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Rata Blanca: Contra la apatía
Published
8 años agoon
“Tormenta Eléctrica” (2015), décimo álbum de estudio de los trasandinos de Rata Blanca, y retorno discográfico tras seis años sin editar nuevo material, se transformó en la excusa perfecta para tener de vuelta en nuestro territorio a la banda de heavy metal más importante de Argentina. El Teatro Caupolicán fue el lugar escogido para albergar la undécima visita de los nativos de Buenos Aires, y desde temprano se hacía evidente la ansiedad y emoción de los fanáticos nacionales que, augurando una velada inolvidable, comenzaron a llegar en una buena cantidad al recinto de calle San Diego, deseosos de ser parte de un nuevo viaje a través de los grandes éxitos que han sido engendrados durante la dilatada trayectoria de los liderados por Walter Giardino.
Contra los pronósticos más optimistas, la cancha del Teatro Caupolicán sólo se encuentra al 50% de su capacidad, con una convocatoria que no llenó del todo las expectativas y que desde un principio presagia que el marco de público no será acorde a la envergadura de los invitados. Siendo las 20:45 hrs., en la pantalla ubicada al fondo del escenario se comienza a proyectar la imagen de una tormenta, y en medio de una sonora ovación hace su ingreso cada uno de los músicos que conforman Rata Blanca. Sólo basta el primer golpe de las baquetas contra los platillos para que se desate la euforia en el recinto capitalino y, sin mediar introducción, empieza a sonar toda la potencia de “Tormenta Eléctrica”, donde la voz se percibe un tanto débil en contraste con el resto de la instrumentación. Siguen subiendo las revoluciones de la mano de “Los Chicos Quieren Rock” y “Sólo Para Amarte”, certeros golpes sonoros que intentan hacer entrar en calor a un público que no se percibe tan participativo, y que sólo conecta en episodios aislados de saltos y coros.
“¡Muy buenas noches, Santiago!”, son las palabras con que Adrián Barilari establece el primer contacto con sus fanáticos, recibiendo como retribución una estruendosa ovación que desciende desde la platea, cubriendo todo el escenario. Toda la energía e intensidad de la batería de Fernando Scarcella comienza a bombardear en “El Círculo De Fuego”, destacando el sonido del bajo Guillermo Sánchez y una voz que no termina por afirmarse, siendo sobrepasada constantemente por el volumen de cada uno de los elementos. Resulta evidente que en Rata Blanca la cuota adicional de talento la proporciona toda la experiencia y majestuosidad de Walter Giardino al mando de la guitarra, aportando en cada canción sus características pinceladas cargadas de rock, y arreglos complejos pero perfectamente ejecutados. Se produce un cambio de ritmo con el riff más melódico de “Tan Lejos De Aquel Sueño”, que hace su presentación con una delicada introducción del teclado de Danilo Moschen y una aceleración que rápidamente contagia a los fanáticos que comienzan a saltar.
Uno a uno se van sucediendo los certeros golpes sonoros, que embisten incesantemente a cada una de las almas que llegaron al teatro. Primero “Volviendo A Casa” y posteriormente “La Otra Cara De La Moneda”, van haciendo mella en un público que sigue sin conectar del todo, y donde sólo sectores aislados se logran abstraer de la suerte de apatía reinante. Giardino sigue mostrando toda su destreza con las seis cuerdas, en secuencias que resuenan en las fibras y que inyectan buenas dosis de intensidad. “Talismán” y “El Sueño De La Gitana” siguen representando lo mejor del repertorio de los nativos de Buenos Aires, con la batería incesante de Scarcella marcando con fuerza cada uno de los pulsos, que penetran como dagas punzantes y que muestran la innata capacidad de Rata Blanca de sacar el máximo provecho de sus éxitos en estado natural. El frontman aprovecha una breve pausa para hablar un poco de la gira que los trae de nuevo a nuestras tierras y de lo hermoso que está nuestro país, y también nuestras mujeres, en un recurso que raya en el cliché, pero que de todas maneras sirve para extraer gritos y aplausos desde los fanáticos más recalcitrantes. La fiesta continúa con la velocidad de “Rock And Roll Hotel”, y el público empieza a evidenciar un poco más de conexión con la banda.
Luces azules iluminan el escenario, mientras el demoledor sonido de la batería da la bienvenida a “Aún Estás En Mis Sueños”, canción que destaca por su sólido y potente riff, y que contagia de inmediato de buenas vibras, haciendo cantar a cada una de las almas presentes. Llega el momento del lucimiento personal de Walter Giardino, primero con un extenso solo de guitarra, marcado por el uso de la palanca de tremolo y una repetitiva combinación de glissandos que se tornan un tanto monótonos, y posteriormente con una versión instrumental del tema “Hallelujah” original de Leonard Cohen, pero más cercana a la interpretación que popularizó el fallecido Jeff Buckley en 1994. El cierre de la primera parte de la presentación corre por cuenta de “Chico Callejero”, y “La Llave De La Puerta Secreta”, que saca excelentes réditos de su inagotable potencia, generándose una pequeña secuencia de mosh pit en el centro de la cancha, al ritmo de un psicodélico solo de cuerdas. La banda se despide y desaparece tras bastidores, ante la mirada pasiva de un público que tímidamente empieza a entonar cánticos para el retorno de los trasandinos.
Al cabo de varios minutos de espera, los cinco músicos regresan a escena. La exquisita introducción de teclas para “El Reino Olvidado” marca uno de los puntos anímicos más altos, con un público que salta con más desenfreno que en todo el resto de la velada y que pareciese haber salido de su extenso letargo. En una suerte de segundo aire, y motivados por el retorno de Rata Blanca, la asistencia parece haber comprendido la importancia de tener un rol más activo, y es así como comienzan a quemar sus últimos cartuchos de energía en las potentes “Días Duros” y “Guerrero Del Arco Iris”, cantando y saltando con los puños en alto. Promediando las dos horas de concierto, la fuerza sigue incrementándose a través de la enérgica “Abrazando Al Rock And Roll”, y se comienza a respirar en el ambiente el ocaso del show. Para cerrar con broche de oro esta nueva visita, Giardino y compañía se despachan el insuperable combo conformado por sus incombustibles grandes éxitos: “Mujer Amante” y “La Leyenda Del Hada y El Mago”, que obviamente es acompañado por miles de voces cantando al unísono, en el episodio más emotivo de la jornada, con un canto que sale desde las entrañas y se extiende a lo largo y ancho del recinto de San Diego. Por primera vez en toda la presentación, Giardino cambia su guitarra para bajar el telón con una combinación de golpes, cuerdas rotas y acordes descontrolados.
El que diga que el éxito de un concierto sólo depende de la calidad del artista, sin tomar en consideración la relevancia de tener un público comprometido y participativo, no hace otra cosa que demostrar su total falta de experiencia en este tipo de actividades, ya que para configurar una presentación memorable se requiere la conjunción de ambos elementos, y así quedó en evidencia esta noche, donde, a pesar del buen sonido exhibido por Rata Blanca y la exquisita selección de canciones, quedó esa incomoda sensación de que los fanáticos no cumplieron con su parte del trato, sólo reflejando un grado mayor de compromiso en el último tramo del show, pero mostrándose un tanto dispersos en la mayor parte de la velada. En muy pocas ocasiones se notó una comunión de energías, ese bello momento donde todo el público se comporta como un único ser; muy por el contrario, el puzle en ningún momento cuajó del todo, donde cada una de sus piezas se mostraron escindidas y desconectadas, y donde la principal ausente fue la complicidad.
Este nuevo paso de los trasandinos de Rata Blanca por nuestro territorio en ningún caso quedará registrado como la mejor de sus presentaciones, ya que factores anexos a lo musical conspiraron para que así no fuese. A pesar de todo esto, el quinteto liderado por Giardino cumplió con el objetivo fundamental: mostró cinco muy buenos cortes de su último larga duración, “Tormenta Eléctrica”, en un extenso show de más de dos horas de duración, dejando en claro que se encuentran más vigentes que nunca, y que aún tienen combustible para seguir siendo uno de los principales exponentes del heavy metal latinoamericano.
Por Gustavo Inzunza
Fotos por Luis Marchant
Setlist
- Tormenta Eléctrica
- Los Chicos Quieren Rock
- Sólo Para Amarte
- El Círculo De Fuego
- Tan Lejos De Aquel Sueño
- Volviendo A Casa
- La Otra Cara De La Moneda
- El Jugador
- Talismán
- El Sueño De La Gitana
- Rock And Roll Hotel
- Aún Estás En Mis Sueños
- Hallelujah (original de Leonard Cohen)
- Chico Callejero
- La Llave De La Puerta Secreta
- El Reino Olvidado
- Días Duros
- Guerrero Del Arco Iris
- Abrazando Al Rock And Roll
- Mujer Amante
- La Leyenda Del Hada Y El Mago
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El fervor por Ghost es algo casi indescriptible, por lo que resulta un éxito total la forma en que los suecos regresaron a nuestro país con su su shows en solitario más multitudinario a la fecha. Tras su última presentación hace siete años, la banda agotó el Movistar Arena presentando “IMPERA” de 2022. Más allá de su nueva era, mucho más transversal y popular, la banda supo cómo entregarse por completo y fijar un espectáculo de primer nivel en las pupilas y tímpanos del fiel público chileno.
Puntuales y secundados por los nacionales de Pentagram, que casi echan abajo el recinto, Ghost se subía al escenario con los primeros y agudos acordes de “Kaisarion”, parte de la nueva etapa de la banda donde los riffs se acercan más al hard rock, los sintetizadores aparecen como destellos y combinan con el look de un Papa Emeritus de traje brillante. El sentido del espectáculo que tiene el grupo, su teatralidad y desplante, han sido parte importante de la carrera de Ghost, que ha transitado entre lo oscuro y lo luminoso. En todas sus encarnaciones, Tobias Forge, ungido como Papa y compañía, añaden elementos que tensionan aún más esa relación de explícita blasfemia y la cautivadora propuesta de rock al estilo King Diamond conoce a Abba. Es ese cruce generacional y de sonido que convierten al grupo en un interesante “hay que ver” en vivo, donde la entrega es total.
“Rats” y éxitos como “From the Pinnacle to the Pit” o “Cirice” continuaron dando vida al setlist que iba y venía entre cambios de vestuario, colores y jugueteos de los Nameless Ghouls, que también entendían de qué iba el espectáculo: una muestra completa de un show que no sólo se queda en la buena ejecución de sonido ni en el virtuosismo. La experiencia completa del ritual local se vio fortalecida por la gran cantidad de niños, niñas y jóvenes que veían, algunos por primera vez, un espectáculo de estas características y que convierte a Ghost en su banda favorita, principalmente motivados por los éxitos virales del grupo como “Mary On a Cross” o “Call Me Little Sunshine”, también interpretadas en vivo y que fueron los puntos altos de la noche. Esa transversalidad saludable y tremendamente interesante de unión musical sólo podía ser opacada por quienes no entendieran que el público hoy en día es así de diverso. La presencia de niños y niñas, además del fervor de quienes pasaron horas esperando entrar, obligó que durante minutos el show se detuviera para ordenar al público, dar un paso atrás y asegurarse que todos disfrutaran a salvo.
Sin mayores inconvenientes, la banda oscurecía el ambiente y el Papa, de traje negro y brillos dorados finalmente aparecería para una nueva etapa del show, liderando la liturgia portando un turíbulo o incensario, un elemento colgante usado por los sacerdotes que expulsa vapor. “Con Clavi Con Dio” y “Year Zero” desataron a la mayoría de los asistentes que al ritmo de los contagiosos versos “Lucifer, we are here / For your praise, Evil One” y el correcto y profundo riff de una de las mejores canciones del grupo. Si incluso la propuesta visual y de luces se adaptó al momento más oscuro de la noche, demostrando el rango de la banda y sus cambiantes intenciones. Y es que la banda cuenta con un relato propio y una propuesta difícil de igualar, dejando a Tobias Forge como un líder y un frontman de verdad, tomándose el show con actitud y una voz de primer nivel.
Es impresionante cómo la banda, que más allá de apropiarse de la estética, el sonido y otros elementos de parte de la familia del metal pero no ser considerados por los puristas del género como pares, convoca, gusta y atrae, al mismo tiempo que se despliegan con total propiedad e insolencia en un explosivo y pirotécnico espectáculo.
Setlist
- Kaisarion
- Rats
- From the Pinnacle to the Pit
- Spillways
- Cirice
- Absolution
- Ritual
- Call Me Little Sunshine
- Con Clavi Con Dio
- Watcher in the Sky
- Year Zero
- He Is
- Miasma
- Mary on a Cross
- Mummy Dust
- Respite on the Spitalfields
- Kiss the Go-Goat
- Dance Macabre
- Square Hammer
*Fotos por Ramón eMe Gómez (@el.eme) para Lotus
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Pilar Celis
19-Nov-2015 at 1:02 pm
Excelente artículo y la pura verdad..; yo que estuve ahí, puedo corroborarlo…
Gracias y slds.!