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Lollapalooza Chile 2022: Día 1
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2 años agoon
Casi tres años sin un Lollapalooza Chile era demasiado tiempo. La evolución de las tendencias, la del propio festival, y la de los músicos invitados, convertían todo en intriga. También, inevitablemente este iba a ser un símbolo de las posibilidades que se abren cuando la pandemia parece (aunque no lo esté en la práctica) controlada. En este 2022 muchas cosas se asemejaban en el ambiente al debut en 2011, en especial en el sentido de novedad del espacio porque, tras divergencias entre la producción y la Municipalidad de Santiago, el evento tuvo que cambiar desde el acostumbrado Parque O’Higgins a un territorio por conquistar, como el Parque Bicentenario de Cerrillos. Las críticas al cartel, cuyos nombres aparentemente no pesaban tanto como lo anunciado para 2020, tenían chance de revertirse con buenos shows y con esa conexión que corroe lógicas, como es la existente entre artistas y público, y eso es lo que pudimos ver en la primera de tres jornadas de este Lollapalooza Chile 2022.
The Wombats
Aunque Bocho acortó su show para paliar el retraso de The Alive –cuyos 15 minutos corridos serían la constante de los escenarios principales durante todo el día–, igualmente los fans que esperaban el debut en Chile de The Wombats tuvieron que aguantar un silencio largo, que se quebró a las 15:03 hrs. con “Moving To New York”, instalando una mezcla entre nostalgia prematura y energía cruda.
Esto ocurrió porque la banda tocó en un formato trío, su forma más primitiva, pero también la que inició todo en 2003; casi 20 años de trayectoria que, en vez de mostrar falencias en una configuración así, pudo sacar la potencia que hoy separa a los de Liverpool de sus contemporáneos. Sin temor a mezclar tracks nuevos, como “This Car Drives All By Itself”, con canciones más escondidas del catálogo de la banda como “Techno Fan”, el show avanzó ágil y contagioso, mientras favoritas como “Kill The Director”, “Turn” o el hit “Let’s Dance To Joy Division” se sucedían.
El público coreó de todo, sorprendiendo incluso al vibrante Matthew Murphy, mientras Dan Haggis desde la batería fue quien más se comunicó con la gente, apelando a muchas frases en español, con prestancia y simpatía. El bajista Tord Øverland Knudsen disfrutaba a concho haciendo bailar al público, mientras el espectáculo, tan rápido como se sintió, tan rápido acabó, con el mejor track de su último disco, “If You Ever Leave Me, I’m Coming With You” y la viral “Greek Tragedy” en una hora exacta que, entre sonido directo y simpatía al natural, coronó una gran primera impresión de The Wombats en suelo chileno.
Marky Ramone
El importante retraso propiciado por el show contiguo de los ingleses de The Wombats en el VTR Stage, sirvió para que la antesala de Marky Ramone tuviera un buen marco de ansioso público. Nostálgicos de todas las edades, familias y fans acérrimos, esperaban el retrasado show bajo el calor de la tarde de Cerrillos.
Ya sobre el escenario, alrededor de las 16:00 horas, el ex baterista de los míticos Ramones disparó un compilado de éxitos de los de Queens. Uno tras otro fueron desfilando los hits en la voz de Iñaki Urbizu, quien lo dio todo: “Sheena Is A Punk Rocker”, “Teenage Lobotomy”, “I Believe In Miracles”, “Rock ‘N’ Roll High School” y, por supuesto, “Blitzkrieg Bop” al cierre, fueron algunos de los puntos altos del nutrido set clásico de la banda.
Como buen show de profunda esencia punk, el cuarteto no dio respiro y, casi como reloj, lograron cuadrar el retraso con una serie de canciones en menos de 10 minutos. Sin intermedios, ni siquiera para agradecer o despedirse, y con una agilidad que ya quisieran bandas más jóvenes, marcharon canción tras canción como si de un trámite se tratara. Eso sí, con oficio y gran calidad, porque el objetivo era claro: una avalancha de buenas canciones que no requieren presentación ni más contexto que contar con un ex Ramones sobre el escenario.
IDLES
El sol pegaba fuerte e implacable sobre las cabezas de los asistentes en el Parque Bicentenario de Cerrillos, cuando llegaba el momento que los cientos de entusiastas en el VTR Stage habían esperado por mucho tiempo: IDLES finalmente debutaría en Chile. No hace falta reflexionar de modo introductorio lo que esta banda genera con su música, especialmente en nuestro sitio, donde le hemos dado cabida desde sus primeros álbumes, por lo que el fervor que se sentía cuando la banda subía al escenario era algo palpable y esperable, produciendo una anticipación desde el primer minuto con la devastadora “Colossus”. De ahí en adelante, el conjunto se paseó por todos sus discos, tratando de dar el mayor espacio posible a esas canciones que el público quería oír de una manera tan furiosa como caótica, algo que pocas veces se ha apreciado en el festival.
Desde ese punto de vista, no deja de resultar especial la química que los integrantes generan sobre el escenario, partiendo por la actitud que su frontman, Joe Talbot, impregna en cada una de las canciones adornadas con una precisión quirúrgica por los riffs de Mark Bowen, la inestabilidad de la guitarra de Lee Kiernan o el pulso implacable que llevan Jon Beavis en la batería y Adam Devonshire en el bajo. Todos juntos hacen que el combo de IDLES resuene aún más efectivo en verdaderos estandartes de su discografía, como “Mother”, “Never Fight A Man With A Perm” o “Danny Nedelko”, permitiendo también que otras composiciones como “Mr. Motivator” y “War”, de “Ultra Mono” (2020) ganen mucho más en vivo al compenetrarse con el resto del repertorio, el que también dio cabida a su reciente álbum, “CRAWLER”, con “Car Crash” y “The Beachland Ballroom”, dos de las composiciones más sólidas en su cuarto LP.
Punto destacable del show también fue la flameante bandera de los Mugiwara (Piratas de Sombrero de Paja) del animé “One Piece” que se vio entre el público, calzando perfectamente con el mantra de “Joy As An Act Of Resistance.” (2018), de llevar la alegría y transformarla como una herramienta de lucha contra la opresión de la autoridad, algo que aplica no sólo para los protagonistas de dicha serie animada, sino que también para el segundo larga duración de los de Bristol. Vaya también un reconocimiento al guardia que repartió aguas para las personas que estábamos en las primeras filas e hidrató (literalmente con una botella a la cual le hizo un hoyito para transformarla en regadera) a todos los que pudo en innumerables ocasiones.
En tan solo una hora, IDLES demostró de lo que está hecho, en un set que los vio presentarse extensamente en sociedad frente al público chileno, llevándose seguramente más de un fan entre los curiosos que se acercaron a esas horas de la tarde. Pese a algunos detalles de sonido, el quinteto rugió fuerte durante su breve paso por Chile, donde la catártica “Rottweiler” fue la encargada de poner punto final a este debut de IDLES en nuestro país, el que seguramente derivará en su regreso a estas tierras más temprano que tarde.
Alexisonfire
Siguiendo una jornada llena de momentos para la posteridad, en el Axe Stage se vivió uno de los más emocionantes del día, con el esperado debut de Alexisonfire en nuestro país, el que fue recibido por un público mayoritariamente bajo los 30 años, que cantó a todo pulmón como en sus mejores años de adolescencia. El conjunto canadiense llegaba hasta nuestro país en un punto crucial de su carrera, por lo que este encuentro con su fanaticada local sirvió como el puntapié inicial para esta nueva etapa de sus vidas. Si, evidentemente, el fervor sería desatado de inmediato con el combo de “Accidents”, “Boiled Frogs” y “Old Crows”, las palabras del frontman George Pettit encenderían aún más el fervor de las miles de personas presenciando un momento histórico. “Estuvimos en la prisión del Covid por dos años, este es nuestro primer show desde antes de la pandemia, ¡y qué mejor lugar que en Chile, con todos ustedes!”, diría el vocalista para recibir una ola de aplausos y seguir con una presentación que no daría respiros.
El karaoke masivo fue regla con la interpretación de canciones como “Pulmonary Archery”, “Drunks, Lovers, Sinners And Saints” o el golpe enérgico que fue “Familiar Drugs”, todas coreadas palabra por palabra por la fanaticada del conjunto. Indudablemente, la fórmula de Alexisonfire es precisa para estos contextos, sobre todo por la armonía que generan las voces de Pettit y el guitarrista Dallas Green, donde se turnan los guturales y las secciones más melódicas con una naturalidad impecable. También pasa con el entusiasta bajista Chris Steele, que es un show por sí solo, o el guitarrista Wade MacNeil, que se encarga de darle más forma a los juegos sonoros que desarrolla la banda bajo la atenta mirada del baterista Jordan Hastings y su trabajo como sostenedor de toda la intensidad instrumental de la agrupación. Otro momento memorable fue la interpretación (por primera vez en vivo) de “Sweet Dreams Of Otherness”, el primer single de su próximo LP “Otherness” (2022) y que fue cantada por los asistentes, pese a tener sólo una semana de existencia al momento del show.
Ese fervor por Alexisonfire en Chile viene desde el sentimiento con que interpretan sus canciones, lo que genera una energía que se traspasa a la audiencia, la que gritaría cada coro de algunos puntos cruciales del cancionero de los canadienses, como “This Could Be Anywhere In The World” o el cierre en lo alto con “Young Cardinals”, uno de los pocos momentos de ese sonido más hardcore que la banda ha desarrollado en algunos de sus discos. Bajo la oscura mirada de la noche y un escenario principal que se iluminaba con los beats de Martin Garrix a lo lejos, Alexisonfire concretaba su esperada primera vez en Chile con un show que, con intensas 11 canciones, terminaría por transformarse en uno de esos contados momentos en la historia de Lollapalooza Chile donde las guitarras se tomaron ese oculto escenario alejado de la muchedumbre de las tarimas principales por tan solo unos minutos, en donde músicos y seguidores se transformaron en uno solo.
Camila Moreno
Tras haber estrenado “Rey”, Camila Moreno demostró la intensidad del álbum en vivo sobre el Lotus Stage pasadas las 20:30 hrs. y, a la par con los beats finales y la pirotecnia que se colaban desde el set de Martin Garrix, logró cautivar al público que pacientemente esperó por su aparición.
Todo el concepto en torno al disco y la presentación en vivo de Camila Moreno transita entre un relato de corte post apocalíptico y futurista. A tono con los tiempos, las visuales que acompañaron la intro del show narraban cómo la humanidad corría hacia la extinción. Allí, la figura del personaje de Camila emerge con los primeros acordes de “Rey”, para avanzar de manera sólida entre canciones nuevas y clásicas, como “Tu Mamá Te Mató” (que contó con la participación de Francisco Victoria en la voz), “Sin Mí”, “Incendié” y “Te Quise”, entre otras, todas en clave electro y con detalles y arreglos para este nuevo formato de la artista.
Secundada por bajo, guitarra, además de percusiones y arreglos acústicos, la artista entregó un completo show desde lo musical, visual y también lo lírico. Por su parte, el momento “Quememos El Reino” seguido de “Corderito” y “Comer Llorando” al cierre, logró condensar esa intensidad en clave balada. Camila Moreno demuestra una vez más que su propuesta, en cada mutación, es sólida y muy interesante.
Foo Fighters
Si los 15 minutos que en general corrieron los horarios de los escenarios principales ya dejaron despistados a algunos, los minutos extra que se tomó Martin Garrix fueron una molestia para un fandom rockero, que con impaciencia apuraba cánticos, aplausos y movimientos. Pero nada de eso tendría sentido sino hasta las 21:23 hrs., cuando, tras el fin del show del artista electrónico holandés, Foo Fighters saldría a escena y ahí todo enojo quedaría en el olvido. Es que Dave Grohl tiene una energía contagiosa, que puede cambiar el semblante hacia la felicidad o el optimismo con un inicio como “Times Like These” o puede llevar al desenfreno con el coro de “The Pretender”. Eso sí, como en cada show de los Foo, también las salidas de libreto de Grohl, tan simpáticas como puedan ser, se revelan como cansinas con el correr del concierto, al repetir ciertos recursos que extienden la duración del espectáculo más de lo necesario. Sin embargo, el público no chista frente a ello, incluso cuando la mencionada “The Pretender” se extiende por solos y coros repetidos por más de diez minutos.
Es que la banda hace lo suyo de forma abrumadora y, a la vez, natural, incluso en la escala festivalera o de estadios a la que están acostumbrados. Por ello las explosiones con “Learn To Fly” o “Breakdown” pueden convivir con la destreza y evolución compositiva del conjunto en tracks más nuevos, como “The Sky Is A Neighborhood” o “Shame Shame”, que destacan precisamente por evitar tropos repetitivos, y así lucir elementos novedosos y brillantes, como las coristas Samantha Sidley, Barbara Gruska y Laura Mace.
Con Foo Fighters se sabe a lo que se va y, aun así, es genuino cómo sorprenden, ya sea con la prestancia impactante de la voz de Taylor Hawkins al hacer un cover de “Somebody To Love” de Queen o, cuando al tocar de forma tierna y suave “Wheels”, Dave Grohl descubre que la gente se sabe esa canción y baja las revoluciones para sonreír ante la voz que escucha desde el público.
La mayor sorpresa vino casi al final, cuando Grohl explicó cómo estar en un Lollapalooza es parte de la vida de él como artista, e invitó al padre del festival, Perry Farrell, a tocar con ellos. Jane’s Addiction no pudo estar en Lollapalooza Chile 2022, pero al menos sí sonó “Been Caught Stealing”, clásico de su banda, y con un soporte de lujo. Especialmente la guitarra rítmica de Pat Smear destacaba en esta versión, junto con la voz perenne de Perry. Esto contrastó más el estado de la voz de Dave Grohl, quien no llega a tantos registros y casi en todo el show apela a gritar, pero, para su fortuna, las canciones funcionan con ese timbre y las armonías que puedan faltar de lo vocal, vienen desde las guitarras y el teclado de Rami Jaffee, cuya atmósfera dota al rock & roll de los Foo de un telar ligero, pero preciso para que todos se luzcan, tal como pasa en “Run” o en “Best Of You”.
El show sólo pesa por el reloj inclemente, con los 23 minutos de retraso al inicio, y el cierre del Metro, que dejó a tantos sin transporte después, dado que el show de Foo Fighters, de originales dos horas de duración llegó a las 2 horas y 14 minutos, terminando a las 23:37 hrs., afectando a miles, pero no sin antes haber entregado su mejor concierto en Chile, sin poner peso excesivo en canciones nuevas o en covers, sino que equilibrando lo que ofrecen, consiguiendo ejercer el peso de su trayectoria con la energía del presente. Foo Fighters cerró espléndidamente en lo musical la primera jornada de un festival como Lollapalooza Chile, que, en un nuevo espacio, aún debe asegurar ciertas necesidades de un público numeroso, como más puntos de hidratación, o resguardar los horarios, pero que al menos en el lado de la música continúa entregando instantes dignos de recordar.
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El fervor por Ghost es algo casi indescriptible, por lo que resulta un éxito total la forma en que los suecos regresaron a nuestro país con su su shows en solitario más multitudinario a la fecha. Tras su última presentación hace siete años, la banda agotó el Movistar Arena presentando “IMPERA” de 2022. Más allá de su nueva era, mucho más transversal y popular, la banda supo cómo entregarse por completo y fijar un espectáculo de primer nivel en las pupilas y tímpanos del fiel público chileno.
Puntuales y secundados por los nacionales de Pentagram, que casi echan abajo el recinto, Ghost se subía al escenario con los primeros y agudos acordes de “Kaisarion”, parte de la nueva etapa de la banda donde los riffs se acercan más al hard rock, los sintetizadores aparecen como destellos y combinan con el look de un Papa Emeritus de traje brillante. El sentido del espectáculo que tiene el grupo, su teatralidad y desplante, han sido parte importante de la carrera de Ghost, que ha transitado entre lo oscuro y lo luminoso. En todas sus encarnaciones, Tobias Forge, ungido como Papa y compañía, añaden elementos que tensionan aún más esa relación de explícita blasfemia y la cautivadora propuesta de rock al estilo King Diamond conoce a Abba. Es ese cruce generacional y de sonido que convierten al grupo en un interesante “hay que ver” en vivo, donde la entrega es total.
“Rats” y éxitos como “From the Pinnacle to the Pit” o “Cirice” continuaron dando vida al setlist que iba y venía entre cambios de vestuario, colores y jugueteos de los Nameless Ghouls, que también entendían de qué iba el espectáculo: una muestra completa de un show que no sólo se queda en la buena ejecución de sonido ni en el virtuosismo. La experiencia completa del ritual local se vio fortalecida por la gran cantidad de niños, niñas y jóvenes que veían, algunos por primera vez, un espectáculo de estas características y que convierte a Ghost en su banda favorita, principalmente motivados por los éxitos virales del grupo como “Mary On a Cross” o “Call Me Little Sunshine”, también interpretadas en vivo y que fueron los puntos altos de la noche. Esa transversalidad saludable y tremendamente interesante de unión musical sólo podía ser opacada por quienes no entendieran que el público hoy en día es así de diverso. La presencia de niños y niñas, además del fervor de quienes pasaron horas esperando entrar, obligó que durante minutos el show se detuviera para ordenar al público, dar un paso atrás y asegurarse que todos disfrutaran a salvo.
Sin mayores inconvenientes, la banda oscurecía el ambiente y el Papa, de traje negro y brillos dorados finalmente aparecería para una nueva etapa del show, liderando la liturgia portando un turíbulo o incensario, un elemento colgante usado por los sacerdotes que expulsa vapor. “Con Clavi Con Dio” y “Year Zero” desataron a la mayoría de los asistentes que al ritmo de los contagiosos versos “Lucifer, we are here / For your praise, Evil One” y el correcto y profundo riff de una de las mejores canciones del grupo. Si incluso la propuesta visual y de luces se adaptó al momento más oscuro de la noche, demostrando el rango de la banda y sus cambiantes intenciones. Y es que la banda cuenta con un relato propio y una propuesta difícil de igualar, dejando a Tobias Forge como un líder y un frontman de verdad, tomándose el show con actitud y una voz de primer nivel.
Es impresionante cómo la banda, que más allá de apropiarse de la estética, el sonido y otros elementos de parte de la familia del metal pero no ser considerados por los puristas del género como pares, convoca, gusta y atrae, al mismo tiempo que se despliegan con total propiedad e insolencia en un explosivo y pirotécnico espectáculo.
Setlist
- Kaisarion
- Rats
- From the Pinnacle to the Pit
- Spillways
- Cirice
- Absolution
- Ritual
- Call Me Little Sunshine
- Con Clavi Con Dio
- Watcher in the Sky
- Year Zero
- He Is
- Miasma
- Mary on a Cross
- Mummy Dust
- Respite on the Spitalfields
- Kiss the Go-Goat
- Dance Macabre
- Square Hammer
*Fotos por Ramón eMe Gómez (@el.eme) para Lotus
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