Resulta difícil escribir desde la decepción. Tener que desechar todas las expectativas depositadas en un espectáculo que sería histórico para verse en la obligación de dedicar estas palabras a la falta de sentido común. Demás está decir que pasaron dos décadas desde la última visita a Chile de La Polla Records, como también está demás mencionar que se trata de una banda disuelta, que dedicó esta gira exclusivamente para revivir un hito imperecedero dentro del punk hispanoparlante. Ante circunstancias tan irrepetibles, recordar lo que no fue es un ejercicio amargo.
Horas antes del abrupto reencuentro, los argentinos de Flema fueron los encargados de iniciar una jornada que ya daba cuenta de una falta de control por parte de la productora. Respetando la hora pactada, el conjunto trasandino repasó temas icónicos de su repertorio, ofreciendo un celebrado homenaje a Ricky Espinosa durante “Vahos Del Ayer”, y una dedicatoria directa a las fuerzas de orden con “Nunca Seré Policía”. Acompañados por Pogo, Los Peores De Chile continuaron la antesala de los vascos. Las primeras señales del desastre comenzaron con un pequeño desencuentro de la banda con el público, sin embargo, no se escapaban de la dinámica propia de estas instancias.
Con la misma puntualidad de sus antecesores, La Polla Records subió al escenario del Bicentenario de La Florida para dar comienzo a lo que, supuestamente, iba a ser un show extenso. Rodeándose de cantos eclesiásticos y un par de cruces encendidas en los extremos de las pantallas, “Salve” fue la primera muestra de por qué cada palabra de Evaristo carga con un sentido de contingencia inagotable. Al igual que “Lucky Man For You”, ambas canciones entregaron una visión crítica a la doble moral de la iglesia católica.
Pese a que el show mostró menos de la mitad del setlist,el escueto repertorio permitió evidenciar cómo el contenido lírico se adecúa perfecto a los tiempos de despertar social y el cuestionamiento a las figuras de poder. En tan sólo unos breves minutos, canciones como “Nuestra Alegre Juventud”, “Chica Ye-Ye”, “Los 7 Enanitos” o “Delincuencia” sacan a relucir problemáticas como la precarización de la vida, el endeudamiento, la violencia machista y la negligencia en la salud pública. Un repertorio que suena tan actual y que, lamentablemente, algunos asistentes no supieron poner en contexto.
Marcando el principio de un fin anticipado, “Ni Descanso Ni Paz” se alzó como una declaración de principios, reivindicando sus más de treinta años de carrera. Fue durante este tramo del concierto cuando la cantidad de fanáticos que subían al escenario comenzó a aumentar de manera considerable, sin embargo, Evaristo pedía en buenos términos que no lo tomaran del cuello como última advertencia. Mientras interpretaban “Gol En El Campo”, la banda abandonó el escenario ante el constante hostigamiento y la ocupación del público, dejando inconcluso un repertorio que prometía más de cuarenta canciones.
Cabe recalcar que, a diferencia de lo que aseguran algunos medios, los problemas no se originaron por el uso del escenario como espacio de protesta, ya que la banda dio tribuna a quienes expresaron su descontento, como fueron los casos de denuncia frente a los altos índices de violencia del gobierno o el número de encarcelados como consecuencia del estallido social. Más bien, se trata del ego infantil de algunas personas y su afán por interrumpir el show sin entregar algún discurso coherente.
A raíz de estas dinámicas, que impiden la convivencia en un concierto, es necesario preguntarse cuál es la real consecuencia de quienes se jactan de pertenecer a una colectividad supuestamente horizontal y antiautoritaria. Muy por el contrario: son incapaces de poner en práctica el respeto y el autocontrol entre sus pares. Porque, más allá del final absurdo de un show tan anhelado, bajo el escenario también se evidenciaron prácticas repudiables de acoso sexual, que nada tienen que ver con el punk, sino que sólo muestran una contradicción evidente. El punk puede ser un espacio valioso, sin embargo, requiere mayor consciencia si pretende articular una verdadera contracultura. Lo demás queda para la postal.
Era el debut más que esperado para una de las bandas más interesantes que surgieron durante los dosmil gracias a “Old World Underground, Where Are You Now?” (2003), que casualmente cumple 20 años desde su lanzamiento. En ese contexto, la banda venía presentando pinceladas de su época debut y mezclando aquello con parte de su último disco “Formentera II” (2023), en una gira que los tuvo por México y Perú antes de aterrizar en nuestro país.
Parece extraño que después de tantos años de popularidad la banda canadiense no haya pisado suelo chileno sino hasta muchísimo tiempo después, saldando así un plazo y una deuda de larga data. Con una carrera en extenso y sólida, el grupo al fin debutaba frente a un buen marco de público en Teatro Coliseo, que se convirtió en una fiesta de principio a fin.
Emily Haines, de brillante atuendo, salía a escena más animada y sorprendida que de costumbre, sintiendo a cada una de las personas del teatro, que hicieron del show un espacio más íntimo que de costumbre. Tras un breve retraso, el grupo no perdió el tiempo con “Cascades”, “Doomscroller” y “Gold Gun Girls”. Con una ejecución más que nítida del resto de la banda, la energía y la onda que emana Haines fluyó y acompañó su voz en un muy buen estado.
Le siguieron el hit “Gimme Sympathy” que hizo bailar a toda la cancha y significó un punto alto del show, con Haines visiblemente sorprendida del recibimiento del público chileno, que la acompañó bailando y coreando cada tema. Con el mismo entusiasmo pasaron “Formentera” y la divertida “Synthetica” para dar paso a “Help I’m Alive”, uno de los tesoros de su época anterior y uno de sus mejores temas. Al cierre, “Combat Baby” desató la locura con sus mezclas de electrónica y guitarras.
Lamentablemente, la espera y la expectativa por tributar su primer álbum era alta en parte del público, que esperaba más canciones de su debut -extrañando, por ejemplo, una interpretación de “IOU”- sin embargo, la banda reapareció en escena para regalar en formato acústico “Calculation Theme”, seguida de “Monster Hospital” y “Black Sheep”, otra de las esperadas por el público y que fue popularizada en la banda sonora de la película “Scott Pilgrim vs. The World”. Al final, la sentida y emotiva interpretación de “Breathing Underwater” fue el cierre perfecto con su atmósfera y cadencia que dejó los ánimos más que calmos para coronar una más que correcta primera visita de la banda a nuestro país.