Cayó la noche y, después de disfrutar de la verdadera fiesta que significó el paso de Devo por RockOut, era el turno de presenciar otro de los shows considerados como uno de los platos fuertes de la jornada, y en ese sentido Primus respondió a cabalidad a tal título, regalando un show redondo en todos sus aspectos, ya que desde la primera entrega (después de una breve intro, “Clown Dream”) con “Those Damned Blue-Collar Tweekers”, el sonido se percibía de manera clara y equilibrada, además el ambiente era ideal en el Monster Stage, que se llenó para este memorable momento, donde la tónica fue el trance que provocó en los asistentes toda la parafernalia y virtuosismo de las composiciones de Claypool y sus secuaces.
Para la segunda pieza, “Last Salmon Man”, todos estábamos bajo el embrujo de la propuesta inclasificable de la banda, lo que se vio profundizado aún más cuando apareció el primer clásico del repertorio, extraído de su primer disco de estudio. “Groundhog’s Day” consiguió la venia del respetable desde el primer acorde del imponente bajo, y parte del mismo comenzó a saltar y bailar al ritmo de la enérgica y dinámica parte final de la canción.
Contrario a lo que uno supondría al pensar que la visita de Primus a Chile dentro del contexto del festival, se enmarca dentro la promoción de su último álbum “Primus & The Chocolate Factory With The Fungi Ensemble”, donde reinventaron la banda sonora de “Willy Wonka & The Chocolate Factory” de 1971 , la banda no abusó de eso y utilizó mucho material más clásico para conformar esta presentación (de hecho, sólo hubo un corte de ese registro), y así el siguiente tema fue “Southbound Pachyderm”, desatando gritos de aprobación al primer tono lanzado por las cuatro cuerdas de Claypool, siendo un punto alto dentro de todos los que hubieron en este acto.
Acto seguido aparece la breve “Over The Falls”, para luego proceder con la única muestra de su trabajo más reciente: “Golden Ticket”, una composición que evoca el júbilo infantil de quien se encuentra un tesoro cuando se es niño, plasmándolo en ritmos casi circenses que parecieran jactarse jocosamente de haber ganado el premio mayor, el “ticket dorado” hacia una aventura sin igual. Para continuar con esta sección de material más moderno, tocaron “Jilly’s On Smack”, segundo tema del disco de 2011, “Green Naugahyde”, donde Claypool hizo gala de toda su maestría y excentricidad al utilizar un instrumento mezcla de bajo y contrabajo eléctrico, que produce un sonido similar a su fuente de inspiración con cada toque que le da con el arco, haciendo gala de su virtuosismo durante una especie de solo que atraviesa toda la pieza, lo que se extendió hasta la siguiente muestra, “Mr. Krinkle”, para la cual el coronel utilizó un atuendo casi idéntico al del videoclip y demostró por qué es considerado un genio y figura trascendental dentro del rock moderno.
Así llegamos a tierra derecha de esta nueva actuación de Primus en nuestro país, donde “Lee Van Cleef”, perteneciente a lo hecho en 2011, que con todo su vibra ecléctica y variada, llena de funk y casi todos los condimentos que sazonan el sonido del grupo, preparó el camino para el clímax que se viviría desde ahí en adelante, ya que uno a uno aparecerían parte de los temas más populares y exitosos de los californianos. Los acordes de “Too Many Puppies” desataron la algarabía y todos retrocedimos unos cuantos años recordando, probablemente, la época escolar (considerando el visible rango etario del público), con estructuras muy pesadas que nos recuerdan por qué se les considera también parte del mundo del metal, en su corriente más alternativa, claro está.
Algunas bromas y una presentación apelando a que el siguiente corte es una canción de amor por sobre todas las cosas, a pesar de no ser la más bonita al respecto, propician el momento indicado para su más grande éxito, la premiada “Wynona’s Big Brown Beaver” y la comunión con el público es total, con todos al unísono cantando con Claypool ese gritillo tan característico de esta composición, lo que convirtió aquel momento tal vez en el más álgido de toda la actuación. Con la audiencia a su merced, tocan la más esperada por muchos de los presentes que la pidieron durante toda la hora treinta de presentación, la seminal “My Name Is Mud”, para luego terminar de manera perfecta con “Jerry Was A Race Car Driver”, de esa obra maestra llamada “Sailing The Seas Of Cheese”, consolidando la fusión rock/metal/funk (y mucho más) como el estandarte de la banda.
Un acierto por donde se mire el gestionar la presencia de Primus en esta primera versión de RockOut Fest, donde se ratificó el estatus superlativo del grupo en la historia moderna de la música pesada (aunque no haga falta), otorgándole un lugar de preferencia dentro del cartel del festival, y retribuyendo de alguna forma todo el material de primera que Claypool y compañía nos han entregado durante toda su fructífera historia.
había de todo un poco, sobre todo repetición de tomas de pocos segundos. Una era un elefante blanco en contraste con un fondo negro, que después salía saltando en una cama elástica.
En otro aparecía un viejito que se iba a tirar en cámara lenta una bombita a un lago/piscina, pero lo paraban y repetían justo antes de caer al agua.
Varias imágenes con el mismo esquema de gente trabajando en fábricas.
También pusieron imágines de “Charlie y la fábrica de Chocolates” de gente bailando, insistiendo en extractos cortos y repetidos, con “Golden Ticket”.
Eso es lo que recuerdo 😉
tremenda banda, aunque muchos hablen que faltaron temas y que bla bla bla blablaaa…
mi banda preferida hizo lo que sabe, mezclar lo mejor de los instrumentos con la mejor onda!
Pasó más de una década para que The Mars Volta regresara a nuestro país, y pese a que tenían nuevo material bajo el brazo, el proyecto a cargo de Omar Rodríguez-López y Cedric Bixler-Zavala se presentó ante su fiel fanaticada en el Movistar Arena con una impronta distinta al típico tour de promoción, muy por el contrario, centraron sus esfuerzos en una celebración a su obra y a la carismática sinergia que elaboran en el escenario, dando espacio para que una lluvia de melodías se deslizaran como conjuros desde sus instrumentos hacia la audiencia. Todo ese ritual, evidentemente, estuvo antecedido por un acto local que esta vez corrió a cargo de Miguel Conejeros y su proyecto F600, quien amenizó la jornada con distintas mezclas y una electrónica de tintes eclécticos y mucha sustancia, recibida respetuosamente por los asistentes que llegaron más temprano.
Ya entrada la hora del plato estelar, la agrupación salió a escena con unos minutos de retraso pero con una intensidad marcada desde el primer acorde. De entrada es evidente que la banda ya no es la misma, pero no por tener una formación diferente, sino más bien por la forma en que la dupla de Cedric y Omar se desenvuelven en el escenario como dos fuerzas imparables, y en ciertas lógicas completamente opuestas. Mientras la ceremonia entra en tierra derecha con “Vicarious Atonement”, ambos músicos entran en un diálogo que es sostenido por una banda que, de manera impecable, se concentran en sacar el mayor provecho posible para hacer brillar a las dos piezas centrales de esta maquinaria sonora.
La fuerza creativa del dúo está más desatada que nunca y, aunque esos elementos comunes que se encuentran en todos sus proyectos siguen inevitablemente ahí, la mejor forma en que la banda comprueba su identidad es en demostrar su inigualable manera de interpretar. Es así como composiciones gigantes de la talla de “L’Via L’Viaquez”, “Cicatriz ESP” o “The Widow”, encuentran su espacio dentro del setlist de manera excepcional, así como también pese a ser parte de distintos discos logran desencadenar una secuencia precisa con cada movimiento.
Esa capacidad anteriormente mencionada también encuentra atisbos de modernidad con canciones como “Shore Story”, por ejemplo, que se presenta como una composición que perfectamente puede sonar en una radioemisora junto a artistas de música más alternativa. Sin mayores tapujos, es como también puede sonar una exploración más arriesgada con “Drunkship Of Lanterns”, demostrando las distintas caras de TMV en todas sus capas sonoras.
Como toda buena banda de progresivo, The Mars Volta es un espectáculo de cocción lenta y una digestión incluso más pausada, debido a que los constantes juegos de guitarras, batería y cambios de ritmo a toda velocidad se van articulando poco a poco en un show que no transita entre la calma y la tempestad, sino que entre la intensidad y la elegancia de la interpretación, dando como resultado un sonido más aterrizado y robusto, sin exponer muchas fracturas en el camino.
Cristobal Fuentes
07-Dic-2014 at 9:00 pm
Alguien podría decirme low videos que proyectaban en relación a las canciones?
Naty
08-Dic-2014 at 8:50 am
había de todo un poco, sobre todo repetición de tomas de pocos segundos. Una era un elefante blanco en contraste con un fondo negro, que después salía saltando en una cama elástica.
En otro aparecía un viejito que se iba a tirar en cámara lenta una bombita a un lago/piscina, pero lo paraban y repetían justo antes de caer al agua.
Varias imágenes con el mismo esquema de gente trabajando en fábricas.
También pusieron imágines de “Charlie y la fábrica de Chocolates” de gente bailando, insistiendo en extractos cortos y repetidos, con “Golden Ticket”.
Eso es lo que recuerdo 😉
María José Martínez-Conde F
08-Dic-2014 at 5:30 pm
En Southbound Pachyderm pusieron varias imágenes del video original.
kikiriki
15-Dic-2014 at 6:24 pm
Taba mas loco que la chucha, no cache na
Metalebrio
17-Dic-2014 at 12:35 am
Yo igual, estaba todo pegao con las imagenes culias y la musica increíble, para mi fue lo mejor del festival.
Claudio Furùnculo Quevedo Diaz
07-Dic-2014 at 11:41 pm
tremenda banda, aunque muchos hablen que faltaron temas y que bla bla bla blablaaa…
mi banda preferida hizo lo que sabe, mezclar lo mejor de los instrumentos con la mejor onda!
aLSDo
09-Dic-2014 at 1:48 pm
Escuchen a The Residents, los papis de Primus
Juan Andrés Monardes
09-Dic-2014 at 3:39 pm
Al inicio pusieron imágenes de “Salad Fingers” que se repetían