¿Quieres comenzar un culto conmigo? versan las primeras palabras de “amo” (2019), uno de los mejores discos de este año, y también la línea que inició el show de Bring Me The Horizon en la novena edición de Lollapalooza Chile 2019. Viendo el simbolismo asociado y la cantidad de miembros del skeleton clique (fanaticada de Twenty Øne Piløts) inundando de amarillo la explanada del VTR Stage, no es una pregunta disparatada. BMTH pudo tener un pasado ligado al metalcore, pero lo que hacen en el presente es más llamativo por la forma de seguir con esa potencia y, al mismo tiempo, meter más elementos en la juguera. Ya Manuel Cabrales, periodista de HumoNegro, conversaba con Jordan Fish y quedaba en claro que el pasado está pisado, y que el ideal de la banda es convocar a la gente en esta sintonía, la que se pudo ver en el breve show que los tuvo de regreso por tercera vez en Chile.
“MANTRA” inicia el culto, y la presencia de la banda se ha multiplicado en el escenario. Ya no se trata de un errático Oli Sykes mientras el resto hacía lo suyo en sus rincones. Ahora BMTH es un conjunto donde todas sus partes están en su mejor momento, con Oli y Jordan compartiendo los roles en las voces, prácticamente no recurriendo a las pistas como en un intenso, pero poco pulcro, show en el Teatro Caupolicán hace casi tres años. “The House Of Wolves” podría ser una sombra de lo que fue, pensando el giro más hacia el pop de la banda, pero no sólo eso no ocurre, sino que también el poder es aún mayor.
Las peticiones de un circle pit por parte de Sykes eran un poco de humo innecesario, un recurso barato que, además, transformaba la escena en una exaltación de las masculinidades tradicionales. Mientras FEVER 333 decía en su show que era importante que cada mujer en la audiencia se sintiera segura y en igualdad de condiciones, BMTH empañaba un poco el inicio de un concierto infalible con ese tipo de llamados a la acción que no aportan mucho. Ese debe ser el único lunar en medio de una presentación calculada como espectáculo de fuegos artificiales, sin equívocos en la estrategia, en el momentum del setlist elegido y también en las interpretaciones.
En medio de “Happy Song” ya quedaba en claro cómo sí había intención de comenzar un culto, aunque fuera por el resto de la hora. Al inicio de esa canción se deletrea la palabra “espíritu”, y por primera vez en mucho rato que la banda tiene eso de su parte. Quizás las visuales de gran factura y el juego de iluminación hubieran funcionado por completo si es que la banda hubiera tenido un espacio más tarde, con menos luz natural, pero eso no empañó la sensación de que mucha gente estaba disfrutando. En “Mother Tongue”, BMTH habla de cómo los idiomas no pueden contener la capacidad de comunicar amor, y eso es efectivo cuando quizás no todos llegan a la música por conocer lo que esta dice.
Tras la potencia controlada pero muy bien ejecutada de “Shadow Moses” y “Wonderful Life”, la calma llegaba con la romántica “Follow You”, y luego la catarsis máxima con “Can You Feel My Heart”. Del amor al quiebre. Del alma etérea al corazón más quebrado. Si este es un culto, entonces es uno que funciona bien con los contrastes, muy gráficamente. El teclado de Fish es clave en cada paso. Los colores que entregan los sintetizadores hacen que todo suene más universal, lo que tiene su peak en “Nihilist Blues”, ese track donde la banda comparte créditos con Grimes, una de las figuras más innovadoras en el pop actual y que redunda en una canción que mezcla densas capas de sonido con un coro e instrumentación que evoca a una fiesta, de esas que no explotan, sino que permiten la celebración propia.
Sí, se puede iniciar un culto, pero al final del día el primer tótem es la presencia de quien mira en el espejo. Por eso hay que cuidarla, y por eso es que la súplica de no dejes que me ahogue en “Drown” no sólo suena urgente, sino que parte de aquello que es sagrado. Si el tema que abre el show es “MANTRA”, el resto de la jornada gira alrededor de coros que se repiten una y otra vez con el fin de aunar a la gente mediante la repetición confortante, y de esta forma se logra unidad, algo deseable y bello en un contexto festivalero.
“Medicine” es la cara más pop de BMTH, y es una canción que sufre en vivo al ser más delicada que el resto del catálogo dispuesto para la admiración de la gente, pero aun así sale airosa, porque la letra de despecho y las visuales hacen imposible querer ver otra cosa. Decir que “debes probar un poco de tu propia medicina” nunca fue tan sencillo y pop, así como la construcción de un imperio evoca la dificultad de conseguir atención propia por parte de uno mismo en “Throne”. Ese final, con la gente saltando y con los brazos en alto, dejan en claro por qué Bring Me The Horizon está en un momento así de gigante.
Aunque en Chile no fueron cabezas de cartel, en Europa están en esa categoría con holgura, y el show que mostraron en Lollapalooza es una pequeña muestra de cosas aún más grandes para una banda cuya ambición y límites siempre están en movimiento, sumando gente en ese afán de culto que sí se les puede adjudicar.
El presente de Tom Morello, actualmente en un intervalo tras la cancelada reunión de Rage Against The Machine en 2022, pareciera ser inquieto pero incierto a la vez. Enfocado en trabajar en nueva música junto a su hijo y colaborar con diversos proyectos que lo buscan, el guitarrista emprende un nuevo viaje solista, esta vez como un recorrido-homenaje a su extensa y vital carrera, sin dar demasiadas luces sobre el futuro de su proyecto principal pero entregando pequeños bocados de lo que podría ser.
Con un Teatro Caupolicán repleto pero a media capacidad, la expectativa era más que alta para ver en nuestro país, una vez más, al legendario músico. Luego de la intensa presentación de Cler Canifrú quien abrió los fuegos, Morello saltó a escena con “Manifiesto” de Víctor Jara de entrada, una imagen del Negro Matapacos en pantalla gigante y los acordes de “One Man Revolution”, de su proyecto The Nightwatchman como primer track. De ahí y sin descanso, el músico despachó, acompañado de su guitarrista en voz, “Let’s Get the Party Started” (colaboración junto a Bring Me The Horizon) y “Hold The Line”.
Con el público ya prendido sólo faltaba un discurso inicial antes de desatar la locura y exponer sus pergaminos musicales. En tan sólo un par de minutos, Morello se paseó por riffs (y nada más que las intros) de “Bombtrack”, “Know Your Enemy”, “Guerrilla Radio” y “Sleep Now In The Fire” de Rage Against The Machine, dando sólo una pincelada de hits en un particular medley, que además incluyó un homenaje a Chris Cornell con “Like A Stone”, la única canción interpretada de inicio a fin. De allí en adelante, Morello y su banda recorrieron covers y reversiones e incluso una tibia interpretación de “Gossip”, el último hit de los italianos Manëskin que cuenta, justamente, con Morello como invitado.
¿Qué es lo que hace diferente a Tom Morello? Más allá de su inconfundible sonido e impronta o haber formado parte de importantes bandas y ser portavoz de himnos, el músico tiene una personalidad propia que bien se ve más allá de esas luces, sin embargo, pareciera ser que la música y los fans siempre lo arrastra a su personaje. Ejemplo de ello la lectura de porciones del público en donde cada acorde inicial era potencialmente un hit de RATM. En ese sentido, la presentación de Morello se vuelve a ratos inentendible, fuera de contexto, indescifrable. Tom Morello podría más que una tonelada de wah, octavador y un recorrido de hits en formato karaoke. Es su carisma, talento y visión, además, lo que lo posiciona como un músico querido y respetado, pero que cuesta sacar del pasado.
Por ello, la decisión de un repaso más que un show completo y preparado en clave solista no le hace justicia al guitarrista, quien tiene argumentos mucho más interesantes para presentar como su acercamiento al folk con The Nightwatchman. Allí, el músico prueba y arriesga tomando guitarras acústicas y explorando en fondo y forma (“World Wide Rebel Songs” y “Keep Goin’”). El show, divertido y con una ejecución correcta, vuelve a un estado de mixtura con nuevos covers y reversiones de pequeños saldos de diferentes etapas, para coronar la jornada con “Killing In The Name”, cantada a pulso con todo el teatro y “Power To The People” de John Lennon como punto final. Tom Morello sella un nuevo paso por uno de sus países favoritos con un público fiel y cómplice, apañador y motivado, que da solidez a un show que a ratos puede parecer sólo un singular ejercicio de nostalgia.
Setlist
One Man Revolution (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
Let’s Get The Party Started
Hold The Line
Bombtrack / Know Your Enemy / Bulls On Parade / Guerilla Radio / Sleep Now In The Fire / Cochise (originales de Rage Against The Machine y Audioslave)
Like A Stone (original de Audioslave)
Voodoo Child (original de Jimi Hendrix)
GOSSIP (original de Manëskin)
Lightning Over Mexico
Secretariat
Cato Stedman & Neptune Frost
Rat Race / Battle Sirens / Where It’s At Ain’t What It Is / Prophets Of Rage / Harlem Hellfighter / Can’t Stop The Bleeding / Bullet In The Head (Tom Morello/Prophets Of Rage)
Keep Goin’
World Wide Rebel Songs (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
Testify / Ghetto Blaster / Half Man Half Beast / Born of A Broken Man / Freedom / Snake-charmer (originales de Rage Against The Machine)
Vigilante Nocturno
The Ghost Of Tom Joad (original de Bruce Springsteen)
Killing In The Name (original de Rage Against The Machine)