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Soul Asylum: Detener el tiempo
No es fácil llegar a olvidar el paso de las horas, los días, los años. La evolución, o la falta de esta, es algo que nos rodea constantemente, por lo que esa fantasía que Zemeckis pintaba en 1985 en “Volver Al Futuro” de dominar al tiempo, aunque fuera pequeños instantes, es complejo que llegue a ocurrir, pero ahí radica parte del poder de la música. Quizás no es físico el viaje, pero igual transcurre, y esto pasa al escuchar una canción viva de cierta época en el presente, tal como ocurrió tantas veces en la noche del 27 de noviembre en el Teatro Cariola, en el debut que por fin tuvo en nuestro país Soul Asylum.
Banda metódica, de trayectoria más que de singles sueltos, de pulcritud más que de espectacularidad, los de Minneapolis llegaban a Santiago sólo con Dave Priner como miembro original de la agrupación, pero esto no mermaba la capacidad de Ryan Smith en la guitarra, Winston Roye en el bajo o de Sterling Campbell en batería para entregar estos mismos principios en escena. No era extraño que la gente llegara poco a poco, sin apuro, sin mayor desesperación. Sí, era la noche de conocer a Soul Asylum, pero también se trataba de algo único y nadie quería dejar de disfrutar el momento, desde el inicio del show a las 20:45 horas.
Con unas 350 a 400 personas en la cancha del Teatro Cariola, Soul Asylum salió a matar con rendiciones prácticamente perfectas de “I Will Still Be Laughing” y “Just Like Anyone”, rápido y mirando adelante, sin miedo, porque el pasado no es problema o recuerdo, sino que todavía está en el presente. Soul Asylum no consigue generar nostalgia, sino que ha logrado detener el tiempo, evitando que las canciones se oxiden a la intemperie, permitiendo una fluidez envidiable que, para oídos poco habituados a su discografía podría, ser motivo de confusión: pese a que existan canciones que superen los 30 años de vida, ninguna sonará como si hubiera dejado de ser nueva. Ese tipo de garantía de calidad recorre un show que, en su primera mitad, deja espacios mínimos pero claros de agradecimiento por parte de Dave al público, que no llena el teatro, pero sí aplaude y respeta el espectáculo como pocos.
“Lately” y su letra sobre gases lacrimógenos y conciencias limpias eran perfectas para el contexto de un Santiago que ha visto demasiadas bombas lanzadas desde la policía, quizás sin que la banda siquiera supiera la forma en que las cosas caen como piezas de un puzle preciso. “Freaks”, el hit “Misery”, “Bus Named Desire”, todas se van sucediendo como una maquinaria que domina el frenesí, la melodía más calma y también la inevitable sensación de que la voz de Dave sigue igual, o quizás mejor, pese a que a veces la distancia con el micrófono haya jugado pequeñas malas pasadas en ese ámbito. La banda es más que competente y la ejecución se da espacio para solos y outros más extensos, más rockeros y también más divertidos. En vez de la economía de los recursos, Soul Asylum comprende cómo con poco puede hacer muchísimo y aprovechan cada instante para dejar en claro eso.
En el medio del concierto, ya con la confianza de un público entregado, Dave se cuelga la guitarra electroacústica para meter aún más ese sonido orgánico pero distorsionado que tan bien consigue el cuarteto norteamericano. “String Of Pearls” o “Eyes Of A Child” consolidan las buenas impresiones. El show luego hace explotar al público con el doblete de “Somebody To Shove” y “Black Gold”, verdadero oro en la previa al mayor hit de la banda, “Runaway Train”, que fue el gran momento de karaoke colectivo de la noche.
Luego de este clímax, el desenlace poco a poco va siendo más y más estridente, con “99%”, “Spinning” y “Hopped Up Feelin’” como una triada brutal. Tras esto, la épica que expele “Stand Up And Be Strong” y su mensaje de empoderamiento cierran el set principal de un show que después completaría más de hora y media de duración con “I Did My Best” y la potente “April Fool” para cerrar una jornada de esas donde, con el poder de la música –más fuerte que el “condensador de flujos” del Doc Brown– se podía llegar más lejos estando más cerca, ahí a pocos metros de la presencia de Soul Asylum. A punta de trabajo constante, esta banda sigue siendo mucho más que un acto de nostalgias y memorias, y eso en tiempos de dinero fácil y la posibilidad de repetirse o de remixearse para seguir vigentes, es una muestra de autoconfianza y valía muy grande como para, al menos, no tener pleno respeto y admiración.
Setlist
- I Will Still Be Laughing
- Just Like Anyone
- Lately
- See You Later
- Freaks
- Misery
- Bus Named Desire
- Whatcha Need
- String Of Pearls
- Eyes Of A Child
- By The Way
- Somebody To Shove
- Black Gold
- Runaway Train
- Closer To The Stars
- 99%
- Spinning
- Hopped Up Feelin’
- Stand Up And Be Strong
- I Did My Best
- April Fool
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Lollapalooza Chile 2023: Día 3

Jane’s Addiction
Era el esperado turno de los liderados por Perry Farrell tras su cancelación el año pasado. La banda, que debutaba en Cerrillos en el escenario Banco de Chile, sufrió la baja de uno de sus icónicos integrantes, lo que no fue impedimento para que resolvieran aquella deuda con nuestro país.
Dave Navarro sería sustituido por Josh Klinghoffer, quien de bajo perfil resolvió con oficio y actitud. Así, Jane’s Addiction partía su set con un doblete de “Nothing’s Shocking” (1988), encendiendo el ambiente con “Up the Beach” y “Ocean Size”. Es innegable la calidad e influencia que Jane’s Addiction ha tenido en una generación completa de músicos y público.
Y es que su líder, además de dominar completamente el espectáculo, también ha podido administrar con visión parte de una industria, liderando desde sus inicios la marca Lollapalooza. Hoy, las nuevas generaciones se mezclaron con los viejos emblemas del rock y juntos lograron encarnar la filosofía de cualquier festival donde lo que más importa es la música.
Con el sol golpeando nuevamente sobre las cabezas en un repleto escenario, Perry Farrell se dedicó a hablar e interactuar envalentonado por una botella de vino tinto. El cantante se refirió al calor e incluso al Presidente, provocando la positiva reacción del público. Para quienes buscaban clásicos, la banda deleitó. Repasó sus mejores éxitos y permitió a su guitarrista de emergencia soltarse en pasajes de la incansable “Three Days” y hasta reversionaron “Jane Says” en clave acústica.
Fieles a su estilo, la banda fue acompañada por bailarinas y una puesta en escena tipo burlesque. Jane’s Addiction regresa con el único peso de la experiencia en su espalda, sin intentar demostrar nada nuevo. Sin embargo, su presencia en un festival de estas características es siempre un deleite, agregando siempre un toque de oficio y experiencia.
Alain Johannes Trio
Para Alain Johannes la vida no ha sido fácil. El músico chileno regresaba a nuestro país tras la dolorosa pérdida de uno de sus mejores amigos, Mark Lanegan y parecía que esta sería la mejor oportunidad para un homenaje. Secundado por su banda local, Johannes se subió al escenario alternativo Aldea Verde y repasó gran parte de su nutrida trayectoria musical.
Con una seguridad y un toque de emoción, Johannes entregó una versión casi idéntica de “Can’t Change Me” de Chris Cornell, la cual trabajaron juntos y la frenética “Hangin’ Tree”, dedicada a Lanegan. La riquísima experiencia de Johannes daría para un show muchísimo más extenso e íntimo, con canciones de todos los estilos y generaciones que ayudó a producir.
Sin embargo, el músico se las arregla para condensar aquello y recorrer parte de ese camino musical. Así pasó por su excelente etapa de “Spark” e incluso Eleven, tocando “You’re my Diamond”, entre otras. Johannes es una joya y uno de los puntos altos dentro de la representación local en el festival. El músico, que además gozó de un correcto nivel técnico en el escenario, tiene aún mucho que mostrar hasta ponerse completamente al día con el país que ya logró conquistar.
Twenty One Pilots
Tenían la difícil tarea de ser el reemplazo de Blink-182, los cabeza de cartel. Sin embargo, Twenty One Pilots, saben lo que hacen y ya cuentan con la experiencia y el público chileno en el bolsillo. Así, el dúo se presentó sobre el escenario Costanera Center tras el eléctrico y psicodélico show de Tame Impala, marcando un quiebre en cuanto a lo que necesita cada número para resaltar.
Los norteamericanos tienen una base fiel de seguidores que pacientemente los esperó y se alegró de que, pese a que no estaban haciendo giras, hayan podido regresar a nuestro país. Aquello no fue impedimento para que el dúo de Tyler Joseph y Josh Dun se entregaran al máximo con un show renovado y con sorpresas.
Totalmente encapuchados, los músicos saltaron a escena con los primeros acordes de “Guns for Hands” y “Morph”, con Joseph acompañado del piano en todo momento. No fue sino hasta “Holding on to You” que la banda ya tenía cautivado al grueso de los asistentes que se hacían camino entre quienes ya abandonaban el parque.
Siempre al piano, el carismático líder se apoderaba de todo el escenario hasta que se apoyaron por primera vez con banda, dejando al dúo al descubierto para el espectáculo. La parte más interesante de la noche estaría a cargo de una sección de trompeta que incluyó guiños a Chico Trujillo y Los Jaivas, desatando la locura de los asistentes.
Una banda de estas características sabe bien cómo encantar y respetar a su público. Con pequeños detalles y una entrega siempre al cien, lograron emocionar y también consolar a quienes veían con resignación al reemplazo de su banda favorita. Pero para eso, la banda tendría otra sorpresa más: despachar un cover de “First Date” y prender a todo el parque. Casi como agradecimiento por las casualidades de la vida que los devolvió a Chile, la banda se plantó como siempre con un show impecable y divertido.
Pese a las dificultades que surgieron tras la repentina cancelación de Blink- 182, plato fuerte de la versión 2023 de Lollapalooza Chile, el festival que ya cumple 11 años logró salir ileso una vez más, encantando y cautivando a un público que encontró en la variedad un refugio. Si bien el choque generacional fue demasiado dramático en esta nueva versión, terminó convenciendo y reuniendo a casi todos por igual, que disfrutaron de lo que ofrecieron números como Billie Eilish, Rosalía o Tame Impala.
Son esos detalles los que encarnan la filosofía de un festival que ya cumple más de una década y que contó, una vez más, con su fundador como parte del cartel. Si hoy fallaron artistas, sus reemplazos dieron el ancho y congregaron mas no dividieron. Durante las tres jornadas de un nuevo y caluroso marzo, Lollapalooza Chile sigue dando muestras de ser un festival para todos los gustos y con presentaciones de primer nivel, pese a las críticas -válidas- de su otrora público objetivo. El festival se consolida, encanta pero aún no convence tras su segundo año en el Parque Bicentenario de Cerrillos. Será tarea aún pendiente mejorar los accesos y otros puntos al interior del recinto para que la experiencia sea aún más accesible y cómoda.