, podría parecer un reseteo, pero en realidad es la última gran jugada maestra de Steven Wilson, sistemáticamente rechazando la idea de reunir a la banda durante más de una década para poner por delante sus proyectos personales, cuando por detrás había canciones como “Chimera’s Wreck”, que data de 2011, por lo que la trastienda del disco transmite perfectamente la sensación ambigua del título. Un LP macizo, potente, pero escasamente metalero –muy en la veta actual de Wilson–, con vocación melódica y sentido experimental por partes iguales, un disco de prog-rock para mostrarle a los no fans del prog-rock con orgullo.
“Once Twice Melody”
Beach House
Los mundos que describe Beach House van más allá de las palabras, pero en su disco más ambicioso, la banda encuentra más resonancia en las letras, desarrolla especificidades en medio de lo difuso, y con ello entrega atmósferas variadas, que expanden lo ya conocido. En cuatro capítulos, cada cual accediendo a una forma de articular mensajes y emociones, pero con la íntima majestuosidad de los arreglos (por primera vez incluyendo una orquesta a su sonido) como punto común. Expansivo en su espectro, “Once Twice Melody” reúne todo lo aprendido por Beach House en su historia, y se siente como un punto cúlmine en sus poderes creativos y a nivel de composición, siendo tan familiar como desafiante.
“Skinty Fia”
Fontaines D.C.
Con el arraigo cultural que les caracteriza, Fontaines D.C. regresa con “Skinty Fia”, el que puede considerarse como el hito más consistente dentro de una joven, prometedora y para nada despreciable carrera discográfica. Trasladando la agresividad hacia un segundo plano, este disco fluye con distinguida sobriedad en canciones como “Bloomsday” y “Roman Holiday”, sin dejar de lado la impronta poética y melancólica que bien sabe materializar Grian Chatten. Dialecto, anécdotas de la historia reciente de Irlanda y sutiles inspiraciones musicales, son el cúmulo de elementos con los que la banda tributa a sus raíces, en un interesante ejercicio que se mueve con códigos contemporáneos.
“Mr. Morale & The Big Steppers”
Kendrick Lamar
El disco con más expectativa de toda la carrera del oriundo de Compton es también su obra más compleja y personal. A través de 18 tracks, Kendrick Lamar usa a “Mr. Morale & The Big Steppers” como un vehículo para explorar su mente y alma, con luces y sombras, dando su opinión sobre los temas de relevancia en el mundo, pero también ofreciendo una mirada a lo más profundo de su ser, dejando entrever todas las fracturas que eso conlleva. Con un ritmo asfixiante e intenso, el rapero opta por no encasillarse en un género ni apuntar hacia ninguna composición en específico, entregando un desarrollo a través de distintas capas, con todos los conceptos y personajes que componen esta obra tan oscura como esperanzadora.
“And In The Darkness, Hearts Aglow”
Weyes Blood
Si en su disco anterior Natalie Mering le cantaba a los aparentes tiempos finales y al sobrevivir, en este siguiente estadio ella prefiere enaltecer los efectos de esas pérdidas, la soledad de quienes quedaron y la desesperanza que surge del acto de seguir creyendo. En un tono aún más etéreo y celestial que en sus trabajos pasados, Weyes Blood trata de encontrarle sentido común a la humanidad más individualista de la historia. Entre psicodelia, música atemporal y una voz privilegiada, la belleza de este álbum se equipara a la devastación emocional y simbólica a la que apela, denotando experiencias colectivas más que personales, esas que se siguen perdiendo de vista, incluso cuando ya se pudrió todo.
“Hellfire”
Black Midi
Lo de Black Midi ya no es sorpresa. Su meteórica carrera les ha permitido ganar el respeto de la crítica y el cariño de la comunidad melómana. Como piedra angular de su incipiente discografía, “Hellfire” viene a coronar su santísima trinidad del rock progresivo contemporáneo, balanceando a la perfección la esquizofrenia y elegancia de sus dos predecesores. Ayudando a tender puentes entre rock arty y las masas, lo nuevo de los ingleses destaca por su histrionismo vocal y desenfrenada orquestación, manteniendo un constante tono épico y teatral, sin perder de vista la cuota de comedia. Eclécticos, encarnando el todo en todas partes y al mismo tiempo, el trío hace propio el sonido de la vorágine del mundo moderno.
“Ants From Up There”
Black Country, New Road
Uno de los desafíos que tenía el conjunto inglés luego de su disco debut, era demostrar que podía superar el reto del segundo álbum. Por fortuna, si hay una pregunta que este disco responde de forma categórica, es que lo de la banda no sólo se trata de una propuesta musical contundente, sino que además tiene un espacio enorme para seguir creciendo. Precisos arreglos de vientos y cuerdas, un impecable manejo de los silencios, una paciencia casi infinita en la construcción de cada corte y la sobrecogedora interpretación vocal de Isaac Wood, hacen de este “Ants From Up There” uno de esos viajes que por momentos parecen saltarse los oídos de los que estamos al otro lado del parlante para llegar a conectar directo con el alma.
Ránking y textos por Manuel Cabrales, Javier Pérez, Manuel Toledo-Campos, David Martínez, Matías Muñoz, Danny Arce, Emilio Toledo y Claudio Tapia. Diseño de gráficas por Rodolfo Jofré.
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Discos


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Dj Loncho
17-Dic-2019 at 12:18 pm
Buen trabajo, he escuchado algunos como el de Tool, Iggy y Kim Gordon…me dejó claro que me falta bastamte por escuchar
Arm
29-Dic-2019 at 3:26 pm
Gracias por el tremendo esfuerzo de tener el coraje de publicar un ránking dónde el puesto 1 es para un disco de rock, género que salvo excepciones ya no escuchan ni registran gente menor de 35 años (digo “excepciones” porque no me gustan las generalizaciones) el bueno de Nick viene remando desde 1984 con esta banda y hoy estamos casi en el año 2020!!!