Hay lujos en la vida, como comerse un chocolate rico a media jornada, tomar un rato para echarse en el pasto y mirar un cielo celeste, o vivir en la misma era que ha entregado intérpretes superdotados que tienen la capacidad de llegar a múltiples oídos en una gran cantidad de latitudes. Brittany Howard, con candidez y alegría lo reconocía a cada rato en medio del regreso de Alabama Shakes, nuevamente para tocar en Lollapalooza: “Es realmente genial que nuestra música pueda llegar acá, tan lejos”.
7.622 kilómetros separan a Atlanta de Santiago, y esa es la distancia física que las canciones de Alabama Shakes han sorteado para llegar a ser parte de la vida de miles de personas que vibraron con los 60 minutos que mostró el conjunto, agregando en esta visita a cuatro músicos en escena: un tecladista y tres coristas, quienes se notaron mucho con el correr del espectáculo que inició con “Future People”. Sin escalas, la exuberancia vocal de Brittany estaba ahí, de golpe, sin dejar a alguien indiferente, ganando aplausos espontáneos, lo que se repetiría constantemente. Howard, además, con su guitarra marcaba los contrapuntos precisos para la melodía en ese track, perteneciente a “Sound & Color” (2015), disco que daba la excusa para el retorno de la agrupación y que seguiría mostrando material con “Dunes”.
La efervescencia en las reacciones del público pueden resultar sorprendentes para muchos que observaron el contexto de Lollapalooza como poco favorable para actos más basados en los sentimientos que en los ritmos, como pasa con Alabama Shakes, pero lo cierto es que probablemente se trata de algo tan simple como que, cuando la música es buena, genera una conexión inmediata, sea el contexto que sea, y así se advertía track a track, incluyendo un creciente número de espectadores y de manos en el aire aplaudiendo, moviéndose al ritmo de las canciones o simplemente sintiendo los compases como parte de un momento único, un lujo.
Aunque no hubo éxitos objetivamente planetarios en la parte media del show, de todas maneras el público se dedicaba a disfrutar. Y viéndole la cara a Brittany, genia y figura, ella se mostraba conforme con lo que pasaba. El poder de la música, en una de sus miles de expresiones a lo largo de canciones como la melancólica “Miss You” o la rockera “The Greatest”, que hacía bailar sin quererlo.
Lo impecable de la interpretación de Howard era refrendado por un sonido de los más claros del festival, haciendo que cada capa instrumental se coordinara de forma satisfactoria, aunque los momentos de mayor impacto resultaban cuando Brittany y las coristas cantaban a la vez, conformando una conmovedora masa sonora que emocionaba en microsegundos y que teletransportaba a una iglesia en el corazón de cualquier comunidad negra en EE.UU., con un candor góspel que no dejaba impávido a nadie, y qué bueno que nadie quedaba como si nada, porque ahí sí que todo estaría muy mal.
Pero la gente sintió la música y, consciente o inconscientemente, muchos se dieron cuenta de que estaban viviendo uno de los lujos del arte de hoy que implica que, gracias a la tecnología, los casi ocho mil kilómetros que separan a Atlanta de Santiago son nada en medio de un escenario, con una intérprete privilegiada, ante una audiencia privilegiada de poder ver su presentación, y al final eso es lo que quedaba claro en medio de la fiesta de “Don’t Wanna Fight” y la potencia instrumental del final con “Gimme All Your Love”, porque en medio de un festival donde la idea es convocar a gran cantidad de gente para que tengan experiencias comunes, es hermoso presenciar momentos donde no se trata de masas, sino que de individuos, tanto en el proscenio como en la pista, que ponen sus sentidos, energías y momentos en un mismo punto del espacio/tiempo, y allí es donde la música hace la magia de unirnos. Realmente, un lujo.
El presente de Tom Morello, actualmente en un intervalo tras la cancelada reunión de Rage Against The Machine en 2022, pareciera ser inquieto pero incierto a la vez. Enfocado en trabajar en nueva música junto a su hijo y colaborar con diversos proyectos que lo buscan, el guitarrista emprende un nuevo viaje solista, esta vez como un recorrido-homenaje a su extensa y vital carrera, sin dar demasiadas luces sobre el futuro de su proyecto principal pero entregando pequeños bocados de lo que podría ser.
Con un Teatro Caupolicán repleto pero a media capacidad, la expectativa era más que alta para ver en nuestro país, una vez más, al legendario músico. Luego de la intensa presentación de Cler Canifrú quien abrió los fuegos, Morello saltó a escena con “Manifiesto” de Víctor Jara de entrada, una imagen del Negro Matapacos en pantalla gigante y los acordes de “One Man Revolution”, de su proyecto The Nightwatchman como primer track. De ahí y sin descanso, el músico despachó, acompañado de su guitarrista en voz, “Let’s Get the Party Started” (colaboración junto a Bring Me The Horizon) y “Hold The Line”.
Con el público ya prendido sólo faltaba un discurso inicial antes de desatar la locura y exponer sus pergaminos musicales. En tan sólo un par de minutos, Morello se paseó por riffs (y nada más que las intros) de “Bombtrack”, “Know Your Enemy”, “Guerrilla Radio” y “Sleep Now In The Fire” de Rage Against The Machine, dando sólo una pincelada de hits en un particular medley, que además incluyó un homenaje a Chris Cornell con “Like A Stone”, la única canción interpretada de inicio a fin. De allí en adelante, Morello y su banda recorrieron covers y reversiones e incluso una tibia interpretación de “Gossip”, el último hit de los italianos Manëskin que cuenta, justamente, con Morello como invitado.
¿Qué es lo que hace diferente a Tom Morello? Más allá de su inconfundible sonido e impronta o haber formado parte de importantes bandas y ser portavoz de himnos, el músico tiene una personalidad propia que bien se ve más allá de esas luces, sin embargo, pareciera ser que la música y los fans siempre lo arrastra a su personaje. Ejemplo de ello la lectura de porciones del público en donde cada acorde inicial era potencialmente un hit de RATM. En ese sentido, la presentación de Morello se vuelve a ratos inentendible, fuera de contexto, indescifrable. Tom Morello podría más que una tonelada de wah, octavador y un recorrido de hits en formato karaoke. Es su carisma, talento y visión, además, lo que lo posiciona como un músico querido y respetado, pero que cuesta sacar del pasado.
Por ello, la decisión de un repaso más que un show completo y preparado en clave solista no le hace justicia al guitarrista, quien tiene argumentos mucho más interesantes para presentar como su acercamiento al folk con The Nightwatchman. Allí, el músico prueba y arriesga tomando guitarras acústicas y explorando en fondo y forma (“World Wide Rebel Songs” y “Keep Goin’”). El show, divertido y con una ejecución correcta, vuelve a un estado de mixtura con nuevos covers y reversiones de pequeños saldos de diferentes etapas, para coronar la jornada con “Killing In The Name”, cantada a pulso con todo el teatro y “Power To The People” de John Lennon como punto final. Tom Morello sella un nuevo paso por uno de sus países favoritos con un público fiel y cómplice, apañador y motivado, que da solidez a un show que a ratos puede parecer sólo un singular ejercicio de nostalgia.
Setlist
One Man Revolution (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
Let’s Get The Party Started
Hold The Line
Bombtrack / Know Your Enemy / Bulls On Parade / Guerilla Radio / Sleep Now In The Fire / Cochise (originales de Rage Against The Machine y Audioslave)
Like A Stone (original de Audioslave)
Voodoo Child (original de Jimi Hendrix)
GOSSIP (original de Manëskin)
Lightning Over Mexico
Secretariat
Cato Stedman & Neptune Frost
Rat Race / Battle Sirens / Where It’s At Ain’t What It Is / Prophets Of Rage / Harlem Hellfighter / Can’t Stop The Bleeding / Bullet In The Head (Tom Morello/Prophets Of Rage)
Keep Goin’
World Wide Rebel Songs (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
Testify / Ghetto Blaster / Half Man Half Beast / Born of A Broken Man / Freedom / Snake-charmer (originales de Rage Against The Machine)
Vigilante Nocturno
The Ghost Of Tom Joad (original de Bruce Springsteen)
Killing In The Name (original de Rage Against The Machine)