Es cierto que, cuando se anunció el cartel definitivo de esta nueva versión del festival que incluyó a Bad Religion, uno de los máximos exponentes del punk contemporáneo, los seguidores más acérrimos de los californianos mostraron su incredulidad, con tintes de decepción, ante el hecho de que la banda daría su sexto concierto en nuestro país dentro del marco de un evento con las características de Lollapalooza. Sin embargo, cabe señalar que en la historia del grupo hay más episodios como este y sus protagonistas han evidenciado en más de una ocasión que su postura frente al rock pasa por una previa estrategia de negocios que dé como resultado la masificación de su trabajo y los consecuentes dividendos económicos (recordemos que Brett Gurewitz es dueño de Epitaph Records, responsable en Estados Unidos de la propagación del punk a niveles masivos, a través de artistas como The Offspring y Rancid, o que apenas se les presentó la posibilidad firmaron por un sello grande, Atlantic Records, en 1993).
Aprehensiones de lado y ocupando un enfoque estrictamente musical, ayer tuvimos la posibilidad de disfrutar de un repertorio que recorrió gran parte de su discografía en apenas una hora, ejecutado con precisión por todos los integrantes, quienes hicieron gala de los años de circo dejando en claro que, más allá de cualquier reparo ético, su arte ha definido a toda una generación y que cuya misión es reafirmarlo cada vez que pisan un escenario. Con puntualidad, “Fuck You” abrió la actuación del doctor Greg Graffin y sus compañeros, donde destacó el equilibrio en el sonido, tónica al menos de la mayoría de los números principales. La idea fue tocar la mayor cantidad de temas durante los sesenta minutos que entrega el formato del festival, por lo tanto las intervenciones de los músicos fueron escuetas. La espera por clásicos fue breve, “21st Century (Digital Boy)”, tal vez la cima de su popularidad, fue coreada por gran parte de los presentes que eligieron lo que ocurría en el Itaú Stage, seguida de “Overture” y “Sinister Rouge” en el mismo orden que abren el impecable “The Empire Strikes First” del 2004.
Debido a la extensión de su carrera (36 años), hay bastante material que ha generado la venia de críticos y seguidores, por consecuencia la banda cuenta con muchos clásicos dentro de su catálogo, como “Come Join Us”, extraído de uno de los favoritos de todos como “The Gray Race” de 1996. A propósito de los más aclamados, un poco más adelante hubo un bloque completo dedicado a lo que algunos describen como “el disco que lo cambió todo”: “Suffer” de 1988, de donde mostraron “Do What You Want”, “You Are (The Government)”, “Delirium Of Disorder” y la que le da el nombre a su tercer álbum, inyectando de entusiasmo y efervescencia a los presentes que no dudaron en armar un círculo danzante de proporciones, con muchos corriendo y cantando al mismo tiempo, manifestación de la pasión que genera el conjunto en sus adeptos.
Tras “New Dark Ages” entregaron una sección enfocada en un larga duración en particular, en este caso fueron “Supersonic”, “Prove It” y “Can’t Stop It”, todas parte de “The Process Of Belief”, lanzado en 2002, otra de sus obras más exitosas, que además marcó el retorno de Gurewitz de un exilio de siete años. “Atomic Garden” junto a “Los Angeles Is Burning” sirvieron de preámbulo para otro momento de algidez como lo es siempre la interpretación de “I Want To Conquer The World”, uno de los himnos del grupo y que fue de los instantes donde se congregó a la mayor cantidad de voces unidas en un mismo canto. Luego de “Punk Rock Song” llegó la más coreada de un setlist pensado en satisfacer a todos los que gustan de Bad Religion: “You” fue precedida de palabras de Graffin respecto al amor que él, sus compañeros y muchos de sus seguidores tienen por el skateboarding, algo que los llevó a participar de la banda sonora del recordado juego de comienzos de milenio, “Tony Hawk’s Pro Skater 2”.
Así llegamos a la parte final de una presentación que estuvo acorde a las expectativas y que mantuvo la energía durante todo momento, como en “Fuck Armageddon… This Is Hell” única muestra del primer eslabón en la cadena, el incendiario “How Could Hell Be Any Worse?” de 1982, uno de los puntos de inflexión en la historia del punk rock. Más tarde “Infected”, de la cúspide de su carrera “Stranger Than Fiction” (1994), junto a “Sorrow”, “Generator” y “American Jesus” fueron el cierre de esta nueva incursión de los oriundos de California en territorio nacional, esta vez formando parte de la sexta versión de Lollapalooza Chile y que, al igual que lo hecho alguna vez en el pasado del festival por Bad Brains, otro insigne del punk rock entrega un show rotundo que, por una parte no pasó inadvertido para ninguno de los asistentes, y por otra, fue respetuoso y se mostró orgulloso de la trayectoria que los ubica en un lugar de privilegio dentro de la historia del rock.
El presente de Tom Morello, actualmente en un intervalo tras la cancelada reunión de Rage Against The Machine en 2022, pareciera ser inquieto pero incierto a la vez. Enfocado en trabajar en nueva música junto a su hijo y colaborar con diversos proyectos que lo buscan, el guitarrista emprende un nuevo viaje solista, esta vez como un recorrido-homenaje a su extensa y vital carrera, sin dar demasiadas luces sobre el futuro de su proyecto principal pero entregando pequeños bocados de lo que podría ser.
Con un Teatro Caupolicán repleto pero a media capacidad, la expectativa era más que alta para ver en nuestro país, una vez más, al legendario músico. Luego de la intensa presentación de Cler Canifrú quien abrió los fuegos, Morello saltó a escena con “Manifiesto” de Víctor Jara de entrada, una imagen del Negro Matapacos en pantalla gigante y los acordes de “One Man Revolution”, de su proyecto The Nightwatchman como primer track. De ahí y sin descanso, el músico despachó, acompañado de su guitarrista en voz, “Let’s Get the Party Started” (colaboración junto a Bring Me The Horizon) y “Hold The Line”.
Con el público ya prendido sólo faltaba un discurso inicial antes de desatar la locura y exponer sus pergaminos musicales. En tan sólo un par de minutos, Morello se paseó por riffs (y nada más que las intros) de “Bombtrack”, “Know Your Enemy”, “Guerrilla Radio” y “Sleep Now In The Fire” de Rage Against The Machine, dando sólo una pincelada de hits en un particular medley, que además incluyó un homenaje a Chris Cornell con “Like A Stone”, la única canción interpretada de inicio a fin. De allí en adelante, Morello y su banda recorrieron covers y reversiones e incluso una tibia interpretación de “Gossip”, el último hit de los italianos Manëskin que cuenta, justamente, con Morello como invitado.
¿Qué es lo que hace diferente a Tom Morello? Más allá de su inconfundible sonido e impronta o haber formado parte de importantes bandas y ser portavoz de himnos, el músico tiene una personalidad propia que bien se ve más allá de esas luces, sin embargo, pareciera ser que la música y los fans siempre lo arrastra a su personaje. Ejemplo de ello la lectura de porciones del público en donde cada acorde inicial era potencialmente un hit de RATM. En ese sentido, la presentación de Morello se vuelve a ratos inentendible, fuera de contexto, indescifrable. Tom Morello podría más que una tonelada de wah, octavador y un recorrido de hits en formato karaoke. Es su carisma, talento y visión, además, lo que lo posiciona como un músico querido y respetado, pero que cuesta sacar del pasado.
Por ello, la decisión de un repaso más que un show completo y preparado en clave solista no le hace justicia al guitarrista, quien tiene argumentos mucho más interesantes para presentar como su acercamiento al folk con The Nightwatchman. Allí, el músico prueba y arriesga tomando guitarras acústicas y explorando en fondo y forma (“World Wide Rebel Songs” y “Keep Goin’”). El show, divertido y con una ejecución correcta, vuelve a un estado de mixtura con nuevos covers y reversiones de pequeños saldos de diferentes etapas, para coronar la jornada con “Killing In The Name”, cantada a pulso con todo el teatro y “Power To The People” de John Lennon como punto final. Tom Morello sella un nuevo paso por uno de sus países favoritos con un público fiel y cómplice, apañador y motivado, que da solidez a un show que a ratos puede parecer sólo un singular ejercicio de nostalgia.
Setlist
One Man Revolution (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
Let’s Get The Party Started
Hold The Line
Bombtrack / Know Your Enemy / Bulls On Parade / Guerilla Radio / Sleep Now In The Fire / Cochise (originales de Rage Against The Machine y Audioslave)
Like A Stone (original de Audioslave)
Voodoo Child (original de Jimi Hendrix)
GOSSIP (original de Manëskin)
Lightning Over Mexico
Secretariat
Cato Stedman & Neptune Frost
Rat Race / Battle Sirens / Where It’s At Ain’t What It Is / Prophets Of Rage / Harlem Hellfighter / Can’t Stop The Bleeding / Bullet In The Head (Tom Morello/Prophets Of Rage)
Keep Goin’
World Wide Rebel Songs (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
Testify / Ghetto Blaster / Half Man Half Beast / Born of A Broken Man / Freedom / Snake-charmer (originales de Rage Against The Machine)
Vigilante Nocturno
The Ghost Of Tom Joad (original de Bruce Springsteen)
Killing In The Name (original de Rage Against The Machine)
alan brito
23-Mar-2016 at 2:03 am
Aguanten! ojala vengan solos el prox año a dar clases de buen rock