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Franz Ferdinand: Quememos la ciudad

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Muchas veces se minimiza el alcance y relevancia del Festival de Viña del Mar. Que se concentra demasiado en la música popular, que tiene actos que no se condicen con la actualidad y vanguardia musical, entre otros factores, pero se olvida que en ese escenario también se generan o consolidan relaciones únicas con artistas que no caben en esos moldes del prejuicio. Morrissey, Sting, Jamiroquai o Faith No More son artistas que no suenan en la Pudahuel o en la FM Dos, pero que dejaron huella en la Quinta Vergara. O quizás fue ese paso el que consolidó una relación única con el público chileno, y sin duda que esto también se puede aplicar a lo que se siente con Franz Ferdinand, una banda que por estos lares es amada incondicionalmente por muchísima gente, y sigue manteniendo esa hoguera bien prendida, con calidez arriba y abajo del escenario.

En esta relación, construida por el tiempo, existen las ganas y una sorprendente química entre la idiosincrasia escocesa y chilena. Es que Franz Ferdinand puede enterar su quinta visita a nuestro país y, como si nada, caminar por la calle y ser parte de la casa. Esa cercanía, que en especial tiene Alex Kapranos con este público, es clave. En la previa del que sería su sexto show en nuestro país, se multiplicaban las fotos y los autógrafos, e incluso Kapranos invitando fans al show, pero las sorpresas no se cerrarían en algo personal de Alex con la gente, sino que también se harían presentes en el show, donde la banda ocuparía un nuevo espacio icónico.

El Teatro Caupolicán no había tenido al ahora quinteto escocés, que ya había pisado el Estadio Nacional, la Quinta Vergara y el Movistar Arena, pero que recién a 12 años de su primera visita se subiría al proscenio del clásico local de San Diego. Y la devoción por FF no hacía muy difícil pensar que el teatro estaría repleto, algo que casi a las 21:00 hrs. exactas derivó en una bulla enorme por la expectación del inicio de un show que partió casi puntual y directo con dos canciones del aún incomprendido quinto disco de la banda, “Always Ascending” https://humonegro.com/discos/franz-ferdinand-always-ascending/ (2018). Pese a que “Glimpse Of Love” y “Lazy Boy” no son los tracks más conocidos o rotados en playlists y radios, el público se derritió, saltó y coreó todo de inmediato. Ese par de canciones, la reacción de la gente, el sonido de la banda y los nuevos bríos que se permite Alex Kapranos como frontman, dejaron en claro de inmediato cómo se configura lo que hace especial a Franz Ferdinand. No inventaron la rueda, pero la saben hacer girar y mantener ese giro hasta el final.

Si con temas más “desconocidos” la energía era grande, en “No You Girls” y “Do You Want To” se veía cómo la cancha se convertía en un mar cuyas oleadas hacían que las cabezas flotaran de vez en cuando, en un movimiento constante. Quizás es la acústica y formato del Caupolicán, pero cada coro y cada vítor se sentía como el bramido del más corajudo canino, algo entre lo bestial, lo intimidante, y también claro en sus intenciones. No se trataba de simplemente cantar, sino de entregar energía a un Kapranos que, adoptando el personaje que toma en el video de “Feel The Love Go”, trata de predicar la palabra de Franz Ferdinand, que no habla de religiones ni convicciones de fe, pero sí de una forma de ver el escenario. Quizás, por eso es que el telón de fondo le rinde homenaje al Barrowlands, el más tradicional de los locales para música en Glasgow, basado en la administración familiar y el cuidado por los detalles de la tradición, siguiendo vigente hasta el día de hoy. Tal vez, esa es la trascendencia que busca FF en medio de una fiesta.

Incluso momentos calmos como “Walk Away” tenían una intensidad inusitada, con “Paper Cages” como el único instante donde el público pudo “flojear” un poco. Pero inmediatamente después, entre “The Dark Of The Matineé” y la inesperada “Lucid Dreams”, los saltos serían de nuevo parte del paisaje. Es siempre algo bueno cuando se observa un teatro, e incluso la persona sentada en el asiento más lejano en la última fila está saltando, levantando el puño, llamando a que la gente lo siga en ese intento de convocar a una lucha por la música, aunque no haya nadie detrás para seguir el llamado.

En varios pasajes Kapranos referenciaba a Santiago, pero donde la idea era completa en cerrar los círculos con los nexos a Chile fue en el lado B “Shopping For Blood”, donde en vez de cantar “I’m the new Scottish Gendry”, la letra se reemplazó por I’m the new Chilean Gendry, el nombre de uno de los fan clubs más importantes de la banda en Chile, quizás el con mayor preponderancia –algo que, igualmente, generó conflictos en las filas, según reportes de fans “anónimos” en redes sociales–. Son esos pequeños detalles que hacen que Franz Ferdinand gane más y más en los corazones de personas cuyos cuerpos se mueven al son de “Love Illumination”, o se convierten en granadas a punto de estallar en la implacable “Michael”, iniciando ese tren para cerrar el set principal con “Take Me Out” –hit planetario que todavía golpea durísimo– y la gran “Ulysses” del infravalorado “Tonight: Franz Ferdinand” (2009).

Dos temas nuevos, incluyendo “Always Ascending”, reencontraron a la gente con la banda para el encore que tendría la gran sorpresa con la inclusión –fuera de lo pautado en el setlist– de “Outsiders”, una de las favoritas de esos fans vieja-escuela, esos que no basurearon “You Could Have It So Much Better” (2005) y aman ese tema, y también la abrasiva “The Fallen”, que sería el preámbulo perfecto para la versión más incendiaria que haya visto de “This Fire”, con mosh pit incluido, para cerrar los 95 minutos de un show no sólo emotivo y enérgico, sino también que marca parte de una narrativa mayor, una que se inició por casualidad, con un teloneo a una banda como U2, pero que continua siendo una de las historias de amor con un fuego tan potente como real. Como diría una banda que ocupará el mismo teatro en unas semanas más: con Franz Ferdinand “mantenlo prendido el fuego, y no lo dejes apagar”.

Setlist

  1. Glimpse Of Love
  2. Lazy Boy
  3. No You Girls
  4. Do You Want To
  5. Walk Away
  6. Paper Cages
  7. The Dark Of The Matinée
  8. Lucid Dreams
  9. Feel The Love Go
  10. Love Illumination
  11. Finally
  12. Shopping For Blood
  13. Michael
  14. Take Me Out
  15. Ulysses
  16. Slow Don’t Kill Me Slow
  17. Always Ascending
  18. Outsiders
  19. The Fallen
  20. This Fire

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Ghost: Un ritual necesario

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El fervor por Ghost es algo casi indescriptible, por lo que resulta un éxito total la forma en que los suecos regresaron a nuestro país con su su shows en solitario más multitudinario a la fecha. Tras su última presentación hace siete años, la banda agotó el Movistar Arena presentando “IMPERA” de 2022. Más allá de su nueva era, mucho más transversal y popular, la banda supo cómo entregarse por completo y fijar un espectáculo de primer nivel en las pupilas y tímpanos del fiel público chileno.

Puntuales y secundados por los nacionales de Pentagram, que casi echan abajo el recinto, Ghost se subía al escenario con los primeros y agudos acordes de “Kaisarion”, parte de la nueva etapa de la banda donde los riffs se acercan más al hard rock, los sintetizadores aparecen como destellos y combinan con el look de un Papa Emeritus de traje brillante. El sentido del espectáculo que tiene el grupo, su teatralidad y desplante, han sido parte importante de la carrera de Ghost, que ha transitado entre lo oscuro y lo luminoso. En todas sus encarnaciones, Tobias Forge, ungido como Papa y compañía, añaden elementos que tensionan aún más esa relación de explícita blasfemia y la cautivadora propuesta de rock al estilo King Diamond conoce a Abba. Es ese cruce generacional y de sonido que convierten al grupo en un interesante “hay que ver” en vivo, donde la entrega es total.

Rats” y éxitos como “From the Pinnacle to the Pit” o “Cirice” continuaron dando vida al setlist que iba y venía entre cambios de vestuario, colores y jugueteos de los Nameless Ghouls, que también entendían de qué iba el espectáculo: una muestra completa de un show que no sólo se queda en la buena ejecución de sonido ni en el virtuosismo. La experiencia completa del ritual local se vio fortalecida por la gran cantidad de niños, niñas y jóvenes que veían, algunos por primera vez, un espectáculo de estas características y que convierte a Ghost en su banda favorita, principalmente motivados por los éxitos virales del grupo como “Mary On a Cross” o “Call Me Little Sunshine”, también interpretadas en vivo y que fueron los puntos altos de la noche. Esa transversalidad saludable y tremendamente interesante de unión musical sólo podía ser opacada por quienes no entendieran que el público hoy en día es así de diverso. La presencia de niños y niñas, además del fervor de quienes pasaron horas esperando entrar, obligó que durante minutos el show se detuviera para ordenar al público, dar un paso atrás y asegurarse que todos disfrutaran a salvo.

Sin mayores inconvenientes, la banda oscurecía el ambiente y el Papa, de traje negro y brillos dorados finalmente aparecería para una nueva etapa del show, liderando la liturgia portando un turíbulo o incensario, un elemento colgante usado por los sacerdotes que expulsa vapor. “Con Clavi Con Dio” y “Year Zero” desataron a la mayoría de los asistentes que al ritmo de los contagiosos versos “Lucifer, we are here / For your praise, Evil One” y el correcto y profundo riff de una de las mejores canciones del grupo. Si incluso la propuesta visual y de luces se adaptó al momento más oscuro de la noche, demostrando el rango de la banda y sus cambiantes intenciones. Y es que la banda cuenta con un relato propio y una propuesta difícil de igualar, dejando a Tobias Forge como un líder y un frontman de verdad, tomándose el show con actitud y una voz de primer nivel.

Es impresionante cómo la banda, que más allá de apropiarse de la estética, el sonido y otros elementos de parte de la familia del metal pero no ser considerados por los puristas del género como pares, convoca, gusta y atrae, al mismo tiempo que se despliegan con total propiedad e insolencia en un explosivo y pirotécnico espectáculo.

Setlist

  1. Kaisarion
  2. Rats
  3. From the Pinnacle to the Pit
  4. Spillways
  5. Cirice
  6. Absolution
  7. Ritual
  8. Call Me Little Sunshine
  9. Con Clavi Con Dio
  10. Watcher in the Sky
  11. Year Zero
  12. He Is
  13. Miasma
  14. Mary on a Cross
  15. Mummy Dust
  16. Respite on the Spitalfields
  17. Kiss the Go-Goat
  18. Dance Macabre
  19. Square Hammer

*Fotos por Ramón eMe Gómez (@el.eme) para Lotus

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