

En Vivo
SAM Fest, segunda versión
Published
6 años agoon
Cuando se piensa en los festivales que ocurren cada fin de semana en la capital, un componente es común: el sentido de una comunidad que, en mayor o menor medida, conforma un todo que se da cita en cierto momento en el que hay entendimiento y puro goce con la música. Esto es ayudado por las elecciones correctas, con cierto esmero cuando son espacios creados por la autogestión o por las ganas de grupos de gente hacia el mismo lado. En otros casos, la idea de un festival se esfuma en pos de objetivos más concretos y menos místicos, como mostrar música ante audiencias diversas que se congregan en torno a ciertas figuras a las que se agregan otras de forma subrepticia. Este último es el caso del SAM Fest, que en su segunda edición en el año se concentró en ser un showcase más que un festival, con un ancla clara como fue Planeta No y un cartel muy ecléctico, pero también con cuotas de calidad y variedad aseguradas en la previa.
Aunque el público llegó lentamente al Teatro Mundo Mágico, recinto que aún es poco utilizado para eventos musicales de carácter masivo, la jornada se desarrolló con una energía que contrastaba con el frío exterior, entre baile, pop, indie y rock, en una mezcla que funcionó desde el principio de la jornada con la banda más “nueva” en el cartel, Cuarto Flotante. El grupo, pese a llevar poco tiempo presentándose en vivo, demuestra capacidad de tener un sello propio sin salirse por completo del llamado “pop de guitarras”, en este caso con arranques instrumentales que le deben más al rock progresivo de Pink Floyd que al pop. “Hung” se nota como sencillo principal de la banda, pero pareciera que falta algo para que el vocalista Paulo Cifuentes suene completamente integrado a las canciones. A veces, los tonos o los tiempos no cuajaban de lleno, afectando el entendimiento de las letras incluso, pero tampoco ocurría por alguna falta de la performance del cantante, sino que simplemente faltan shows en vivo para darle a Cuarto Flotante esa solidez que puede ser una gran carta de presentación, y que partió a las 16:45 hrs. con el SAM Fest.
Apenas 10 minutos después del último acorde de Cuarto Flotante, se subió al escenario Sien, el nombre con más historia presente en el festival, pero, por cierto, en una especie de renacer donde el foco está en Tomás Roca, el bajista y vocalista, quien es el único miembro fundador de una de las lumbreras del rock-pop alternativo de mediados de los 90. Sien tiene más cancha y experiencia, y también más sentimientos al estar en vivo. El recuerdo de Rubén Riveros, guitarrista fundador y co-creador de los primeros temas con Tomás, fallecido en 1995, pudo ser enigmático para un público que en su mayoría rondaba la veintena de años, pero sin duda es algo poderoso que muestra parte de las motivaciones para Sien en 2017. En materia sonora, el formato trío conseguía mezclar un rock alternativo con una espiritualidad más abierta, y la mezcla funcionó en los 33 minutos que duró su presentación, donde tocaron temas como “Caer” de su disco “Global” (2015) y un par de su anterior etapa, esperando que sea la primera de muchas veces en las que se crucen generaciones y esto permita ver más cerca a Sien.
Urban Monk es parte de un grupo de bandas del “nuevo pop chileno”, que son capaces de levantar muertos gracias a una dinámica implacable entre un pulso rápido y melodías precisas. El Chai, su vocalista, se pone nervioso con los problemas en el retorno, pero al mismo tiempo es simpático y cercano, entre canciones que hablan de carretes, problemas y amores. El proyecto surgido en La Serena es ligero, pero pesado, y sale airoso con mezclas improbables, entregadas de lleno, con una solidez impávida que se alargó por los 36 minutos que tocó el cuarteto.
Quizás donde hubo dificultades mayores fue en el show de Los Valentina, que, entre los problemas del retorno para varios de sus integrantes y un evidente resfrío de la vocalista Valentina Martínez, pudo haber visto mermada su llegada a la gente, pero que, en vez de eso, logró dejar en claro el poder de sus canciones. Su EP “Señoras” (2016) es una instalación de lleno de otros conceptos para las bandas nuevas. No se trata de tener a los referentes en la independencia, sino que en la canción pop, y más específicamente en el pop latino de antaño, de ese que se escuchaba en radio AM, tal como funciona en los compases de “Señora Civilizada” o “Antes De Dormir”. Pese a todo, Los Valentina no falla gracias a lo más importante: la creación.
El primer gran momento del festival lo entregó Patio Solar, que parece estar exorcizando los fantasmas de las presentaciones mediocres que dieron en ciertos momentos del año para volver a hacer grandes cosas en el escenario, y de la mano de su material más logrado. Una triada del EP “Los Movimientos” (2016) dio inicio a un show con un sonido impecable, que, al segundo tema, “Tu Velocidad”, hizo que la gente por primera vez se parara de sus asientos y fuera hacia el espacio delante del escenario para saltar y corearlo, o también “Viajar en Metro” y “Destellos de Algo” del ya mítico “Temporada” de 2015, uno de los discos basales para la nueva generación. Patio Solar está tocando mejor que nunca y eso lo hicieron visible en un show que parece otro renacer para una de las agrupaciones con canciones que más sentido le hacen a un público como el del SAM Fest.
A las 20:20 hrs. se subió Bellyco, la otra banda que -al igual que Sien- tenía una trayectoria superior a esta década. Esto no es antojadizo, pensando que las sensibilidades a las que responde la música del quinteto no tienen tantos pies en el presente, sino que tiene ideas distintas, que mezclan sonidos como el stoner y el brit de forma muy interesante, y con un manejo del escenario que incluso su vocalista Paulo Gallardo, que lleva sólo dos años en la banda, ha podido capturar de buena manera. Sí, era la banda más “rock & roll” del cartel y se notó, con la distancia de buena parte del público, pero aun así sirvió como muestra de un armado de cartel que privilegió calidad sobre homogeneidad sonora.
Donde el público fue aún más cercano que lo que había sido con Patio Solar es con Medio Hermano. El cuarteto liderado por Mico Rubilar (el mismo de la batería en Los Valentina) destila vitalidad e intención en canciones rápidas y con la guitarra como medio principal de expresión, también con homenajes a César, quien le devolvió una guitarra robada a Mico, o a Manuel Gutiérrez antes de “Bajo El Mismo Cielo”, y para qué hablar del karaoke grupal en la barrera y digna de estadio llamada “Arturo”. Un set sólido, que nuevamente confirma a Medio Hermano como una fuerza de energía enorme.
Más de media hora tuvo que pasar para que la penúltima banda se subiera al escenario, aunque terminó valiendo la pena. Porque De Mónaco llegó con parafernalia, pero una que significa más que luces intermitentes o máquinas de humo. La precisión en el uso de diferentes tonalidades melódicas mezclado con ritmos complementarios, la coordinación de la iluminación, la energía del trío en escena, lo ponen en una vanguardia del pop electrónico nacional, y lo bueno es que en vivo son mucho más intensos que en disco. Aunque “El Siglo de las Luces” (2016) era un buen álbum, carecía de la fluidez que tienen en sus conciertos, con mayor intensidad y, por cierto, con mayor entrega. Una actuación perfecta para conocer en detalle una propuesta que se escapa de la austeridad del pop independiente en estos días, y es esa ambición confirmada en el escenario la que puede llevar lejos a De Mónaco.
A las 23:26, luego de casi siete horas de iniciado el festival, la última banda congregó a prácticamente todo el público para que se pusiera de pie. Planeta No tiene un acto que, sin tener mayores elementos extra en escena, parece estar acoplado de forma perfecta. Claro, han tocado tanto las mismas canciones y han trabajado en ellas tantas veces, que Gonzalo García parece hacer los mismos gestos en temas como “Zapatillas de Luces de Color” o “Casa Okupa”. Pero pese a este ensayo permanente y perfección que podría hacer que todo pareciera rutinario, Planeta No exhibe el dominio suficiente como para que todo suene fresco. Quizás la mayor pregunta era cómo Gonzalo no murió de frío con panties, polera y shorts, pero con esta banda hay más certezas que dudas, y nuevamente quedó en claro con un brillante set que cerró el SAM Fest.
En su segunda edición, este festival funcionó más como una muestra de bandas, con un escenario sencillo, muy buena capacidad de reacción y un sonido adecuado, pese a varios problemas con los retornos y algunos acoples menores. Sin duda que instancias así recuerdan que es importante formar audiencias e ir un poco más allá que los dominios del gusto propio, y ahí el festival entregó lo que se necesitaba. Hay deudas pendientes, como la generación de un público y que los propios eventos cumplan sus horarios (algo que sin duda no es exclusivo de SAM Fest) y, principalmente viéndolo en retrospectiva, la falta de mujeres en el cartel: de las nueve bandas, sólo dos tenían participación femenina y sólo en una es una mujer la que tiene un rol protagónico en la composición (Los Valentina). Aunque no les corresponde a los festivales el arreglar problemas instalados en el arte nacional, sí les compete intentar empujar las falencias observables. Eso es importante, tanto como armar buenas instancias para compartir la música, tal como observamos que fue a lo largo de una jornada que terminó a las 00:22 hrs. el SAM Fest, que en su segunda versión de 2017 ha mejorado y consolidado un espacio más para bandas y sonidos independientes.
Fotos por Luis Marchant
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En momentos donde la memoria emerge como acto reflejo tras un oscuro día sábado lluvioso, pareciese que la música se vuelve un viaje en el tiempo, donde nuestra historia se hace vívida en un recuerdo. Sin planificarlo ni intencionarlo, este sería el contexto en donde se llevaría a cabo una nueva visita de Virus, una de las banda trasandinas más queridas en territorio nacional.
Entre sobrios abrigos, chaquetas y paraguas, el Teatro Coliseo comienza a tomar forma. Los primeros asistentes no dudan en tomar los puestos privilegiados para esta jornada de recuerdo, baile y clásicos del rock latino. Mientras sigue ingresando el público, se hace evidente que la música es un legado que también se puede transmitir de generación en generación, ya que las y los asistentes que se convocan a este espacio, también son jóvenes, hijas e hijos.
Zebra 93 fueron los encargados de iniciar esta jornada. La banda que se compone de dos chilenos y una argentina, logran capturar la atención de la decena de responsables asistentes que llegan al recinto de Nataniel Cox pese al frío, la lluvia y tenue neblina; por lo mismo, es que buscan entrar en calor en tiernos y tímidos pasos de baile al ritmo de un carismático electropop, por este motivo, tracks como “Veleros”, “Otros” y “Las Olas” se vuelven la previa de una dichosa y feliz noche, como metáfora y acción.
Tras finalizar una cándida presentación, Zebra 93 se despide con “Corazonada”, el recinto con más de la mitad de su capacidad, cede ante la delicadeza de este afectuoso track. Entre buenos deseos, la banda deja el escenario y comienza la cuenta regresiva para la visita de Virus en Chile, por lo mismo, el staff de la banda raudamente sale por los costados del escenario, acomodando y probando instrumentos bajo el alero y liderazgo de una roadie mujer, quien con impoluta seguridad, se destaca con proeza en el momento más íntimo de los shows en vivo.
Sin vacilaciones, la banda sale al escenario en coordinada elegancia. Evitando las aletargadas introducciones, Virus comienza su presentación con “Sin Disfraz”, dejando en claro que sus propios éxitos son la mejor manera de romper el hielo. Continuamos con “Tomo Lo Que Encuentro”, “Lugares Comunes” y “Pecados Para Dos”, sentenciando que “Locura” (1985) es uno de los discos más importantes de su carrera, pero también es un disco esencial en la música latina, apostando por sonidos y acordes llamativos para apropiarse de la retórica de la sexualidad, como un campo de democratización del placer y no un secreto a voces.
El público rendido ante coros colectivos y bailes de cargada energía, dan cuenta que la primera resistencia es reapropiarse de la música y el baile, aunque el contexto jamás lo permita, una premisa que se plasma en la historia de la banda que también se encarna en el legado de Federico Moura, quién hoy se hace presente en este show por su capacidad propositiva, pero también en las gráficas que dibujan su rostro en “Dicha Feliz”, logrando que la decena de asistentes se refugien en esta interpretación colectiva, que guarda memorias que se guardan en lo más profundo de nuestro silencio.
Virus deja el escenario con todos los éxitos de su carrera a disposición de un público que los siguió desde juventud y que hoy vuelven con más años, algunos vuelven de la mano con sus hijas e hijos, mientras que otras y otros asistentes se hacen presentes por el legado histórico que esta banda significa en lo musical y lo personal. “Wadu-Wadu”, “Una Luna de Miel en la Mano” y “Carolina”, son los tracks que cierran esta potente velada que ni el frío, pudo cesar el fulgor de este público que se declara en dicha feliz. Caras de asombro, alegría y satisfacción dejan el recinto que se transformó en un viaje en el tiempo. Volvemos al 2023 con frío y hambre, pero siempre reflexionando en las palabras de Federico Moura que se toman la presentación, porque sí, es verdad: “Hay que salir del agujero interior”.
Setlist
- Sin disfraz
- Tomo lo que encuentro
- Lugares comunes
- Pecados para dos
- Dame una señal
- Superficies de placer
- Imágenes paganas
- Destino circular
- Ausencia
- ¿Qué hago en Manila?
- Desesperado secuencia uno
- Dicha feliz
- Despedida nocturna
- Transeúnte sin identidad
- Los sueños de Drácula
- Amor descartable
- El probador
- Densa realidad
- Pronta entrega
- Hay que salir del agujero interior (Federico Moura en las Gráficas)
- Wadu-Wadu
- Mirada Speed
- Una luna de miel en la mano
- Carolina
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