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Santiago Gets Louder meets Solid Rock 2018
Published
5 años agoon
La discusión respecto a la percepción de una propuesta rockera en las últimas semanas ha rondado las visiones dispares sobre el álbum debut de Greta Van Fleet, con polaridades que ponen en un lado cómo un pastiche termina luciendo como un plagio, y por otro la defensa a ultranza del rock y lo poco que pareciera que va quedando. Al final, nada de eso es relevante porque el rock no está muriendo ni nada cercano a eso, y una banda sin identidad propia aparente tampoco es una amenaza tan grande, en especial cuando las “viejas glorias” siguen siendo capaces de entregar material fresco, convocando multitudes, sin traicionarse a sí mismas o a su público.
Este auspicioso panorama se puede desprender de la exitosa nueva versión de Santiago Gets Louder, esta vez en alianza con el festival Solid Rock que se realiza en Argentina y Brasil, derivando en un nombre compuesto que probablemente nadie mencionó completamente alguna vez, pero que trajo de regreso a nuestro país a dos nombres ampliamente queridos del rock, Judas Priest y Alice In Chains. Con un evento que terminó vendiendo todo el aforo de Movistar Arena, sin duda que el marco sería el preciso para tales bandas, en especial en el formato afable y muy ordenado de dos escenarios, uno dentro del Arena y otro fuera, con espacio amplio, pasto, árboles (aunque sean plátanos orientales) y una postal que se ve poco, como la de las barandas en las escaleras a las plateas alta y tribuna llenas de gente, como un teatro improvisado, realmente aportando a las imágenes que quedan del evento en sí.
TEMPLE AGENTS
Es en este espacio que comenzó el festival –que se caracterizó por una puntualidad extrema–, con el grupo nacional Temple Agents, uno de los créditos chilenos que más ha podido construir desde un hard rock que no por ser conservador es menos potente. Ale Solar es un frontman cuya voz se acomoda bien a riffs potentes o arpegios claros, y la onda que va poniendo es la precisa para una audiencia que se cuenta casi en miles ya a esa altura, pese a que faltaban horas importantes para los headliners.
A lo largo de 33 minutos (porque partieron a las 16:27), Temple Agents recorrió sus dos discos a la fecha, “Find The Place” (2014) y “Rise”, este último salido el 1 de enero de este año, y que fue el centro del show, mostrando la clara evolución del conjunto en tracks como “10 Years Ago” o “Listen What I Say”, dejando en claro que la abrasividad de los riffs es capaz de capturar atenciones y ganarle al viento que podría haber arruinado el sonido, pero que no alcanzó a generar mayores problemas. “Find The Place” fue la despedida para el cuarteto que dejó una muy buena impresión, y que fue una gran elección para iniciar la larga jornada.
BLACK STAR RIDERS
Concebidos como la continuación espiritual de los clásicos Thin Lizzy, con Ricky Warwick y Scott Gorham a la cabeza del proyecto, Black Star Raiders arribó al escenario principal con tres discos bajo el brazo, siendo el más reciente “Heavy Fire” (2017), registro con el que siguen dando la batalla erigiendo la bandera del hard rock. El quinteto de raíces irlandesas lo dio todo en una hora de espectáculo, donde lograron ganarse al público y mostrar lo mejor de su repertorio, incluidos un par de covers de Thin Lizzy.
Canciones como “All Hell Breaks Loose”, “Kingdom Of The Lost”, junto a las reversiones de “Jailbreak” y “The Boys Are Back In Town”, fueron de lo más destacado de la banda, que cerró su set con la canción “Bound For Glory”, cumpliendo con un show potente, pero que se queda demasiado estancado en una fórmula añeja sin mostrar nada nuevo y, teniendo en cuenta que se trata de una banda aparte a Thun Lizzy, su propuesta en vivo se siente como un tributo a la nostalgia que no calza con el espíritu juvenil y enérgico del conjunto. En fin, cumplieron y el público disfrutó de la música y eso parece ser suficiente.
RECRUCIDE
Si alguien se había alcanzado a relajar o creía que el metal estaba ausente, Recrucide llegó para patear la cama y brutalizar los oídos desde las 17:29 hrs. con un sonido compacto y agresivo, tratando de sacarle todo el partido posible a la media hora que tenían. Concentrando el setlist en “The Cycle” –ese excelente disco que sacaron en 2017–, se lograban ver las cabelleras volando al ritmo del cabeceo, o las mismas cabezas tratando de seguirle la pista a los bombos de Guillermo Pereira, que en todo momento fueron frenéticos y a prueba de metrónomos.
Rodrigo Zepeda ponía intensidad en su voz y distorsión en su bajo, y sólo hubo pausas para agradecer a la gente por llegar temprano y también para presentar una sorpresa, un cover de “Mambo de Machaguay” de Los Jaivas, en clave casi imperceptible respecto a la original por la rapidez dispuesta, pero al mismo tiempo con ese ánimo y energía para impulsar que todo el mundo lo pase bien que tiene esa canción. Ese fue el objetivo de Recrucide –además de ser los representantes del metal más brutal–, con una capacidad de armar un show que pase por encima de todos y todas con un sonido excepcional y una pulcritud que muchos se la querrían. Un lujo para el metal nacional.
CRIMINAL
Los dirigidos por Anton Reisenegger fueron el último número en presentarse en el escenario secundario del recinto. El cuarteto nacido en Chile y actualmente asentado en Inglaterra, sigue haciendo historia como una de las bandas más importantes del estilo que ha salido de nuestras tierras, y en la tarde de ayer mostraron todo su poderío en 45 minutos de thrash metal a la vena. Frente a un público fiel y enérgico, Criminal fue la antesala perfecta para los dos platos fuertes de la jornada.
“Down Driven”, extraída de su último disco “Fear Itself” (2016), sumada a clásicos como “Slave Master” o “Victimized”, fueron de lo más destacado del show, donde el mosh pit se mantuvo activo de principio a fin. Las palabras de agradecimiento a la concurrencia de Reisenegger entre canciones, fueron las únicas pausas que conoció la breve presentación. “El Azote”, “Aquelarre” y “New Disorder” pusieron fin a la actuación de Criminal, quienes se bajaron del escenario como los grandes que son.
ALICE IN CHAINS
Los headliners eran esperados por todos, y eso quedó claro cuando la Arena se repletó para ver a Alice In Chains, que, como fue la tónica, comenzaron un par de minutos antes de la hora convenida, con unos toques de la tecla Mi Mayor de un piano, que podría recordar a “Runaway” de Kanye West o “Welcome To The Black Parade” de My Chemical Romance, pero que en verdad eran referencias al soundtrack de “The Shining”, para de inmediato pasar a “Check My Brain”, ese track que trajo de regreso a AIC luego de muchos años, luego de muchas dudas, luego de la muerte de Layne Staley y también de toda una forma de sentir para la banda. Una transición potente, entretenida, despreocupada, con tanta confianza, que seguir adelante sale simple y ahí está la fortaleza de cómo el legado anterior puede verse fresco al interactuar con los tres discos que ya ha editado la agrupación tras su reunión.
El público chileno no necesita de nostalgias cuando se trata de Alice In Chains, y las canciones nuevas son igual de bien recibidas que las antiguas, como pasó con “Again” y “Never Fade”, pero por supuesto que los karaokes colectivos se exacerbaron en momentos como “Them Bones” o la sorpresiva “Heaven Beside You” porque los recuerdos están, y para muchos cantar “Down In A Hole” a garganta expuesta es parte de un ejercicio de comunión o de liberación. Sea cual sea el estilo, un concierto siempre trae esas imágenes de devoción y felicidad, de emoción sin par, donde todos están en el mismo espacio con la misma música.
El único problema con el show fue el mal manejo del rebote en el sonido, que hacía que todo se escuchara con cierto grado de eco, algo que recién se controló por completo cuando la banda hizo “No Excuses”. Otra cosa medio difícil de comprender era el trabajo visual, porque a veces la iluminación mostraba un camino y en otros casos las pantallas eran protagonistas, no con una completa coherencia en esa materia, que podría haber complementado aún mejor el show.
Aún así, es innegable que la banda sonó como la unidad bien compactada que es hoy y que William DuVall ya no es el “reemplazante” de Wayne, sino que se ha ganado un espacio en el corazón de los fanáticos, algo complementado con la comunicación que generaba desde el escenario, tratando de tirar frases en español, sin esa mirada corporativa que muchos tiran cuando usan ese recurso, sino con genuina intención, en tanto que Jerry Cantrell también daba las gracias y se remitía a ser ese guitarrista cuyos riffs han creado tanta memoria para sus fans.
La etapa actual de AIC es mucho más cruda y mucho más potente en sus sonidos, como se nota en la durísima “Stone” o en “The One You Know”, primer sencillo de “Rainier Fog”, disco lanzado hace algunas semanas que era la excusa para el tercer reencuentro de Alice In Chains con el público chileno, uno que no sólo quería crudeza, sino también ternura como la que destila la sensible “Your Decision”, que fue coreada como si fuera un clásico. Y la banda se sintió tan cómoda, que en vez de salir del escenario y destinar luego el encore, siguieron ahí para no interrumpir la energía del show. El trío final con “Got Me Wrong”, “Would?” y “Rooster” no sólo fue perfecto, sino también daba cuenta de cómo la gente se dejó llevar a través de un setlist que sonó fresco, con la fuerza de hoy, sin olvidar a Layne, en casi noventa minutos de un gran espectáculo.
JUDAS PRIEST
Con poder de fuego retornaron los ingleses a nuestro país, de la mano de uno de los shows más poderosos de los que han dado por estas tierras. Porque Judas Priest no sólo se las arregló este año para lanzar uno de los mejores discos de su holgadísima carrera, el notable “Firepower”, sino que también para llenarse de energía y volver con una performance donde destacó el desempeño del incombustible Rob Halford y el de Richie Faulkner, guitarrista que ha tomado un rol protagónico luego de que Glenn Tipton se viera forzado a abandonar el quinteto luego de que se le diagnosticara Parkinson y tuviera que ser relevado en el escenario por el productor Andy Sneap.
Faulkner pasó a ser definitivamente el segundo hombre sobre el escenario, llevándose casi la totalidad de los solos y compartiendo junto al Metal God la tarea de dirigir el gran espectáculo de los británicos. Y por mucho que se eche de menos la presencia de Tipton, hay que admitir que esta formación de Judas Priest es explosiva y nos entregó un espectáculo memorable.
Además de los sencillos más destacados de su nuevo álbum, el conjunto desempolvó material de su época setentera y de los primeros años de los ochentas, para dar forma a un repertorio dinámico y preciso. “The Ripper”, “Desert Plains”, “Running Wild” y “Grinder” sorprendieron en la primera parte del concierto, clásicos que hacían su debut en nuestro país en una jugada que es de valorar, ya que Judas Priest siempre se preocupa de complacer a sus fans refrescando su set agregando joyitas como las presentadas anoche en su espectáculo. Los clásicos no podían faltar y con gran entusiasmo fueron disfrutados cortes como “Turbo Lover”, “Painkiller”, “Breaking The Law” y “Freewheel Burning”, otro los grandes hits que hizo su debut en Chile.
“Living After Midnight” dio por finalizada la fiesta en el Movistar Arena, con un recinto a tablero vuelto disfrutando de la explosión de metal de Judas Priest. Así finalizaba otra jornada memorable de música en vivo, donde el rock, el grunge y el metal unieron fuerzas para hacer vibrar a miles de fanáticos que se dieron cita en este Santiago Gets Louder Meets Solid Rock. Esperamos revivir la experiencia el próximo año, a ver con qué nos sorprenden, ya que este 2018 dejó la vara bien alta.
Setlist Alice In Chains
- Check My Brain
- Again
- Never Fade
- Them Bones
- Dam That River
- Hollow
- Heaven Beside You
- Down In A Hole
- No Excuses
- Stone
- We Die Young
- Your Decision
- Angry Chair
- Man In The Box
- The One You Know
- Got Me Wrong
- Would?
- Rooster
Setlist Judas Priest
- Firepower
- Running Wild
- Grinder
- Sinner
- The Ripper
- Lightning Strike
- Desert Plains
- No Surrender
- Turbo Lover
- The Green Manalishi (With The Two Prong Crown) (original de Fleetwood Mac)
- Night Comes Down
- Guardians
- Rising From Ruins
- Freewheel Burning
- You’ve Got Another Thing Comin’
- Hell Bent For Leather
- Painkiller
- The Hellion
- Electric Eye
- Breaking The Law
- Living After Midnight
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En momentos donde la memoria emerge como acto reflejo tras un oscuro día sábado lluvioso, pareciese que la música se vuelve un viaje en el tiempo, donde nuestra historia se hace vívida en un recuerdo. Sin planificarlo ni intencionarlo, este sería el contexto en donde se llevaría a cabo una nueva visita de Virus, una de las banda trasandinas más queridas en territorio nacional.
Entre sobrios abrigos, chaquetas y paraguas, el Teatro Coliseo comienza a tomar forma. Los primeros asistentes no dudan en tomar los puestos privilegiados para esta jornada de recuerdo, baile y clásicos del rock latino. Mientras sigue ingresando el público, se hace evidente que la música es un legado que también se puede transmitir de generación en generación, ya que las y los asistentes que se convocan a este espacio, también son jóvenes, hijas e hijos.
Zebra 93 fueron los encargados de iniciar esta jornada. La banda que se compone de dos chilenos y una argentina, logran capturar la atención de la decena de responsables asistentes que llegan al recinto de Nataniel Cox pese al frío, la lluvia y tenue neblina; por lo mismo, es que buscan entrar en calor en tiernos y tímidos pasos de baile al ritmo de un carismático electropop, por este motivo, tracks como “Veleros”, “Otros” y “Las Olas” se vuelven la previa de una dichosa y feliz noche, como metáfora y acción.
Tras finalizar una cándida presentación, Zebra 93 se despide con “Corazonada”, el recinto con más de la mitad de su capacidad, cede ante la delicadeza de este afectuoso track. Entre buenos deseos, la banda deja el escenario y comienza la cuenta regresiva para la visita de Virus en Chile, por lo mismo, el staff de la banda raudamente sale por los costados del escenario, acomodando y probando instrumentos bajo el alero y liderazgo de una roadie mujer, quien con impoluta seguridad, se destaca con proeza en el momento más íntimo de los shows en vivo.
Sin vacilaciones, la banda sale al escenario en coordinada elegancia. Evitando las aletargadas introducciones, Virus comienza su presentación con “Sin Disfraz”, dejando en claro que sus propios éxitos son la mejor manera de romper el hielo. Continuamos con “Tomo Lo Que Encuentro”, “Lugares Comunes” y “Pecados Para Dos”, sentenciando que “Locura” (1985) es uno de los discos más importantes de su carrera, pero también es un disco esencial en la música latina, apostando por sonidos y acordes llamativos para apropiarse de la retórica de la sexualidad, como un campo de democratización del placer y no un secreto a voces.
El público rendido ante coros colectivos y bailes de cargada energía, dan cuenta que la primera resistencia es reapropiarse de la música y el baile, aunque el contexto jamás lo permita, una premisa que se plasma en la historia de la banda que también se encarna en el legado de Federico Moura, quién hoy se hace presente en este show por su capacidad propositiva, pero también en las gráficas que dibujan su rostro en “Dicha Feliz”, logrando que la decena de asistentes se refugien en esta interpretación colectiva, que guarda memorias que se guardan en lo más profundo de nuestro silencio.
Virus deja el escenario con todos los éxitos de su carrera a disposición de un público que los siguió desde juventud y que hoy vuelven con más años, algunos vuelven de la mano con sus hijas e hijos, mientras que otras y otros asistentes se hacen presentes por el legado histórico que esta banda significa en lo musical y lo personal. “Wadu-Wadu”, “Una Luna de Miel en la Mano” y “Carolina”, son los tracks que cierran esta potente velada que ni el frío, pudo cesar el fulgor de este público que se declara en dicha feliz. Caras de asombro, alegría y satisfacción dejan el recinto que se transformó en un viaje en el tiempo. Volvemos al 2023 con frío y hambre, pero siempre reflexionando en las palabras de Federico Moura que se toman la presentación, porque sí, es verdad: “Hay que salir del agujero interior”.
Setlist
- Sin disfraz
- Tomo lo que encuentro
- Lugares comunes
- Pecados para dos
- Dame una señal
- Superficies de placer
- Imágenes paganas
- Destino circular
- Ausencia
- ¿Qué hago en Manila?
- Desesperado secuencia uno
- Dicha feliz
- Despedida nocturna
- Transeúnte sin identidad
- Los sueños de Drácula
- Amor descartable
- El probador
- Densa realidad
- Pronta entrega
- Hay que salir del agujero interior (Federico Moura en las Gráficas)
- Wadu-Wadu
- Mirada Speed
- Una luna de miel en la mano
- Carolina
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