Durante la noche de este jueves en Club Rock & Guitarras se vivió una cita doble del metal más apoteósico, con las visitas de los italianos de Fleshgod Apocalypse y los finlandeses de Wolfheart, en una jornada íntima, donde aproximadamente una centena de fanáticos disfrutó de dos espectáculos que cumplieron su cometido y volaron la cabeza del respetable.
Wolfheart fue la primera agrupación en salir a escena. Promocionando su último álbum, “Constellation Of The Black Light” (2018), el cuarteto debutó en la capital con un show de poco más de cuarenta minutos de duración, donde demostró en ocho canciones las credenciales que ha venido defendiendo durante seis años de carrera. “Everlasting Fall” abrió la velada, dejando en claro desde un inicio que no se guardarían nada en cuanto a potencia se refiere.
“Aeon Of Cold”, “Strength And Valor” y “Breakwater” siguieron en un set de canciones que fue recibido muy bien por parte de la fanaticada. Pese a no ser los protagonistas del evento, Wolfheart se las arregló para tomarse el escenario por completo durante su actuación y convocar a todos los presentes a hacerse parte de su azote. Sin tomarse muchas pausas, solo las necesarias para agradecer a los asistentes, el conjunto dio por finalizada su actuación de la mano de “Ghost Of Karelia” y “Boneyard”, despidiéndose de los fans entre aplausos y vítores. Un debut correcto y que dejó la cancha lista para el plato de fondo fue el que realizó Wolfheart en el recinto de Vicuña Mackenna.
Fleshgod Apocalypse desató su death metal sinfónico en doce cortes que pusieron énfasis en su último álbum, “King” (2016), además de presentar algunas canciones de lo que será su quinto lanzamiento de estudio, “Veleno”, el cual debería estar en el mercado a fines de este mes.
“The Violation” y “Healing Through War” fueron las canciones que abrieron la función de los italianos, a quienes les costó llegar a un sonido óptimo, adoleciendo de sobremanera en los primeros minutos la voz de la cantante lírica Veronica Bordacchini, quien estuvo casi completamente ausente de la mezcla durante el inicio del concierto. Las cosas mejoraron más adelante sin llegar a ser perfectas, pero al menos nos permitió disfrutar de la propuesta de los de Perugia.
Canciones del próximo álbum, como “Sugar” y “Fury”, sumados a clásicos del catálogo del grupo, como “Minotaur (The Wrath Of Poseidon)” o “Syphilis”, dieron como resultado un set bien balanceado, pero, sobre todo, poderoso y épico. El encore lo marcó la interpretación de “Requiem In Si Minore” y “The Forsaking”, dando por finalizado este concierto doble, donde el recinto ñuñoíno albergó a dos agrupaciones que en la actualidad son de las más destacadas dentro de su estilo, transformándose en un verdadero rincón del averno.
Pasó más de una década para que The Mars Volta regresara a nuestro país, y pese a que tenían nuevo material bajo el brazo, el proyecto a cargo de Omar Rodríguez-López y Cedric Bixler-Zavala se presentó ante su fiel fanaticada en el Movistar Arena con una impronta distinta al típico tour de promoción, muy por el contrario, centraron sus esfuerzos en una celebración a su obra y a la carismática sinergia que elaboran en el escenario, dando espacio para que una lluvia de melodías se deslizaran como conjuros desde sus instrumentos hacia la audiencia. Todo ese ritual, evidentemente, estuvo antecedido por un acto local que esta vez corrió a cargo de Miguel Conejeros y su proyecto F600, quien amenizó la jornada con distintas mezclas y una electrónica de tintes eclécticos y mucha sustancia, recibida respetuosamente por los asistentes que llegaron más temprano.
Ya entrada la hora del plato estelar, la agrupación salió a escena con unos minutos de retraso pero con una intensidad marcada desde el primer acorde. De entrada es evidente que la banda ya no es la misma, pero no por tener una formación diferente, sino más bien por la forma en que la dupla de Cedric y Omar se desenvuelven en el escenario como dos fuerzas imparables, y en ciertas lógicas completamente opuestas. Mientras la ceremonia entra en tierra derecha con “Vicarious Atonement”, ambos músicos entran en un diálogo que es sostenido por una banda que, de manera impecable, se concentran en sacar el mayor provecho posible para hacer brillar a las dos piezas centrales de esta maquinaria sonora.
La fuerza creativa del dúo está más desatada que nunca y, aunque esos elementos comunes que se encuentran en todos sus proyectos siguen inevitablemente ahí, la mejor forma en que la banda comprueba su identidad es en demostrar su inigualable manera de interpretar. Es así como composiciones gigantes de la talla de “L’Via L’Viaquez”, “Cicatriz ESP” o “The Widow”, encuentran su espacio dentro del setlist de manera excepcional, así como también pese a ser parte de distintos discos logran desencadenar una secuencia precisa con cada movimiento.
Esa capacidad anteriormente mencionada también encuentra atisbos de modernidad con canciones como “Shore Story”, por ejemplo, que se presenta como una composición que perfectamente puede sonar en una radioemisora junto a artistas de música más alternativa. Sin mayores tapujos, es como también puede sonar una exploración más arriesgada con “Drunkship Of Lanterns”, demostrando las distintas caras de TMV en todas sus capas sonoras.
Como toda buena banda de progresivo, The Mars Volta es un espectáculo de cocción lenta y una digestión incluso más pausada, debido a que los constantes juegos de guitarras, batería y cambios de ritmo a toda velocidad se van articulando poco a poco en un show que no transita entre la calma y la tempestad, sino que entre la intensidad y la elegancia de la interpretación, dando como resultado un sonido más aterrizado y robusto, sin exponer muchas fracturas en el camino.