La escena es la siguiente: terminaba el show de Pennywise en el Wros Fest 2012 y un muchacho, borracho de alcohol y punk rock, comentaba que después de ver a Jim Lindberg, era el turno de Lagwagon. Y siete meses después, la institución del hardcore melódico –que se hizo esperar por 13 años para regresar a nuestro país- estaba a minutos de pisar el escenario del Teatro Caupolicán en la versión 2013 del festival Quieres Rock.
Pero el inicio estaba a cargo de Juguetenfermo. Y los nacionales cumplieron. En un show que duró alrededor de treinta minutos, con el Caupolicán a un tercio de su capacidad, la banda comandada por Seba Urrutia hizo un repaso por sus tres discos, destacando canciones como “La Vida Me Enseñó” de su último trabajo “Mi Rebelión” (2012). Con un sonido limpio, pero algo descoordinados, lograron calentar a un sector del público que estaba ansioso, anhelando que llegasen las 22:30.
Para el segundo turno estaban programados los argentinos de Asphix. Y junto a los primeros compases llegó, también, el grueso de gente que empezó a agolparse sobre la cancha del teatro. Y aunque la desesperación por Lagwagon se hacía insufrible, los trasandinos lograron conectarse con los asistentes, que corearon sus canciones e iniciaron los simulacros de un mosh que iría creciendo a medida que pasaran los minutos. “Kolder”, “Premonitions” y el final con “Love Is Dead”, fueron la cima de un show enérgico, en sintonía con el aguante de la hinchada (con alabanzas incluidas a los BBS Paranoicos), a la que prometieron volver en los próximos meses.
Y el momento llegó. Antecedidos por un sample de música andina, aparecieron los californianos sobre el escenario. El gigante Chris Flippin transformaba ese sonido cordillerano en rock, mientras Dave, Chris Pest y Joe, se calzaban los instrumentos. Joey Cape saludó al público, y a lo que vinimos: los acordes iniciales de “Island Of Shame”. Pero la histeria no se desató completamente hasta “Violins”, donde un coro convertido en huracán se paseó por la cancha del teatro. Como si ese caos fuese a desaparecer todo. Como si en medio del Caupolicán hubiese una fuerza que se tragara a los asistentes. Más aún, a poco de comenzado el punteo de “Kids Don’t Like To Share”, un gordo de pelo largo convertido en bala de cañón luchó contra los guardias para subir al escenario y lanzarse al vacío, mientras Cape y sus muchachos seguían haciendo lo suyo: guitarras filosas y un bajo tan profundo como destructivo, al son de una batería explosiva. Con “Lazy” de fondo, lograr encaramarse al tablado ya era todo un desafío. Y un segundo personaje se lanzó un clavado sobre los fanáticos que aplaudían la desfachatez como una batalla ganada.
Dave Raun hacía estragos con la batería, al mismo tiempo en que Raposo y Rest se divertían construyendo, coreográficamente, figuras con el bajo y la guitarra. Pero la presentación del frontman es un show aparte. Joey se erige como un icono, en una lucha consigo mismo, entre la hiperquinesia y la sobriedad. Baila, juguetea con sus compañeros y está pendiente de cada detalle que descubre ante sus ojos, sin siquiera moverse del sector central –y principal-, al ritmo del inicio cuasi-funk de “Give It Back” o sintiéndose sobre la tabla de skate con “Know It All”.
Y aunque sus palabras de “son el mejor público de la gira, seguro” parecen el máximo cliché junto con levantar la bandera, debemos creerle. Y debemos creernos. Porque esta noche se sudó, se cantó y se gritó por trece años de sequía. La sequía que hoy fue capaz de unir a dos generaciones completas. Esos que se devoraron “Duh” (1992), “Trashed” (1994) o “Doble Plaidinum” (1997), y los otros que comenzaron desde “Blaze” (2003) hacia atrás, en su adolescencia.
Pasada ya la mitad del show, “Coffe & Cigarettes” le dio un segundo aire a un espectáculo donde los fanáticos no acusaron cansancio, rindiéndose ante cada uno de los movimientos de la banda. Si incluso “Exit”, el cover de No Use For A Name, fue seguido como un clásico más. Nadie –ni banda ni público- bajó la intensidad. Nunca. Había transcurrido una hora de show y no se notó. Parecía que cada canción era una recarga de energía. Como si “Dis’Chords” y “Messengers” hubiesen reforzado el ímpetu para disfrutar de “May 16th”, que se alzó como uno de los grandes episodios de la noche del jueves de Lagwagon, gracias a la épica de esos acordes y a los recuerdos de cada uno, que dieron paso al primer y único break de la jornada.
Seguía habiendo más ánimo que tiempo, si hasta Joey Cape, intentando empezar a cerrar la exhibición, agarró su guitarra para “Alien 8” y fue interrumpido por un chico que fue en búsqueda de los amplificadores y terminó siendo sacado a patadas. De “Making Friends” y “Razor Burn” sólo quedan flashazos, esos que conmemoran las grandes noches punk que se han vivido los últimos años en nuestro país. Donde los californianos quedarán inmortalizados, junto a Pennywise o Bad Religion. Y ahora, esperemos que siga Descendents.
Falta wind in your sail en el setlist, que en lo personal fue mi mayor sopresa de la noche y casi no podia contener mi felicidad tras cachar que la ivan a tocar.
Pasó más de una década para que The Mars Volta regresara a nuestro país, y pese a que tenían nuevo material bajo el brazo, el proyecto a cargo de Omar Rodríguez-López y Cedric Bixler-Zavala se presentó ante su fiel fanaticada en el Movistar Arena con una impronta distinta al típico tour de promoción, muy por el contrario, centraron sus esfuerzos en una celebración a su obra y a la carismática sinergia que elaboran en el escenario, dando espacio para que una lluvia de melodías se deslizaran como conjuros desde sus instrumentos hacia la audiencia. Todo ese ritual, evidentemente, estuvo antecedido por un acto local que esta vez corrió a cargo de Miguel Conejeros y su proyecto F600, quien amenizó la jornada con distintas mezclas y una electrónica de tintes eclécticos y mucha sustancia, recibida respetuosamente por los asistentes que llegaron más temprano.
Ya entrada la hora del plato estelar, la agrupación salió a escena con unos minutos de retraso pero con una intensidad marcada desde el primer acorde. De entrada es evidente que la banda ya no es la misma, pero no por tener una formación diferente, sino más bien por la forma en que la dupla de Cedric y Omar se desenvuelven en el escenario como dos fuerzas imparables, y en ciertas lógicas completamente opuestas. Mientras la ceremonia entra en tierra derecha con “Vicarious Atonement”, ambos músicos entran en un diálogo que es sostenido por una banda que, de manera impecable, se concentran en sacar el mayor provecho posible para hacer brillar a las dos piezas centrales de esta maquinaria sonora.
La fuerza creativa del dúo está más desatada que nunca y, aunque esos elementos comunes que se encuentran en todos sus proyectos siguen inevitablemente ahí, la mejor forma en que la banda comprueba su identidad es en demostrar su inigualable manera de interpretar. Es así como composiciones gigantes de la talla de “L’Via L’Viaquez”, “Cicatriz ESP” o “The Widow”, encuentran su espacio dentro del setlist de manera excepcional, así como también pese a ser parte de distintos discos logran desencadenar una secuencia precisa con cada movimiento.
Esa capacidad anteriormente mencionada también encuentra atisbos de modernidad con canciones como “Shore Story”, por ejemplo, que se presenta como una composición que perfectamente puede sonar en una radioemisora junto a artistas de música más alternativa. Sin mayores tapujos, es como también puede sonar una exploración más arriesgada con “Drunkship Of Lanterns”, demostrando las distintas caras de TMV en todas sus capas sonoras.
Como toda buena banda de progresivo, The Mars Volta es un espectáculo de cocción lenta y una digestión incluso más pausada, debido a que los constantes juegos de guitarras, batería y cambios de ritmo a toda velocidad se van articulando poco a poco en un show que no transita entre la calma y la tempestad, sino que entre la intensidad y la elegancia de la interpretación, dando como resultado un sonido más aterrizado y robusto, sin exponer muchas fracturas en el camino.
Diego
07-Jun-2013 at 12:38 pm
Falta wind in your sail en el setlist, que en lo personal fue mi mayor sopresa de la noche y casi no podia contener mi felicidad tras cachar que la ivan a tocar.
Kayzor
07-Jun-2013 at 1:28 pm
El gordito de pelo largo volo en May 16th, NO en “Kids Don’t Like To Share”
Matías Ignacio Cárdenas Collao
07-Jun-2013 at 4:35 pm
El gordito subió 3 veces al escenario jajajaja la primera fue en Kids…
Refiuspariprogram
07-Jun-2013 at 1:32 pm
guacho, el compadre voló en ambos temas.
Saludos.
lokeko
07-Jun-2013 at 2:51 pm
Espectacular noche. El mejor cumpleaños que he tenido en la vida ctm.
Gracias Lagwagon…
Ivan Peralta Andrade
08-Jun-2013 at 12:21 am
grande lagwagon ctmmm y las pilsennn