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Primus: El epílogo perfecto
Published
7 años agoon
Estas últimas cuatro noches en la capital, han sido jornadas soñadas para los fanáticos del trio californiano en nuestro país. ¿Quién se habría imaginado hace unos años que Primus realizaría cuatro conciertos de corrido en Santiago, y tres de ellos en el escenario más “elegante” de Chile? La cuarta visita del grupo a tierras nacionales quedará marcada en la historia de los conciertos locales como un lujito que pocas veces tenemos el placer de recibir por estos lares. Estas verdaderas maratones de Primus culminaron anoche en el Teatro Cariola, recinto que albergó la fecha más rockera de su itinerario, necesaria por lo demás, cuando los asientos del Municipal ya se hacían prisiones para todos aquellos que necesitaban saltar al ritmo de la comparsa de Claypool y compañía. Es así como la última velada junto a los gestores de “My Name Is Mud” fue la más apabullante de todas, con el valor agregado de que interpretarían de principio a fin su debut discográfico, el elemental “Frizzle Fry” (1990). De ahí que este recital selló de manera magistral la seguidilla de presentaciones de Primus en Chile, transformándolo en un acontecimiento inolvidable y, quizás, irrepetible.
Siguiendo la tónica de dividir el concierto en dos partes, la primera tanda de canciones hizo un breve repaso por lo que mostraron en las tres fechas anteriores. “Those Damned Blue-Collar Tweekers” dio inicio a los feroces saltos que abundaron durante las casi dos horas de música. Como si se tratara de una especie de descargo colectivo, los cientos de cuerpos que se apostaron en la parte delantera de la “cancha” del teatro no se dieron tregua en los primeros minutos de concierto. “Moron TV” bajó algo las revoluciones, sumergiéndose derechamente en las aguas más profundas de los norteamericanos con una segunda sección instrumental para sacarse el sombrero. Aprovechando el vuelo, “American Life”, que vino precedida por las primeras notas del himno nacional de Estados Unidos tocado por Les Claypool y recibiendo el repudio inmediato de la muchedumbre, volvió a volar cabezas a un público que exigía seguir saltando. Para darles en el gusto, la delirante “Wynona’s Big Brown Beaver” sació la sed de los “mosheros”.
Extraído de “Green Naugahyde” (2011), el sencillo “Lee Van Cleef” puso la cuota más juguetona al espectáculo, contrastando completamente con la oscura “Bob”. El término de la primera parte llegó con la imprescindible “My Name Is Mud”, que en su parte final tuvo de invitado a un amigo de la banda, quien con dificultad se las arregló para suplir a Tim “Herb” Alexander y cumplir su sueño de tocar junto a ellos, para rematar con “Jerry Was A Race Car Driver” y dejar a todo el mundo prendido para recibir el plato fuerte de la noche. Tres capítulos de la serie “Popeye El Marino” funcionaron de distracción para pasar los quince minutos de espera del intermedio, ocasión que muchos aprovecharon para ir al baño e hidratarse antes de librar la gran batalla final, una que fue digna del nombre de la banda.
“To Defy The Laws Of Tradition”, unida a “Groundhog’s Day”, encendieron los fuegos y alborotaron a una fanaticada que parecía haber estado esperando este momento hace mucho tiempo. Y para confirmar lo anterior llegó “Too Many Puppies”, devastadoramente entrañable, con todo el recinto cantando y tratando de mantenerse en pie entre la masa de cuerpos danzantes. Una verdadera locura que se calmó un poco durante la interpretación de “Mr. Knowitall”, y que volvió a desatarse con todo, circle pit incluido, con “Frizzle Fry”, uno de los grandes hitos en una noche impecable.
El frenesí no paraba y “John The Fisherman” funcionó como el perfecto catalizador entre el desorden y el coro colectivo. El cuerpo demandaba descanso y Primus nos brindó uno a su manera: nos dejó estar de pie, pero no dio tregua a nuestras neuronas. Es así como la cortina “You Can’t Kill Michael Malloy” dio la entrada a “The Toys Go Winding Down”, haciendo del show una verdadera película de terror, cortesía de las inquietantes visuales de fondo. “Pudding Time” retomó al Primus que la mayoría conoce e idolatra, dando paso a los últimos cortes de su debut del año 1990. “Sathington Willoughby”, la demencial “Spegetti Western” y la grandísima “Harold Of The Rocks” pusieron fin a la revisión de un disco que en vivo suena mil veces mejor que en estudio. Un regalo que dejó a todo el mundo satisfecho, a pesar de que la banda volvió para un encore con la maravillosa y extraña “Southbound Pachyderm”, despidiéndose definitivamente de nuestro país hasta una próxima oportunidad.
Habiendo asistido también al tercer recital que dieron en el Teatro Municipal, este redactor debe admitir que el sonido bajó un poco su calidad en las dependencias del recinto de calle San Diego. La voz de Claypool nunca pudo escucharse con total claridad –siendo que, con todo ecualizado a la perfección, ya es difícil entenderle–, y el conjunto no sonó tan brillante como lo hizo en el Municipal. En donde ganó puntos fue en la energía que transmitieron a un público que lo dejó todo y saltó todo lo que se debe saltar en un concierto de Primus. Porque si en las tres fechas anteriores la gracia fue ir a escuchar y disfrutar del virtuosismo del power trio, anoche la idea fue ir a hacerse pedazos de la mano de la magia de una agrupación única en su especie. ¿Primus sucks? Para nada, ¡Primus rocks!
Fotos por Pedro Mora
Setlist
- Those Damned Blue-Collar Tweekers
- Moron TV
- American Life
- Wynona’s Big Brown Beaver
- Lee Van Cleef
- Bob
- My Name Is Mud
- Jerry Was A Race Car Driver
- To Defy The Laws Of Tradition
- Groundhog’s Day
- Too Many Puppies
- Mr. Knowitall
- Frizzle Fry
- John The Fisherman
- You Can’t Kill Michael Malloy
- The Toys Go Winding Down
- Pudding Time
- Sathington Willoughby
- Spegetti Western
- Harold Of The Rocks
- Southbound Pachyderm
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En momentos donde la memoria emerge como acto reflejo tras un oscuro día sábado lluvioso, pareciese que la música se vuelve un viaje en el tiempo, donde nuestra historia se hace vívida en un recuerdo. Sin planificarlo ni intencionarlo, este sería el contexto en donde se llevaría a cabo una nueva visita de Virus, una de las banda trasandinas más queridas en territorio nacional.
Entre sobrios abrigos, chaquetas y paraguas, el Teatro Coliseo comienza a tomar forma. Los primeros asistentes no dudan en tomar los puestos privilegiados para esta jornada de recuerdo, baile y clásicos del rock latino. Mientras sigue ingresando el público, se hace evidente que la música es un legado que también se puede transmitir de generación en generación, ya que las y los asistentes que se convocan a este espacio, también son jóvenes, hijas e hijos.
Zebra 93 fueron los encargados de iniciar esta jornada. La banda que se compone de dos chilenos y una argentina, logran capturar la atención de la decena de responsables asistentes que llegan al recinto de Nataniel Cox pese al frío, la lluvia y tenue neblina; por lo mismo, es que buscan entrar en calor en tiernos y tímidos pasos de baile al ritmo de un carismático electropop, por este motivo, tracks como “Veleros”, “Otros” y “Las Olas” se vuelven la previa de una dichosa y feliz noche, como metáfora y acción.
Tras finalizar una cándida presentación, Zebra 93 se despide con “Corazonada”, el recinto con más de la mitad de su capacidad, cede ante la delicadeza de este afectuoso track. Entre buenos deseos, la banda deja el escenario y comienza la cuenta regresiva para la visita de Virus en Chile, por lo mismo, el staff de la banda raudamente sale por los costados del escenario, acomodando y probando instrumentos bajo el alero y liderazgo de una roadie mujer, quien con impoluta seguridad, se destaca con proeza en el momento más íntimo de los shows en vivo.
Sin vacilaciones, la banda sale al escenario en coordinada elegancia. Evitando las aletargadas introducciones, Virus comienza su presentación con “Sin Disfraz”, dejando en claro que sus propios éxitos son la mejor manera de romper el hielo. Continuamos con “Tomo Lo Que Encuentro”, “Lugares Comunes” y “Pecados Para Dos”, sentenciando que “Locura” (1985) es uno de los discos más importantes de su carrera, pero también es un disco esencial en la música latina, apostando por sonidos y acordes llamativos para apropiarse de la retórica de la sexualidad, como un campo de democratización del placer y no un secreto a voces.
El público rendido ante coros colectivos y bailes de cargada energía, dan cuenta que la primera resistencia es reapropiarse de la música y el baile, aunque el contexto jamás lo permita, una premisa que se plasma en la historia de la banda que también se encarna en el legado de Federico Moura, quién hoy se hace presente en este show por su capacidad propositiva, pero también en las gráficas que dibujan su rostro en “Dicha Feliz”, logrando que la decena de asistentes se refugien en esta interpretación colectiva, que guarda memorias que se guardan en lo más profundo de nuestro silencio.
Virus deja el escenario con todos los éxitos de su carrera a disposición de un público que los siguió desde juventud y que hoy vuelven con más años, algunos vuelven de la mano con sus hijas e hijos, mientras que otras y otros asistentes se hacen presentes por el legado histórico que esta banda significa en lo musical y lo personal. “Wadu-Wadu”, “Una Luna de Miel en la Mano” y “Carolina”, son los tracks que cierran esta potente velada que ni el frío, pudo cesar el fulgor de este público que se declara en dicha feliz. Caras de asombro, alegría y satisfacción dejan el recinto que se transformó en un viaje en el tiempo. Volvemos al 2023 con frío y hambre, pero siempre reflexionando en las palabras de Federico Moura que se toman la presentación, porque sí, es verdad: “Hay que salir del agujero interior”.
Setlist
- Sin disfraz
- Tomo lo que encuentro
- Lugares comunes
- Pecados para dos
- Dame una señal
- Superficies de placer
- Imágenes paganas
- Destino circular
- Ausencia
- ¿Qué hago en Manila?
- Desesperado secuencia uno
- Dicha feliz
- Despedida nocturna
- Transeúnte sin identidad
- Los sueños de Drácula
- Amor descartable
- El probador
- Densa realidad
- Pronta entrega
- Hay que salir del agujero interior (Federico Moura en las Gráficas)
- Wadu-Wadu
- Mirada Speed
- Una luna de miel en la mano
- Carolina
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