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Yes: Unificando generaciones
Published
10 años agoon
“Three Album Tour” es el nombre de la gira que trae por quinta vez a Chile a la legendaria banda británica Yes, quienes aterrizan en nuestro país con la misión de interpretar íntegramente tres de sus discos clásicos: “The Yes Album” (1971), “Close To The Edge” (1972) y “Going For The One” (1977). Probablemente, para los fanáticos más acérrimos de la banda, puede parecer un sacrilegio que las voces ya no estén a cargo del mítico Jon Anderson, quien fue desvinculado de la agrupación en 2008 por complicaciones de salud, ataques de asma y problemas en el páncreas, siendo reemplazado en esa oportunidad por el desconocido cantante Benoît David, pero no hay que menospreciar el hecho de que tres de los actuales cinco miembros llevan más de cuatro décadas girando con Yes, entre ellos el bajista y fundador Chris Squire. Por lo mismo, no se trata de que estemos en presencia de una de esas pseudo bandas que poco y nada tienen de su formación original, muy por el contrario, los oriundos de Londres llegan al Teatro Caupolicán con una formación de lujo, que tendrá frente al micrófono al cantante y multi-instrumentista Jon Davison.
Desde muy temprano el apoyo irrestricto de los fanáticos se hace notar, arribando en masa al recinto de San Diego, desafiando incluso las inclemencias del temporal que azota a la capital, ocupando lentamente cada una de las locaciones disponibles y preparando los sentidos para disfrutar de casi tres horas de rock progresivo, en una presentación que promete ser memorable y quedar grabada a fuego en el inconsciente de cada una de las almas presentes. A las 21:15 hrs. el Teatro Caupolicán se llena de solemnidad, cuando la ansiedad de los miles de asistentes es sustituida por la música de un extracto del ballet “The Firebird”, del ruso Ígor Stravinski, mientras en la pantalla gigante se suceden imágenes de de la banda, portadas de álbumes, revistas, flyers, tickets, etc., para posteriormente dar paso al ingreso del quinteto, que es recibido por una lluvia de aplausos que cae desde cada rincón del recinto, y una estruendosa ovación que inclusive logra opacar la música incidental.
El primer álbum en ser presentado es “Close To The Edge”, con el corte del mismo nombre, que también es el más extenso de la placa, y en donde desde el primer acorde se evidencia la solidez de cada uno de los instrumentos, con un mayor protagonismo de la guitarra de Steve Howe y el bajo de Chris Squire. A medida que avanza el tema se incrementa la intensidad de la melodía, con un estribillo a múltiples voces y una atmósfera plagada de misticismo y sensibilidad, donde cada acto propone nuevos cambios de ritmo, destacando las precisas pinceladas del órgano de Geoff Downes y la calidad del sonido. Todo el público, que hasta ese momento se había mantenido en completo silencio, casi de forma intuitiva se levantó de su asiento para premiar la interpretación con una furiosa y desatada ovación. Llega el turno de “And You And I”, donde las cuerdas marcan la introducción, apareciendo en toda su magnitud la voz de Jon Davison, que se mueve sobre una base rítmica más tranquila, con una textura mucho más distorsionada que sirve de transición hacia una melodía que gana en aceleración, teniendo como principal condimento el sonido de la armónica de Squire. Nuevamente el Caupolicán pareciese venirse abajo con las muestras de aprobación de los fanáticos, que llegan como verdaderas ráfagas de energía hasta el escenario.
Llega el turno de “Siberian Khatru”, con una melodía mucho más dinámica y enérgica que sus predecesoras, con hermosas secuencias de bajo adornadas con imágenes psicodélicas que son proyectadas en la pantalla gigante. La guitarra de Howe se acopla a la perfección con el teclado de Downes, transitando entre reiterativos cambios de intensidad, y bien logradas armonías. “Hola, amigos. Amigos de Santiago. ¿Cómo están?” son las primeras palabras del frontman, que a esta altura del show ya ha dejado en evidencia que el manejo escénico no es su fuerte, manteniéndose siempre en su zona de confort. Sin dar tregua, comienza la interpretación del álbum “Going For The One”, con la ejecución del tema que le da el nombre al disco. Steve Howe ofrece una delicada introducción con su lap steel, para posteriormente recibir el acompañamiento del resto de la banda, con la batería de Alan White sonando potente y decidida. Los aplausos de los miles de fanáticos no tardan en aparecer, cautivados por la exquisita instrumentación y melodías que transportan hasta hace más de tres décadas. En “Turn Of The Century” todo el protagonismo recae en el delicado sonido de la guitarra acústica, impregnando una esencia de pasividad en cada rincón del recinto, teniendo como recompensa instantánea tímidos aplausos desde la cancha. Aparece el sonido del teclado y la guitarra eléctrica, con el objetivo claro de subir las revoluciones, en una ejecución que destaca por su prolijidad y naturalidad, escuchándose desde las penumbras un sonoro “¡maestro!”, que desata algunas carcajadas.
La potencia del bajo y la batería se entremezclan para ofrecer “Parallels”, una canción llena de vitalidad y que juega con delicados cambios de ritmo y majestuosas secuencia de teclado por parte de Geoff Downes. La banda se ve en muy buena forma, no denotando ningún tipo de estrago a causa de la edad, y así queda en evidencia en cada una de las melodías perfectamente estructuradas. Jon Davison se cuelga la guitarra acústica, mientras que Squire hace lo propio con la mandolina, para en conjunto dar el vamos a “Wonderous Stories”, una base rítmica que, a diferencia del repertorio, no juega tanto con los cambios y donde comienzan a aflorar unos leves ripios en la voz de Davison no llegando a algunos tonos, quedándose a ratos sin aire. El cierre de este álbum corre por cuenta de “Awaken”, en donde todos los créditos se los lleva la introducción de Downes, que hace gala de su habilidad en el teclado, y donde por primera vez se ve al vocalista mucho más expresivo y teatral. Chris Squire abandona el escenario, para volver al cabo de unos segundos con un verdadero monstruo, una guitarra-bajo de tres mástiles (Wal Bass Triple Neck), con la cual se luce ejecutando precisas secuencias. La extensión de la canción se convierte en un verdadero festín para los sentidos, con sonidos bellos y depurados, hermosos pasajes instrumentales y una buena combinación de voces, que los hace acreedores nuevamente de una ovación de pie por parte de cada una de las almas presentes en el Teatro Caupolicán.
Toda la intensidad de la batería arremete sin piedad, dándole la bienvenida al disco “The Yes Album”, y particularmente al corte “Yours Is No Disgrace”, con brillantes secuencias de cuerdas plagadas de licks y solos, con matices más cercanos a una corriente electrónica y cambios de ritmo que favorecen el lucimiento del sonido del bajo de Squire. Llega el turno de uno de los momentos más memorables de la velada, cuando la banda se retira dejando solo en el escenario al talentoso Steve Howe, solo acompañado por su guitarra acústica y una luz que lo confirma como el centro de atención. Es así como el guitarrista da vida a la instrumental “Clap”, donde exuda maestría en cada una de sus notas, construyendo una hermosa melodía que mezcla matices folk con algunos ápices de blues. Una ejecución que fácilmente raya en la perfección y que constituye una verdadera gema dentro del repertorio, demostrando que con poco se puede hacer mucho. El local de San Diego se llena de sonidos cósmicos de la mano de “Starship Trooper”, mientras la pantalla ofrece imágenes de planetas y formas psicodélicas, generando un ambiente etéreo y místico. El ritmo del bajo inyecta intensidad y dinamismo, mientras que Davison incentiva al público a apoyar con las palmas, recibiendo de forma instantánea una total cooperación, con un Howe que pareciese ser inagotable a la hora de demostrar su habilidad. Una estruendosa ovación vuelve a inundar cada rincón del teatro, con miles de fanáticos completamente rendidos a los pies de los ingleses.
El inicio de “I’ve Seen All Good People” a múltiples voces, vuelve a sorprender por la sólida conexión entre los miembros de la banda, como un conjunto de extremidades perfectamente enlazadas para configurar esta verdadera leyenda llamada “Yes”. Una melodía que en su comienzo no destaca ni por su potencia o su intensidad, sino por su energía positiva que fluye libre y desinhibida, para luego mutar a un ritmo mucho más rockero y sólido. El excelente riff de Howe fundamenta la dinámica “A Venture”, para luego delegar el protagonismo en el sonido del teclado, que suena particularme nítido y sobresaliente. El fin de este viaje en el tiempo a 1971 es responsabilidad de “Perpetual Change”, con una base rítmica cargada de fuerza y al igual que toda la noche, una ejecución de cuerdas descollante, que de un segundo a otro baja las revoluciones para que la voz de Jon Davison sea el centro de atención, en una constante sucesión de cambios de velocidades, que tiene su punto más emotivo cuando una explosión de confeti blanco surge de ambos costados del escenario, en una suerte de nieve que pareciese descender al ritmo de la música, configurando una hermosa postal.
Los músicos reciben todo el cariño del público chileno siendo ovacionados en una verdadera avalancha de aplausos, para posteriormente desaparecer tras bastidores, desatando así, y casi en un acto reflejo, una lluvia de cánticos y silbidos, entremezclados con gritos que exigen el retorno del quinteto. Al cabo de unos segundos la banda regresa al escenario, y Steve Howe se encarga de presentar a cada uno de los miembros de la agrupación, siendo premiados cada uno de ellos con una cerrada ovación. Comienza la interpretación de “Roundabout”, y por primera vez se rompe la solemnidad del evento, con un público totalmente entregado que se rehúsa a volver a sus asientos y que no deja de acompañar con las palmas. La poderosa y contagiosa melodía resuena en cada rincón del recinto, potenciándose por las voces de los fanáticos que configuran un improvisado coro. Llega el momento de la despedida, con una banda que lo dejó todo en el escenario ofreciendo una presentación carente de imperfecciones y que con una doble reverencia se despide de una fanaticada completamente extasiada. El último en abandonar la pista es Jon Davison, que con estas simples palabras bajó el telón del evento: “¡Buenas noches, queridos. Amor y paz!”
La caras de satisfacción a la salida del recinto de San Diego, son el testimonio más fidedigno del show que acaba de ofrecer Yes, con una puesta en escena que no destaca por su parafernalia ni majestuosidad, sino más bien por su capacidad innata para captar la atención de cada uno de los asistentes, haciendo que casi tres horas de concierto se diluyeran en un abrir y cerrar de ojos. Qué satisfacción comprobar que el tiempo no ha hecho mella en estas verdaderas leyendas del rock progresivo, con una entrega y prolijidad dignas de admiración y devoción, ofreciendo piezas que, más que canciones, son verdaderas obras maestras, cuidadosamente trabajadas y perfectamente ejecutadas. Quizás la mayor interrogante a dilucidar era si Jon Davison estaría a la altura del legado dejado por Anderson, y durante gran parte de la presentación cumplió a cabalidad su objetivo, con una voz evidentemente más limitada, pero rebosante de energía y frescura. La lluvia que durante el día se hizo sentir con fuerza en la Región Metropolitana, dio paso a una tempestad de emociones, donde varias generaciones se unificaron para glorificar tres álbumes fundamentales de la historia del rock.
Setlist
- Close To The Edge
- And You And I
- Siberian Khatru
- Going For The One
- Turn Of The Century
- Parallels
- Wonderous Stories
- Awaken
- Yours Is No Disgrace
- Clap
- Starship Trooper
- I’ve Seen All Good People
- A Venture
- Perpetual Change
- Roundabout
Por Gustavo Inzunza
Fotos por Sebastián Rojas
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El fervor por Ghost es algo casi indescriptible, por lo que resulta un éxito total la forma en que los suecos regresaron a nuestro país con su su shows en solitario más multitudinario a la fecha. Tras su última presentación hace siete años, la banda agotó el Movistar Arena presentando “IMPERA” de 2022. Más allá de su nueva era, mucho más transversal y popular, la banda supo cómo entregarse por completo y fijar un espectáculo de primer nivel en las pupilas y tímpanos del fiel público chileno.
Puntuales y secundados por los nacionales de Pentagram, que casi echan abajo el recinto, Ghost se subía al escenario con los primeros y agudos acordes de “Kaisarion”, parte de la nueva etapa de la banda donde los riffs se acercan más al hard rock, los sintetizadores aparecen como destellos y combinan con el look de un Papa Emeritus de traje brillante. El sentido del espectáculo que tiene el grupo, su teatralidad y desplante, han sido parte importante de la carrera de Ghost, que ha transitado entre lo oscuro y lo luminoso. En todas sus encarnaciones, Tobias Forge, ungido como Papa y compañía, añaden elementos que tensionan aún más esa relación de explícita blasfemia y la cautivadora propuesta de rock al estilo King Diamond conoce a Abba. Es ese cruce generacional y de sonido que convierten al grupo en un interesante “hay que ver” en vivo, donde la entrega es total.
“Rats” y éxitos como “From the Pinnacle to the Pit” o “Cirice” continuaron dando vida al setlist que iba y venía entre cambios de vestuario, colores y jugueteos de los Nameless Ghouls, que también entendían de qué iba el espectáculo: una muestra completa de un show que no sólo se queda en la buena ejecución de sonido ni en el virtuosismo. La experiencia completa del ritual local se vio fortalecida por la gran cantidad de niños, niñas y jóvenes que veían, algunos por primera vez, un espectáculo de estas características y que convierte a Ghost en su banda favorita, principalmente motivados por los éxitos virales del grupo como “Mary On a Cross” o “Call Me Little Sunshine”, también interpretadas en vivo y que fueron los puntos altos de la noche. Esa transversalidad saludable y tremendamente interesante de unión musical sólo podía ser opacada por quienes no entendieran que el público hoy en día es así de diverso. La presencia de niños y niñas, además del fervor de quienes pasaron horas esperando entrar, obligó que durante minutos el show se detuviera para ordenar al público, dar un paso atrás y asegurarse que todos disfrutaran a salvo.
Sin mayores inconvenientes, la banda oscurecía el ambiente y el Papa, de traje negro y brillos dorados finalmente aparecería para una nueva etapa del show, liderando la liturgia portando un turíbulo o incensario, un elemento colgante usado por los sacerdotes que expulsa vapor. “Con Clavi Con Dio” y “Year Zero” desataron a la mayoría de los asistentes que al ritmo de los contagiosos versos “Lucifer, we are here / For your praise, Evil One” y el correcto y profundo riff de una de las mejores canciones del grupo. Si incluso la propuesta visual y de luces se adaptó al momento más oscuro de la noche, demostrando el rango de la banda y sus cambiantes intenciones. Y es que la banda cuenta con un relato propio y una propuesta difícil de igualar, dejando a Tobias Forge como un líder y un frontman de verdad, tomándose el show con actitud y una voz de primer nivel.
Es impresionante cómo la banda, que más allá de apropiarse de la estética, el sonido y otros elementos de parte de la familia del metal pero no ser considerados por los puristas del género como pares, convoca, gusta y atrae, al mismo tiempo que se despliegan con total propiedad e insolencia en un explosivo y pirotécnico espectáculo.
Setlist
- Kaisarion
- Rats
- From the Pinnacle to the Pit
- Spillways
- Cirice
- Absolution
- Ritual
- Call Me Little Sunshine
- Con Clavi Con Dio
- Watcher in the Sky
- Year Zero
- He Is
- Miasma
- Mary on a Cross
- Mummy Dust
- Respite on the Spitalfields
- Kiss the Go-Goat
- Dance Macabre
- Square Hammer
*Fotos por Ramón eMe Gómez (@el.eme) para Lotus
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meligattoni
29-May-2013 at 12:30 pm
Excelente!!!!!!!!!!!!
Diego
29-May-2013 at 1:33 pm
Que gran concierto. Lejos, el mejor concierto en cuanto a calidad musical.
prog
29-May-2013 at 11:00 pm
En todo caso es la cuarta vez en Chile, increiblemente hubo una cancelacion hace años atras, por baja venta de entradas.
Yes estubo MAGNIFICO, a mi parecer la mejor presentacion de la banda hasta ahora..
Claudio Tapia
30-May-2013 at 12:12 am
Pero sí es la quinta vez que se presentan en Chile. En 1994 dieron dos conciertos: Viña del Mar y la Estación Mapocho.
Javier Alberto Muñoz Pacheco
30-May-2013 at 10:11 am
Excelente columna fue exactamente lo que sentimos en el Caupolican. Un concierto sin duda memorable!!!!!!!!!
Pato
06-Jun-2013 at 12:46 am
lo unico que encontre penca es que cuando llegue no habia ningun acomodador o alguien que te guiara donde estaba tu asiento … al final todo se chacreo en platea baja y la gente se sentaba donde encontraba libre, no se para que venden entradas numeradas si practicamente la fusionaron con galeria