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Santiago Gets Louder 2019
Published
4 años agoon
En su cuarta edición, Santiago Gets Louder puede afirmar con toda seguridad el haber concretado el evento metalero más apoteósico del año. Tres leyendas del thrash metal a nivel mundial, precedidas por la apertura de nuestra propia leyenda criolla, Pentagram Chile, hicieron del Estadio Bicentenario Municipal de La Florida un verdadero infierno. A horas de realizarse el evento, todas las localidades se encontraban totalmente agotadas, lo que se tradujo en más de veinte mil fanáticos de la música pesada a la espera de sets de más de una hora de duración –algo que no ocurre en todos los eventos de esta índole– y la despedida de Slayer, la banda más representativa del estilo, en una actuación que mezcló agresión con emoción, y que hizo de este SGL una experiencia inolvidable.
Pentagram Chile
Los veteranos nacionales dieron el puntapié inicial al evento. Con más de treinta años de historia a sus espaldas, Pentagram Chile tenía que ser el número que diera inicio a esta cumbre del thrash. Con el incombustible Anton Reisenegger al mando del cuarteto, el conjunto se mandó una hora de espectáculo donde, además de destacar su sólido set de canciones, sobresalieron del resto de las bandas en el certamen por mostrar un sonido demoledor y muy bien definido, equiparándose sólo a lo que logró hacer Slayer.
El público ya era masivo a la hora en que los chilenos salieron al escenario, recibiendo el espaldarazo de la audiencia, que disfrutó desde el principio formando mosh pits en plena cancha del estadio pese al calor de la tarde. “La Fiura”, “Under The Spell Of The Pentagram” y “Demoniac Possession”, esta última siendo la encargada de cerrar el show del grupo, fueron de los puntos destacados de la presentación de los compatriotas, quienes se despidieron ante los aplausos del respetable con la satisfacción de ser los representantes más sólidos del thrash en nuestro país y de haber sonado como un verdadero titán en una tarde de gigantes.
Kreator
Desde Alemania, Kreator regresaba a Chile, una tierra con la que ha formado un vínculo indeleble, esta vez para tomar el lugar de Megadeth en el cartel del festival, luego de que los norteamericanos tuvieran que dar un pie atrás debido al diagnóstico de cáncer de garganta que sufre Dave Mustaine. La noche del sábado Kreator tuvo su previa con un show íntimo en Cúpula Multiespacio, donde estrenaron a su nuevo bajista, Frédéric Leclercq, más conocido por sus años en Dragonforce y quien ahora hizo lo propio junto a sus colegas en escala masiva, frente a una fanaticada que lanzó la casa por la ventana durante la actuación del combo germano.
Y lo de lanzar la casa por la ventana no es una exageración: mientras sonaban canciones como “Violent Revolution” o “Extreme Aggression”, las protecciones de plástico que cubrían la cancha donde juega el equipo Audax Italiano volaban por los aires, cuando eran lanzadas por los fanáticos que se vieron en la necesidad de quitar estas protecciones para poder moshear con mayor fluidez. Esto trajo como consecuencias algunos incidentes con estos pedazos de plástico cayendo sobre las cabezas del público que no estaba interesado en formar parte del “baile”. Quizás el único punto negro del día, ya que, por la inconciencia de algunos, más de alguna lesión le arruinó la tarde a un espectador.
Volviendo al show de los alemanes, como nos suelen tener acostumbrados, estuvieron impecables. Cortando un par de canciones que presentaron la noche anterior, dejaron lo más poderoso para contentar a los miles de metaleros que gozaban de su música. “Enemy Of God”, “Betrayer” y “Pleasure To Kill” fueron lo más destacado de su repertorio, donde también brillaron efectos especiales como máquinas de humo, serpentinas y papelitos que salían disparados al aire, o los lanzallamas que acompañaban el coro de “Satan Is Real”, transformándose en el acto más vistoso de la tarde. Kreator se despedía una vez más de la fanaticada local prometiendo un retorno que, de seguro, no tendremos que esperar mucho para que se concrete.
Anthrax
A estas alturas, pareciera que Anthrax está en una competencia con Megadeth –y hasta cierta medida con Kreator– para convertirse en la banda extranjera de metal que más veces se ha presentado en la capital en una sola década. Este redactor ya ha podido disfrutar de su espectáculo en seis oportunidades –contando la de SGL y omitiendo la de 2017 en el Teatro Caupolicán–, y lo que siempre se agradece del quinteto es que su presencia en escena sea sinónimo de fiesta y desorden. Pero ayer ocurrió algo extraño, ya que, por alguna razón, el público no reaccionó con el mismo vigor que en años anteriores, e incluso, cuando la banda hacía de todo para animarlo, la masa no enganchó con el retorno de los neoyorkinos.
A lo anterior se le puede achacar un inicio con muy mal sonido. De todas las bandas del festival, Anthrax fue la que comenzó con la peor mezcla y volumen. “Caught In A Mosh”, que fue precedida por la intro de “Cowboys From Hell” de Pantera, armó el caos en la cancha, pero el exceso de bajos y el tímido volumen de las guitarras hacía que todo fuera difícil de apreciar. Sin embargo, la banda no bajo el ritmo y continuó sin pausas con “Got The Time” y “Madhouse”, logrando levantar los ánimos, aunque sin alcanzar las cuotas de agresión que provocó Kreator con su presentación.
Esta debacle se notó aún más en la sección formada por “Now It’s Dark”, “In The End” y “A.I.R.”, con la muchedumbre inmóvil mirando el escenario. Scott Ian lo hizo notar cuando tuvo la oportunidad de hablar con el público, preguntándose: “¿Qué ocurre?”, cuando trataba de animar al público y sólo recibía unos tibios gritos de vuelta. Este redactor no sabe si achacar esta carencia de energías al cansancio de la tarde, al sonido –que mejoró conforme avanzaba la actuación– o a las ansias por ver al gran show de la noche, pero este debe ser el show más bajo de los estadounidenses en estas latitudes a la fecha.
“Antisocial”, con Belladonna cantando con los fanáticos en la barricada, y la gigantesca “Indians”, donde al fin el grupo logró contagiar al estadio de todo su poder, bajaron el telón a esta nueva presentación de Anthrax, que, cumpliendo con todas las expectativas en los últimos minutos de su intervención, dejó una sensación de que en esta ocasión no logró armar la fiesta metalera por la que tan bien son conocidos. Esperamos que las cosas sean mucho mejores este martes en su show en Viña del Mar.
Slayer
La gran gira de despedida de la leyenda del thrash metal por fin llegó a nuestro país con dos fechas que fueron etiquetadas como “los últimos shows de Slayer en Chile”. Si es la última vez que los veremos sobre un escenario, tal como lo cuestionó Phil Anselmo en la entrevista que le hicimos hace un tiempo, es algo que podemos poner en duda, teniendo en cuenta que en el pasado muchas bandas han usado el mismo anuncio como una táctica comercial para después seguir haciendo su trabajo como si nada. Pero si confiamos en las palabras del cuartero y en la emoción que mostró Tom Araya en el epílogo del festival, puede que realmente estemos presenciado el final de Slayer.
Para el tour final el grupo viene tocando una selección de canciones que representa lo mejor que han hecho en sus casi cuarenta años de existencia, set que, en la opinión de quien redacta, queda muy por debajo de otros que han presentado en el pasado. Recordemos, por ejemplo, el show que realizaron el año 2012 en el desaparecido Maquinaria Festival. En esa ocasión tocaron cinco cortes de “Reign In Blood” (1986), el que sin dudas es su mejor disco y una obra maestra del estilo, además de otros clásicos de su época ochentera, que es por seguro el período más prolífico de su carrera. Para esta gira final sólo tres canciones de su mejor álbum pueden ser escuchadas, pero, en cambio, tenemos dos cortes de “God Hates Us All” (2001) y uno de “Undisputed Attitude” (1996), dos discos que no son de lo más vistoso que el grupo tiene para ofrecer.
Si la consiga era repasar por lo menos una canción de cada LP, esa idea tampoco se cumple, ya que se omiten “Diabolus In Musica” (1998) y “Christ Illusion” (2006), lo que hace todavía más extraña la decisión de agregar las canciones antes mencionadas. Es por esa razón que esta gira final pareciera, desde la perspectiva de la construcción del setlist, una más entre todas las que han hecho. Sin embargo, había que presenciarla en vivo y, como siempre, Slayer no decepciona.
Es tremenda la diferencia de Slayer con respecto al resto de las bandas del festival cuando se paran sobre el escenario. Desde el sonido demoledor, las luces y la performance de los músicos, Slayer se gana su puesto como la banda más grande thrash metal no sólo por sus clásicos, sino que por el peso de su sola presencia en el escenario. Incluso si nos dejaron sin la parafernalia de esta gira (que consistía en lanzallamas y otros efectos especiales que hacían de toda la experiencia una aún más infernal), el cuarteto se las arregló para volarle la cabeza a la muchedumbre, que para la patita final se portó como debía y revivió el caos que un show de esta categoría se merece.
“Repentless”, “Postmortem”, “War Ensemble” y “Disciple” marcaron la primera mitad del set, mostrando la buena forma de los músicos. Las dos piezas esenciales del grupo, Araya y King, siguen haciendo su trabajo a la perfección, mientras que Holt y Bostaph cumplen con las composiciones del grupo. Sería de lujo poder tener a Lombardo de vuelta en los tarros, sobre todo si esto resulta ser efectivamente el último tour de Slayer, pero Bostaph merece el respeto de los fans y su trabajo en vivo es impecable.
“Gemini” y “Payback”, las dos canciones cuestionadas anteriormente, funcionan muy bien en vivo, mostrando matices del sonido con el que el grupo experimentó durante la década pasada, pero cualquier otro corte de su mejor época hubiese tenido un mejor efecto en el acto. Se agradece la inclusión de pequeñas joyitas como “Temptation” y “Born Of Fire”, además de la presencia de clásicos inmortales como “Seasons In The Abyss”, “Hell Awaits”, “Black Magic” y ese himno que es “Raining Blood”.
El final, como siempre, lo dio la mortal “Angel Of Death”, invitando a todo el mundo a destruir lo último que quedara en pie y dando paso al momento más especial que ha tenido un concierto de Slayer en nuestro país, cuando Tom Araya se quedó a solas en el escenario recibiendo la ovación de la fanaticada durante más de cinco minutos. Aplausos, cánticos y otras manifestaciones de amor fueron selladas por un desgarrado “¡Viva Chile, mierda!”, por parte del vocalista, en un momento que dejó a muchos con un nudo en la garganta. Jamás esperamos que al final de un recital de Slayer fuéramos a terminar con ganas de llorar. Gestos como este nos pueden confirmar que esta fue una de las últimas presentaciones de la banda, por lo menos en nuestro país, lo que nos deja muchas expectativas para el show en la quinta región, donde esperamos que las emociones sean desbordantes.
Así finalizó este Santiago Gets Louder 2019, con una postal para el recuerdo y más de ocho horas de thrash metal a la vena, en una cumbre que congregó a todos los que amamos la música agresiva no sólo por la energía y rabia que transmite, sino que por las emociones más profundas que nos evoca, las que anoche dieron la despedida a una leyenda que, ojalá, no se vaya todavía. Pero si este llega a ser el fin, desde esta tribuna sólo podemos decir: “¡Viva Slayer, mierda!”.
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Durante el penúltimo viernes de mayo se llevó a cabo uno de los acontecimientos metaleros más esperados de la temporada: el regreso de Deicide a seis años de su último paso por el país. El entusiasmo fue tal, que se vendieron la totalidad de las entradas dispuestas en las dependencias del Teatro Cariola, augurando una cita de ensueño para cientos de fanáticos del death metal. Y así fue, pese a que el plato principal no estuvo a la altura de su legado, este viernes vivimos una letal maratón de riffs aplastantes y rugidos del inframundo.
Debemos partir por destacar la participación de las dos bandas chilenas que fueron convocadas para abrir la jornada. Tanto Anima Inmortalis como Bonebreaker se despacharon unos sets impecables, con un sonido claro a la vez que demoledor. Lo de los nacionales no debería ser una sorpresa para nadie que haya seguido sus carreras a lo largo de los años, pero no deja de ser motivo de admiración el profesionalismo que han alcanzado. Es feo decirlo, pero es probable que, de tratarse de bandas internacionales, más específicamente, de Europa o Norteamérica, los compatriotas serían nombres relevantes y con un poder de convocatoria e influencia mucho mayor al que poseen en la actualidad como una banda chilena. Pero bueno, es lo que hay, y lo que hay es para aplaudir, porque más allá del apoyo que siempre se profesa para “el producto nacional”, lo que hace Anima Inmortalis y Bonebreaker brilla por méritos propios y anoche se mandaron dos actuaciones implacables.
Tocaba el turno del primer plato fuerte de la velada, los canadienses de Kataklysm, quienes también habían realizado su último recital en la capital hace seis años. En promoción de su más reciente larga duración, “Unconquered” (2020), el cuarteto se tomó el escenario del teatro de la calle San Diego, para presentar un set elegido con pinzas que dejó satisfechos a todos los presentes. “Push The Venom” abrió los fuegos, mostrando a una banda enérgica dispuesta a poner de su parte a todo el recinto. A sabiendas de que no eran los protagonistas del evento, los canadienses se limitaron a hacer bien su trabajo, echando mano a las frases justas para motivar a la audiencia y tocando los cortes precisos para mantener la fiesta en alto. “Crippled & Broken”, “In Shadows & Dust” y “The Black Sheep”, fueron las canciones destacadas hacia el final de la actuación de los norteamericanos, quienes se retiraron del escenario llevándose la ovación de la fanaticada, que a esa hora ya había repletado el teatro y se encontraba sedienta de sangre y metal.
La promesa del retorno de Deicide a suelo nacional, era la de tocar por completo el disco “Legion” (1992), el segundo de su carrera y que marcó a la historia del estilo, convirtiendo a los estadounidenses en referentes absolutos del death metal, juntos a nombres como Cannibal Corpse o Morbid Angel. El año pasado el LP cumplió treinta años de historia, por lo que era apropiado realizar una gira mundial de celebración, y anoche le tocó el turno a Santiago, ya que el día anterior, tanto Deicide como Kataklysm, hicieron lo propio en Talcahuano. Lamentablemente, el cuarteto, por lo menos al inicio del show, no estuvo a la altura de las circunstancias, no solo restándole épica a su entrada, apareciendo como si nada en el escenario para probar y afinar sus instrumentos antes de comenzar a tocar, sino que también con un sonido que estuvo muy por debajo de lo esperado, logrando incluso sacar reclamos de miembros de la audiencia.
Incluso si el caos reinaba tras la barricada, era netamente por el fervor de la audiencia y el poder que las canciones de por sí ya cargaban, porque sobre el escenario, Deicide entregaba una experiencia opaca y mediocre. Las canciones del legendario disco pasaban una tras otra sin matices ni puntos álgidos, solo sirviendo como motor para el alboroto que se desató entre los seguidores del grupo, donde abundaron los rescates sobre la barricada y las narices sangrantes. “Revocate The Agitator” dio por terminada la revisión de “Legion”, para pasar a los clásicos seleccionados para rematar la noche, donde, como si se tratara de un milagro, el sonido mejoró y pudimos tener una experiencia como debió haberse dado desde la primera nota.
“Once Upon The Cross”, “Scars Of The Crucifix”, “Homage For Satan” y “Dead By Dawn”, remataron la maratón de death metal que vivimos en el Teatro Cariola. Sin espacio para un bis, el grupo liderado por Glen Benton se apegó al libreto y abandonó el escenario con el mismo desdén con el que ingresaron. Es sabido que, para el bajista y vocalista, la música es exclusivamente un negocio, pero algo de cariño o dedicación a su arte, sería algo muy bienvenido. Deicide retornó a Chile y cumplió con lo mínimo, y eso fue suficiente para que cientos de metaleros se dieran un festín, en una noche donde el talento nacional brilló bajo la sombra de los nombres estelares.
Setlist Kataklysm
- Push The Venom
- Guillotine
- Narcissist
- The Ambassador Of Pain
- Where The Enemy Sleeps…
- Manipulator Of Souls
- The Killshot
- Outsider
- Crippled & Broken
- As I Slither
- In Shadows & Dust
- The Black Sheep
Setlist Deicide
- Satan Spawn, The Caco-Daemon
- Dead but Dreaming
- Repent To Die
- Trifixion
- Behead The Prophet (No Lord Shall Live)
- Holy Deception
- In Hell I Burn
- Revocate The Agitator
- Once Upon The Cross
- When Satan Rules His World
- They Are The Children Of The Underworld
- Scars Of The Crucifix
- Sacrificial Suicide
- Homage For Satan
- Dead By Dawn
Fotos por Francisco Aguilar (@franciscoaguilar.ph) para Spider Prod.
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