

En Vivo
Primavera Sound Santiago 2022: Domingo
Published
7 meses agoon
El dicho popular, reza: “Después de la tormenta, llega la calma”. Y así fue el último día de esta gran cruzada en torno a la música chilena y mundial llamada Primavera Sound Santiago. El buen clima y, por qué no decirlo, el calor agobiante por ratos, se tomaron el Parque Bicentenario Cerrillos y fueron el marco para recibir una jornada que traía nuevamente debuts y consagrados, música para relajarse, para mover los pies y para gritar a todo pulmón.
Familea Miranda
La quintaesencia de la mancomunión catalana-chilena fue la inclusión de Familea Miranda, el trío chileno radicado hace más de una década en Barcelona que prometía ser el puente tácito entre el festival recién llegado y la pujante escena nacional. Y qué mejor que el tándem de fundadores “Katafú” Rozas y Milo Gomberoff junto al baterista Alex Farré como un power trio cargado de rock cada vez más intrincado y cavernoso, con este último otorgándole la potencia y sapiencia a la hora de adecuarse a los ritmos enrevesados que la experiencia les ha permitido crear a Rozas y Gomberoff.
Juntos, dieron rienda a un set que recorrió sus más de veinte años de carrera desde los tiempos de “3Nsayo 3Rror” (2006) abriendo con “The Legañon” y “El Bloqueo”, y pasando por “Caballo de Alquiler”, “Lorem” y “Brut Nature” de “Radiopharm” (2015), el disco que significó en su momento el debut de Farré en el trío por este lado del mundo. La entrega fue total para aquellos que en el escenario Primavera desafiaban los primeros y fuertes rayos de sol que tanto escasearon la jornada anterior.
Por supuesto, estuvo “Palomita”, el clásico del folklore latinoamericano reconvertido en rock ruidoso y primal, y el final estridente estuvo a cargo de “Servú (Ronda)” deviniendo en una cuasi jam desbocada de free jazz, añadiendo otra cara que mirar al prisma que es Familea Miranda, una banda que, a la distancia y a su manera, se las arregla para hundir más sus raíces en suelo chileno, viniendo cuando pueden y tocando donde quieren. Aunque digan que ya no son de ninguna parte, se nota que extrañan y qué mejor que plasmarlo en esta, la primera versión del festival Primavera Sound Santiago.
José González
Cuando el sol dominical se abría paso entre las ya escasas nubes del fin de semana, con un breve retraso comenzaba el show de José González. El sueco de ascendencia argentina hizo gala de un español más bien tímido y escueto porque lo suyo no iba de parafernalias, imaginarios o grandes discursos, su declaración de principios es y ha sido siempre la simpleza. “Killing For Love” y “Cycling Trivialties” fueron, entre otras, las elegidas para partir plasmando un delicado set sin prisas ni pausas.
A pesar de no ser un festival el mejor escenario para la propuesta de González por todo el barullo circundante, se las arregló para marcar presencia, incluso con la pulsión electrónica del escenario Bits varios metros más allá haciendo lo suyo y que se colaba cada tanto, a punta de rasgueos abiertos y profundos, preciosas melodías arpegiadas y uno que otro backing track con sutiles beats, como en “Swing”, aunque, si no estaban esos beats, marcando con el pie también se las arreglaba sin mayores problemas. Como respuesta, recibió la respetuosa atención que su música naturalmente exige.
Con destreza, se paseó por su relativamente breve catálogo, dándole espacio a fracciones de su más reciente “Local Valley” como también a sus viejos y queridos clásicos: su propia versión de “Teardrop” de Massive Attack y el famoso cover de “Heartbeats” de The Knife, dotándolo de nuevas intenciones subiéndolo algunos semitonos hasta casi llegar al original. La sesión de los menos de cuarenta minutos originalmente planeados fue acogida por la audiencia como si fuera ese amigo que viene de viaje y quiere contar todo lo que afuera vio. Cantó, gustó y encantó con poco, porque sin duda algunas veces menos es más.
Jessie Ware
Aunque el tiempo que le dieron en Chile fue menor a lo de los otros Primavera Sound en Latinoamérica, Jessie Ware convierte cada segundo de su show en un deleite disco, hecho para bailar, llorar, seducir y transformar un sonido que acompañó la pandemia en una realidad escénica que supera expectativas. Desde “Spotlight” ya se notaba que las canciones tendrían mixes y énfasis diferentes a sus versiones de estudio, más simples, con los beats y el lucimiento de la voz de Jessie como ejes de lo que se escucha, mientras sus coristas y bailarines configuraban imágenes de acción, pasión y complicidad como la que la artista británica también demandaba y obtenía de su público. Aunque mucha gente que esperaba a Björk se quedó impávida, igualmente en ciertos momentos se sumaban a la fiesta, que en 48 minutos conseguiría entregar lo esperado y más.
El show giró alrededor de “What’s Your Pleasure?” (2020), ese álbum que para mucha gente se convirtió en la luz al final del túnel en tiempos de pandemia, ese disco que había que ir a bailar y que permitía viajar a universos paralelos que, bajo el inclemente sol que no había aparecido todo el fin de semana, se hizo real. “Ooh La La”, “Soul Control” o “Hot N Heavy” fueron muy coreadas con todo el mundo bailando, mientras Ware dominaba con carisma y sensualidad la escena, sin excesos, con la elegancia de quien conoce su material y cómo hacerlo brillar. Por ello es llamativo cómo la exhibición vocal es incluso mayor que en el estudio, con más gimnasia tonal y más recursos, enriqueciendo con esas complejidades los mixes más directos.
Lo anterior brilló con especial fuerza en la sobrecogedora versión de “Remember Where You Are”, con emociones y belleza a raudales. También ocurrió con el himno en que se ha transformado el reciente single, “Free Yourself”, y con el icónico momento que es “What’s Your Pleasure?” en vivo, con Jessie tomando un micrófono con un stand en forma de látigo, agitándolo con dominación, en todos los sentidos. Del material anterior a 2020 sólo sonó la versión remix de “Running” como la rearmó Disclosure. El cierre con “Save A Kiss” terminó con una fiesta en el amplio sentido, desde las alegrías instantáneas a los recuerdos perennes, en un debut en Chile para recordar y seguir bailando en su honor.
Björk
Siempre es una apuesta arriesgada cuando un festival decide poner algún show temático dentro de su cartel, más aún cuando dicha presentación está a cargo de alguien tan masivamente popular como Björk, que trajo su espectáculo “björk orkestral”, consistente en una serie de canciones interpretadas en un formato acústico para ser parte de la jornada de domingo en Primavera Sound Santiago. Junto a la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI), compuesta por músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil y de la Orquesta Sinfónica Estudiantil Metropolitana, la islandesa se paseó por distintos tracks de su discografía para el deleite de los presentes, quienes, seguramente por la devoción que le tienen a la artista, no tuvieron problemas en conectar con un show que, debido a su configuración y ubicación en el horario a las 19:00 hrs, no lograba enganchar con el grueso del público. El inicio con “Stonemilker”, “Aurora” y “Come To Me” comenzaron poco a poco a generar un ambiente que terminó por apoderarse del lugar, donde se congregaron miles de personas, entre seguidores y asistentes, que comprendían muy bien que a una artista con este nivel de influencia había que verla sí o sí por lo menos una vez en la vida.
Concentrando principalmente sus esfuerzos en canciones de “Vulnicura” (2015), “Homogenic” (1997) y “Post” (1995), Björk presentó épicas y estruendosas reinterpretaciones de tracks como “You’ve Been Flirting Again”, “Isobel”, “Jóga” o “Quicksand”, con los jóvenes de la orquesta dando la talla en cada nota bajo la atenta dirección de Bjarni Frímann, quien se ha encargado de conducir las orquestas que se presentan junto a la islandesa durante esta gira. Ya para el cierre, y con el público en el bolsillo, la artista desplegó una intensa versión de “Hyperballad” para finiquitar su presentación, regresando posteriormente ante el aplauso de los presentes y despedirse definitivamente con “Overture” y “Pluto”.
A 10 años de su última presentación en nuestro país, la islandesa trajo sus composiciones en una configuración distinta, lo que se agradece un montón, pese a lo emocionante que sea escuchar sus clásicos en vivo bajo una interpretación más cercana a las originales. Siempre es bueno ver a Björk en vivo, y mucho mejor cuando se le agrega una novedad como la posibilidad de escuchar composiciones tan importantes para lo que fue su apogeo artístico desde la segunda mitad de los 90 hacia delante, mostrando no sólo su presente más maduro y robusto como artista, sino que además lo adaptables que son sus composiciones a distintas configuraciones. Pese al contexto más íntimo que evoca la presentación, su solemnidad logró que se transformara en algo especial, único y muy distinto de cualquier cosa que se pudiera presenciar durante el fin de semana. En simples palabras: un show de Björk como debe ser.
Mitski
Luego de que Björk invocara el atardecer sobre Cerrillos, era el turno de Mitski, que ya con la oscuridad de cómplice se preparaba para enfrentarse al sorpresivamente amplio público que la esperaba. Con la teatralidad que la caracteriza, y una presencia imponente y cálida, la artista recurrió a su último trabajo, “Laurel Hell”, desde donde escogió “Working For The Knife” como punto de partida. Sólo bastaron los primeros acordes para dar rienda suelta a la catarsis que significa escuchar, sentir y ver a Mitski sobre un escenario. Y es que la artista transmite intensidad y pasión en cada estrofa, como entregando un poco de sí misma a cada persona hasta ya no dar más.
Las nuevas tecnologías y los nuevos contextos digitales han ampliado el margen de los fenómenos virales, y así han logrado que una nueva y joven generación de fanáticas se acerque a su música. He ahí gran parte de la creciente popularidad –que ya iba en ascenso– de la cantante no sólo en Chile, sino también en el mundo. Con los hits “Washing Machine Heart” o “Nobody”, que han sonado fuerte en redes sociales, Mitski diseña un set que, pese a no mantener una línea definida, se pasea por todas las emociones y de esa manera también sorprender.
Mitski debutó en nuestro país en un momento clave para su carrera y popularidad, sintiéndose abrumada y agradecida por el calor del público local que no dejó de acompañarla y seguir cada movimiento que comunicaba con sus manos o su corporalidad. Tomándose el escenario, cumplió con las expectativas y se ganó a un país que pareciera meterse en sus más profundos sentimientos.
Father John Misty
En el último rincón del parque, el escenario Primavera vio llegar el show de Father John Misty pasadas las 21:00 hrs., con el músico presentándose frente a un público mucho menor al de cualquier show en los escenarios principales, pero que se destacó por una cosa en particular: la mayoría estaba familiarizada con su catálogo. Desde el comienzo con “I Love You, Honeybear”, los presentes acompañaron al músico y su banda en un desfile de composiciones de todas sus obras de estudio, pasando por tracks como “Total Entertainment Forever”, “Mr. Tillman” o “Nancy From Now On”, con una solidez instrumental impecable por parte de la banda compuesta por nueve músicos entre batería, guitarras, teclados e incluso una sección de vientos, que le aportaron una exquisitez sonora muy elegante.
Lamentablemente, problemas de sonido aparecieron sin previo aviso en “Goodbye Mr. Blue”, canción que fue interrumpida por un corte total del sonido en el escenario, con Tillman y compañía siguiendo su interpretación por un par de segundos antes de notar que el sistema de sonido del escenario no estaba funcionando. Probablemente esa mala pasada, y la reinterpretación del track, hizo que el músico debiera estrechar su set, aunque de todas maneras el público y artista se mostraron de muy buen ánimo continuando con tracks como “Please Don’t Die”, así como otros momentos de catarsis como “Pure Comedy” o el histriónico cierre con “The Ideal Husband”, canción que suele cerrar las presentaciones más catárticas del artista, quien en su segunda vez en Chile pudo consagrarse no sólo como el poseedor de un gran desplante escénico, sino que también como un músico que ha crecido mucho artísticamente con cada álbum de su corta carrera como solista.
Charli XCX
La presentación de Charli XCX parecía estar en duda. Tras enfermarse de la garganta en Argentina, la cantante inglesa debió permanecer en reposo y en silencio para cumplir con sus shows, incluyendo el de nuestro país. Ya casi recuperada, saltó a escena completamente sola, sin más apoyo que su actitud y desplante. Si bien, en ciertos pasajes de la introducción con “Lightning” o “Gone” la cantante forzaba su voz, esto no fue impedimento para que despachara un show lleno de color, carisma y sensualidad.
Charli XCX maneja las claves del pop en otra frecuencia, las tuerce, y en otras se las apropia. Sin bailarines, músicos en escena y con una modesta escenografía, la artista se adueñó del parque por unos minutos y comandó la fiesta de todos y con dedicatoria especial en “Boys” para acelerar hacia el final con la explosiva “Vroom Vroom” y “Good Ones”. Charli XCX, otro debut en suelo nacional, demostró por qué es la diva alternativa del pop, transversal y agresiva.
Caroline Polachek
El último show del festival estuvo al borde de la perfección, porque Caroline Polachek entregó un nivel de pop que, moviéndose entre la elegancia, la experimentación y la destreza técnica, consiguió la dificultosa hazaña de cerrar con broche de oro un evento con múltiples puntos altos. Es que la norteamericana es capaz de generar ganchos pop con mezclas futuristas en el estudio, y eso juntarlo con su voz que, en vivo, suena aún más potente que en lo grabado. Además, su carisma y simpatía le hacía congeniar con el público que, pese a no ser copioso en el alejado escenario Primavera, sí fue muy participativo, coreando con fuerza y dejando sorprendida a la artista a ratos.
Iniciando con “Pang”, track homónimo de su álbum debut de 2019, la perfección en los movimientos de Polachek, coreografiados con prestancia, se comenzó a notar. Mientras ella logra que su voz proyecte exactitud, los gestos, cada paso, cada giro de su cabeza tiene apariencia de ser parte de un continuum, y es que no es sólo un afán de moverse, sino que una coreografía cuidadosamente trabajada con C Prinz. Al mismo tiempo, cada canción es una cuidada producción, incluso en vivo, porque las versiones cuidan los elementos, a veces eligiendo que la batería se luzca, como en “Hey Big Eyes”, o en “Sunset” con la guitarra al estilo español siendo lo que brilla.
Pero lo más sorprendente es lo espontáneo que logra sonar todo, en un espectáculo que sorprendía incluso a quienes conocen cada recoveco del trabajo de Polachek, ya sea la dulzura de “Billions” y su coro hecho para multitudes, o el cover de “Breathless”, original de The Corrs, que consigue un halo de oscuridad inédito en sus manos. Más allá de la altura de deidad que aparenta la cantautora, hay mucho de humano en el trabajo necesario para equilibrar talentos de manera perfecta en escena, y ello es lo que, en poco menos de una hora, cerró los shows del fin de semana.
Es indispensable pensar que este fue el debut no sólo de un festival, sino también de su productora, y el análisis debe ser justo con ese tipo de detalles. De hecho, hay múltiples paralelos con el debut del otro festival que se hace en este mismo parque en marzo, iniciando con ripios en la venta de entradas, teniendo que disponer de descuentos meses después de poner abonos en venta, y que le costó comunicar al público de un nuevo paradigma de evento. La amplitud de los espacios físicos para el público, tanto en servicios como en calles para transitar (sólo con la salida del segundo día como un punto preocupante) es algo destacable. Además, la curatoría del cartel entregó el mejor line up en muchos años en suelo nacional, más por el estrellato de los artistas que por sus momentos artísticos y creativos, con mucha gente habiendo lanzado su mejor trabajo y con shows de categoría tal, que cuesta mucho decir cuál no estuvo en un alto nivel. Otro punto a destacar fue cómo las mujeres artistas entregaron la mayoría de lo más comentado y lo más esperado, con multitudes sorpresivas en shows como Japanese Breakfast o Mitski, y otras anticipadas, pero no por ello menos notables, como Björk y Lorde. Un evento posible de mejorar, pero cuya primera impresión proyectó futuros en el presente y entregó esperanzas para posibles siguientes ediciones.
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El presente de Tom Morello, actualmente en un intervalo tras la cancelada reunión de Rage Against The Machine en 2022, pareciera ser inquieto pero incierto a la vez. Enfocado en trabajar en nueva música junto a su hijo y colaborar con diversos proyectos que lo buscan, el guitarrista emprende un nuevo viaje solista, esta vez como un recorrido-homenaje a su extensa y vital carrera, sin dar demasiadas luces sobre el futuro de su proyecto principal pero entregando pequeños bocados de lo que podría ser.
Con un Teatro Caupolicán repleto pero a media capacidad, la expectativa era más que alta para ver en nuestro país, una vez más, al legendario músico. Luego de la intensa presentación de Cler Canifrú quien abrió los fuegos, Morello saltó a escena con “Manifiesto” de Víctor Jara de entrada, una imagen del Negro Matapacos en pantalla gigante y los acordes de “One Man Revolution”, de su proyecto The Nightwatchman como primer track. De ahí y sin descanso, el músico despachó, acompañado de su guitarrista en voz, “Let’s Get the Party Started” (colaboración junto a Bring Me The Horizon) y “Hold The Line”.
Con el público ya prendido sólo faltaba un discurso inicial antes de desatar la locura y exponer sus pergaminos musicales. En tan sólo un par de minutos, Morello se paseó por riffs (y nada más que las intros) de “Bombtrack”, “Know Your Enemy”, “Guerrilla Radio” y “Sleep Now In The Fire” de Rage Against The Machine, dando sólo una pincelada de hits en un particular medley, que además incluyó un homenaje a Chris Cornell con “Like A Stone”, la única canción interpretada de inicio a fin. De allí en adelante, Morello y su banda recorrieron covers y reversiones e incluso una tibia interpretación de “Gossip”, el último hit de los italianos Manëskin que cuenta, justamente, con Morello como invitado.
¿Qué es lo que hace diferente a Tom Morello? Más allá de su inconfundible sonido e impronta o haber formado parte de importantes bandas y ser portavoz de himnos, el músico tiene una personalidad propia que bien se ve más allá de esas luces, sin embargo, pareciera ser que la música y los fans siempre lo arrastra a su personaje. Ejemplo de ello la lectura de porciones del público en donde cada acorde inicial era potencialmente un hit de RATM. En ese sentido, la presentación de Morello se vuelve a ratos inentendible, fuera de contexto, indescifrable. Tom Morello podría más que una tonelada de wah, octavador y un recorrido de hits en formato karaoke. Es su carisma, talento y visión, además, lo que lo posiciona como un músico querido y respetado, pero que cuesta sacar del pasado.
Por ello, la decisión de un repaso más que un show completo y preparado en clave solista no le hace justicia al guitarrista, quien tiene argumentos mucho más interesantes para presentar como su acercamiento al folk con The Nightwatchman. Allí, el músico prueba y arriesga tomando guitarras acústicas y explorando en fondo y forma (“World Wide Rebel Songs” y “Keep Goin’”). El show, divertido y con una ejecución correcta, vuelve a un estado de mixtura con nuevos covers y reversiones de pequeños saldos de diferentes etapas, para coronar la jornada con “Killing In The Name”, cantada a pulso con todo el teatro y “Power To The People” de John Lennon como punto final. Tom Morello sella un nuevo paso por uno de sus países favoritos con un público fiel y cómplice, apañador y motivado, que da solidez a un show que a ratos puede parecer sólo un singular ejercicio de nostalgia.
Setlist
- One Man Revolution (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
- Let’s Get The Party Started
- Hold The Line
- Bombtrack / Know Your Enemy / Bulls On Parade / Guerilla Radio / Sleep Now In The Fire / Cochise
(originales de Rage Against The Machine y Audioslave) - Like A Stone (original de Audioslave)
- Voodoo Child (original de Jimi Hendrix)
- GOSSIP (original de Manëskin)
- Lightning Over Mexico
- Secretariat
- Cato Stedman & Neptune Frost
- Rat Race / Battle Sirens / Where It’s At Ain’t What It Is / Prophets Of Rage / Harlem Hellfighter / Can’t Stop The Bleeding / Bullet In The Head (Tom Morello/Prophets Of Rage)
- Keep Goin’
- World Wide Rebel Songs (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
- Testify / Ghetto Blaster / Half Man Half Beast / Born of A Broken Man / Freedom / Snake-charmer (originales de Rage Against The Machine)
- Vigilante Nocturno
- The Ghost Of Tom Joad (original de Bruce Springsteen)
- Killing In The Name (original de Rage Against The Machine)
- Power to the People (original de John Lennon)
*Fotos por Jaime Valenzuela para DG Medios
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