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Iggy Pop + The Libertines: Tiempos para héroes y antihéroes
Published
7 años agoon
Pocas veces hay semanas y meses tan intensos como los que corresponden a la última parte de este año. El trimestre final de 2016 no sólo tiene una cartelera nutrida en estilos y talentos, sino que también la cantidad de estos hace que existan topes ineludibles, omisiones flagrantes, o mezclas difíciles de cranear. Para mucha gente, mezclar a The Libertines con Iggy Pop no era algo muy coherente, más allá de lo que podía ser un marco festivalero (como ocurrirá el fin de semana en el BUE argentino), pero resultaba en algo no tan descabellado al encarnar dos caras del punk: Iggy siendo figura, héroe y sobreviviente del punk más crudo y original, mientras que The Libertines llegaba con su actitud como sustancia que pule las fallas de un sonido más rústico y simple, teniendo en su compañerismo e historia sus elementos distintivos.
Pero todo lo inició con extremada puntualidad Ana Tijoux. La artista nacional fue cuestionada a priori por abrir esta jornada, pero tras “Mi Verdad” y notar el soberbio y prístino sonido de su banda (menos numerosa que hasta hace unos meses), mucha gente de la que decía “¿Qué tiene que ver ella con Iggy?” terminó diciendo “la cagó para sonar bien”. La fuerza de la calidad, mezclada con la energía y las reconocibles líricas de “En Paro” de Makiza, o de “Vengo” y “Shock”, derivaron en aplausos no sólo de respeto, sino que de genuina entrega. 30 cortos y rápidos minutos que pasaron con más gloria que pena y que acortaron la espera por uno de los debuts de la noche, primero el que generaría más cuestionamientos.
The Libertines: La relevancia del punto de referencia
Nadie le va a pedir perfección a The Libertines; nadie lo hizo jamás, y nadie lo hará. Por ello es que la fórmula que explota el cuarteto inglés resulta, moviéndose en el terreno de las expectativas acotadas y las emociones necesarias. Un show de The Libertines no es una pintura observable desde diferentes distancias en pos de mostrar sus diferentes grados de profundidad, sino que tiene un epicentro predilecto, de cerca, sin muchas lecturas buscadas más allá de la emoción pura y directa, donde el punto de vista se hace importantísimo para saber qué se dirá.
Estas contradicciones son las que se pudieron ver en el show que marcó el debut del grupo en suelo chileno. Adelante había desenfreno y un espíritu juvenil dominante, pero más atrás eran los problemas de sonido los que quitaban impulso y fuerza a una presentación que no lucía tanto mientras más atrás se estuviera. Aunque el rebote no era mucho, tuvo que ser un factor molesto para los observadores a distancia, y las constantes desafinaciones y las veces que Pete Doherty perdía el foco del micrófono no ayudaban mucho.
Mientras, adelante, los empujones y la algarabía no decaían y se hacían parte de la constante, tanto como el coreo de las canciones, sean antiguas o nuevas del disco “Anthems For Doomed Youth” (2015), era omnipresente en las cercanías de la reja, partiendo por el lado B “The Delaney”, siguiendo con tres temas nuevos, y luego con similar entusiasmo a la clásica “Boys In The Band”. Y es que, aunque los tiempos donde se veía a los imperfectos libertinos como una respuesta a los pulcros Strokes están lejanos, con su retorno discográfico ha habido un reencuentro con esas canciones y con esas ansias adolescentes. En “What Katie Did” el karaoke creció al igual que la más calma “You’re My Waterloo”. El aplicado Gary Powell hace que los pulsos florezcan en el groove de “Gunga Din” y su temperamento también obliga a Pete a estar más atento a sus líneas de canto, según le parece indicar en un intertanto, mientras John Hassall estaba absorto en su bajo, sonriendo a la gente, generando una conexión tranquila en medio de tanta vorágine en la reja.
Más atrás parecía que las guitarras no cuajaban, que ni Carl Bârat ni Doherty conseguían sacar sus partes completas, o que el cigarro que prendía Carl era más importante, y eso hacía ver todo como un intento incompleto desde el punto de vista más purista. “Can’t Stand Me Now” es una canción llena de punteos simples pero reconocibles, por lo que al haber partes silenciadas por la distracción de alguno de ellos, el efecto se hacía menor. O la falta de fuerza en “Vertigo”, o en la sencillez deslavada de “Time For Heroes”, el máximo hit en la carrera de los Libertines, antes de despachar “The Good Old Days” y un poco más de amor por la camiseta.
Desde más adelante, el fanservice era claro, con Pete y Carl compartiendo el micrófono a punto de dar un beso, esa imagen icónica de la banda y de la especial relación, en algún momento cruzada por líneas (literalmente) de drogas, y ahora marcada por el afecto de hacer lo que les gusta. “Music When The Lights Go Out” o “Don’t Look Back Into The Sun” eran éxitos perfectos para cerrar el show y la exultante energía del público que disfrutó del debut de The Libertines en Chile como si fuera la única vez que los verán, algo probable y que hizo que desde ese punto se viera todo como algo mucho más brillante de lo que se pudo pensar más atrás. Sí, es cosa de perspectivas, y en un espectáculo en vivo son esas diferencias las que vale concitar cuando son tan evidentes y tan bipolares. Para muchos un debut pálido, para otros el show de la vida. Imposible que esas posturas se pongan de acuerdo, aunque con The Libertines los acuerdos nunca han sido la regla.
Iggy Pop: Escupiendo locura
Una vez pasada la intensa presentación de The Libertines, los roadies en el escenario apuraban su trabajo para dejar todo listo y dispuesto. Un enorme telón brillante decoraba el espacio donde, tan sólo unos minutos después, “El Padrino del Punk” deleitaría a todos sus fanáticos a punta de crudeza y mucha, mucha energía. Precedido por las excelentes críticas a su álbum “Post Pop Depression” (2016), Iggy Pop llegaba a nuestro país por primera vez para desplegar un setlist compuesto netamente por éxitos, uno tras otro. A eso de las 21:38 hrs. la banda de acompañamiento comenzó una oscura versión de “I Wanna Be Your Dog“, dándole paso a un histriónico y animado Iggy que ingresó corriendo y bailando por todo el escenario, con una energía que ya se la quisiera una persona más joven. El público gritaba, saltaba y cantaba, nada podía superar lo que estaban presenciando: uno de los artistas más icónicos de la historia haciendo gala de su actitud y energía, porque eso es Iggy Pop, más que un artista, es el punk en carne propia. Cuando la emoción y algarabía desatada por la clásica canción de The Stooges no podía llegar a un punto más alto, Iggy sorprendió a todos con “The Passenger“, negándole descanso alguno a su cuerpo y al de los miles de fanáticos que llegaron al Movistar Arena. De ahí en adelante los hits no se hicieron esperar, por lo que canciones como la esperada “Lust For Life” o la acelerada “Five Foot One“, harían vibrar a todos con un rock muy especial. El mismo Iggy lo dijo, esto sería sin parar, puesto que “Sixteen” siguió en la línea de hacer cantar a los fanáticos con la misma fuerza y energía que su ídolo.
Iggy siempre se ha caracterizado por recorrer todo el escenario en sus shows en vivo, y esta vez no fue la excepción. Por unos momentos, todos los presentes se vieron encerrados en una vorágine llena de distorsión, gritando y celebrando cada uno de los movimientos del divino Iggy. La pesada “Skull Ring” mostró vestigios de las composiciones más densas y oscuras que el músico ha hecho en su carrera, mientras que “1969” y “Sister Midnight” permitieron conocer un poco más de su sonido clásico, ese que permitió al rock de los sesenta encontrarse con la crudeza y furia que terminó desencadenando a ese monstruo llamado punk. De vez en cuando el músico tambaleaba por los cables, amenazaba con saltar al público y se paseaba por las primeras filas; la gente no daba más de alegría y éxtasis, Iggy con su cabellera y torso mojados desplegaba en vivo y en directo toda esa locura que sólo vimos alguna vez mediante vídeos.
“Real Wild Child (Wild One)” desató la fiesta en la cancha, demostrando el vasto conocimiento que el público tenía sobre la música de Iggy, ya que corearon cada palabra que salía de su boca. De pronto tomó una silla, bebió un poco de agua, escupiéndola casi al instante, y se puso a cantar “Nightclubbing“, tal como si fuera un cantante de bar, cosa que se hizo casi literal en varios momentos, ya que el estilo lúgubre y decadente de Iggy nos transportaba hasta los clubes neoyorquinos de la década del 70. “Some Weird Sin” fue recitada palabra a palabra por el público, mientras que la oscuridad de “Mass Production” vino a marcar un cierre un tanto inesperado, Iggy se despidió del escenario agradeciéndole a todos los presentes, quienes no esperaron ni un segundo para pedirle al músico que volviera por más.
Tras unos breves instantes fuera de escena, Iggy y los suyos regresaron al son de “Repo Man“, para luego desatar la locura con “Search And Destroy“, clásico de The Stooges, con el que pudimos sentir a los hermanos Asheton en alma durante la canción. Uno de los puntos sorpresivos de la jornada fue la casi nula participación de “Post Pop Depression”, el excelente último disco que Iggy lanzó con la ayuda de Josh Homme, ello porque “Gardenia” fue la única canción presente en el setlist que es parte de tal LP, que si bien era una de las mejores del álbum, tuvo una tibia recepción en el público, el cual sólo esperaba los clásicos. Fue con eso que dijimos adiós a Iggy para pasar netamente a los Stooges, con “Down On The Street” y posteriormente “Loose“, donde el músico se vio sorprendido por un fanático que era escoltado fuera del recinto por el personal de seguridad. Fue en ese instante que Iggy detuvo toda la música, pidiendo que subieran al fan al escenario y no lo lastimaran. “Tráiganlo aquí arriba o no hay más concierto“, amenazó un enojado Iggy que continuó con el show junto al fan en el escenario. Cabe destacar que se les sumó otro más, el cual se mostraba más preocupado de tomarse una selfie que de vivir el momento de compartir escenario con una leyenda como Iggy. La furia y crudeza de “Raw Power” se entrelazó con el vigente espíritu punk de “No Fun“, cerrando con Iggy Pop bailando, saltando y gritando “¡soy un chileno!“, lo que sacó aplausos en todo el recinto.
Si bien existieron muchas críticas respecto a la poca familiaridad entre ambos shows, es evidente que vivimos una jornada de punk completo en sus más amplias facetas. Aunque The Libertines haya sido el tipo de show según la perspectiva en la que se mirara, no hay que negar lo especial que fue presenciar en vivo el repertorio de los británicos, quienes probablemente no regresen a nuestro país, por lo menos en el futuro cercano. Lo mismo para Iggy Pop, ya que muchos consideraban a esta la gran oportunidad para presenciar en vivo a una de las figuras más legendarias de la música. Es envidiable ver a Iggy a sus 69 años moverse de esa manera, así como también es bonito presenciar todo ese compañerismo entre Pete Doherty y Carl Barât, unión que ha significado todos los mitos y leyendas que se tejen en torno a The Libertines. La música da para todo, y en un estilo tan poco ortodoxo y cambiante como el punk, tuvimos una moneda que mostró sus dos lados: la primera, el desorden y desinterés interpretativo de los londinenses, mientras que la segunda contó con la actitud y presencia de un hombre que cimentó las raíces de un estilo que se niega a morir. Porque de eso se trató esta noche, de celebrar y descargar toda la emoción en torno a dos presentaciones que nos hicieron recordar otros tiempos. Ninguno es lo que era, de aquello no existe mucha duda, pero es precisamente eso lo que hizo de esta jornada algo un poco más especial.
Por Manuel Toledo-Campos y Manuel Cabrales
Setlist The Libertines
- The Delaney
- Barbarians
- Heart Of The Matter
- Fame And Fortune
- Boys In The Band
- What Katie Did
- You’re My Waterloo
- Gunga Din
- Can’t Stand Me Now
- Vertigo
- Death On The Stairs
- Time For Heroes
- The Good Old Days
- Music When The Lights Go Out
- Horrorshow
- Don’t Look Back Into The Sun
Setlist Iggy Pop
- I Wanna Be Your Dog (original de The Stooges)
- The Passenger
- Lust For Life
- Five Foot One
- Sixteen
- Skull Ring
- 1969
- Sister Midnight
- Real Wild Child (Wild One) (original de Johnny O’Keefe & The Dee Jays)
- Nightclubbing
- Some Weird Sin
- Mass Production
- Repo Man
- Search And Destroy
- Gardenia
- Down On The Street (original de The Stooges)
- Loose (original de The Stooges)
- Raw Power (original de The Stooges)
- No Fun (original de The Stooges)
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En momentos donde la memoria emerge como acto reflejo tras un oscuro día sábado lluvioso, pareciese que la música se vuelve un viaje en el tiempo, donde nuestra historia se hace vívida en un recuerdo. Sin planificarlo ni intencionarlo, este sería el contexto en donde se llevaría a cabo una nueva visita de Virus, una de las banda trasandinas más queridas en territorio nacional.
Entre sobrios abrigos, chaquetas y paraguas, el Teatro Coliseo comienza a tomar forma. Los primeros asistentes no dudan en tomar los puestos privilegiados para esta jornada de recuerdo, baile y clásicos del rock latino. Mientras sigue ingresando el público, se hace evidente que la música es un legado que también se puede transmitir de generación en generación, ya que las y los asistentes que se convocan a este espacio, también son jóvenes, hijas e hijos.
Zebra 93 fueron los encargados de iniciar esta jornada. La banda que se compone de dos chilenos y una argentina, logran capturar la atención de la decena de responsables asistentes que llegan al recinto de Nataniel Cox pese al frío, la lluvia y tenue neblina; por lo mismo, es que buscan entrar en calor en tiernos y tímidos pasos de baile al ritmo de un carismático electropop, por este motivo, tracks como “Veleros”, “Otros” y “Las Olas” se vuelven la previa de una dichosa y feliz noche, como metáfora y acción.
Tras finalizar una cándida presentación, Zebra 93 se despide con “Corazonada”, el recinto con más de la mitad de su capacidad, cede ante la delicadeza de este afectuoso track. Entre buenos deseos, la banda deja el escenario y comienza la cuenta regresiva para la visita de Virus en Chile, por lo mismo, el staff de la banda raudamente sale por los costados del escenario, acomodando y probando instrumentos bajo el alero y liderazgo de una roadie mujer, quien con impoluta seguridad, se destaca con proeza en el momento más íntimo de los shows en vivo.
Sin vacilaciones, la banda sale al escenario en coordinada elegancia. Evitando las aletargadas introducciones, Virus comienza su presentación con “Sin Disfraz”, dejando en claro que sus propios éxitos son la mejor manera de romper el hielo. Continuamos con “Tomo Lo Que Encuentro”, “Lugares Comunes” y “Pecados Para Dos”, sentenciando que “Locura” (1985) es uno de los discos más importantes de su carrera, pero también es un disco esencial en la música latina, apostando por sonidos y acordes llamativos para apropiarse de la retórica de la sexualidad, como un campo de democratización del placer y no un secreto a voces.
El público rendido ante coros colectivos y bailes de cargada energía, dan cuenta que la primera resistencia es reapropiarse de la música y el baile, aunque el contexto jamás lo permita, una premisa que se plasma en la historia de la banda que también se encarna en el legado de Federico Moura, quién hoy se hace presente en este show por su capacidad propositiva, pero también en las gráficas que dibujan su rostro en “Dicha Feliz”, logrando que la decena de asistentes se refugien en esta interpretación colectiva, que guarda memorias que se guardan en lo más profundo de nuestro silencio.
Virus deja el escenario con todos los éxitos de su carrera a disposición de un público que los siguió desde juventud y que hoy vuelven con más años, algunos vuelven de la mano con sus hijas e hijos, mientras que otras y otros asistentes se hacen presentes por el legado histórico que esta banda significa en lo musical y lo personal. “Wadu-Wadu”, “Una Luna de Miel en la Mano” y “Carolina”, son los tracks que cierran esta potente velada que ni el frío, pudo cesar el fulgor de este público que se declara en dicha feliz. Caras de asombro, alegría y satisfacción dejan el recinto que se transformó en un viaje en el tiempo. Volvemos al 2023 con frío y hambre, pero siempre reflexionando en las palabras de Federico Moura que se toman la presentación, porque sí, es verdad: “Hay que salir del agujero interior”.
Setlist
- Sin disfraz
- Tomo lo que encuentro
- Lugares comunes
- Pecados para dos
- Dame una señal
- Superficies de placer
- Imágenes paganas
- Destino circular
- Ausencia
- ¿Qué hago en Manila?
- Desesperado secuencia uno
- Dicha feliz
- Despedida nocturna
- Transeúnte sin identidad
- Los sueños de Drácula
- Amor descartable
- El probador
- Densa realidad
- Pronta entrega
- Hay que salir del agujero interior (Federico Moura en las Gráficas)
- Wadu-Wadu
- Mirada Speed
- Una luna de miel en la mano
- Carolina
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Freakydays
11-Oct-2016 at 11:56 pm
Gracias por la critica a los Libs, es la unica que es relativamente objetiva, como fan se y estoy al tanto de que no fue de sus mejores shows pero lo disfrute a concho y estoy mas que contenta de haberlos visto despues de años de admirarlos mientras estaban separados, y respecto a Iggy, nada que decir, un grande y no hay comparación, no existen adjetivos que puedan describir su show, pero fue explosivo y muy power *0* gracias nuevamente por hacerme recordar una magnifica noche