La música japonesa en nuestro país siempre ha gozado de un considerable grupo de adeptos, quienes apoyan a sus artistas incondicionalmente en cada presentación que dan. Fue hace nueve años que el Teatro Teletón recibió a Miyavi, el primer artista de j-rock que se presentaba en nuestro país. Tal fue la sensación que esta corriente causaba, que pudo regresar al mismo recinto al año siguiente, y dando el gran salto cuando fue parte de la edición 2011 de Maquinaria Festival, compartiendo cartel con nombres como Sonic Youth o Snoop Dogg. Por otro lado, el quinteto de metalVersailles llegó a la capital en 2010, momento en que se encontraban promocionando su álbum “Jubilee –Method Of Inheritance–”, lanzado ese mismo año. Aquella vez desplegaron un show de antología en el Teatro Teletón, volviendo al año siguiente, esta vez tocando en Club Blondie. La noche pasada, siete años después de su debut en nuestro país, Versailles aterrizó en el mismo recinto que los recibió la primera vez para celebrar junto a sus leales seguidores los 10 años de una banda que revolucionó el metal japonés, acercándolo un poco más hacia el mundo occidental.
Es curioso que gran parte de la audiencia fueran personas en promedio de 25 años, lo que refleja que la banda estaría frente a los mismos adolescentes que los vieron debutar siete años atrás. Con la clásica intro que presenta a cada uno de los integrantes, fue el baterista Yuki el primero en ingresar, seguido de Masashi en el bajo, Teru en la guitarra, Hizaki como guitarra principal y finalmente el vocalista, Kamijo, desatando la euforia apenas comenzó el riff de “Aristocrat’s Symphony”, uno de sus primeros hits, dando a entender que esta sería una noche de grandes éxitos.
De entrada se dejan atrás los tabúes y poco importa la apariencia de sus integrantes (lo que puede generar risas en el metal más tradicional), ya que los potentes riffs y solos de Hizaki y Teru dejan boquiabierto a cualquiera, con su increíble técnica que no tiene nada que envidiarle a otras agrupaciones occidentales. Bajo esta apariencia aristócrata, el vocalista Kamijo, ensimismado en su papel de vampiro, jugueteaba con el público a la par que sonaba la canción “Shout & Bites”. Todos felices, mucho grito y alegría, el público ya estaba ganado.
Independiente del idioma o las profundas líricas, esto es puro power metal, sin ser encasillado o separado a la fuerza por su naturaleza. Eso lo demostraron canciones como “Vampire”, “After Cloudia” o esos solos a dos voces en “Philia”, demostrando la técnica impecable, tanto de los guitarristas como de Masashi, el miembro más “actual” de la banda, quien reemplazara desde 2010 a Jasmine You, bajista original fallecido en 2009. Independiente de aquello, el cariño de la gente lo hace sentir como el bajista eterno, puesto que ha estado presente en todas las visitas del quinteto a nuestro país. Luego del potente metal sinfónico de “Ascendead Master”, llegó una de las canciones más desarrolladas y consistentes de la banda: “God Palace –Method Of Inheritance–”, parte de su álbum “Jubilee” que, con sus diez minutos de duración, se mueve entre sinfonías, baladas, riffs y veloces solos, con una atmósfera in crescendo verdaderamente épica. El final llegó con “Masquerade”, coreada por los extasiados fanáticos, en especial quienes se encontraban en la zona de cancha vip.
Ya que el público pedía más, la banda regresó para un pequeño encore, donde interpretaron canciones como “The Red Carpet Day” y la emotiva “Symphatia”, agradeciendo además a todos por estar presentes una vez más. Pese a lo solemne y teatral de su presentación, fue difícil para la banda mantenerse dentro de sus personajes, principalmente por la desbordante emoción que generó tanto para ellos como para sus fans el hecho de poder seguir entregando su música luego de tantos años. Cabe destacar que la banda incluso estuvo separada durante algún tiempo, lo que también generó una visita a Chile del vocalista Kamijo como solista en 2015 y de Jupiter, proyecto de todos los miembros restantes de Versailles junto a otro vocalista, en abril de este año. Finalmente, el broche de oro no podía ser otro más que “The Revenant Choir”, canción escogida por la banda para cerrar todos sus conciertos, llevando a lo más alto las emociones, gritos e incluso las lágrimas de unos fanáticos que quizás pensaron nunca ver a su banda de la vida reunida nuevamente.
Lo de Versailles y sus seguidores habla de una vigencia inclasificable, ya que no siempre se ve que una banda tenga una respuesta tan positiva en tantas ocasiones y con tantos proyectos distintos. Pueden pasar los años, pero el entusiasmo de esos jóvenes que vieron a su banda favorita en 2010 sigue intacto, incluso ahora, cuando el tiempo de gloria quizás haya pasado. Es verdad, el entusiasmo por la música japonesa quizás ya no sea el mismo de antes, pero no hay duda de que se está reactivando. Este año recibiremos muchas visitas y regresos desde el lejano oriente, por lo que se hace casi necesario poner atención a una industria que tiene mucho más que anime y bizarros videos virales para ofrecer. Por supuesto que eso dependerá de cada banda, pero por el lado de Versailles la prueba está más que superada, pues demostraron su predominancia y, sobre todo, su impecable calidad en un show que es cada vez mejor que el anterior.
Los canadienses BADBADNOTGOOD regresaron a nuestro país con un repleto show en Teatro Coliseo, demostrando que más allá del gancho viral que los hizo expandir su público, son tremendamente convocantes y atrapantes. Tras la presentación de Dementira (acompañado por Fakuta) como acto de apertura, el ansioso público que de a poco llenaba el teatro esperaba por las palabras de Alexander Sowinski, quien desde la batería lideraba y conducía. Con una introducción a cargo de “War Pigs” de Black Sabbath, la banda logró acoplarse a ese golpe inicial con un saturado solo de Chester Hansen en el bajo que dio pie a las complejas y brillantes estructuras sonoras de la banda que dominaron todo el show.
Con tan sólo un par de compases y canciones como “Love Proceeding” o “Beside April” de su último disco “Talk Memory” (2021), lograron enganchar y mostrar casi todo su potencial en vivo. Y es que el carisma y conexión que el cuarteto irradia sobre el escenario es todo un espectáculo en sí. Cada uno conduce su propio segmento, conversan con la mirada y se entregan a sacar el máximo provecho de cada uno de sus instrumentos. Para una banda con el rango de BADBADNOTGOOD, saltar del Rhodes a programaciones electrónicas, del saxofón a la guitarra o de un bajo limpio a uno lleno de fuzz es parte de un día normal. Todos esos detalles, que nutren y marcan la diferencia en el grupo, pareciera que cuesta entenderlos o encontrarlos fuera del ambiente controlado del estudio de grabación, sin embargo, la banda se las arregla para tratar con soltura cada elemento.
Pese a que de entrada el sonido no fue lo suficientemente claro, la destreza de Chris Koltay, el sonidista que ha trabajado con bandas como METZ, Protomartyr, entre otras, se hizo notar al momento de encontrar el punto exacto en que fuera posible identificar cada elemento en la mezcla. Y la batería fue un claro ejemplo de ello. La riqueza de la banda radica justamente en cada compás que Sowinski ejecuta y sí que importó cómo esa batería sonaba con claridad y un reverb natural que le daba otro toque a cada canción.
Mientras pasaban solos de saxo, de teclas y así se fundían las canciones, también el espectáculo se fusionaba con la propuesta visual que era un show aparte desde la parte trasera del teatro. Acompañados de una serie de proyecciones en film operado por tres proyectores análogos y metros de rollo, el grupo lograba crear una atmósfera mucho más íntima y tenue, que calzaba perfecto con la interpretación de “Lavender” y gran parte de sus éxitos más introspectivos, pero que se perdía a ratos por la envergadura del teatro que esta vez los acogía. Visualmente, la escena era una arriesgada pero hermosa propuesta que valía la pena registrar. Quienes se quedaron con los celulares encendidos esperaron “Times Moves Slow”, la popular canción del grupo en redes, que esta vez no fue parte del repertorio.
La impecable ejecución del cuarteto, su dominio y habilidad sólo se han pulido en este tiempo que no visitaban nuestro país. Sin la posibilidad de presentar “Talk Memory” (2021) en vivo, la banda no sólo se limitó a eso sino que supo, una vez más, ponerse a prueba a sí mismos con nuevos acercamientos a las canciones y con la intención de ir siempre un paso más allá, demostrando que por más que pasa el tiempo, no hacen otra cosa que evolucionar.