Tuvieron que pasar siete años desde el exitoso debut de los ingleses de Mumford & Sons, de la mano del álbum “Sigh No More” (2009), para tenerlos por primera vez en nuestro territorio, en esta ocasión cerrando el capítulo sudamericano de la gira de presentación de su más reciente trabajo, “Wilder Mind” (2015), y sin lugar a dudas su nombre se convirtió en uno de los puntos más atractivos de la sexta edición del Lollapalooza Chile. El escenario Itaú fue el encargado de albergar a los liderados por Marcus Mumford, y el cansancio de un fin de semana de música y actividades no fue impedimento para congregar a toda una multitud ansiosa de escuchar al que es uno de los mejores exponentes del folk rock en la actualidad.
Con diez minutos de retraso según lo planificado, hacen su ingreso los oriundos de Londres, y de inmediato los recibe una cerrada ovación entremezclada con gritos, que se extiende como un manto sobre el escenario y que empapa a la banda de todo el cariño del público nacional. Los sensibles acordes de “Snake Eyes” son los encargados de establecer el primer contacto, con una instrumentación perfectamente controlada y la característica textura de la voz de Marcus, dando el justo tiempo a la canción. Lo que fascina de Mumford & Sons es la autenticidad de su propuesta, con una sobrecarga de dinamismo e intensidad que no luce forzada, sino más bien espontánea, elementos que quedan en evidencia en “Little Lion Man” y “Below My Feet”. La belleza de las composiciones más cargadas al romanticismo queda de manifiesto con “Lover Of The Light”, donde el frontman asume su posición en la batería, y el acompañamiento de bronces aporta con exquisitos matices que hacen aún más destacable la presentación.
La energía que irradian las melodías de los ingleses se contagia a todos los fanáticos, quienes no dejan de cantar y apoyar con las palmas cada una de las propuestas sonoras de la banda. Un set que transita por múltiples velocidades y sentimientos; por un lado la aceleración que impregna el pulso de la batería y las cuerdas de Winston Marshall en “Tompkins Square Park”, y por otro lado toda la sencillez y delicadez de “Believe” y “Awake My Soul”, con el bello aporte del violín y las perfectas pinceladas del teclado de Ben Lovett. Con la interpretación del éxito “The Cave”, las miles de voces cantando al unísono logran acallar cualquier ruido del Parque O’Higgins, con notas cargadas de desahogo que brotan desde lo más profundo y que reciben la complicidad de cada uno de los músicos, quienes pareciesen gozar al ver la popularidad de su música por estas latitudes. Para reforzar la conexión con un público que ya percibe el ocaso del show, Marcus Mumford desciende del escenario para acercarse a sus fanáticos y junto a ellos interpretar “Ditmas”, corte perteneciente a su más reciente larga duración.
La hermosa ejecución de piano por parte de Ben Lovett marca la introducción de “Dust Bowl Dance”, que por varios pasajes logra erizar la piel, invitando a cerrar los ojos y degustar lo más auténtico y esencial del sonido folk. El vocalista invita a escena al cantante y productor Miguel Jontel Pimentel, más conocido simplemente como Miguel, para interpretar el clásico “You Really Got Me”, original de The Kinks, en una versión exquisitamente bien ejecutada, y que cuenta con la colaboración de todos los asistentes. Quizás el punto más potente de la velada llega de la mano de la intensa “I Will Wait”, que con las primeras ráfagas sonoras despeja cualquier atisbo de agotamiento, poniendo a todos los asistentes a saltar y cantar, en una suerte de catarsis colectiva que se extiende por toda la explanada y que mueve a toda la masa como si fuese un único ser, al ritmo del contrabajo de Ted Dwane y la mandolina de Winston Marshall. El cierre –con gusto a poco– llega de la mano de la lúdica “The Wolf”, disminuyendo levemente las revoluciones y bajando el telón a una de las presentaciones más destacadas que haya testificado el festival.
Cuando se espera por tanto tiempo a una banda, se tienden a generar muchas expectativas en torno a ella, que por uno u otro motivo no siempre son llenadas del todo, dejando un sabor amargo en la boca, pero en el caso particular de Mumford & Sons podemos decir que lo entregado esta noche estuvo en un nivel superlativo, con una propuesta que pareciese no tener puntos débiles y que obtiene sus mejores dividendos de la naturalidad y honestidad con que interpretan cada una de sus melodías. Es de esperar que este debut en Chile sea sólo el punto de partida a una estrecha relación, y que pronto los tengamos tocando nuevamente en nuestro territorio, ojalá con un show más extenso e íntimo. No cabe ninguna duda que incluir a Mumford & Sons dentro del cartel del Lollapalooza fue uno de los grandes aciertos de esta edición.
El presente de Tom Morello, actualmente en un intervalo tras la cancelada reunión de Rage Against The Machine en 2022, pareciera ser inquieto pero incierto a la vez. Enfocado en trabajar en nueva música junto a su hijo y colaborar con diversos proyectos que lo buscan, el guitarrista emprende un nuevo viaje solista, esta vez como un recorrido-homenaje a su extensa y vital carrera, sin dar demasiadas luces sobre el futuro de su proyecto principal pero entregando pequeños bocados de lo que podría ser.
Con un Teatro Caupolicán repleto pero a media capacidad, la expectativa era más que alta para ver en nuestro país, una vez más, al legendario músico. Luego de la intensa presentación de Cler Canifrú quien abrió los fuegos, Morello saltó a escena con “Manifiesto” de Víctor Jara de entrada, una imagen del Negro Matapacos en pantalla gigante y los acordes de “One Man Revolution”, de su proyecto The Nightwatchman como primer track. De ahí y sin descanso, el músico despachó, acompañado de su guitarrista en voz, “Let’s Get the Party Started” (colaboración junto a Bring Me The Horizon) y “Hold The Line”.
Con el público ya prendido sólo faltaba un discurso inicial antes de desatar la locura y exponer sus pergaminos musicales. En tan sólo un par de minutos, Morello se paseó por riffs (y nada más que las intros) de “Bombtrack”, “Know Your Enemy”, “Guerrilla Radio” y “Sleep Now In The Fire” de Rage Against The Machine, dando sólo una pincelada de hits en un particular medley, que además incluyó un homenaje a Chris Cornell con “Like A Stone”, la única canción interpretada de inicio a fin. De allí en adelante, Morello y su banda recorrieron covers y reversiones e incluso una tibia interpretación de “Gossip”, el último hit de los italianos Manëskin que cuenta, justamente, con Morello como invitado.
¿Qué es lo que hace diferente a Tom Morello? Más allá de su inconfundible sonido e impronta o haber formado parte de importantes bandas y ser portavoz de himnos, el músico tiene una personalidad propia que bien se ve más allá de esas luces, sin embargo, pareciera ser que la música y los fans siempre lo arrastra a su personaje. Ejemplo de ello la lectura de porciones del público en donde cada acorde inicial era potencialmente un hit de RATM. En ese sentido, la presentación de Morello se vuelve a ratos inentendible, fuera de contexto, indescifrable. Tom Morello podría más que una tonelada de wah, octavador y un recorrido de hits en formato karaoke. Es su carisma, talento y visión, además, lo que lo posiciona como un músico querido y respetado, pero que cuesta sacar del pasado.
Por ello, la decisión de un repaso más que un show completo y preparado en clave solista no le hace justicia al guitarrista, quien tiene argumentos mucho más interesantes para presentar como su acercamiento al folk con The Nightwatchman. Allí, el músico prueba y arriesga tomando guitarras acústicas y explorando en fondo y forma (“World Wide Rebel Songs” y “Keep Goin’”). El show, divertido y con una ejecución correcta, vuelve a un estado de mixtura con nuevos covers y reversiones de pequeños saldos de diferentes etapas, para coronar la jornada con “Killing In The Name”, cantada a pulso con todo el teatro y “Power To The People” de John Lennon como punto final. Tom Morello sella un nuevo paso por uno de sus países favoritos con un público fiel y cómplice, apañador y motivado, que da solidez a un show que a ratos puede parecer sólo un singular ejercicio de nostalgia.
Setlist
One Man Revolution (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
Let’s Get The Party Started
Hold The Line
Bombtrack / Know Your Enemy / Bulls On Parade / Guerilla Radio / Sleep Now In The Fire / Cochise (originales de Rage Against The Machine y Audioslave)
Like A Stone (original de Audioslave)
Voodoo Child (original de Jimi Hendrix)
GOSSIP (original de Manëskin)
Lightning Over Mexico
Secretariat
Cato Stedman & Neptune Frost
Rat Race / Battle Sirens / Where It’s At Ain’t What It Is / Prophets Of Rage / Harlem Hellfighter / Can’t Stop The Bleeding / Bullet In The Head (Tom Morello/Prophets Of Rage)
Keep Goin’
World Wide Rebel Songs (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
Testify / Ghetto Blaster / Half Man Half Beast / Born of A Broken Man / Freedom / Snake-charmer (originales de Rage Against The Machine)
Vigilante Nocturno
The Ghost Of Tom Joad (original de Bruce Springsteen)
Killing In The Name (original de Rage Against The Machine)