Cada cierto tiempo existe la discusión de si el rock está muerto, vivo, agonizando o cualquier otro estado hospitalario que suene divertido de analizar, pero esto resulta fútil cuando se olvida lo que trasciende, que son las instancias de escuchar y vivir la música. El rock es más comentado porque sus cultores se atribuyen ciertas características que, a veces, caen en clichés o puntos de encuentro demasiado claros y estrictos, entonces la discusión no es muy útil cuando las posibilidades de un cambio son dificultosas. He ahí donde surge la necesidad de apuntar a esas bandas que logran mantener la épica del rock, sin caer en una caricatura o un encajonamiento que quite el foco de lo que pasa en el disco o el escenario.
The Cult es una banda como existen pocas en el rock, porque pese a basar sus shows en un set de grandes éxitos, esas canciones se pueden plantar de igual a igual en materia de frescura con lo nuevo, y eso es un valor de redescubrimiento propio y de reflexión constante. El acto de fluir termina manteniendo no con vida, sino que con disfrute del presente a una agrupación que perfectamente podría haberse estacionado en su pasado, o haberse mezclado con el panorama general para elaborar un pastiche de sí mismos. Esto no es lo que pasa en 2017 con la agrupación que el año anterior lanzó su décimo álbum de estudio, “Hidden City”, que sirvió como excusa para su esperado debut en Chile, congregando a unas dos mil personas en el Teatro Caupolicán que buscaban algo épico, que llegaban con expectativas altas y cuyo recuerdo de The Cult es profundo. Lo que se encontrarían sería aún mejor de lo esperado.
Quizás la puntualidad inglesa de los de Bradford hizo que se adelantara todo y que muchos no llegaran a ver algo de la banda que abrió los fuegos, The Ganjas, que se subió alrededor de las 20:15 hrs. al escenario, y así la gente llegaba directo a The Cult, que tres minutos de la hora del papel, 21:30 hrs., se subió al proscenio para evitar la nostalgia y llevar a pasear a los cancerberos del rock. Sí, existen muchas cosas que no nos pueden gustar de los clichés del rock, pero hay aspectos que lo definen y que se hacen necesarios, como la potencia o el compromiso del público. La efervescencia de un show de rock (tanto en este caso o el viernes pasado en Stgo Rock City, por dar un ejemplo cercano) es algo que sólo se puede encontrar también en un concierto de pop adolescente, con energía y una relación establecida con tal fuerza que la intensidad no decaiga.
The Cult no sólo se sirve de lo externo, en todo caso: Ian Astbury es un frontman que tiene todo lo que se necesita de alguien que toma el micrófono, desde un registro vocal que parece incluso con más personalidad que en los 80, hasta una entrega con el sentido del espectáculo, sin perder el foco en los aspectos que han configurado a su personaje a lo largo de más de tres décadas. En tanto, Billy Duffy hace de su guitarra una línea aparte del evento y un acontecimiento en sí mismo. Si Astbury parece tener una solidez implacable, Duffy goza de una exuberancia que, inexplicablemente, mezcla con la elegancia más absoluta, pasando de recursos de un rock clásico hacia algo más alternativo, o al hard rock en momentos de una misma canción, como se pudo apreciar en “Nirvana” o “Rain”, en tanto que Ian hacía gala de sus múltiples colores e impostaciones desde lo crooner en “Birds Of Paradise”, hasta el punka lo Danzig en “Lil Devil” o “Fire Woman”. Un lujo de banda, que se completa con la brutalidad bien pensada de la batería de John Tempesta y los touring membersDamon Fox y Grant Fitzpatrick, que no sólo no desteñían, sino que le entregaban más frescura aún a un conjunto que, en medio del huracán, podía sacarse un compás que equilibrara todo.
El debut de The Cult en Chile dejó en claro no sólo que la historia de la banda no puede conjugarse en pasado, sino también que su excelencia se hace necesaria en tiempos complejos para el rock. Cuando los referentes parecen estar en un crepúsculo inevitable, es necesario que aquellos con trayectoria y pergaminos relevantes puedan exponer cómo se pueden evitar las trampas o el auto boicot, y así llegar en hora y media a mostrar en una noche en Santiago de Chile cómo es que el rock tiene épica, emoción, calidad y energía. Claro, o sólo es que The Cult es una fuerza de la naturaleza que explota a su antojo, pero quizás una nueva visita pueda ayudar con esto. Por ahora, queda el recuerdo. Uno muy bueno.
El presente de Tom Morello, actualmente en un intervalo tras la cancelada reunión de Rage Against The Machine en 2022, pareciera ser inquieto pero incierto a la vez. Enfocado en trabajar en nueva música junto a su hijo y colaborar con diversos proyectos que lo buscan, el guitarrista emprende un nuevo viaje solista, esta vez como un recorrido-homenaje a su extensa y vital carrera, sin dar demasiadas luces sobre el futuro de su proyecto principal pero entregando pequeños bocados de lo que podría ser.
Con un Teatro Caupolicán repleto pero a media capacidad, la expectativa era más que alta para ver en nuestro país, una vez más, al legendario músico. Luego de la intensa presentación de Cler Canifrú quien abrió los fuegos, Morello saltó a escena con “Manifiesto” de Víctor Jara de entrada, una imagen del Negro Matapacos en pantalla gigante y los acordes de “One Man Revolution”, de su proyecto The Nightwatchman como primer track. De ahí y sin descanso, el músico despachó, acompañado de su guitarrista en voz, “Let’s Get the Party Started” (colaboración junto a Bring Me The Horizon) y “Hold The Line”.
Con el público ya prendido sólo faltaba un discurso inicial antes de desatar la locura y exponer sus pergaminos musicales. En tan sólo un par de minutos, Morello se paseó por riffs (y nada más que las intros) de “Bombtrack”, “Know Your Enemy”, “Guerrilla Radio” y “Sleep Now In The Fire” de Rage Against The Machine, dando sólo una pincelada de hits en un particular medley, que además incluyó un homenaje a Chris Cornell con “Like A Stone”, la única canción interpretada de inicio a fin. De allí en adelante, Morello y su banda recorrieron covers y reversiones e incluso una tibia interpretación de “Gossip”, el último hit de los italianos Manëskin que cuenta, justamente, con Morello como invitado.
¿Qué es lo que hace diferente a Tom Morello? Más allá de su inconfundible sonido e impronta o haber formado parte de importantes bandas y ser portavoz de himnos, el músico tiene una personalidad propia que bien se ve más allá de esas luces, sin embargo, pareciera ser que la música y los fans siempre lo arrastra a su personaje. Ejemplo de ello la lectura de porciones del público en donde cada acorde inicial era potencialmente un hit de RATM. En ese sentido, la presentación de Morello se vuelve a ratos inentendible, fuera de contexto, indescifrable. Tom Morello podría más que una tonelada de wah, octavador y un recorrido de hits en formato karaoke. Es su carisma, talento y visión, además, lo que lo posiciona como un músico querido y respetado, pero que cuesta sacar del pasado.
Por ello, la decisión de un repaso más que un show completo y preparado en clave solista no le hace justicia al guitarrista, quien tiene argumentos mucho más interesantes para presentar como su acercamiento al folk con The Nightwatchman. Allí, el músico prueba y arriesga tomando guitarras acústicas y explorando en fondo y forma (“World Wide Rebel Songs” y “Keep Goin’”). El show, divertido y con una ejecución correcta, vuelve a un estado de mixtura con nuevos covers y reversiones de pequeños saldos de diferentes etapas, para coronar la jornada con “Killing In The Name”, cantada a pulso con todo el teatro y “Power To The People” de John Lennon como punto final. Tom Morello sella un nuevo paso por uno de sus países favoritos con un público fiel y cómplice, apañador y motivado, que da solidez a un show que a ratos puede parecer sólo un singular ejercicio de nostalgia.
Setlist
One Man Revolution (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
Let’s Get The Party Started
Hold The Line
Bombtrack / Know Your Enemy / Bulls On Parade / Guerilla Radio / Sleep Now In The Fire / Cochise (originales de Rage Against The Machine y Audioslave)
Like A Stone (original de Audioslave)
Voodoo Child (original de Jimi Hendrix)
GOSSIP (original de Manëskin)
Lightning Over Mexico
Secretariat
Cato Stedman & Neptune Frost
Rat Race / Battle Sirens / Where It’s At Ain’t What It Is / Prophets Of Rage / Harlem Hellfighter / Can’t Stop The Bleeding / Bullet In The Head (Tom Morello/Prophets Of Rage)
Keep Goin’
World Wide Rebel Songs (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
Testify / Ghetto Blaster / Half Man Half Beast / Born of A Broken Man / Freedom / Snake-charmer (originales de Rage Against The Machine)
Vigilante Nocturno
The Ghost Of Tom Joad (original de Bruce Springsteen)
Killing In The Name (original de Rage Against The Machine)