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Mejores discos de la década 2010-2019 Mejores discos de la década 2010-2019

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Mejores discos de la década 2010-2019

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El último trimestre de 2019 fue prolífico en listas que contenían los “mejores discos de la década”. Por supuesto, cada medio actúa como le plazca y/o convenga, sin embargo, en HumoNegro sentimos que aquella no era la forma de llevar a cabo un manifiesto tan importante, ya que se dejaban afuera posibles contendores lanzados a fines de ese año. Como no imitaríamos esa forma, teníamos dos caminos: no hacer esta lista, o hacerla y demorarnos el tiempo que consideráramos necesario. Optamos por la segunda. Y es que para nosotros era casi una obligación; es decir, nos hemos caracterizado por nuestras listas de lo mejor de cada año, no podíamos quedar al margen de esto.

Todo lo anterior también se relaciona con la metodología para llegar a este resultado. Siete personas del equipo fuimos las que escuchamos y analizamos más de mil discos en un principio para luego ir reduciendo la lista, proceso que nos tomó varios meses. En resumen, aunamos criterios subjetivos para filtrarlos a través de un mecanismo objetivo.

Entendemos que la etiqueta “mejores discos de la década” es una que se puede asumir con un dejo de soberbia, y nunca será nuestra intención tener una palabra absoluta en esta materia. Por lo mismo, más que “mejores discos de la década” nos gusta llamarla “lista de consenso”, porque finalmente es eso: un punto de convergencia; cien puntos en este caso. Son siete visiones personales que dan vida a una visión grupal.

Esta es una larga presentación, pero era importante para nosotros entregarles las razones de por qué esta lista sale a esta altura del año. Con eso resuelto, y sin más preámbulos, aquí les dejamos nuestros cien seleccionados como mejores discos de la década 2010-2019.

  • Si quieres ir al streaming de algún disco para escucharlo, pincha en cada imagen.

Otoboke Beaver

“Itekoma Hits” (2019)

Japón es un terreno que entrega proyectos interesantes, y en el caso de Otoboke Beaver la sorpresa cae como una bomba. Derribando todos los estereotipos, “Itekoma Hits” es un recorrido caótico y fulminante, que puede dejar perplejo a los incautos. Si se trata de gritar, tocar a toda velocidad y exprimir las canciones hasta su nivel visceral, este conjunto de Kioto lo hace con una prolijidad extraordinaria. Dispuestas a pasar como un torbellino que desarma al oyente, estas cuatro chicas destrozan sus instrumentos mientras se rebelan contra los parámetros conservadores que impone la sociedad oriental. Reivindicando la ferocidad del riot grrrl, el punk vive en estos 26 minutos de energía.


METZ

“METZ” (2012)

El arrollador debut de los canadienses jugó con códigos noise para un resultado que no se queda atrás en actitud. Muchas de las canciones de la banda, desde su debut hasta sus últimos lanzamientos, siguen una misma línea, que fácilmente puede caer en lo repetitivo, sin embargo, se las arreglan para siempre sonar frescos o potenciar aún más su sonido. Es ese ímpetu el que alimenta chispazos de originalidad y una búsqueda sin abandonar su raíz ruidosa y filosa. El debut de METZ refrescó, sin duda, un panorama donde no se necesita más que una guitarra que parece un muro. Este disco homónimo vale la pena por su simplicidad de formato trío, que transmite una energía que ya quisieran otros proyectos.


Cloud Nothings

“Attack On Memory” (2012)

Enérgico, visceral y claustrofóbico. Probablemente esas son las mejores palabras para describir el tercer trabajo de los oriundos de Cleveland. Cargados con guitarras sucias, vocales desgarradores, letras extremadamente simples, pero efectivas, y la ayuda de Steve Albini en la mezcla, el conjunto liderado por Dylan Baldi dio vida a un álbum que invita a recorrer un mundo saturado de desesperanza y hastío, del que la banda pretende escapar, echando mano a una contundente base de post hardcore y noise rock. Son sólo ocho canciones las que dan vida a “Attack On Memory”, sin embargo, la intensidad del registro es tan abrumadora, que no necesita ni un minuto extra para dejar claro su mensaje.


Destroyer

“Kaputt” (2011)

La primera virtud que aflora en “Kaputt” es la suavidad con la que se erige cada una de las nueve canciones que componen el álbum. Desde el tono melancólico de “Chinatown” hasta el extenso y cambiante cierre con “Bay Of Pigs (Detail)”, el noveno trabajo de los canadienses recorre un viaje con emociones encontradas, pero siempre satisfactorias, donde la sutileza es transversal. Encima de aquel pop ejecutado con prolijidad, Dan Bejar construye un relato que abunda en reflexiones y experiencias personales, contadas con la habilidad propia de un cantautor. Tomando el melodrama como fuerza creadora, Destroyer entrega uno de los pilares de su carrera, donde el tiempo ha confirmado su habilidad para cautivar.


St. Vincent

“Strange Mercy” (2011)

St. Vincent siempre ha tenido la sensibilidad artística de crear estéticas, faceta que a lo largo de su carrera ha explotado en todos sus discos, pero la verdad es que “Strange Mercy” sobresale por otro motivo: nunca se le vio a Annie Clark tan confrontacional como en su tercer larga duración. Hoy el mundo parece hundido en la miseria, y la chica de Tulsa lo adelantó hace ya largos nueve años. Motivada por la situación judicial que enfrentaba su padre (acusado de fraude en 2010), dio con un disco que adelantaba la desolación que seguimos viviendo hoy. “Strange Mercy” es una prueba más de que St. Vincent es una de las referentes de la década no solo por su música, sino que también por su pluma.


Vampire Weekend

“Contra” (2010)

Muy probablemente todos disfrutamos de una buena cuota de distorsión y oscuridad cuando se trata de música, sin embargo, hay que reconocer que discos con la luminosidad de “Contra” son un verdadero regalo para el alma. Dos años después de su fantástico álbum debut, los neoyorkinos volvieron a sorprendernos con un trabajo lleno de armonías, acogedor y contagioso hasta el hastío, a ratos poético, a ratos festivo, mezcla precisa de pop de cámara con lo mejor del imaginario indie que, además, fusiona de forma perfecta sonidos de naturaleza electrónica con otros de evidente identidad orgánica, principalmente a nivel de percusiones. Sin duda, de lo más refrescante que nos ha regalado el pop en mucho tiempo.


Little Simz

“GREY Area” (2019)

Con diez canciones y un poco más de treinta minutos de duración, “GREY Area” es la obra que encumbra definitivamente a Little Simz como una titánica y joven promesa del hip hop. En su tercer disco, la rapera londinense muestra sus inquietudes en torno a la consolidación artística y sus deseos por alcanzar aquellas metas que añoraba durante su infancia. Mediante una rima afilada, que brilla por su agilidad y lucidez, Simbiatu Ajikawo se acompaña por la producción de Inflo, dando como resultado una obra versátil, que se entiende en buenos términos tanto con los sonidos orgánicos como con los beats. En una breve muestra de variedad, Little Simz afirma sus capacidades para coronarse como una MC deslumbrante.


Ana Tijoux

“La Bala” (2011)

Cuando un artista apuesta a crecer cada vez que avanza, es imposible no estar atentos a lo que sea que tenga que decir. “La Bala” toma lo mejor de la prosa consciente de Ana Tijoux y la fusiona con elegantes cuotas de R&B, jazz y algo de soul, al mismo tiempo que abre la puerta a numerosas colaboraciones que, lejos de quitarle identidad al disco, suman fantásticos matices a la oferta. Los samples y la voz hipnótica de Ana siguen estando ahí para regalarnos himnos de batalla de corte universal, sin embargo, es el trabajo en la apuesta sonora y la nueva voz de Tijoux (cantando por largos pasajes del álbum) lo que equilibra de forma intachable los 45 minutos que dan vida a este álbum.


Bon Iver

“Bon Iver” (2011)

Después de su experiencia ermitaña en “For Emma, Forever Ago” en 2008, Justin Vernon encontró en su disco homónimo un sonido mucho más colaborativo y armado. Bajo esa fórmula gestó este clásico de la década, un álbum cargado de tintes folk y composiciones emotivas, que lograron posicionar el nombre de Bon Iver como un referente musical para aquellas almas en busca de emociones. El segundo trabajo del músico de Wisconsin es un proyecto que sumerge en las profundidades del bosque estadounidense, mientras melodías cálidas, ritmos arrolladores y cuerdas emotivas aclaran el camino. Un viaje sumamente espiritual, que con el tiempo ha ido ganando fuerza y valía.


Mogwai

“Hardcore Will Never Die, But You Will” (2011)

Los escoceses se han convertido en una muralla sonora difícil de penetrar. Y es que su particular estilo, que hizo escuela, los ha posicionado como parte de un grupo de exponentes clásicos del post rock. “Hardcore Will Never Die, But You Will” es un disco con mayor atención a los detalles y las texturas, salvo excepciones cargadas a un desfile de distorsiones, como en “Rano Pano”, que son marca registrada de Mogwai. La frescura del álbum radica en un interesante juego de sintetizadores y armonías que desplazan a las guitarras a un estado más reflexivo y atmosférico. Sin embargo, no carece de fuerza ni potencia, ya que, incluso con esos elementos, la banda sabe cómo profundizar.


Baroness

“Yellow & Green” (2012)

El tercer álbum del cuarteto de Georgia fue el momento en que la banda se diferenció de sus pares. Después del contundente “Blue Record” (2009), ir por un disco doble que apuesta a bajar las revoluciones, fue una movida arriesgada. Sin embargo, el tiempo terminaría dándole la razón al conjunto. “Yellow & Green” es un álbum lleno de matices, que conserva la identidad sludge de Baroness, pero al mismo tiempo extiende su paleta sonora a un nivel muchísimo más desafiante. Los cambios de ritmos, la apuesta vocal, la cuidadosa estructura con que se desarrolla cada corte y el maravilloso trabajo puesto en las atmósferas, hacen de este álbum uno de esos capítulos donde la música trasciende las barreras estilísticas.


The War On Drugs

“Lost In The Dream” (2014)

El disco en que The War On Drugs encuentra su sonido es “Lost In The Dream”, tercer LP del proyecto, y donde Adam Granduciel se adentra en todas las bandas, artistas y estilos que influenciaron su música para definir una de las obras esenciales de su catálogo. Con guiños a Bruce Springsteen y Neil Young, acá abundan tracks con estampa de hit radial, guitarras calmas, pero con mucha presencia, y un sonido que permitió a la banda convertirse en un punto de comparación gracias a la cuidada orquestación en que cada uno de los instrumentos juega un rol fundamental, permitiendo que ese carácter personal no sea simplemente llevado a las letras, sino que a la cuidada propuesta del frontman para desarrollar esta obra.


Alice In Chains

“The Devil Put Dinosaurs Here” (2013)

La inagotable combustión de unos legendarios Alice In Chains queda de manifiesto en “The Devil Put Dinosaurs Here”, su segundo trabajo tras la reunión de 2005. Con Cantrell y DuVall a la cabeza de la difícil tarea de mantener viva la voz de toda una generación, la potencia no se hizo esperar y el álbum demuestra en sus 12 canciones la solidez suficiente de una banda que no transó en originalidad, no se tributó a sí misma y trazó líneas para seguir demostrando su vigencia. “Hollow” o “Phantom Limb” son claves para comprender aquello, de bajos y guitarras penetrantes. Con seguridad, y sin la presencia de Layne Staley, este ímpetu representa quizás el mejor y más completo trabajo de la banda desde su regreso.


Low

“Double Negative” (2018)

“Double Negative” plantea un ejercicio más que atrevido. No es sólo su complejidad la que dota de actitud y originalidad a una banda que no tiene miedo de deconstruir su sonido y, al mismo tiempo, desafiar cualquier norma sobre su propia identidad. Low ha sido capaz de formar una sociedad creativa que permite este tipo de licencias: canciones que son casi esculturas sonoras llenas de matices, detalles y atmósferas inquietantes, nerviosas y profundas. La complejidad de “Double Negative” no radica en recursos de virtuosismo o canciones extensas, sino que en la exploración sin restricciones de un formato tradicional de banda que debe ser comprendido con reflexión para definirlos.


Beach House

“Bloom” (2012)

Muchas veces la belleza se encuentra en lo más simple, por lo que, para una banda tan minimalista como Beach House, el correcto ensamble de los elementos hace que cada uno de sus discos sea mucho más que una colección de canciones. Con “Bloom” se explota la faceta de crear trabajos cuya lectura debe ser tan consistente como un álbum conceptual, haciendo que cada instrumento adorne el relato de canciones que se sienten fugaces como un suspiro, pero con la fuerza suficiente de involucrar al oyente en el torbellino de emociones que se despliegan con una batería que marca los tiempos constantes, así como los teclados y guitarras que le dan la atmósfera de ensueño necesaria.


Electrodomésticos

“Ex La Humanidad” (2017)

Catedrales en vez de casas; calles en vez de interludios. En vez de operar desde la emoción, la construcción de un disco de Electrodomésticos pareciera ser un trabajo arquitectónico, o la curatoría de ideas sonoras para dotarlas de significado y fuerza. Sin embargo, en el quinto álbum de la agrupación también hay un reconocimiento a lo humano de ese construir. La banda opera como motor primordial y los intérpretes brillan a la par de las composiciones, actuando también como terminaciones efectivas para la impregnación de identidad, en medio de sonidos que, sin esa sangre, podrían perder fuerza. “Ex La Humanidad” es la consolidación de la etapa más brillante de una de las mejores bandas chilenas en su mejor presente.


Grimes

“Visions” (2012)

La verdadera definición del DIY moderno lo entrega Claire Boucher con “Visions”, su tercer álbum como Grimes, en el que la canadiense explora distintas ramas del pop en una obra llena de matices, y que va marcando a través de su desarrollo toda la estética y sonido que vendrían en sus álbumes posteriores. Además de sus principales armas de batalla, como “Genesis” u “Oblivion”, en este disco encontramos la forma en que la tecnología puede ayudar a la música de manera beneficiosa y no perjudicial como suele ser. A pesar de su carácter digital y siempre futurista conceptualmente hablando, el lado humano de la artista se percibe en la dedicación y cariño que le da a su obra.


Arctic Monkeys

“AM” (2013)

El gran mérito del quinto disco de Arctic Monkeys es que atrapa todas las influencias que la banda venía masticando durante los últimos años (Black Sabbath, Led Zeppelin, T. Rex, por nombrar algunas) y las hace definitivamente suyas. El disco está plagado de riffs tremendamente cautivantes, viscosos y con una oscuridad que no le conocíamos al conjunto hasta ese entonces, una base rítmica aplastante y una performance vocal excepcional de Alex Turner, lleno de actitud y con un nivel de confianza que, si bien ya le habíamos visto antes, acá termina llevándoselo todo. Con este álbum, el cuarteto le mostró al mundo que lo de ellos era apostar completamente a la evolución sonora, sin perder el tiempo mirando hacia atrás.


The Afghan Whigs

“Do To The Beast” (2014)

Dieciséis años después, Greg Dulli y la banda no volvieron para revivir glorias, sino para cantar nuevas miserias. Hay algo de heroico en un retorno, pero, en vez del cliché, The Afghan Whigs consigue poner su sonido en medio de la frescura del rock del nuevo milenio y lo hace desenfundando múltiples aristas, desde las más crudas y cargadas al riff, hasta aquellas más románticas, siempre pasando por el cedazo de la voz de Dulli, traductor de emociones y cultor de la canción que puede hablar de lo que sea sin complejos. Esa voz rasposa se mueve como un depredador de cada línea y cada compás, con arrogancia exacta para atraer. Un disco que no es perfecto, pero que es palpable, corporal y lleno de alma.


St. Vincent

“St. Vincent” (2014)

La reinvención es clave para una artista como St. Vincent. En ese sentido, darle un carácter homónimo a su cuarto LP es una jugada que se siente como un reinicio. Tenso y oscuro, pero extrovertido y juguetón a la vez, el disco desarticula el pop de guitarras para fundirlo con sintetizadores, creando uno de sus trabajos más sólidos, donde se elimina toda comparación o idea preconcebida de su música para comenzar a trazar su legado como una de las compositoras más relevantes de nuestros tiempos. El álbum “más St. Vincent” de St. Vincent no lleva esa catalogación por su sonido, sino que por su naturaleza de reinterpretar las cosas y darles un sello propio, tal como acostumbra en cada proyecto en que se involucra.


Camila Moreno

“Mala Madre” (2015)

Las expectativas puestas sobre cómo ser mujer, cómo actuar y adaptarse frente a un patriarcado instalado y que configura opresiones que aún se sienten. Esas son las paredes con las que choca la artista nacional en un disco que es expansivo y otras veces profundamente claustrofóbico. Sin temor a la distorsión o la claridad en instantes precisos, “Mala Madre” golpea las entrañas con una Camila Moreno entregada al vaivén de emociones profundas, historias bien hilvanadas y, sobre todo, un ansia de evocar reflexiones como fractales, usando una parte para observar el todo. Desgarrador y casi premonitorio para el contexto actual, es uno de los álbumes indispensables de la música chilena en este milenio.


Julia Holter

“Have You In My Wilderness” (2015)

Enfocándose en los detalles en vez de las atmósferas que rodean todo, Julia Holter logra su trabajo más directo, pero no por ello el más simple. Su característica capacidad de crear texturas y capas toma un descanso para operar desde las emociones más claras que haya puesto en algún disco. La transparencia de la producción y el acto de esconder elementos a simple vista de este álbum es clave en los significados que toma. Pop barroco, pero sin exceso; pop de cámara, pero en una sala pequeña. Pese a lo sencillo que parece en su exterior, es en el alma de un trabajo así de cautivante donde reside lo dramático y lo divino de un disco que no por minimalista es menos denso y lleno de cosas por descubrir.


Japandroids

“Celebration Rock” (2012)

El dúo Japandroids, compuesto por Brian King y David Prowse, es la viva demostración de la energía que puede transmitir la música en su formato más elemental. Mediante la misma fórmula que los dio a conocer con “Post-Nothing” (2009), ambos músicos se valen de una guitarra y una batería como únicas armas para cumplir un sencillo propósito: conmemorar las pequeñas alegrías de la vida. Sin quitarle atención al optimismo visceral que los caracteriza, “Celebration Rock” es un recorrido cuya noble motivación es construir un instante de catarsis, incluyendo momentos memorables, como la versión de “For The Love Of Ivy”, original de The Gun Club. Un trabajo breve e intenso, cuyo norte es, precisamente, celebrar.


Janelle Monáe

“The ArchAndroid” (2010)

Con una carrera que se expandió incluso a otras disciplinas durante la década, el primer álbum de Janelle Monáe sigue siendo intrigante por lo ambicioso que resulta. Incluyendo la segunda y tercera suite de su proyecto “Metropolis” (que aún no concluye), “The ArchAndroid” presenta mundos, personajes y sensibilidades que en voz de Monáe logran densidad y fluidez. Neo soul, jazz, rap o R&B se cruzan para adecuarse a mensajes de unidad frente a la adversidad, y ocupar la figura de una androide como símbolo que podría identificar las luchas que las “minorías” siguen librando en un mundo falsas mayorías. Valiente, ridículo, coqueto y transparente, este trabajo retrata a su autora, sus obsesiones y su talento.


Thom Yorke

“ANIMA” (2019)

Thom Yorke ha entendido cómo armonizar su relación con lo que exige y representa Radiohead junto a su inquieta búsqueda en solitario. “ANIMA” es el resultado de ello, con un Yorke más ambicioso y complejo, que descansa en un rol muchísimo más visual para acompañar su álbum gracias al cortometraje protagonizado por él y dirigido por Paul Thomas Anderson. Este es un trabajo completo, que explora una vez más en una electrónica profunda y oscura, pero con matices, ya que el músico recurre al reciclamiento de un par de arreglos y canciones antiguas para potenciar otras. “AINIMA” es en sí mismo inspirador e innovador, todo ello se cuela con emoción en “Dawn Chorus” o “Not The News”, tan conmovedoras como hipnóticas.


PUP

“The Dream Is Over” (2016)

Si al momento de tomar el micrófono y prender los amplificadores se suponía que el objetivo era cantar dejándose el alma y entregarse a cada canción como si fuera la última, entonces los canadienses no le deben nada a la vida. Directo, contagioso y la mayor parte del tiempo con la energía a tope, el segundo álbum del cuarteto funciona como un ejercicio perfecto de catarsis punk rock. Imprescindible para esos momentos en que hay que mandar al mundo al carajo sin la intención de deprimirse en el camino. Las guitarras afiladas y la contundente base rítmica que acompañan los destemplados vocales de Stefan Babcock, hacen de este álbum un candidato más que digno para ubicar al lado de los discos clásicos del estilo.


Tame Impala

“Currents” (2015)

Sin duda, el disco que cambió lo que entendíamos por Tame Impala. A punta de sintetizadores y melodías pop, “Currents” trajo nuevos aires al proyecto de Kevin Parker, mostrando una psicodelia mucho más enfocada en las luces de neón y la pista de baile. Poseedor de algunos de los hits más importantes de la banda, este tercer álbum no sólo le quitaría la odiosa chapa de “salvadores del rock” a los australianos, sino que también le permitiría alcanzar las cimas de los charts y ganarse un lugar privilegiado en los festivales más importantes del mundo. Un disco que cambió muchas cosas en el proyecto, pero que reafirmó la que quizás es la más importante: Tame Impala es un grupo fundamental de la década pasada.


The National

“Trouble Will Find Me” (2013)

El sexto disco de la banda de Cincinnati irrumpió con fuerza en 2013, ganándose a los aficionados y a la crítica. Siete años después, pareciera que nada hubiese cambiado. Y es que “Trouble Will Find Me” sigue sonando igual de bien a la primera o a la centésima escucha. Oscuro y deprimente, el trabajo nos abre por completo, haciendo florecer hasta a las emociones más ocultas. Acompañados por St. Vincent, Sufjan Stevens y Richard Reed Parry, The National tocó todos los corazones que quiso en este LP, un trabajo demoledoramente hermoso, lleno de melancolía y pesar. Sí hay que pasar un día bajoneado y con la nube gris encima de la cabeza, este es el disco que tiene que estar sonando de fondo.


Daft Punk

“Random Access Memories” (2013)

Por supuesto que hay una intención clara cuando Daft Punk recurre a Nile Rodgers y Giorgio Moroder para dar vida a un álbum lleno de nostalgia y referencias a la época dance y de sintes. Por sí solos habría resultado un álbum plástico, sin embargo, la inclusión de personajes clave, como el mencionado Rodgers –además de otro puñado de colaboradores– resultó en un “Random Access Memories” sólido y lleno de vida. Como mateos, Daft Punk rescató y homenajeó diversos pasajes de un estilo complejo, y hasta metieron un hit (“Get Lucky”) resonando sin parar. “Random Access Memories” alejó a Daft Punk de su concepto original y los humanizó, resultando en un álbum más orgánico.


Hiatus Kaiyote

“Choose Your Weapon” (2015)

Si hay un país que durante esta década ganó notoriedad, ese fue Australia. La tierra de los canguros tuvo una camada de proyectos que puso nuevamente en el tope de los charts a la isla, y uno de esos grupos fue Hiatus Kaiyote, quienes en 2015 lanzaron “Choose Your Weapon”, un rompecabezas sonoro difícil de definir. Y es que la banda liderada por la carismática Nai Palm toma referencias de todos lados, mezclando jazz, neo soul y ritmos africanos con una psicodelia adictiva y frenética, logrando un resultado tan extraño como precioso. El segundo LP del cuarteto de Melbourne es una odisea musical compleja, pero enormemente esclarecedora cuando se da el tiempo de digerirla.


Frank Ocean

“Blonde” (2016)

La convencionalidad no es algo que represente la carrera de Frank Ocean, un artista que, dentro de lo misterioso de su material, no es alguien que se apoya en estrategias astronómicas para el desarrollo y promoción de su trabajo. Con ese antecedente, bastó sólo el hype en torno a su segundo LP para transformar a “Blonde” en un clásico instantáneo, mostrando que el ex Odd Future no es sólo uno de los letristas más importantes de su generación, sino que también un sólido arquitecto de hits con los impecables arreglos presentes en este disco, que mezcla pop, R&B y avant-garde, abordando temáticas cotidianas con una mirada más aterrizada y amena que la distante ostentosidad que muchas veces se toma la industria.


Future Of The Left

“The Peace & Truce Of Future Of The Left” (2016)

Lo de los oriundos de Cardiff es un claro ejemplo de que el nivel de masividad de una banda no tiene nada que ver con la contundencia de su trabajo. El quinto álbum de estudio de Future Of The Left sorprendió una vez más con lo mejor de su propuesta noise y post hardcore, donde el diálogo que entablan los sardónicos vocales de Andrew Falkous con las demoledoras líneas de bajo que despacha una y otra vez Julia Ruzicka vuelve a ser el espíritu que define la identidad del disco. Siguiendo una lógica casi punk (el álbum desaparece luego de 38 minutos), el sarcasmo, la rabia y el desencanto que llenan cada minuto de esta entrega van a martillar cabezas hasta que se logre entrar al universo que habita la banda.


D’Angelo And The Vanguard

“Black Messiah” (2014)

Durante catorce años, D’Angelo desapareció del mapa para dejar atrás una etapa oscura, pero tremendamente exitosa. Tras dos discos y muchas adicciones a cuestas, el nacido en Richmond abandonó la escena para sanar y encontrar redención, volviendo a las pistas recién en 2014 con “Black Messiah”, una oda al hip hop y a las raíces negras. Un trabajo donde Michael Eugene Archer se muestra a tope creativa y socialmente, escribiendo letras enfocadas en la brutalidad policial y el movimiento “Black Live Matters”, que explotaría un par de años después. Un LP donde, junto a The Vanguard, experimenta con el R&B, el jazz y el funk, logrando hacer un repaso profundo por la cultura musical afroamericana.


Steven Wilson

“To The Bone” (2017)

Innovar sin importar a quién le guste, esa puede ser la primicia de “To The Bone”, un disco cálido y fresco, donde Steven Wilson nos muestra su cara más comercial y popera, luego de haberse graduado como un referente del progresivo. Un trabajo donde el inglés sale de su zona de confort y se sumerge en la exploración, logrando un LP conciso, estimulante y luminoso, el que inevitablemente no cayó bien en parte de su fanaticada, situación que al ex Porcupine Tree poco le importa. Lo suyo es seguir nutriendo su insaciable búsqueda personal, una que no discrimina géneros ni etiquetas, donde lo único que importa es sonar bien, algo que en su quinto álbum solista se da por sentado desde el primer minuto.


The xx

“I See You” (2017)

Sin perder la calidez y elegancia que los identifica, el tercer álbum de The xx se entrega por completo a los ritmos bailables. Gracias al minucioso trabajo realizado por Jamie xx en la vereda de los secuenciadores y sintetizadores, el dueto, conformado por Romy y Oliver, dialoga con fluidez a lo largo y ancho de “I See You”. Canciones que hablan del amor y la melancolía son el terreno donde reluce la complicidad envolvente que generan ambas voces. Con un sutil acento hacia la suavidad del soul, el conjunto londinense invita a sumergirse en la singularidad de su propuesta, aquella que convoca con igualdad de fuerzas tanto a la danza como a la construcción de un ambiente íntimo.


LCD Soundsystem

“American Dream” (2017)

Tras seis años separados y siete sin material discográfico, el proyecto liderado por James Murphy volvió a las pistas, y “American Dream” puede verse como su regreso triunfal. Uno que, si bien siguió mostrando los sonidos y ritmos de sus antecesores, brilla por esencia propia, ya que los neoyorquinos optaron por lanzar su disco más oscuro y menos bailable hasta la fecha. Un retorno que viene a continuar la trilogía de tremendos lanzamientos de la banda, y que también aporta nuevas texturas, especialmente desde la vereda de las guitarras, las cuales en este sueño americano asoman más que en ninguno de sus otros álbumes. Un retorno redondo, que demostró que se puede ser novedoso jugando a lo mismo.


Kate Tempest

“Let Them Eat Chaos” (2016)

Desde un terreno intermedio entre la poesía y el rap, la rima de Kate Tempest tiene un ritmo que se acerca con naturalidad hacia el relato hablado. A partir de esta metodología, la rapera británica articula una narración reflexiva, que aterriza en la ciudad de Londres para hablar sobre las inquietudes que giran en torno a sus habitantes. Tomando como un punto en común las 4:18 de la madrugada, siete personajes ficticios se sitúan en ese espacio temporal para entregar sus puntos de vista respecto a las dificultades de vivir en una vertiginosa metrópolis. Con una singular capacidad analítica, la MC se apoya en las líricas para contar historias y crear la radiografía de una sociedad de consumo al borde del colapso.


The National

“High Violet” (2010)

Entre la extensa discografía de The National, difícilmente se encuentre un disco que no posea calidad, pero en “High Violet” de 2010 ese sello característico del conjunto se logra pulir mucho más. Pese a contar con muy buenos antecesores, y mucho mejores sucesores, este trabajo captura la esencia poética de la banda en todo su esplendor, llevando los cánones del rock alternativo hasta niveles insospechados, con un ruidoso pero delicado trabajo de arreglos, y una banda concentrada en su labor multiinstrumental, entregando su álbum más fino y estructurado hasta la fecha. Nada presagiaba que la hazaña sería lograda un par de veces más durante la década, pero eso claramente es otra historia.


Angel Olsen

“MY WOMAN” (2016)

Hay una cierta teatralidad en la voz de Angel Olsen que la hace destacar. Es dueña de virtudes que van más allá de una intención con aires de grandeza o una búsqueda de canciones épicas, y “MY WOMAN” concentra aquello en sus 10 tracks. Olsen, siempre cálida, busca maneras de sonar tan cruda como íntima (“Shut Up Kiss Me”). La rica mezcla de guitarras y unas suaves melodías que bien podrían acercarse al dream pop contrastan con una segunda mitad más experimental y compleja, desde donde se desprende “Woman”, un altísimo corte agresivamente íntimo, de interesante profundidad y elocuencia, en el que su voz dice presente con fuerza. “MY WOMAN”, lejos de ser autorreferente, se mantiene íntimo, cálido y, por qué no, delicado.


Napalm Death

“Apex Predator – Easy Meat” (2015)

La búsqueda de la humanidad no necesariamente vendrá del lado de los argumentos. Lo humano tiene racionalidad, pero también hay sangre, carne y hueso, músculo, nervio y entrañas, que en el caso de música como la de Napalm Death son todos territorios de disputa del sentido. Pese a lo devastador y arrollador de su grindcore, hay detrás una inquietud por la situación de quienes sufren de la esclavitud moderna, por condiciones de trabajo y por un bienestar común. Este es el decimoquinto disco de la banda inglesa, pero pareciera ser una revitalización de sus axiomas y sus energías. Compromiso innegable con las personas y una vocación con sonidos que incomodan, para precisamente decir verdades y sentirlas a golpes.


Anderson .Paak

“Malibu” (2016)

El segundo disco de Anderson .Paak es una luz de optimismo en medio de una década gris y llena de problemas; una pieza musical que coquetea con el hip hop, el soul y el funk, logrando un resultado sensual y cargado de buenas vibras. Un trabajo donde el californiano se apoya de eminencias de la música urbana norteamericana (Rapsody, 9th Wonder y DJ Khalil, entre otros) para lograr que el álbum sea un híbrido de estilos, donde los samples y los quiebres musicales se roban la película. Un LP que hace honor a su nombre, porque la verdad es que “Malibu” es una fiesta, un disco que da alegría y que recuerda que, en estos años oscuros, también hay espacio para irse a playa y disfrutar.


Chelsea Wolfe

“Hiss Spun” (2017)

Abordando tópicos personales, Chelsea Wolfe transforma su quinto LP en una obra íntima, oscura y altamente amenazante, donde el aura siniestra permite encapsular toda su refinada composición musical en una obra pesada y llena de ruido, y cada instrumento golpea al oyente en el desarrollo de canciones como “Spun” o “16 Psyche”. Con una obra llena de contrastes, la dulce pero poderosa voz de la artista logra generar contrapuntos intensos y muy bien definidos con la instrumentación en clave sludge, otorgándole un carácter diferente a lo que se espera normalmente del metal más oscuro, utilizando algunos clichés, pero con la dosificación necesaria para sonar como una renovación más interesante en el intento.


Deafheaven

“New Bermuda” (2015)

Fusión y contrastes. Ahí es donde Deafheaven ha decidido apostarlo todo. Con dos discos bajo el brazo, la banda volvió a golpear con un álbum que fusiona de manera perfecta las claves del post metal con lo más primigenio del black metal y, al mismo tiempo, transitar por paisajes sonoros que van desde la abierta brutalidad y oscuridad a otros excepcionalmente acogedores, con absoluta naturalidad. La pausada forma con que crece cada track y el orden con que cada uno de ellos está situado a lo largo del álbum, logran que “New Bermuda” se mueva como un animal compacto, con una estética increíblemente bien definida. Instrumental y vocalmente excepcional, este es uno de esos capítulos que nadie debería pasar por alto.


Kamasi Washington

“The Epic” (2015)

Las extensas e imponentes dimensiones que componen el tercer álbum de Kamasi Washington son, a primera escucha, intimidantes. Acompañado por músicos igual de habilidosos, el saxofonista compone una obra de tres actos, donde las múltiples escalas e improvisaciones son protagonistas indiscutidos durante las casi tres horas de extensión del disco. Como último ingrediente, la voz de Patrice Quinn entrega el aire necesario a cada una de las partes, cuyo resultado final es una experiencia sonora tan amplia, que logra conformar un universo en sí mismo. “The Epic” es una propuesta ambiciosa, que reivindica el valor del jazz y demuestra que es un género que, actualmente, no deja de entregar obras maestras.


Alain Johannes

“Spark” (2010)

Un tributo a un amor perdido y a la posibilidad de honrar la memoria desde la soledad. “Spark” es el debut solista de un artista que la década develó de forma protagónica, por fin, pero cuyo recorrido es amplio y trascendente. Chileno de nacimiento y norteamericano de crianza, Johannes es un músico mundial desde hace mucho tiempo, y con ese bagaje surge un trabajo así de único. Dedicado a su gran amor, Natasha Shneider, y elaborado con una cigarbox guitar, las ocho canciones se mueven gráciles, pero con un halo de relevancia mayor. No es sólo un disco, sino que un recuerdo en movimiento, un destello constante y, además, se trata de sentimientos que resuenan en letras arrojadas. Un deleite doloroso, pero bello.


Frank Ocean

“channel ORANGE” (2012)

Tras el paso de los años, este enorme trabajo llamado “channel ORANGE” no ha hecho más que seguir ganando peso. Si cuando se lanzó se le destacaba su elaborado sonido e ingeniosa narrativa, después de ocho años sus logros son mucho más profundos. Por una parte, es evidente que el primer disco de estudio de Frank Ocean fue un punto de partida para las transformaciones que tuvo la música negra durante esta década, logrando darle un giro de modernidad a estilos como el soul y el funk. Y también logró demostrar que se puede rapear sobre historias cercanas y comunes, consiguiendo que la lírica, al humanizarse, pegue más fuerte. Un LP innovador y pionero, que le dio la consagración definitiva a Christopher Edwin Breaux.


Beach House

“Teen Dream” (2010)

Si bien es cierto que muchos discos mejoran si uno les da el tiempo suficiente para decantar, hay algunos casos en que dichos trabajos no sólo mejoran, sino que terminan capturándonos por completo en su imaginario. El tercer disco del dúo de Baltimore sin duda tiene esa virtud. El trabajo puesto en la creación de los paisajes sonoros es tan sutil y preciso, que es imposible pretender apreciar toda su belleza después de un solo encuentro. Todo se desliza con suavidad en este álbum, los teclados, las eclécticas percusiones, los oníricos arreglos de cuerda y, por supuesto, la voz infinita de Victoria Legrand, siempre lista para tomar tu mano y llevarte de viaje a lo más profundo y cautivador del dream pop.


A Tribe Called Quest

“We Got It From Here… Thank You 4 Your Service” (2016)

El epitafio de una de las bandas más importantes en la historia del hip hop trajo consigo una exquisita selección de sonidos, que se pasean por el jazz, dub y una batería de samples, entregando esa última gran obra para agradecer a los fans por años llenos de historia. Con invitados estelares, como Elton John, Kendrick Lamar, Jack White o Kanye West, A Tribe Called Quest no escatima en recursos para mostrar lo que ellos mismos describen como su álbum definitivo, el que líricamente repasa la delicada situación de racismo en Estados Unidos. Una obra que, por muy reciente que sea, no dejará de resonar como la portadora de uno de los mensajes más recurrentes de esta década


Kanye West

“My Beautiful Dark Twisted Fantasy” (2010)

Son muy pocos los discos de hip hop moderno que tienen tantos momentos remarcables como “My Beautiful Dark Twisted Fantasy”, indudablemente la obra más importante en la carrera de Kanye West. Con una producción pomposa y llena de colaboradores, en este disco podemos encontrar la versión más maximalista del rapero, principalmente por la gran cantidad de invitados, desde Nicki Minaj hasta Bon Iver, además de la capacidad de West para adentrarse en diversos estilos musicales, llevándolos a la cultura popular con la inclusión de algunos de sus singles más importantes, como “Power”, “Runaway”, “Monster” y “All Of The Lights”. La obra magna del oriundo de Atlanta sería, además, una de sus últimas chispas de genialidad.


Vampire Weekend

“Modern Vampires Of The City” (2013)

El coqueteo de la banda con el world music, las percusiones y un uso fresco del punk rock naif, los representó como un estereotipo de utopía blanca cosmopolita. Sin embargo, Vampire Weekend, lejos de volverse intrascendente con el paso del tiempo, pulió y maduró ese sonido; la búsqueda y experimentación que podría acercarlos a ese rótulo se había acabado y la banda encontraba la originalidad. Por eso suenan tan bien canciones como “Don’t Lie” o “Ya Hey”. “Modern Vampires Of The City” no tiene el ímpetu ni la frescura de sus primeros trabajos, pero sí dos grandes virtudes: profundidad y sensibilidad.


Lingua Ignota

“CALIGULA” (2019)

Lingua Ignota (Kristin Hayter) construye un lenguaje propio en “CALIGULA”. Alimentado por los más profundos sentimientos de horror, venganza y desazón, este relato deja a un lado la sensibilidad tradicional para desembocar en un desgarrador sonido de canciones extremadamente profundas y oscuras. Un denso ejercicio que transita entre el metal, los arreglos sinfónicos y el noise, que funcionan cabalmente con la intensidad de sus letras, redefiniendo y desmarcándose de los parámetros de lo considerado agresivo y oscuro. “CALIGULA” es el resultado de un trabajo personal, donde ese sonido tormentoso es funcional para la experiencia y en el que la fuerza de su interpretación es primordial para admirar este álbum.


LCD Soundsystem

“This Is Happening” (2010)

La consolidación para una banda cuya vitrina se basó en su frescura y originalidad no podía ser menos. “This Is Happening” concentra todo ello con especial cuidado, y es aquí donde los liderados por Murphy no sólo plantean, sino que derechamente se apropian, por ahora, de este artefacto sonoro. La manera en que hacen dialogar sus influencias hace imposible no recordar a los mejores Talking Heads (“Dance Yrself Clean”), lo que de paso le entrega otra virtud a LCD Soundsystem: su propuesta no es un disfraz ni un tributo, sino que pura actitud y un trabajo meticuloso. “This Is Happening”, que podría ser su mejor álbum, tiene color, letras ingeniosas, certeras y formó parte de un ecosistema creativo que quizá sea difícil de volver a admirar.


Deafheaven

“Sunbather” (2013)

Dulce y arrollador. La ambivalencia que recorre el segundo disco de Deafheaven forma parte de las aventuras más deslumbrantes que dejó la década en el panorama de la música extrema. Con la osadía que conlleva convocar tanto al black metal como al shoegaze, la banda de San Francisco lleva a la perfección una fórmula que ya registraba algunos precedentes. La fuerza ensordecedora y el dramatismo vertiginoso de este trabajo entrega colores únicos y vistosos, en un ejercicio desprejuiciado, que nos permite apreciar dónde ha desembocado el extenso periplo del metal. Así como los tenues rayos de sol que se asoman en el invierno, “Sunbather” es un hermoso oxímoron que transmite su gélida calidez.


Protomartyr

“The Agent Intellect” (2015)

Sin duda, uno de los protagonistas que ha tenido el post punk revival de los últimos diez años ha sido Protomartyr. Sin despachar singles de corte radial, el cuarteto ha hecho de la consistencia sonora su leitmotiv. Lo del tercer álbum de la banda toma el testimonio donde lo dejó “Under Color Of Official Right” (2014) y explota los argumentos del grupo a un nivel superlativo, cortando por completo las amarras con la escuela más tradicional para crear su propio e inconfundible sello. La sucia distorsión que lo impregna todo, las viscosas líneas de bajo y los inconfundibles vocales de Joe Casey (mezcla perfecta de hastío, decepción y abulia) hacen de este trabajo un capítulo imperdible del imaginario reciente.


Billie Eilish

“WHEN WE ALL FALL ASLEEP, WHERE DO WE GO?” (2019)

Pese a la popularidad gigante que Billie Eilish tiene en el mundo, no existe en su álbum debut indicio alguno de una fórmula hecha pensando en un escenario. El mayor triunfo de este disco, coproducido junto a su hermano y compositor Finneas, es trabajar desde aquello que hace de la artista alguien único. No hay sampleos prestados de otros tiempos, sino que sonidos caseros (cuchillos, papel roto, alarmas, microondas, entre otros elementos), reverberaciones más desde un dormitorio que desde un estudio, y más para pintar un imaginario lleno de escenas propias. Un trabajo engañoso, con pinta de simple, pero atiborrado de detalles listos para ser descubiertos y convertidos en mitología, al igual que Billie.


Shame

“Songs Of Praise” (2018)

Cuando una banda debuta con una propuesta tan desvergonzadamente segura como para pasar por un grupo de veteranos, siempre es una buena señal. Lo de “Songs Of Praise” es producto de un conjunto que sabe de dónde viene y cómo quiere sonar. Con una identidad indudablemente inglesa, las canciones que dan vida a este álbum se mueven por un universo sonoro que, si bien rememora las claves del post punk, puede sonar increíblemente punk e incluso garage rock si la situación lo requiere. Oscuro y abrasivo por largos pasajes, la banda sabe muy bien cómo sonar coreable y dejar entrar algo de luz, sin perder nunca la potencia de su discurso. Cada uno de los tracks desplegados en este álbum pide a gritos ser disecado.


Lana Del Rey

“Norman Fucking Rockwell!” (2019)

Llegando a un punto de su carrera en que ya es una artista consagrada, Lana Del Rey entrega otra aclamada obra con “Norman Fucking Rockwell!”, su sexto trabajo de estudio, que viene a repuntar su estatus como una de las compositoras más importantes de la música contemporánea. Condimentando sus siempre misteriosas líricas con elementos del soft rock, la psicodelia y el folk, la artista ejecuta una obra magistral y delicada, llena de matices que se orquestan para crear un trabajo que va más allá de una simple colección de hits radiales. Punto aparte, la mano de Jack Antonoff en producción hace que cada pieza se tome su espacio y construya los paisajes e historias que la cantante narra a lo largo del álbum.


Weyes Blood

“Titanic Rising” (2019)

Aunque el mundo esté a segundos de acabarse, seguirá existiendo amor, o al menos algo de emoción. Este es el espíritu que cruza “Titanic Rising”, un álbum de pop de cámara, meticulosamente épico y atemporal, alineado con estos tiempos donde pareciera que el colapso está a la vuelta de la esquina. En medio de las sombras, la opulencia del sonido y la convergencia de cada capa que envuelve la escucha, como sábanas de seda cuidando un sueño perfecto, denotan las facetas escondidas de ese amor, dejando en claro que Natalie Mering hurgó mucho para encontrar los remanentes de la esperanza, encontrando algo, muy poco, pero lo suficiente. Un álbum de belleza inconmensurable, listo para el fin de los días, y lo que venga después de ello.


My Bloody Valentine

“m b v” (2013)

Perdidas en el tiempo estaban las nueve canciones que componen “m b v”, el tercer álbum de los legendarios My Bloody Valentine. Luego de dos décadas tras “Loveless”, y cuya influencia marcó pauta para toda una generación, los caprichos de Kevin Shields encontraron espacio para un nuevo álbum. Fiel a su estilo, “m b v” reinventa ese característico muro de guitarras y atmósferas para descansar en un disco breve, pero de trago lento, donde se dan licencias para explotar los mismos recursos y caer en lo tradicional con otros (“new you”). Es ese sonido atemporal y único el que mantuvo las expectativas para una banda que, más que buscar su regreso, necesitaba de un disco que hiciera justicia a su predecesor.


Black Midi

“Schlagenheim” (2019)

En un momento donde el rock de guitarras vive tiempos alicaídos llega “Schlagenheim”, una pieza de arte frenética y escalofriante, donde los jovencísimos Black Midi saludan al mundo desde su vereda tan estrambótica como única. Definir el disco es un verdadero desafío, porque los géneros parecen difuminarse entre tanta experimentación; el estilo de los chicos de Londres va más por la experiencia que por las etiquetas. Pero ojo, que con eso no decimos que les falte talento, porque lo que cosecharon en un solo disco algunas bandas lo persiguen toda la vida. Un álbum hostil e impredecible, que necesita tiempo para ser asimilado, pero que, al momento de atraparte, no te soltará fácilmente.


Cómo Asesinar A Felipes

“Elipse” (2017)

Cuando CAF mostró las partituras de su sexto álbum de estudio antes de letras o algún adelanto, estaba claro que nuevamente llevarían su propuesta a otro nivel. Luego de la salida de Gabo Paillao, la banda se reinventó como tantas veces antes, incorporando a Cristián Gallardo, y con ello abrazando los vientos; nuevos bríos para seguir creando, expandiendo, desafiando. El resultado: una suite en tres movimientos, apabullantes, llenos de coherencia, conciencia y energía, esa que viene de quienes creen por completo en lo que están haciendo. No sólo es una continuación de la operación, sino también su muestra más provocadora, la más exigente, a la medida de una agrupación cuya calidad trasciende en cada paso que da.


Tame Impala

“Lonerism” (2012)

En el segundo disco de Tame Impala, la banda comienza una transición que los aleja paulatinamente de la impronta de su debut, hecho a la medida de la psicodelia de los años sesenta. Sin olvidarse de los elementos favorables de su primer álbum, en “Lonerism” los australianos optan por darle mayor cabida a los sintetizadores y arreglos electrónicos, generando un sonido algo más contemporáneo. El resultado es un trabajo que recoge gran parte de su repertorio más reconocible, siendo “Feel Like We Only Go Backwards” su carta de presentación frente a las audiencias del mundo. En este segundo eslabón, el proyecto liderado por Kevin Parker da cuenta de la importancia de modificar la fórmula y explorar nuevos rumbos.


Jack White

“Blunderbuss” (2012)

Que Jack White haya dejado un poco de lado las ruidosas guitarras de The White Stripes no fue una decisión al azar para su primer LP, donde el oriundo de Detroit profundiza en la evolución sonora que ya venía mostrando en sus últimos discos. Acompañándose de varios colaboradores de la familia Third Man Records, White se pasea por el sonido de Dylan, Young, y otros, comenzando a trazar el legado que ha ido construyendo con sus proyectos, en un disco que muestra su versión más enfocada y pulcra, instrumentalmente hablando. Con un piano como protagonista y la lírica de Jack reenfocándose en situaciones de la vida cotidiana, “Blunderbuss” se alza como el disco más completo del músico en su periplo en solitario.


Deftones

“Koi No Yokan” (2012)

La capacidad creativa de Deftones pareciera ser un vasto universo por explorar. A doce años de una magna obra como “White Pony” la maquinaria compositiva no se detiene, sino, por el contrario, muestra una resuelta madurez. Pese a ser el segundo álbum sin Chi Cheng, “Koi No Yokan” se luce por la versatilidad y el amplio abanico de matices que acostumbran a mostrar. Con transiciones tan fluidas como dispares (como el paso de “Poltergeist” a “Entombed”), el conjunto liderado por Chino Moreno continúa acaparando la atención en un disco que no revoluciona su propuesta, pero sí da un paso firme y equilibrado. Una confirmación de vitalidad en una banda que sabe sacar provecho a sus años de experiencia.


Steven Wilson

“Hand. Cannot. Erase.” (2015)

Aunque la calidad de Steven Wilson y lo bien que usa los preceptos basales del rock progresivo sean lo más inmediato a su figura, lo que se esconde es lo más profundo: su amor por la melodía y por la unidad que esta puede generar. En su cuarto disco de estudio, Wilson explora más que nunca en lo que va debajo de lo evidente, rondando un concepto tan crudo como la ausencia involuntaria y cómo esta devela las complejidades de las sociedades contemporáneas. Haciéndose cargo de reflexiones profundas y genuinas, Steven genera su álbum más consistente de la década. Una obra llena de alma, humanidad y sensibilidad, proveniente de uno de los compositores que mejor comprende el poder de la creación musical.


Protomartyr

“Relatives In Descent” (2017)

Cinco discos han posicionado a la banda de Detroit como uno de los proyectos más interesantes del último tiempo, y “Relatives In Descent” es otro trabajo que rescata esa actitud reflexiva y musicalmente asfixiante. Sin embargo, el cuarto álbum de la banda tiene un discurso menos explícito y se enfoca en una sonoridad menos caótica. Protomartyr es una banda incómoda, sin carisma y con una actitud más bien pesimista, pero qué frescos son. Hablan por sí mismos plagados de metáforas y letras ácidas, todo bajo un ahogante manto de riffs hipnóticos y bajos profundos.


Swans

“The Seer” (2012)

Marcando el segundo paso de su retorno discográfico, el decimosegundo álbum de Swans es una confirmación de la increíble capacidad que poseen para erigir imaginarios apabullantes. En esta ocasión, el colectivo liderado por Michael Gira entrega un disco titánico, cuya extensa duración marca la pauta de los trabajos más recientes del conjunto. La cacofonía dentro de cada canción es la columna vertebral de la obra, cuyos dos pilares son las suites “The Seer” y “Apostate”, ambas viajes vertiginosos a través de un escenario oscuro y contundente, donde las impenetrables murallas sonoras entregan un insólito equilibrio entre armonía y disonancia, dando cuenta del retorcido sentido de belleza de los neoyorquinos.


Björk

“Utopia” (2017)

A Björk se le conoce por ser una artista que a lo largo de los años se ha dedicado a eliminar cada idealización que teníamos del pop, experimentado de formas inimaginables para darle nuevas texturas al género. En esa búsqueda de sonidos llegó su noveno disco, “Utopia”, una pieza sin un esqueleto conciso, que invita a viajar a través de melodías suaves y vientos majestuosos; un álbum que vino a darle una cuota de esperanza a un mundo que comenzaba a oscurecer lentamente. De la mano de la productora venezolana Arca, la multiinstrumentista logra crear un trabajo espiritual y poético, demostrando que el potencial creativo de la islandesa pareciera nunca tocar techo.


Nick Cave And The Bad Seeds

“Push The Sky Away” (2013)

El primer disco de la agrupación en los 2010’s luce como un trabajo tradicional, alimentado por la curiosidad mundana de un Nick obsesionado con datos aparecidos en Wikipedia y por líneas ambientales de Warren Ellis, sobre las que construyeron las nueve canciones. Pero el decimoquinto álbum del conjunto esconde cosas a simple vista, desde lo contemplativo que resulta todo en el sonido, hasta el control y contención desplegadas en la interpretación. Puede ser visto como el menor de los álbumes de Nick Cave And The Bad Seeds en la década, pero la fortaleza de sus composiciones es la que lo dota de un legado perenne, gracias a la libertad desoladora que sería el cimiento exacto para los siguientes pasos.


Leonard Cohen

“You Want It Darker” (2016)

La conciencia del final como un evento que se aproxima sin pausa, sin duda es un fenómeno amenazante para cualquier individuo. Sin embargo, cuando un artista del tamaño de Leonard Cohen se enfrenta a este mismo escenario, vemos nacer una obra de arte. El álbum número catorce del canadiense no es una oda a la muerte, muy por el contrario, es un bellísimo manifiesto que tiene como fin celebrar esas memorias que el músico claramente cobija en lo más profundo de su espíritu, ordenar algunas cosas y además aconsejar a los que estamos al otro lado del parlante, como quién se despide de un buen amigo. Poético, romántico, por momentos litúrgico e incluso castigador, pero siempre en paz y acogedor. Un álbum para la eternidad.


Kendrick Lamar

“DAMN.” (2017)

Tras el aclamado “To Pimp A Butterfly” (2015), Kendrick Lamar tenía la difícil tarea de mantener el momentum de dicho trabajo con “DAMN.”, álbum que llegó tan solo dos años después, con las miradas del mundo entero puestas sobre su trabajo y lo que entregaría el oriundo de Compton. Más accesible que su predecesor, en este disco encontramos canciones con el mismo directo y fuerte mensaje de su predecesor, pero llevadas hacia la masividad con un sonido radial y la colaboración de gigantes nombres como Bono de U2 o Rihanna, dosificando la diversidad de elementos que el rapero acostumbra a entregar con un álbum casi perfecto, que no por ser menos docto, termine siendo menos relevante.


Deftones

“Diamond Eyes” (2010)

Tras la pérdida de su bajista fundador, Chi Cheng, Deftones se sacudió para explorar una faceta más novedosa. “Diamond Eyes” explotó tras una frágil relación que permitió a la banda encontrarse en bruto con sus influencias. Así, nació uno de los álbumes más íntimos del grupo, pero que no pierde la fuerza ni potencia característica. En este largo, la banda fluye con total soltura entre las texturas de las guitarras (“Beauty School”) y las capas agresivas de la batería (“Rocket Skates”), encontrando en la voz de Chino Moreno calma y calidez. “Diamond Eyes” es un disco robusto y potente, manifiesto de un cambio de rumbo honesto para una banda de veteranos siempre en búsqueda de dar un golpe más.


Slipknot

“We Are Not Your Kind” (2019)

Brutal, inteligente y muy oscuro. Así es como suena y como se siente el sexto álbum de Slipknot, lleno del sonido más auténticamente crudo de la banda. Depresión, autoestimas destruidas, temor y fuerza, están presentes en las letras de un álbum donde el grupo experimenta muchísimo con vibras electrónicas o más industriales, pero donde, al mismo tiempo, se demuestran parte de las composiciones más pesadas. Inadvertidamente político, el esfuerzo de Slipknot por una paleta de emociones y géneros más amplia que nunca, también fue una respuesta al creciente racismo en EE.UU., impulsado por Donald Trump y sus seguidores. Brillante álbum de una de las bandas más injustamente encasilladas dentro del rock contemporáneo.


Car Seat Headrest

“Teens Of Denial” (2016)

Posiblemente el punto más alto de la carrera de Will Toledo. Alejado del excesivo tono lo-fi de “Teens Of Style” (2015), pero todavía lo suficientemente convencido de sus argumentos musicales como para explotar sin contemplaciones su propio estilo, sin mirar a otros horizontes sonoros. Los 70 minutos de esta entrega combinan dosis precisas de pop, indie noventero y garage rock con un universo lírico excepcional, lleno de postales de angustia adolescente, poesía callejera y un nivel de honestidad y familiaridad que hacen imposible no verse reflejado (o acompañado) en alguna de las historias que dan vida a este fantástico bestiario. Para disecar y disfrutar en múltiples escuchas.


Run The Jewels

“Run The Jewels 3” (2016)

La bestia de dos cabezas conformada por El-P y Killer Mike ya había consolidado su voz, pero faltaba el resto. Para marcar la diferencia no bastaba con tener letras, barras y onda, sino que también necesitaban extender los dominios de una canción de rap, y eso lo logran en “Run The Jewels 3”. Con El-P luciendo un desprejuicio envidiable, la tercera entrega de Run The Jewels destila experimentación sonora, una producción aventurera y cruces estilísticos que sólo se podrían haber esperado de Gorillaz. Sin embargo, junto a esa capacidad, El-P y Killer Mike siguen con la agudeza e inteligencia ya desplegada, y ahondando en ella, con más actitud y más fuerza. “Run The Jewels 3” no es el reflejo más consistente del dúo, pero consolidó un sonido propio.


Lorde

“Melodrama” (2017)

Un día eres una adolescente que vive en los suburbios de Auckland y al siguiente David Bowie apuesta por ti como el futuro de la música. Así de profunda fue la transformación en la vida de Ella Marija Lani Yelich-O’Connor luego del meteórico éxito que tuvo su disco debut. Todo lo que trajo ese tsunami llamado “Pure Heroine” (2013) inevitablemente se vio vertido en su siguiente apuesta discográfica. La llegada de la fama, el paso forzado a la adultez y, sobre todo, el fin de su primera gran relación fueron expuestos en “Melodrama”, un trabajo de desahogo y sanación, que confirmó a Lorde como una de las cantantes jóvenes más talentosas del planeta.


Father John Misty

“I Love You, Honeybear” (2015)

Escribir de amor puede ser muy fácil, pero, al mismo tiempo, conlleva un gran problema: se usa tanto, que es muy fácil caer en el cliché o ser olvidado entre los cientos de discos melosos que hay dando vueltas. Por ello “I Love You, Honeybear” tiene tanto valor. En este trabajo, Father John Misty mostró de una manera magistral cómo hacer un álbum romántico y atractivo. Jugando con las contradicciones y la conquista, viaja por el camino más íntimo de su relación con su esposa, Emma. Una pieza única en su especie, cautivadora y cercana, que permite abrazar al amor y todo lo que él trae. Musicalmente intenso, este LP demuestra que aún se puede hablar de romance y ser innovador.


PJ Harvey

“Let England Shake” (2011)

La guerra es un tópico muy atractivo, pero es difícil recoger sus sonidos. Para la música, las explosiones o las disputas territoriales son algo estridente, alejado de la melodía, sin embargo, PJ Harvey eligió este camino para su octavo álbum de estudio. Mucho más accesible y melódico, con arreglos nebulosos y una voz mucho más aguda que lo usual, “Let England Shake” es un intento de retrato borroso de la identidad inglesa, y también un intento de indagar en las razones detrás de lo destructivo del ansia de ganar en un evento bélico. Si en algún momento Polly Jean fue un símbolo de catarsis, en este trabajo elige la reflexión y la narración, sin perder la potencia y urgencia, incluso en los tracks más calmos.


Sleater-Kinney

“No Cities To Love” (2015)

El álbum de regreso del trío se siente prácticamente como un nuevo debut, demostrando que no es necesario recurrir a la nostalgia para entregar un trabajo que permita abordar todos los frentes, desde la fanaticada más antigua hasta la captación de nuevos oyentes. Un disco directo, urgente, y con muchos puntos fuertes en su desarrollo, mostrando la versión más madura y concentrada de la banda, con un sonido que conserva la explosión y catarsis de siempre con un control mucho más estructurado. Esa disposición de elementos hace que “No Cities To Love” trascienda todo prejuicio o análisis comparativo con sus predecesores, demostrando que el tiempo no pasa en vano y que la banda puede seguir sonando cada vez mejor.


Iggy Pop

“Post Pop Depression” (2016)

La historia nos ha demostrado que Iggy es un dios a la hora de las colaboraciones. En los setenta dio vida a dos de los discos más relevantes de la década junto a Bowie, y ahora lo volvió a hacer con la ayuda de Josh Homme, Dean Fertita y Matt Helders. La fusión de estilos, y cada una de las identidades sonoras convocadas en este álbum, es abiertamente sublime. “Post Pop Depression” se mueve con increíble coherencia por pasajes de identidad stoner, contundente actitud punk y elegante rock alternativo, pero además destaca por su abrumadora lucidez en las letras, donde se aventura a reflexionar acerca de la mortalidad y los cerrojos invisibles de la vida moderna. La Iguana definitivamente volviendo al tope de sus destrezas.


Sufjan Stevens

“Carrie & Lowell” (2015)

¿Qué hacer con el dolor que nos deja la pérdida de una madre? ¿Cómo conciliar los fantasmas de una historia que dista mucho de ser perfecta? “Carrie & Lowell” recoge memorias como quien se aventura a revisar un viejo álbum de fotos, buscando entender mejor esos momentos que, disfrazados de cotidianidad, muchas veces ocultaban significados gigantescos. Para musicalizar su propia historia, Stevens echa mano a lo mejor de su escuela indie folk, abocándose a construir delicados paisajes sonoros en base a piano y cuerdas y, al mismo tiempo, poner la mayor honestidad posible en su fantástica y cálida interpretación vocal. Cuando la búsqueda de paz alcanza este nivel de belleza, el resultado sólo puede ser excepcional.


Savages

“Silence Yourself” (2013)

El exceso de información es un mal muy contemporáneo, pero acarrea un terror mucho más primitivo: el de la insuficiencia de lo humano para las personas. Ahora es más notorio por la tecnología y sus posibilidades, pero lo que Savages explora en su álbum debut es la urgencia de la conexión con uno mismo, con el interior y con lo basal de la existencia. “El mundo solía estar en silencio. Ahora tiene muchas voces”, versa la portada de este álbum que, desde un post-punk oscuro y potente, busca acallar la verborrea innecesaria y plantea el acto de escuchar como algo mucho más revolucionario, y también más útil de hacer. Un álbum de minimalismo engañoso, lleno de reflexiones posibles y de canciones poderosas.


Slowdive

“Slowdive” (2017)

Cuando la autenticidad es algo que resalta dentro de tu catálogo, puedes darte el lujo de realizar un álbum que suene a lo de siempre, pero sin ser monótono o entregar más de lo mismo. Slowdive regresó con un álbum homónimo luego de 22 años sin un larga duración, creando una obra que le entregó a sus fanáticos todo lo que podrían esperar, pero siempre manteniendo un deseo de avanzar y seguir innovando en su sonido, como lo han hecho durante años. Con una agrupación consciente de su importante legado, y utilizando los clichés de su sonido a beneficio propio, “Slowdive” trae a la contemporaneidad toda la profundidad, densidad y estruendoso ruido del shoegaze noventero bajo una mirada mucho más experimentada y contemplativa.


Fontaines D.C.

“Dogrel” (2019)

Según la banda, Dogrel es una forma de poesía propia de la cultura irlandesa, donde se deja de lado la pomposidad de la lírica para privilegiar una prosa que hable sobre las crudezas y cuestionamientos de la clase trabajadora. Es así como se presenta el debut de Fontaines D.C., un trabajo donde el arraigo a su gente se les escapa por los poros. Las luces y sombras de Dublín se reflejan en el canto tedioso de Grian Chatten, quien, pese a su entonación monótona, carga con un sentimiento que sale desde las entrañas. Un puñado de canciones que hablan de lo agridulce que significa nacer y crecer en una tierra permanente asediada, tanto en lo figurativo como en lo literal.


Nick Cave And The Bad Seeds

“Ghosteen” (2019)

“Ghosteen” es un espíritu migratorio, según el propio Nick Cave afirma, y mucho tiene de razón, ya que se trata de la obra más íntima y personal que el artista ha entregado en toda su carrera. Fuertemente inspirado por el fallecimiento de uno de sus hijos, el australiano entrega una colección de desgarradoras e intensas composiciones, dividida en dos partes, abordando desde una mirada parental y profunda todos los sentires de la vida y lo que viene después, siempre de una forma metafórica y llena de capas sonoras y líricas, haciendo que cada uno pueda involucrarse directamente con la obra, tanto en la interpretación de su significado como en la fuerte carga emocional que contiene.


David Bowie

“The Next Day” (2013)

Esta vuelta de David Bowie no podía ser menor después de años de silencio. “The Next Day” marcó una pauta de regreso en clave rock, original y reinventado como siempre. Bowie no necesitó resguardarse en el pasado ni mirar con nostalgia trabajos anteriores, sino que los tomó y utilizó de combustible para una expresión más sólida después de una década sin música. “The Next Day” es elegante, sobrio, pero audaz y atrevido. Contiene pasajes oscuros y épicos (“If You Can See Me”) y golpes más secos y duros, como “The Stars (Are Out Tonight)”. Es esa contradicción en su relato lo que hace único el trabajo de un mito como David Bowie, cuando es capaz de administrar su figura y talento como un complemento único junto a la música.


IDLES

“Brutalism” (2017)

Desde Bristol, el desaliñado y crudo discurso de IDLES resonaba con “Brutalism”, un debut macizo, que sacudió a más de alguno. Y es que la actitud y potencia del grupo los hizo destacar y desmarcarse de ciertos parámetros, ya que no necesitaron suavizar su relato para incomodar con canciones como “Well Done” o “Mother”. Si bien su sucesor, “Joy As An Act Of Resistance.”, los catapultó, fue este disco el que los presentó en bruto, con más soltura para explorar y lanzarse contra todo y todos. Un envión que a la fecha no resiste más análisis que la dureza de sus letras, la lucidez de su postura y la actitud de un show en vivo tan agresivo como irreverente.


Run The Jewels

“Run The Jewels 2” (2014)

Luego de publicar su debut, no pasó mucho tiempo para que Run The Jewels continuara desarrollando la fórmula explosiva que los puso entre las novedades del panorama hip hop. La dupla conformada por El-P y Killer Mike bebe de dos vertientes del género que en un principio parecían incompatibles: la experimentación en la producción, junto a una rima agresiva y punzante. Las mejores armas de un equipo que reafirma su calidad en este segundo homónimo. La energía en canciones como “Blockbuster Night, Pt. 1”, o la eficacia en las colaboraciones de la talla de Zack De La Rocha, son los puntos altos de un álbum que ofrece mayores matices que su debut. El segundo peldaño de una discografía que crece a pasos agigantados.


Arcade Fire

“The Suburbs” (2010)

En el verano norteamericano de 2010 se lanzó “The Suburbs”, tercer disco de los canadienses Arcade Fire, quienes para ese entonces eran quizás la banda indie más grande en el planeta. Así y todo, las expectativas quedaron cortas cuando esta radiografía territorial vio la luz. Orquestalmente gigante, los hermanos Butler sacaron del tintero su juventud en las periferias de Houston para crear un trabajo que expandió los límites sonoros de la agrupación y siguió alimentando el mito que los rodea. El álbum del Mercedes Benz 280SE es una guía para los jóvenes (y no tan jóvenes) que viven encerrados en sus pensamientos y emociones; una crónica de cómo la expansión urbana afecta y determina nuestras realidades.


Courtney Barnett

“Sometimes I Sit And Think, And Sometimes I Just Sit” (2015)

Es la voz despreocupada una de las características más atractivas e interesantes de Courtney Barnett. Desde Australia apareció con “Sometimes I Sit And Think, And Sometimes I Just Sit”, un refrescante debut, que la puso en órbita gracias a su original propuesta. Courtney Barnett rescató con actitud una serie de códigos rock y, sin etiquetas ni comparaciones, se apropió de ellos para crear un estilo a estas alturas propio. Hay una inexpresividad que, lejos de carecer de emoción, llena de intensidad el álbum a punta de guitarras descuidadas, letras ácidas y melodías pegajosas. Barnett no llegó con chapa de promesa; un disco de tal actitud no necesita alimentarse de expectativa para sorprender.


Björk

“Vulnicura” (2015)

Muchas veces los “discos de ruptura” parecen un animal completamente diferente al resto, con emociones a flor de piel, profundas, sangrantes, llenando relieves con lágrimas o sudor, pero “Vulnicura” va un paso más allá. Björk presenta una destrucción más grande, a más niveles, como mujer, como amante, como madre, como familia y como individuo, pero sin perder la belleza dentro de la continuidad de la vida. En medio de arreglos e interpretaciones de otro mundo, ahí está la humanidad del error o del fracaso, y las devastadoras consecuencias. Si en el video de “Joga” se jugaba con un planeta fraccionado, en “Vulnicura” esas fracturas fueron palpables, maravillando los sentidos y compartiendo el dolor.


Fiona Apple

“The Idler Wheel Is Wiser Than The Driver Of The Screw And Whipping Cords Will Serve You More Than Ropes Will Ever Do” (2012)

Una de las cosas que hace única la obra de Fiona Apple, es que cada vez que se aventura con un nuevo álbum, se da el lujo de modificar por completo los cánones de un género musical que a esta altura prácticamente le pertenece. Atrevida, visceral y acogedora, la senda que Apple nos invita a recorrer en su cuarto disco, de naturaleza completamente acústica, combina precisas cuotas de pop barroco, jazz y art rock. Sin embargo, lo que siempre domina la apuesta es la avasalladora interpretación vocal de la neoyorkina y la brutal honestidad con que nos hace parte de su universo. El concepto es tremendamente sencillo, pero lo que construye Apple desde esa base es lo que hace de este álbum toda una obra de arte.


Swans

“To Be Kind” (2014)

Diez canciones y dos horas de música para dar vida a un álbum que, desde todo punto de vista, merece ser catalogado de gigante. Lo del disco número trece de Swans es una caótica travesía rock a los lugares más oscuros, reverberantes y psicóticos de la mente. Uno de esos proyectos que no sólo se mete en la cabeza sin regalar un segundo para evitarlo, sino que además juega con ella a su antojo. Todos los paisajes sonoros con que nos golpea la banda maduran al ritmo preciso, desplegando progresivamente lisérgicos juegos de cuerdas, arreglos vocales y una base rítmica endemoniadamente hipnótica. Pocos son los músicos que luego de treinta años de carrera llegan a firmar un álbum así de innovador e impredecible.


Queens Of The Stone Age

“…Like Clockwork” (2013)

Tras seis años sin un disco de estudio, las expectativas por lo nuevo de QOTSA eran altísimas. Tanto, que el enorme salto que representa “…Like Clockwork” no estuvo exento de comentarios divididos entre quienes se mostraron escépticos al cambio, y los que notaron la impresionante madurez que alcanzó Josh Homme y compañía con su sexto álbum. Una obra oscura, poderosa y enfocada en que cada una de sus piezas funcione con precisión de reloj, permitiendo que elementos no tan habituales en la música del conjunto pudieran resaltar con el protagonismo que solo ellos pueden lograr, convirtiendo instantáneamente al LP en esa obra que, pese a no ser la más popular, es la más compleja y consistente de su discografía.


Daughters

“You Won’t Get What You Want” (2018)

Una experiencia más que estresante es lo que propone Daughters en su cuarto disco. Siguiendo la misma línea de sus trabajos anteriores, “You Won’t Get What You Want” es intenso, filoso y ruidoso. Sin la presencia estridente de la voz, este álbum se acerca a arreglos que van en sintonía con el noise y hasta el industrial, creando una atmósfera más melódica que su original grindcore, pero sin desapegarse por completo de ello. Daughters es una banda agresiva e incómoda, y aquí consolida una imagen más sombría y reflexiva gracias a las letras de Alexis Marshall, como también por las particulares guitarras de Nick Sadler. “You Won’t Get What You Want” podría ser el disco más intenso y demoledor de la década gracias a su grandeza, que consta de un sonido agresivo, pero que mantiene un bajo perfil.


Radiohead

“A Moon Shaped Pool” (2016)

En 2016, la banda formada en Abingdon decidió lanzar su noveno disco. Un viaje musical que, a momentos, es estruendoso, y en otros tremendamente frágil, desarrollándose entre melodías clásicas y sonidos electrónicos. Un nuevo paso adelante en una discografía como muy pocas, que siempre va nutriéndose de nuevos estilos y experimentos. En “A Moon Shaped Pool” Radiohead evita mantener un sonido, consiguiendo crear un desorden maravilloso. El trabajo, en el cual participó la London Contemporary Orchestra, es una prueba más de la capacidad creativa del grupo y su desplante conceptual. Otro disco con sabor a clásico para Radiohead.


Gorillaz

“Plastic Beach” (2010)

El proyecto musical-animado liderado por Damon Albarn y Jamie Hewlett requirió de cierto tiempo para que se le tomara seriedad y proyección. Primero visto como una excentricidad, fue en “Plastic Beach” cuando Gorillaz consolida su calidad artística y abre un abanico sonoro donde abundan los invitados. Colaboraciones tan disímiles como Snoop Dogg y ex miembros de The Clash, hasta Lou Reed, Mos Def y Mark E. Smith. Cada feat aporta una variable a la fórmula, donde es imposible percibir un género en concreto; más bien, conforman una amalgama de ritmos que se acoplan de una manera impecable. Todo esto dentro de una narrativa ficticia, en la que los cuatro simios se reencuentran en una isla de desechos.


David Bowie

“Blackstar” (2016)

¿Quién podría ser capaz de igualar la genialidad de David Bowie? No conforme con forjar una carrera tan extensa como dinámica, el Duque Blanco se despide de este plano con una precisión astrológica. Cumpliendo sesenta y nueve años, y dos días antes de morir, lanza “Blackstar”, su vigésimo quinto álbum de estudio, cuya aura está estrechamente ligada a sus últimos días. Acompañado por un sólido apoyo instrumental, que juega con el jazz y las atmósferas oscuras, el camaleón sella su recorrido artístico entregando una mirada en retrospectiva, con canciones que giran en torno al ocaso de la vida y al deseo de trascender. Una de tantas estrellas en el universo de un artista que vive eternamente en su obra.


Kendrick Lamar

“To Pimp A Butterfly” (2015)

Cada cierto tiempo aparecen discos que sobrepasan el plano musical; que tienen una fuerza tan ensordecedora, que mueven los cimientos más profundos de la sociedad. El tercer álbum de Kendrick Lamar es una prueba fidedigna de aquella descripción. Lanzado hace escasos cinco años, el trabajo es un manifiesto social, crudo en lo lírico y pulcro en lo musical, donde experimenta con sonidos que van desde el jazz más tradicional al hip hop más innovador. Con la denominación de “clásico” ganada, “To Pimp A Butterfly” es un relato cultural de las injusticias que vive la población afroamericana y la consagración definitiva del chico de Compton como el mayor referente de la música estadounidense de la década pasada.


IDLES

“Joy As An Act Of Resistance.” (2018)

No hay que mirar demasiado lejos para darse cuenta de que el mundo se ha transformado en un terreno hostil, no sólo a causa de una pandemia que ha removido nuestro cotidiano, sino también por la burda estrategia de los gobiernos por instaurar paulatinamente sociedades cada vez más restrictivas y autoritarias. Es en este complejo presente donde proyectos como IDLES son una luz que invita a la catarsis; aquella que posiciona la alegría personal como el primer punto en disputa contra una autoridad que nos quiere tristes, dóciles y resignados. El grito desgarrador de Joe Talbot toma posición frente a discursos conservadores, tales como el obsoleto concepto de masculinidad y la xenofobia, acompañado por la simpleza y visceralidad que el punk sabe ofrecer. Una obra maestra que nos recuerda que el hastío también puede ser una fuerza colectiva y creadora.


Ranking y textos por: Manuel Toledo-Campos, Matías Muñoz, Javier Pérez, Aquiles Cornejo, Manuel Cabrales, David Martínez y Claudio Tapia. Gráficas por Rodolfo Jofré.

1 Comment

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  1. ignacio

    22-Feb-2021 at 1:20 pm

    por que no hay ningnun disco de death grips???

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Mejores discos internacionales 2022

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Mejores discos 2022


No importa si se trata de nombres nuevos o consagrados, no queda duda de que este año trajo consigo varias grandes obras en distintos estilos. 2022 queda atrás y es tiempo de nuestros recuentos revisando lo mejor en el cine y la música durante la temporada, siendo en esta ocasión el turno de los discos internacionales que más destacaron en los últimos meses. Desde figuras siempre presentes en este tipo de publicaciones, hasta nuevas incorporaciones, el año tuvo una diversidad de sonidos y conceptos que fueron ejecutados de manera impecable por los artistas acá presentes.

Como cada año, nuestro equipo propuso, escuchó, evaluó y seleccionó un cuidadoso listado durante todos estos meses, para así entregar los que son, a nuestro parecer, los discos más destacados durante el período del 3 de diciembre de 2021 hasta el 1 de diciembre de 2022. Más allá de subjetividades, consideren esta lista como una guía de los títulos que más disfrutamos durante este año, esperando también que puedan encontrar alguno que les llame la atención o, por qué no, a su próximo artista o disco favorito. Sin mayores preámbulos, los dejamos con nuestra lista de los mejores 50 discos de 2022.

Si quieres escuchar los álbumes, haz clic en la imagen de cada uno.


Diaspora Problems

Soul Glo

Acechando desde las tinieblas del under e influenciados por diferentes vertientes de la música negra, Soul Glo irrumpe en los radares mundiales vomitando energía a través de versos furibundos, con rimas y riffs que merodean en búsqueda de trifulca. Encausando múltiples estímulos del mundo callejero a través de la energía hardcore del sonido east coast, el cuarteto de Filadelfia incorpora además la agresividad y excentricidades del trap con naturalidad, redibujando esa ambigua etiqueta denominada “música urbana”. Transgresor en cuerpo y alma, “Diaspora Problems” refleja la mirada de un grupo de hijos de migrantes sobre la violencia y marginalidad vivida entre callejones y baldíos de nuestras metrópolis.


“And I Have Been”

Benjamin Clementine

Benjamin Clementine logra que los vacíos que deja el sonido minimalista se conviertan en un foco, casi como el lente encuadrando detalles al filmar una película. Melodía, letra, poesía, fuerza y ansia artística se respiran en cada rincón de su álbum más directo y accesible, pero no por ello menos elaborado. El manejo de melodías y relatos es algo que el artista implementa con maestría, acercándose a lo cotidiano y lo mundano sin dejar de sonar celestial, en especial en los arreglos, tanto vocales como de cuerdas, y en su propia voz. Pocas veces la pena, la angustia y las disputas internas suenan tan elegantes y brillantes, menos aún con este halo de integridad artística que baña de épica cada escucha.


“Malign Hex”

Meat Wave

Post punk y noise es lo que suda Meat Wave en su cuarto disco de estudio. Los de Chicago se vuelcan a una forma más primitiva y natural de ejecución, donde expulsan con mayor intensidad y velocidad una propuesta sonora que goza cada vez más de nuevos adeptos. “Malign Hex” es breve y veloz, un disco pensado sin mayores sobresaltos y con una estructura al grano, que no da pie a mayores sutilezas que acompañen bajo, guitarra y batería, sólo 10 certeros golpes al mentón entre un tímido baile. Es interesante cómo conjugan justamente los brillos del noise con las claves típicas del ensueño post punk que ya han revitalizado bandas como Protomartyr, Shame o Fontaines D.C. Si bien, Meat Wave no ofrece mayor originalidad, explota con destreza un recurso donde lo certero es clave, manteniendo una tensión constante y resolviendo con oficio con una receta básica.


“Melt My Eyez See Your Future”

Denzel Curry

Dando un nuevo paso en su ascendente carrera, Denzel Curry sorprende con “Melt My Eyez See Your Future”, su quinto larga duración y una demostración de las capacidades que el rapero tiene a la hora de gestar un relato coherente, potente y más orgánico que los estilos a los que suele recurrir, donde no solamente se expande sonoramente, sino que también presenta distintas caras de su multifacética presencia. Entre incontables colaboraciones y referencias a la cultura popular y la estética del hip hop más clásico, el oriundo de Florida se muestra diverso y establece de manera definitiva las bases para seguir su obra en el futuro, el que seguramente estará marcado por capítulos tanto o más interesantes que este.


“BADモード

Hikaru Utada

El autoconocimiento es algo que viene con el tiempo, desde experiencias e interactuar con otros, y Hikaru Utada entiende que esa reflexión no se termina. Por ejemplo, elle (en respeto a su autodefinición) primero se rebeló contra los pronombres de género y luego se definió como persona no binaria; la electrónica que dominó sus trabajos anteriores dio paso también a sonidos más orgánicos y, en medio, canciones bailables, pero llenas de tristezas compartidas. Empatía en dosis saludables y dolores en espacios seguros, entre el city pop, disco, R&B y más estilos que se complementan con composiciones que relucen la madurez en la voz de le artista, ícono del jpop no sólo en su forma de cantar, sino en la solidez estructural del LP.


“Where Myth Becomes Memory”

Rolo Tomassi

A través de un fluido viaje de intensidades, “Where Myth Becomes Memory” se perfila como la muestra del extendido proceso artístico recorrido por Rolo Tomassi. En su sexto álbum, los ingleses enfocan su mirada hacia los sonidos etéreos, tomando nota de géneros como el dream pop para añadirlos a la fórmula donde también habitan influencias cercanas al mathcore. En un vaivén permanente, la banda logra plasmar la dualidad de emociones que conduce este disco, donde pasajes agresivos conviven armónicamente con aquellos momentos de mayor sutileza e intimidad. Liderados por la dupla Eva Korman y James Spence, Rolo Tomassi consolida una etapa de crecimiento mediante un trabajo donde prima la melancolía y amplía sus horizontes.


“Zeal & Ardor”

Zeal & Ardor

Tras casi un año entre la publicación de su primer single promocional y el álbum, Zeal & Ardor hizo valer cada segundo de espera por su nuevo LP. Como si hubiese sido intencional, por cada mes de espera, Manuel Gagneux incorporó un estilo musical en su ecléctico proyecto, reafirmando su posición de vanguardia en el metal. Con naturalidad y sin tapujos, el músico logra combinar ritmos tan dispares como los son el blues y góspel con el black metal, dando por resultado un trabajo lleno de matices, a su vez reinventando aquellos cantos que por siglos alzaron al viento los esclavos traídos desde África, reconfigurando su sentir, en un ejercicio que para liberar almas está dispuesto a desgarrar carne.


“II”

Dead Cross

Una aplanadora sin contemplaciones es lo que entrega Dead Cross con su segundo trabajo de larga duración. El proyecto que ve a Mike Patton asomarse por las vertientes del hardcore punk al más puro estilo de la escena ochentera, entrega un disco muy claro en sus intenciones, sin escatimar recursos para desenvolver su carácter de una manera lúdica y violenta, con la siempre inquietante fuerza interpretativa del frontman. Una sección rítmica de lujo, coronada por las punzantes baterías de Dave Lombardo, hace de este disco un esencial no sólo de la temporada, sino que también de un artista tan relevante como Patton, que se encuentra en un prolífero y maduro punto de su extensa carrera con múltiples proyectos.


“BLUSH”

PVA

El trío londinense no revoluciona el género, pero sí refresca el panorama con “BLUSH”. La receta de la banda es simple: acercarse lo más posible a todos los recursos del synthpop, el dance, la electrónica y sus derivados, con diferentes estados de fervor, intensidad y oscuridad. Así, el álbum se mueve entre la voz de Ella Harris y Josh Baxter, quienes marcan sus diferentes ritmos y pausas. Dentro de la música electrónica y bailable, PVA propone nuevos aires que, si bien no son arriesgados, recuperan ciertos pasajes de un estilo que necesita reinventarse. En sencillos como “Bad Dad” la banda conjuga en extremo su destreza entre lo sintético y lo análogo. Para los fanáticos del género, PVA se enlaza muy bien con lo que hacían bandas como Ladytron, por ejemplo.


“Fear Of The Dawn”

Jack White

En una de las decisiones más inesperadas para un artista como Jack White, publicar dos álbumes este 2022 sirvió para analizar en profundidad su obra, principalmente con “Fear Of The Dawn”, disco más eléctrico y experimental en comparación a su sucesor “Entering Heaven Alive”. Acá, el guitarrista se expande sonoramente y entrega arreglos refrescantes a una fórmula que con los años hizo propia, funcionando para dejar contentos a sus seguidores de la vida, así como a los curiosos que busquen un nuevo álbum de rock en tiempos como estos. Jovial, atrevido y despojado de las etiquetas, el guitarrista muestra una de sus facetas más maduras y sólidas con otro capítulo en su larga carrera.


“Gnosis”

Russian Circles

Con su octavo trabajo, Russian Circles abraza mucho más el metal que en otros discos, demostrando cuáles son sus intenciones e influencias. Y es que el consejo de Kurt Ballou en la producción los ha llevado a nuevos límites sonoros y compositivos. “Gnosis” asoma como un disco breve pero intenso, lleno de capas y detalles. Esos riffs que antes Mike Sullivan administraba de manera más textural y con el uso de loops, ahora resuenan de manera más cruda y directa, siempre acompañados de profundos bajos, y una furiosa y ordenada batería. “Gnosis” es uno de los trabajos más duros de Russian Circles, donde la inspiración se centra en profundizar ese sonido más ligado al sludge y al post metal, trabajando por capas y haciendo del trío una experiencia más robusta.


“The Line Is A Curve”

Kae Tempest

Como un ejercicio de auto reconocimiento y una necesaria comprensión de su entorno, Kae Tempest irradia energía en su urgente rima con “The Line Is A Curve”, álbum donde las historias de carácter más contemporáneo toman forma y fondo mediante los contrastes propios de lo personal y colectivo, factores esenciales para comprender la narrativa y forma de interpelar que tiene Tempest en su trabajo. Con un hip hop que no teme incorporar otros estilos, la obra progresa dramáticamente mediante la interpretación de experiencias, análisis de la sociedad y sus conductas, además de una convicción muy en tono con la manera en que Tempest despacha cada palabra, siempre de forma prosaica, resiliente y lo más honestamente posible.


“Warm Chris”

Aldous Harding

La manera en que se funden arpegios acústicos y eléctricos junto a la suave voz de Harding, dan cuenta de su atractivo y sólido rango. En un contexto más minimalista, la compositora neozelandesa se atreve con toques de electrónica muy sutil, jazz y pop, casi emulando a Broadcast, con cuerdas y teclas como protagonistas. “Warm Chris” es cálido y sencillo, pero lo que lo hace robusto y completo es su paseo por esos elementos; una pizca de cada uno para un sonido original con su clásica receta de voz, la que se disfraza en cada track según lo que propone en su revoltoso folk. La experiencia a través de los movimientos que propone “Warm Chris” no hace recordar a primeras la música anterior de la artista, sino que funciona como invitación a un descubrimiento personal e íntimo hacia sus propias inquietudes, pero de forma tenue y pausada, dejando trazos de clásicos en cada compás.


“A Gut Feeling”

Cassels

Claramente no fue parte del plan, pero el resultado deja claro que el dúo inglés fue uno de los que se benefició con la pausa de la pandemia. Si bien, la propuesta de la banda siempre se sostuvo en base a riffs directos y contagiosos, el tiempo extra para trabajar en el nuevo álbum permitió que perfeccionaran la fórmula. Mientras en lo narrativo lucen más punzantes y críticos que nunca, es en lo musical donde la banda corre el kilómetro adicional, explorando estilos que van desde el math rock al post punk, pasando incluso por momentos de pop de una manera equilibrada y atractiva. Líderes de un revival desde antes de que este lo fuera, el tiempo de los hermanos Beck parece finalmente haber llegado.


“NOT TiGHT”

DOMi & JD Beck

El joven dúo DOMi & JD BECK irrumpe con un debut que mantiene en completo equilibrio la suavidad y frenética naturaleza de un sonido virtuoso, y construido en base a una naturalidad y estructura rítmica sin titubeos. Con “NOT TiGHT”, estos músicos llevan los elementos esenciales del jazz fusión hacia las nuevas generaciones, proyectando una infusión de estilos de los 70 con una mirada moderna y que carga con el peso del aprendizaje y desarrollo de dichas influencias. Desde un enfoque técnico, maduro y fresco, este disco demuestra el poder que la interpretación puede explayar para crear la esencia y alma de los sonidos, más allá de estructuras y reglamentos.


“Close”

Messa

Cual tormenta de arena en el desierto, Messa ha irrumpido en la escena global de forma inesperada con un trabajo que logra brindar nuevos colores al siempre penumbroso doom metal. Conjugando una propuesta oscura, cargada de misticismo, llena de matices melódicos y fuertemente influenciada por la cultura norafricana, el tercer larga duración de los italianos tiende puentes entre la modernidad y sonidos de raigambre tribal, enriqueciendo de texturas la propuesta autodenominada por ellos mismos como “doom escarlata”. De esta forma, “Close” consolida y hace destacar ese sello propio al lograr una comunión entre el género y elementos de dark jazz, drone e incluso música ajena a la tradición occidental.


“Lucifer On The Sofa”

Spoon

Tras aventurarse a utilizar el estudio como un laboratorio en sus últimos discos, Spoon vuelve a la creación mirándose a los ojos, transparente y aparentemente simple, y el resultado es brillante, con más rock & roll y la sencillez como emblema. La banda hilvana ideas escondiendo sus complejidades, con la habilidad que ha decantado teniendo a Britt Daniel como uno de los compositores más prolijos del rock actual. En paralelo, Mark Rankin logra que el sonido del disco comparta tal limpieza, sin perder potencia ni esa rugosidad que ya es una característica de las performances de Britt y Spoon. Uno de los mejores discos de, quizás, la banda de calidad más consistente del rock en las últimas décadas.


“Dragon New Warm Mountain I Believe In You”

Big Thief

Lanzar un álbum de veinte canciones puede parecer excesivo para una banda que habitualmente se mueve por un universo sonoro más bien pausado, sin embargo, tras recorrer los 80 minutos que dan vida al quinto disco de Big Thief, se hace evidente que el cuarteto no sólo resolvió el acertijo sin contratiempos, sino que además terminó firmando el que muy probablemente sea su mejor trabajo a la fecha. Con acertados pasajes de indie folk, country, dream pop e incluso trip hop, una aproximación narrativa impecable a cargo de la infalible Adrianne Lenker y una producción especialmente cautivadora en lo rítmico, “Dragon New Warm Mountain I Believe In You” se alza sin duda como uno de los momentos musicales imperdibles del año.


“Cheat Codes”

Danger Mouse & Black Thought

De aquellas sorpresas altamente satisfactorias es lo que entrega “Cheat Codes”. En la primera colaboración entre los gigantes Danger Mouse y Black Thought, la excelencia es un atributo que aflora desde todas las aristas posibles. La producción refinada de Brian Burton transporta al oyente medio siglo al pasado, con recursos interesantes, como el tono de teclados y beats propios del soul, hasta detalles como el ruido de los discos de vinilo. La lírica certera del MC de The Roots se complementa con invitados igual de consistentes, destacando el aporte onírico de Michael Kiwanuka o la emotiva participación póstuma de MF DOOM. Un sólido homenaje al linaje cultural afroamericano, con méritos propios de un clásico contemporáneo.


“Laurel Hell”

Mitski

Hasta 2018, Mitski había estado editando discos casi cada dos años. Para “Laurel Hell” sin embargo, se tomó cuatro años y el tiempo parece haberle sentado bien, porque su nuevo trabajo abandona por un momento la crudeza rítmica de sus entregas anteriores y se embarca sin consideraciones en los terrenos del synth-pop, el indie y el new wave de la mano de Patrick Hyland, su productor de toda la vida, acometiéndose en líricas más conceptuales e íntimas. Si bien, la producción musical es sólida, y por ratos la naturaleza intrínseca de los sintetizadores acapara rango sonoro y la voz de Mitski suena soterrada, quizás es parte de su plan de pseudo retiro por allá por 2019 y dejar que la música tome un rol más protagónico.


“Dawn FM”

The Weeknd

Tras dominar la euforia y la resaca con el todopoderoso “After Hours” (2020), The Weeknd sorprendió al encargarse de las consecuencias en su disco más humano en mucho tiempo. “Dawn FM” tiene una fluidez y coherencia que se cruza con la confusión, añoranza y hedonismo que dominan los tracks de un álbum donde no sólo se extiende en el sonido electrónico bailable y nostálgico que consolidó al artista canadiense, sino también configura una retórica compleja. Una radio, un viaje al infierno personal, y figuras como Quincy Jones y Jim Carrey se suceden en un trabajo que utiliza la división entre placer y dolor para otorgarle madurez e intención a uno de los artistas claves del pop de este milenio.


“You Belong There”

Daniel Rossen

Cuando un trabajo se posiciona bajo el rótulo de “álbum solista”, usualmente ofrece la oportunidad de abordar pasajes que evocan intimidad, ya sea desde su música como sus letras. Con una sobriedad solemne, que va desde su austera portada en adelante, Daniel Rossen es consciente de esta virtud. Las armonías vocales, el acompañamiento de cuerdas y vientos y, sobre todo, el cautivador rol de las guitarras, en partes iguales dan una excelente muestra de un minucioso trabajo de producción y las cualidades multi instrumentales del también vocalista de Grizzly Bear. Acompañándose de letras crípticas, las diez canciones que componen este disco articulan un sonido envolvente y sorprendentemente equilibrado.


“Super Champon”

Otoboke Beaver

Brutales como knockout. En un comprimido de estridencia, Otoboke Beaver amplifica una puesta en escena que, hace sólo tres años, se caracterizó por su explosiva ferocidad. El segundo disco de las kiotenses lleva la fórmula al extremo, con un buen puñado de canciones que ni siquiera alcanzan los sesenta segundos y un álbum que, en su totalidad, apenas supera los veinte minutos. No hace falta de mayores preámbulos para apreciar la habilidad de uno de los grupos más histriónicos dentro de la escena hardcore punk contemporánea. Desde la trinchera del ruido, este cuarteto de mujeres arrolla al oyente en una vorágine que, pese a su ritmo fulminante e impredecible, no deja de ser una experiencia divertida.


“How Do You Burn?”

The Afghan Whigs

Greg Dulli es un tipo que lleva cuatro décadas haciendo música, pero en vez de ser un “viejo zorro” y no aprender nuevos trucos, mantiene los oídos y el alma abierta para continuar adelante, con sonidos que motivan, prenden, emocionan, aterran y enamoran. La saga de retorno de The Afghan Whigs continúa demostrando versatilidad, letras genuinas, interpretaciones que reconocen la experiencia sin avejentar el resultado y, en esta última parada, además lo hacen sin caer en nostalgias como sería tan fácil hacerlo. Ni siquiera las últimas notas de Mark Lanegan instalan al disco desde la reminiscencia, sino que desde la reflexión, mirando hacia adelante, con dolor pero sin temor, y el resultado es inspirador.


“Sometimes, Forever”

Soccer Mommy

Uno de los desafíos que enfrentan los artistas anclados en la vereda del indie pop es cómo hacer para diferenciarse del largo número de proyectos que ocupan dicho espacio. En esa línea, el tercer trabajo de estudio de Sophie Allison funciona perfecto para poner a la cantautora por delante de sus pares. Ya no sólo se trata de un proyecto de narrativas íntimas conducido por una voz cálida, sino que en este álbum Allison toma sonoridades de corte dream pop, noise y algo de psicodelia, pero además decide sumar a la mezcla arreglos de electrónica. Con esto, no sólo logra darle novedad a su propuesta, sino que permite que el disco atraviese espacios de luz y oscuridad sin perder un ápice de consistencia. Único y cautivador.


“Autofiction”

Suede

Una de las cosas que siempre se le agradece a una banda con más de dos décadas de carrera, es que sea capaz de aventurarse en nuevas direcciones y no repetir la fórmula. Es justamente en esa línea donde el noveno álbum del quinteto se anota sus mayores aciertos. Completamente desmarcado del ánimo orquestal de “The Blue Hour” (2018), lo que hace este nuevo trabajo es invitarnos a explorar la faceta más cruda, íntima y urgente del conjunto, en un cautivador viaje que no sólo echa mano a sonidos que rememoran a grupos históricos del rock gótico, sino que además saluda a bandas contemporáneas de la escena post punk sin perder en ningún momento el innegable sello de los londinenses. Revitalizador y contundente.


“Renaissance”

Beyoncé

Después de seis años de silencio discográfico, Beyoncé vuelve con un álbum que se distancia radicalmente de lo que nos entregó en su última placa. Los 62 minutos que dan vida a “Renaissance”, por un lado funcionan como una suerte de homenaje a los grandes nombres del dance y el house de antaño, pero sobre todo se alzan como una celebración destemplada a la vida, a seguir adelante y a creer en uno mismo. Todo, con una Beyoncé arrolladora en los vocales, una producción impecable y una ejecución tan ridículamente contundente, que casi con seguridad está destinada a superar los límites del nicho para arrastrar a la pista de baile a cualquiera que tenga oídos y se cruce por delante.


“fawn”

Foxtails

Los de Connecticut sorprenden con un disco breve en apariencia, pero robusto en cuanto a una madurez en la producción y el sonido. Y es que, cuando la inquietud cruza el límite de lo “post” y lo experimental, es clave dar con aquellos elementos diferenciadores. En “fawn”, Foxtails propone un viaje más denso y oscuro, que se mezcla con una producción cruda, con baterías secas y un trabajo más detallado en las capas de guitarras. La voz como pieza clave se funde de manera orgánica con la banda. Por cierto, hay límites que Foxtails no cruza para mantenerse en el cerco de lo experimental de su propuesta cercana al screamo. Así, continúan su independencia sonora y a la vanguardia, gracias a las apariciones de arreglos de violín y sus referencias al jazz. Este disco mantiene a la banda en un estado under, pero aun así muestra sus cartas como referentes de un buen, inquieto y atrevido trabajo.


“Aethiopes”

Billy Woods

Como una declaración llena de simbolismos aparece “Aethiopes”, el inesperado nuevo trabajo de Billy Woods. El rapero neoyorkino sorprende con un disco en solitario donde no deja rimas al azar, alzándose como uno de los álbumes a tener en cuenta en el universo rapero de este año. Tremendamente directo y político, Woods es capaz de interpretar una directa lírica crítica del capitalismo, el colonialismo tardío y el racismo, con elementos ligados al country y al jazz, apropiándose de estas texturas históricamente arrebatadas (en el caso del sample del músico etíope Alemayehu Eshete en “Asylum”) o sus acercamientos al reggae en pequeñas dosis, entre otras sutilezas. Woods –que creció en Zimbabue– rescata así parte de la historia y el significado de su cultura con una intrépida propuesta sonora.


“Hiss”

Wormrot

Sin muchos preámbulos, pero con dosis desbordantes de energía, “Hiss” se encumbra dentro de los lanzamientos más sólidos del panorama extremo con una vorágine aplastante de poco más de 30 minutos. Seis años separan a este álbum de su predecesor, tiempo más que extenso donde el proyecto de Singapur trasladó su propuesta hacia nuevos horizontes de experimentación. Detrás de este telón de caos, hay un trabajo de complejidad y técnica difícil de emular; un torrente de composiciones donde la visceralidad se ejecuta con precisión milimétrica. Con cambios impredecibles, violines con tintes caóticos y la velocidad como constante, Wormrot se abre camino y demuestra que el grindcore aún es terreno para la innovación.


“Jodeki”

Tricot

Alejada de la convencionalidad que se da a nivel masivo en la música asiática, Tricot vuelve a hacer de las suyas con un excelente trabajo como “Jodeki”, donde saca a relucir su maestría al aportar una sustancia muy rica al pop de sus canciones, enfocándose como siempre en la técnica a la hora de ejecutar sus secciones instrumentales. Con una ejecución compleja y un sonido muy accesible, el conjunto japonés logra el equilibrio preciso para transmitir su fluidez hacia los auditores, trabajando con un constante sentimiento lúdico y de progresión en su desarrollo. Atmósferas sutiles, pero de una profundidad muy explícita en su forma y fondo, logran encontrar ese punto exacto entre la calidez y la estridencia.


“Heart Under”

Just Mustard

La oscuridad y los niveles que esta puede alcanzar es el concepto transversal del segundo álbum de Just Mustard, ajustando los oídos para ver entre las densas capas que se entrelazan, en espirales que hacen fútil el intento de distinguir sonidos particulares. Entre un rock evocativo a lo industrial y la voz de ensueño de Katie Ball, el disco hace lo suficiente para evitar el tedio y demandar ser escuchado sin detener el movimiento de las sensaciones, que nunca son de total comodidad, pero sí continúan intrigando al oyente en cada momento. Este álbum tiene vocaciones de fuera de este mundo, sin abandonar la empatía con el pavor, desorientación y atracción que puede sentirse ante tal nivel de perfección sonora.


“God’s Country”

Chat Pile

Hay belleza en el caos, un desorden sin aparente chance de control, porque hay un halo de impredecibilidad que intriga, como los protagonistas de una obra dramática sobrepasando el punto de no retorno, pese a las advertencias previas. Una espiral de suciedad, agobio, crudeza, y con luz en medio, es lo que expone el LP debut de Chat Pile. En medio de elocuentes aullidos, Raygun Busch transita entre poesía entrópica y la prosa directa, animando a descender en espacios que no están oscuros, pero sí tenues. De cerca, lo instrumental se mueve árido y polvoriento, calzando con los retratos en carbón y residuos contaminantes que conforman el concepto que cohesiona un disco que convoca desde lo sucio, doloroso y real.


“THE UNRAVELING OF PUPTHEBAND”

PUP

Si toda la música del mundo fuera dramaturgia, PUP podría ser fácilmente un discípulo actualizado de Bertolt Brecht. Porque en el sonido de “THE UNRAVELING OF PUPTHEBAND”, el cuarto larga duración de los canadienses, hay algo de performático, como una obra de teatro donde, tras un telón de fondo de punk y noise, se entrecruzan intentonas de electrónica e indie naïve con canciones de plano jocosas e irónicas sobre la facilidad de la construcción musical. Conceptualmente, además, abordando la autodestrucción, la displicencia humana y la fragilidad de las relaciones en un mundo virtual (incluso entre ellos mismos como banda, Stefan Babcok mediante) cosechan un disco que nadie esperaba, pero todos queríamos.


“As The Moon Rests”

A.A. Williams

Las estructuras del doom y el metal siguen presentes en el segundo largo de A.A. Williams. De un muy buen presente, la artista inglesa explora con más márgenes diferentes atmósferas y elementos que hacen de su propuesta un resultado denso y oscuro. Sin embargo, dentro de su registro contralto también hay destellos de luz que dejan entrar arreglos de guitarra acústica y otros elementos que enriquecen, pero no sobrepoblan su propuesta. A.A. Williams ha sido una compositora inquieta y ha llegado con nuevos aires a renovar la escena de música pesada, que ya empiezan a dominar artistas que con nuevas claves se aproximan a romper los límites del género.


“A Light For Attracting Attention”

The Smile

La primera toma de contacto con el debut de The Smile, el proyecto de Thom Yorke y Jonny Greenwood con el baterista de afrojazz Tom Skinner, resulta desconcertante, aunque no por ello menos interesante. Teniendo como referencia el incatalogable sonido de Radiohead, abundante en este trabajo por ratos, cabría preguntarse por qué todo esto no fue material para otro trabajo de los ingleses. La respuesta posible está en el imaginario percutivo de Skinner y en el alma explorativa de Yorke y Greenwood, entregando un trabajo que se arremolina alrededor de sonidos improbables, capas asfixiantes y oscuridad de bajo octanaje para fraguar un sonido que difiere de otro de los tantos proyectos de Yorke, por ejemplo.


“Fossora”

Björk

Para su regreso en larga duración, Björk optó por el camino de lo impredecible facturando un álbum que toma del ambient, la esencia musical de su país y de cosas que quizás parezcan extrañas a ojos y oídos de quien no le ha seguido los pasos en las últimas décadas (como el reggaetón, aunque sea sólo en un par de canciones), para darse un gustito y permitirse fracturar una nueva frontera. La intención musical de “Fossora” es más ubicua y menos dolorosa y rígida emocionalmente que sus trabajos anteriores, es un canto a la maternidad y al amor familiar, poniendo incluso a sus propios hijos a colaborar en él, y también un canto a la vida que brota desde la tierra sin rozar siquiera lo hippie.


“Everything Was Beautiful”

Spiritualized

En una dinámica del tipo “celebración/fin de ciclo”, justo 25 años después del lanzamiento de “Ladies And Gentlemen We Are Floating In Space”, el disco más laureado del conjunto, Jason Pierce llega a sorprendernos con un álbum que, pese a ser breve, sabe rescatar de forma precisa el imaginario eterno que ha construido la banda, y además juega a golpearnos con los ingredientes que hasta acá han hecho de esta propuesta una firma sonora de identidad única. Innumerables capas de sonido, figuras musicales reverberantes y una melodicidad abrumadora, hacen imposible resistirse al viaje con que el spaceman nos invita una vez más a flotar por el espacio. Hace años que el space rock no sonaba tan contundente.


“I Love You Jennifer B”

Jockstrap

Ambicioso, desconcertante y profundamente pop, el debut de Jockstrap se escapa de las convenciones cada vez que puede, sin dejar de ser un deleite cohesivo, consistente y lleno de sorpresas. Con paciencia y confianza, las decisiones estéticas subvierten las expectativas respecto a melodías y armonías de apariencia sencilla, pero que Georgia Ellery y Taylor Skye convierten en mapas donde se sabe el terreno que se pisa, mas no el camino exacto a recorrer. Y he ahí lo impactante: el ánimo constante de descubrimiento, aprendizaje y reconocimiento de ciertos patrones que cierran el círculo, volviendo a esta aventura en algo que finalmente resulta más familiar y acogedora de lo que se pudiera llegar a anticipar.


“Most Normal”

Gilla Band

Explorando la inquietante irracionalidad del mundo de los sueños, en un desafío extremo en forma y esencia, los otrora Girl Band nos mantienen al borde de la convulsión con su particular forma de entender el surrealismo. Estrenando nuevo nombre, los irlandeses presentan una ensordecedora mezcla entre la irreverencia del no wave, el desenfreno del noise rock y la oscuridad del post industrial, que, más allá de su estética, revela la cruda realidad de un proceso de rehabilitación y búsqueda de estabilidad mental. Escapando de convencionalismos, “Most Normal” es un golpe de corriente para nuestros sentidos y férreo ejemplo de cómo la incomodidad generada por el caos puede convertirse en una virtud.


“Blue Rev”

Alvvays

A cinco años de distancia de su antecesor, el tercer álbum de Alvvays continúa recorriendo terrenos dulces y nostálgicos. Pese a que “Blue Rev” no implementa cambios significativos a la fórmula, se trata de un trabajo donde el encanto sigue latente, mediante canciones cándidas y envolventes. La apacible voz de Molly Rankin convive entre pasajes etéreos y enérgicos, donde la reminiscencia a tiempos pasados es una constante. Guitarras inspiradas en Johnny Marr y sintetizadores oníricos profundizan la identidad de un proyecto que rápidamente alcanza la consolidación, pese a las dificultades personales. En este disco, los canadienses prueban que hacer música fresca y llevadera no es tan sencillo como parece.


“Free LSD”

OFF!

El reciente LP de los californianos es la prueba perfecta de que a veces un pequeño puñado de innovación puede mejorar el nivel a una banda de manera exponencial. No es que en el pasado lo del conjunto no fuera arrollador, sin embargo, se movía dentro de un universo donde había mucho más para elegir. En esta oportunidad lo que catapulta a OFF! es la inteligente inclusión de nuevos ingredientes, que van desde la más cruda disonancia, hasta pasajes de corte jazz, que no sólo funcionan perfecto como una aplastante muralla de sonido punk, sino que además dejan el campo abierto para que la banda se aventure a dar vida a una historia extraordinaria. Ya no sólo pegan fuerte, ahora también suenan únicos.


“Baby”

Petrol Girls

Cual grupo guerrillero, Petrol Girls busca incendiar los esquemas que oprimen a las mujeres a través de un equilibrio entre creatividad musical y punzantes mensajes de protesta. En su tercer álbum, la agrupación inglesa mantiene vivo el fuego de las barricadas a punta de noise rock y post hardcore, cuya estridencia agita en lo alto las banderas del feminismo y el anticapitalismo, sin matices ni eufemismos, en tiempos de polarización que así lo exigen. Lejos de ser una respuesta coyuntural, la propuesta de la banda se nutre de décadas de lucha, tanto en el terreno social como dentro de la escena musical, siendo una de las grandes herederas en el siglo XXI del discurso y furia del movimiento Riot Grrrl.


“CLOSURE / CONTINUATION”

Porcupine Tree

El regreso de Porcupine Tree con “CLOSURE/CONTINUATION” luego de trece años de ausencia oficial, podría parecer un reseteo, pero en realidad es la última gran jugada maestra de Steven Wilson, sistemáticamente rechazando la idea de reunir a la banda durante más de una década para poner por delante sus proyectos personales, cuando por detrás había canciones como “Chimera’s Wreck”, que data de 2011, por lo que la trastienda del disco transmite perfectamente la sensación ambigua del título. Un LP macizo, potente, pero escasamente metalero –muy en la veta actual de Wilson–, con vocación melódica y sentido experimental por partes iguales, un disco de prog-rock para mostrarle a los no fans del prog-rock con orgullo.


“Once Twice Melody”

Beach House

Los mundos que describe Beach House van más allá de las palabras, pero en su disco más ambicioso, la banda encuentra más resonancia en las letras, desarrolla especificidades en medio de lo difuso, y con ello entrega atmósferas variadas, que expanden lo ya conocido. En cuatro capítulos, cada cual accediendo a una forma de articular mensajes y emociones, pero con la íntima majestuosidad de los arreglos (por primera vez incluyendo una orquesta a su sonido) como punto común. Expansivo en su espectro, “Once Twice Melody” reúne todo lo aprendido por Beach House en su historia, y se siente como un punto cúlmine en sus poderes creativos y a nivel de composición, siendo tan familiar como desafiante.


“Skinty Fia”

Fontaines D.C.

Con el arraigo cultural que les caracteriza, Fontaines D.C. regresa con “Skinty Fia”, el que puede considerarse como el hito más consistente dentro de una joven, prometedora y para nada despreciable carrera discográfica. Trasladando la agresividad hacia un segundo plano, este disco fluye con distinguida sobriedad en canciones como “Bloomsday” y “Roman Holiday”, sin dejar de lado la impronta poética y melancólica que bien sabe materializar Grian Chatten. Dialecto, anécdotas de la historia reciente de Irlanda y sutiles inspiraciones musicales, son el cúmulo de elementos con los que la banda tributa a sus raíces, en un interesante ejercicio que se mueve con códigos contemporáneos.


“Mr. Morale & The Big Steppers”

Kendrick Lamar

El disco con más expectativa de toda la carrera del oriundo de Compton es también su obra más compleja y personal. A través de 18 tracks, Kendrick Lamar usa a “Mr. Morale & The Big Steppers” como un vehículo para explorar su mente y alma, con luces y sombras, dando su opinión sobre los temas de relevancia en el mundo, pero también ofreciendo una mirada a lo más profundo de su ser, dejando entrever todas las fracturas que eso conlleva. Con un ritmo asfixiante e intenso, el rapero opta por no encasillarse en un género ni apuntar hacia ninguna composición en específico, entregando un desarrollo a través de distintas capas, con todos los conceptos y personajes que componen esta obra tan oscura como esperanzadora.


“And In The Darkness, Hearts Aglow”

Weyes Blood

Si en su disco anterior Natalie Mering le cantaba a los aparentes tiempos finales y al sobrevivir, en este siguiente estadio ella prefiere enaltecer los efectos de esas pérdidas, la soledad de quienes quedaron y la desesperanza que surge del acto de seguir creyendo. En un tono aún más etéreo y celestial que en sus trabajos pasados, Weyes Blood trata de encontrarle sentido común a la humanidad más individualista de la historia. Entre psicodelia, música atemporal y una voz privilegiada, la belleza de este álbum se equipara a la devastación emocional y simbólica a la que apela, denotando experiencias colectivas más que personales, esas que se siguen perdiendo de vista, incluso cuando ya se pudrió todo.


“Hellfire”

Black Midi

Lo de Black Midi ya no es sorpresa. Su meteórica carrera les ha permitido ganar el respeto de la crítica y el cariño de la comunidad melómana. Como piedra angular de su incipiente discografía, “Hellfire” viene a coronar su santísima trinidad del rock progresivo contemporáneo, balanceando a la perfección la esquizofrenia y elegancia de sus dos predecesores. Ayudando a tender puentes entre rock arty y las masas, lo nuevo de los ingleses destaca por su histrionismo vocal y desenfrenada orquestación, manteniendo un constante tono épico y teatral, sin perder de vista la cuota de comedia. Eclécticos, encarnando el todo en todas partes y al mismo tiempo, el trío hace propio el sonido de la vorágine del mundo moderno.


“Ants From Up There”

Black Country, New Road

Uno de los desafíos que tenía el conjunto inglés luego de su disco debut, era demostrar que podía superar el reto del segundo álbum. Por fortuna, si hay una pregunta que este disco responde de forma categórica, es que lo de la banda no sólo se trata de una propuesta musical contundente, sino que además tiene un espacio enorme para seguir creciendo. Precisos arreglos de vientos y cuerdas, un impecable manejo de los silencios, una paciencia casi infinita en la construcción de cada corte y la sobrecogedora interpretación vocal de Isaac Wood, hacen de este “Ants From Up There” uno de esos viajes que por momentos parecen saltarse los oídos de los que estamos al otro lado del parlante para llegar a conectar directo con el alma.


Ránking y textos por Manuel Cabrales, Javier Pérez, Manuel Toledo-Campos, David Martínez, Matías Muñoz, Danny Arce, Emilio Toledo y Claudio Tapia. Diseño de gráficas por Rodolfo Jofré.


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