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Paul Di’Anno: Dulce, dulce agonía
Lo de anoche en el club Rock & Guitarras, más que un concierto, fue un ritual. Un cuerpo corroído por enfermedades y malos hábitos se posó al centro del escenario para ser revivido por la multitud, quienes, haciendo vista gorda del desgaste y la decadencia, lo alabaron como un ídolo. El hombre que hace 35 años tuvo la misión de ser el rostro y voz de la nueva sensación musical del momento, un estilo que tiempo después sería bautizado como heavy metal, hacía su entrada “triunfal” sosteniéndose con mucha dificultad en unas muletas y ayudado por un par de personas que lo condujeron a una silla, lugar donde bebió whisky, fumo cigarrillos y trató de dar todo lo que pudo con una voz que ha perdido el brillo y magia de antaño, pero no la fuerza y actitud, que es la gran virtud de un hombre que en cada nueva visita pareciera estar un poco más muerto.
El local de Ñuñoa lucía una buena cantidad de público, y es que, pese a todo, Paul Di’Anno sigue siendo un referente y figura de respeto para los metaleros chilenos. Como un país que hace años declaró su amor eterno e incondicional a Iron Maiden, el británico tiene un séquito numeroso que está dispuesto a acompañarlo en cada una de sus travesías, uniéndose al vocalista en un karaoke compartido, dándole el espaldarazo cuando su garganta necesita un descanso. Por lo que una hora antes de comenzar el show, el ambiente era de celebración y fiesta, más aún cuando la presentación de la banda nacional, Iron Spell, mantuvo a todo el mundo atento, con una actuación entregada y llena de energía. Para este redactor, pensar en levantar una carrera tocando metal de hace treinta años, y más encima en un país como Chile, es una idea bastante tirada de las mechas, pero la pasión del quinteto en el escenario es algo que se agradece mucho y su espectáculo fue muy disfrutable, así que deben seguir dándole para adelante.
El tiempo pasaba, y como ya lo hizo las veces anteriores, el ex Iron Maiden se tomó su tiempo para entrar a escena. Judas Priest y otros grandes del metal alivianaban la espera desde los parlantes del local, incluso algunas canciones de “la doncella” con la voz de Dickinson aparecieron por ahí, pero los chiflidos y gritos ya se hacían escuchar. Finalmente, pasadas las 22:30 hrs., una intro daba inicio oficial al plato de fondo, con la dolorosa imagen descrita unos párrafos más atrás. Latas de cerveza alzadas al aire alentaban a Di’Anno a despojarse de las muletas y tomar el micrófono, mientras “The Ides Of March” sonaba de cortina de fondo y los músicos de Genghis Khan, banda chilena tributo a Iron Maiden, tomaban sus posiciones para tocar las primeras notas de “Sanctuary”, el primer clásico de la noche. Los largos minutos de espera quedaron en el olvido y frente al escenario se armaba un pequeño mosh pit, y hasta un veterano fanático logró subir a estrechar la mano de su ídolo, aunque este le ordenó que no subiera y lo mando a la cresta, mostrando la actitud desenfadada y punketa de Di’Anno, y que sería la tónica de la noche.
Sin perder tiempo “Wratchild” y “Prowler” siguieron en un setlist lleno de joyas, porque el principal gancho de ver al londinense en vivo, más allá del hecho de que fue frontman de Iron Maiden, es el espectacular catálogo del que fue parte. Di’Anno junto a Iron Maiden fueron los verdaderos pioneros de la New Wave Of British Heavy Metal, una revolución musical que se desarrolló durante la década de los ochenta y que sedimentó el camino para todo lo que llegó después. En los discos “Iron Maiden” (1980) y “Killers” (1981) existen los primeros atisbos de un estilo que décadas más tarde sigue haciendo vibrar a millones de personas alrededor del mundo, donde sonidos del punk, rock y metal se fusionaron para crear algo totalmente nuevo. Y Paul Di’Anno fue una pieza clave en esa mezcla. La crudeza y rebeldía de su voz puso un sello único a La Doncella de Hierro en su primera etapa y cualquier fanático es capaz de reconocer eso. Claro que hoy en día poco queda del esbelto y carismático vocalista que brilló con todo en el legendario registro conocido como “Iron Maiden – Live At Rainbow” (1981). Lo que pudimos ver anoche era a un hombre que, fruto de los excesos, las malas decisiones y una avanzada diabetes, no alcanza a ser ni la sombra de lo que fue, tratando a duras penas de llegar a la nota y sin siquiera poder llevar un concierto sosteniéndose en sus propias piernas, y es una gran pena, tomando en cuenta el talento y virtud que poseía.
Anoche fue casi un acto de psicomagia, esa técnica inventada por Alejandro Jodorowsky, donde el teatro, los actos chamánicos y el psicoanálisis provocan una catarsis curativa. A punta de rock y amor de sus fanáticos, Paul Di’Anno revivió por unos minutos para entregarnos una pizca de la magia que poesía en el pasado. Y eso es lo más rescatable de todo. “Con rock no hay dolor” era el título que mi compañero Gustavo Insunza puso a su review del show del inglés el año 2012, y que perfectamente podría calzar con este. El problema es que en está ocasión el dolor estuvo más presente que nunca, y lo más probable es que vaya en aumento con el paso de los años. De hecho, así ha sido, pasando de apoyarse en un bastón el año 2008, para dejarlo a mitad del show y pasar a una silla el año 2012, para finalmente entrar con muletas y mantenerse sentado durante todo el concierto, como pasó anoche. Paul va de mal en peor y es aún más bajo cuando alguna de sus versiones de los clásicos de Maiden son verdaderas mutilaciones.
Luego de tocar “Marshall Lockjaw”, un tema de su banda solista, que fue marcado por un altercado con un desubicado del público que se puso a lanzar cerveza al escenario y que fue confrontado duramente por el cantante, vino “Murders In The Rue Morgue”, la cual destroza en todo sentido, incluso incorporando guturales a su última estrofa, en lo que puede ser un alarde de rebeldía para sus fanáticos, pero que no va a lugar con la virtuosa composición. Después vino “Children Of Madness”, del proyecto que fundó tiempo después de su salida de Iron Maiden, Battlezone, que pasó algo desapercibido por el público que en su mayoría conoce sólo lo que hizo con la leyenda británica. Con cigarrillo en mano y un par de tragos, el hombre se relajaba mientras la banda interpretaba la instrumental “Genghis Kahn”, que mantenía a los fanáticos en fiesta, para llegar al momento de redención de la velada, donde el personaje punketa queda de lado y por primera vez hay espacio para la música. “Remember Tomorrow”, compuesta por Di’Anno y dedicada a la memoria de su abuelo fallecido y al baterista Clive Burr fallecido en 2013, es una de las canciones más bellas de la discografía de Iron Maiden, y el inglés lo sabe, y la interpreta con sumo respeto: aunque su voz no se lo permita, hace lo que puede para rendir honores a uno de sus trabajos más memorables.
El desorden y la fiesta retornaron con “Charlotte The Harlot”, “Killers” y la imprescindible “Phantom Of The Opera”, y la canción que lo comenzó todo: “Iron Maiden”, repitiendo todos los defectos antes mencionados, pero qué más daba, todo ya está dicho y sólo quedaba disfrutar de la música. Con la invitación del vocalista de la banda Genghis Kahn, cuyo timbre de voz es muy similar al de Bruce Dickinson, cantaron a dueto “Running Free”, en un momento en que todo ya era un carrete de amigos y un verdadero karaoke donde participaba todo el local. Incluso Di’Anno se dio el tiempo de tirar la talla y señalar al vocalista de Genghis Kahn y decir: “Este tipo suena muy parecido a Bruce Dickinson”. El último descanso para el frontman vino con la instrumental “Transylvania”, canción con la que dejó a la Doncella de lado para volver a sus raíces. “Blitzkrieg Bop” de Ramones y “Anarchy In The UK” de Sex Pistols, cerraron la velada con punk, que fue lo que vimos durante todo el show en realidad, porque si lo analizamos bien, entrar al escenario con muletas, cantarlo todo desde una silla tomando whisky y fumando cigarros, mientras te rompes la garganta interpretando canciones que te tuvieron en la cresta de la ola hace casi cuarenta años, es un acto muy punk.
Tan pronto como cayó el telón, el hombre volvió a la muerte. Mientras la banda de apoyo agradecía al público, un par de personas lo ayudaron a levantarse, botando un par de botellas de agua mineral al piso en el proceso debido a un mal movimiento, denotando que la lesión parece ser algo más serio que “un simple accidente” que lo obligó a apoyarse estos días en las muletas, como explicó al principio del show, excusándose por tener que cantar sentado. Siendo conducido hacia el backstage, Paul Di’Anno da una última mirada a su séquito y les sonríe haciendo una broma sobre su condición. Esa es la última imagen que este redactor tiene de esta nueva visita del ex Iron Maiden a la capital, la de un hombre maltrecho que, a pesar de todo sigue ahí, sin mostrar mejoría alguna, sino que más bien todo lo contrario, pero que se las arregla para seguir sonriendo y haciendo lo que le gusta. Lo más probable es que lo tengamos de vuelta, quizás en una silla de ruedas y, con lo obstinado que es, no nos sorprendería verlo cantando desde un cajón. Paul Di’Anno es un artista agónico, es cierto, pero su agonía parece ser más dulce que la de muchos moribundos que pululan por este mundo.
Fotos por Luis Marchant
Setlist
- Ides Of March (Intro)
- Sanctuary (Iron Maiden)
- Wratchild (Iron Maiden)
- Prowler (Iron Maiden)
- Marshall Lockjaw
- Murders In The Rue Morge (Iron Maiden)
- Children Of Madness (Battlezone)
- Genghis Kahn (Iron Maiden)
- Remember Tomorrow (Iron Maiden)
- Charlotte The Harlot (Iron Maiden)
- Killers (Iron Maiden)
- Phantom Of The Opera (Iron Maiden)
- Iron Maiden (Iron Maiden)
- Running Free (Iron Maiden)
- Transylvania (Iron Maiden)
- Blitzkrieg Bop (Ramones)
- Anarchy In The UK (Sex Pistols)
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En Vivo
Lollapalooza Chile 2023: Día 3

Jane’s Addiction
Era el esperado turno de los liderados por Perry Farrell tras su cancelación el año pasado. La banda, que debutaba en Cerrillos en el escenario Banco de Chile, sufrió la baja de uno de sus icónicos integrantes, lo que no fue impedimento para que resolvieran aquella deuda con nuestro país.
Dave Navarro sería sustituido por Josh Klinghoffer, quien de bajo perfil resolvió con oficio y actitud. Así, Jane’s Addiction partía su set con un doblete de “Nothing’s Shocking” (1988), encendiendo el ambiente con “Up the Beach” y “Ocean Size”. Es innegable la calidad e influencia que Jane’s Addiction ha tenido en una generación completa de músicos y público.
Y es que su líder, además de dominar completamente el espectáculo, también ha podido administrar con visión parte de una industria, liderando desde sus inicios la marca Lollapalooza. Hoy, las nuevas generaciones se mezclaron con los viejos emblemas del rock y juntos lograron encarnar la filosofía de cualquier festival donde lo que más importa es la música.
Con el sol golpeando nuevamente sobre las cabezas en un repleto escenario, Perry Farrell se dedicó a hablar e interactuar envalentonado por una botella de vino tinto. El cantante se refirió al calor e incluso al Presidente, provocando la positiva reacción del público. Para quienes buscaban clásicos, la banda deleitó. Repasó sus mejores éxitos y permitió a su guitarrista de emergencia soltarse en pasajes de la incansable “Three Days” y hasta reversionaron “Jane Says” en clave acústica.
Fieles a su estilo, la banda fue acompañada por bailarinas y una puesta en escena tipo burlesque. Jane’s Addiction regresa con el único peso de la experiencia en su espalda, sin intentar demostrar nada nuevo. Sin embargo, su presencia en un festival de estas características es siempre un deleite, agregando siempre un toque de oficio y experiencia.
Alain Johannes Trio
Para Alain Johannes la vida no ha sido fácil. El músico chileno regresaba a nuestro país tras la dolorosa pérdida de uno de sus mejores amigos, Mark Lanegan y parecía que esta sería la mejor oportunidad para un homenaje. Secundado por su banda local, Johannes se subió al escenario alternativo Aldea Verde y repasó gran parte de su nutrida trayectoria musical.
Con una seguridad y un toque de emoción, Johannes entregó una versión casi idéntica de “Can’t Change Me” de Chris Cornell, la cual trabajaron juntos y la frenética “Hangin’ Tree”, dedicada a Lanegan. La riquísima experiencia de Johannes daría para un show muchísimo más extenso e íntimo, con canciones de todos los estilos y generaciones que ayudó a producir.
Sin embargo, el músico se las arregla para condensar aquello y recorrer parte de ese camino musical. Así pasó por su excelente etapa de “Spark” e incluso Eleven, tocando “You’re my Diamond”, entre otras. Johannes es una joya y uno de los puntos altos dentro de la representación local en el festival. El músico, que además gozó de un correcto nivel técnico en el escenario, tiene aún mucho que mostrar hasta ponerse completamente al día con el país que ya logró conquistar.
Twenty One Pilots
Tenían la difícil tarea de ser el reemplazo de Blink-182, los cabeza de cartel. Sin embargo, Twenty One Pilots, saben lo que hacen y ya cuentan con la experiencia y el público chileno en el bolsillo. Así, el dúo se presentó sobre el escenario Costanera Center tras el eléctrico y psicodélico show de Tame Impala, marcando un quiebre en cuanto a lo que necesita cada número para resaltar.
Los norteamericanos tienen una base fiel de seguidores que pacientemente los esperó y se alegró de que, pese a que no estaban haciendo giras, hayan podido regresar a nuestro país. Aquello no fue impedimento para que el dúo de Tyler Joseph y Josh Dun se entregaran al máximo con un show renovado y con sorpresas.
Totalmente encapuchados, los músicos saltaron a escena con los primeros acordes de “Guns for Hands” y “Morph”, con Joseph acompañado del piano en todo momento. No fue sino hasta “Holding on to You” que la banda ya tenía cautivado al grueso de los asistentes que se hacían camino entre quienes ya abandonaban el parque.
Siempre al piano, el carismático líder se apoderaba de todo el escenario hasta que se apoyaron por primera vez con banda, dejando al dúo al descubierto para el espectáculo. La parte más interesante de la noche estaría a cargo de una sección de trompeta que incluyó guiños a Chico Trujillo y Los Jaivas, desatando la locura de los asistentes.
Una banda de estas características sabe bien cómo encantar y respetar a su público. Con pequeños detalles y una entrega siempre al cien, lograron emocionar y también consolar a quienes veían con resignación al reemplazo de su banda favorita. Pero para eso, la banda tendría otra sorpresa más: despachar un cover de “First Date” y prender a todo el parque. Casi como agradecimiento por las casualidades de la vida que los devolvió a Chile, la banda se plantó como siempre con un show impecable y divertido.
Pese a las dificultades que surgieron tras la repentina cancelación de Blink- 182, plato fuerte de la versión 2023 de Lollapalooza Chile, el festival que ya cumple 11 años logró salir ileso una vez más, encantando y cautivando a un público que encontró en la variedad un refugio. Si bien el choque generacional fue demasiado dramático en esta nueva versión, terminó convenciendo y reuniendo a casi todos por igual, que disfrutaron de lo que ofrecieron números como Billie Eilish, Rosalía o Tame Impala.
Son esos detalles los que encarnan la filosofía de un festival que ya cumple más de una década y que contó, una vez más, con su fundador como parte del cartel. Si hoy fallaron artistas, sus reemplazos dieron el ancho y congregaron mas no dividieron. Durante las tres jornadas de un nuevo y caluroso marzo, Lollapalooza Chile sigue dando muestras de ser un festival para todos los gustos y con presentaciones de primer nivel, pese a las críticas -válidas- de su otrora público objetivo. El festival se consolida, encanta pero aún no convence tras su segundo año en el Parque Bicentenario de Cerrillos. Será tarea aún pendiente mejorar los accesos y otros puntos al interior del recinto para que la experiencia sea aún más accesible y cómoda.
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