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Festival SUE 2018

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Fue de lo que se habló durante todos estos meses gracias a su estatus de ser, hasta la fecha, el concierto más esperado del año. Los ingleses Radiohead volverían por fin a nuestro país junto a una serie de invitados, en lo que fue bautizado como el regreso del Festival SUE, evento que trajo lo más selecto de la escena mundial durante muchos años de la década pasada. Con un cartel que se complementó con Föllakzoid, Junun y Flying Lotus, la promesa era una tarde llena de música, pasando por los más variados estilos entre una presentación y otra. Todo lo anterior sería para llegar al destino final del camino: Radiohead nuevamente en Chile, tocando en un escenario nacional luego de nueve años de ausencia.

Con la gira de su LP “A Moon Shaped Pool” (2016), que pareció extenderse más de lo planeado para cubrir nuestro continente, los ingleses llegarían en uno de los puntos más altos de su carrera, comandados por el siempre enigmatico Thom Yorke, para ofrecer su espectaculo en vivo, aclamado alrededor de todo el mundo. Previo a su show, el público fue testigo de variadas propuestas musicales, que repasarían diversos estilos en cada una de sus presentaciones. Sin embargo, las expectativas estaban puestas en Radiohead, por lo que la espera se hacía cada vez más eterna para quienes esperaban por la banda.

Föllakzoid: Dando la bienvenida

Los nacionales tuvieron que enfrentar la dura tarea de abrir la jornada a eso de las 17:30 horas ante una modesta cantidad de asistentes, atribuible a la hora y día de la semana, lo que, sumado al caos vial que se presenta normalmente en Santiago a esas alturas del día, los tuvo presentándose en un contexto un tanto ajeno a su hábitat natural. La banda cumplió a cabalidad, entregando todo lo mejor de su estilo y sonido, pero reduciendo su set a un promedio de tres canciones, que pasaron fugaces, aunque de una manera muy intensa gracias a la gran capacidad de interpretación e improvisación que el conjunto demuestra en el escenario.

El siempre inspirado Domingo se lució con la forma en que expresó las melodías propias de Föllakzoid, llenando el lugar de esa psicodelia y misticismo tan carácteristicos de su música. Pese a ser una banda de contextos nocturnos, hubo parte del público que no entró en onda con su propuesta, quizás por el momento y espacio en que se realizó, o porque simplemente sólo querían ver a Radiohead, ya que ese desinterés por quien está en escena se repetiría más tarde. Finalmente, Föllakzoid cumplió lo dicho por su guitarrista en conversación con nuestro medio: trataron este escenario con el mismo respeto y dedicación que tratan cualquier lugar donde se presenten. Lamentablemente, el público no hizo lo mismo.

Junun: Dejarse llevar

Cumpliendo con el programa a cabalidad, ingresaron a escena Jonny Greenwood junto a Shye Ben Tzur, acompañados de algunos músicos de Rajasthan Express, para interpretar una versión light de “Junun” (2015), álbum que juntó a los dos compositores en torno a la world music y las tradiciones y sonidos más profundos de la India. Con la tremendamente asombrosa “Julus” arrancó un viaje por diferentes melodías, estructuras y trasfondos, transmitiendo muy bien las sensaciones propias que sentían Ben Tzur y Greenwood en el escenario tocando sus instrumentos.

Pese a lo “extraña” –como la calificaban algunas de las conversaciones en cancha– de la propuesta, las miradas estuvieron puestas constantemente sobre Greenwood, quien no saludaba ni interactuaba con la gente, sólo se ensimismaba en un profundo trance mientras interpretaban canciones como “Hu”, otra que es parte de la excelente obra discográfica que realizó el conjunto.

Luego vino “Junun”, que hizo bailar a algunos de los presentes en la cancha, gracias a que es, probablemente, la canción más conocida de este proyecto. Finalmente, tras una reinterpretación de “Mast Kalandar”, canción tradicional de la India, Junun se retiró del escenario finalizando una presentación que dejó gusto a poco, quedando en el tintero muchas de las composiciones más destacadas de esta colaboración. Querámoslo o no, esta fue la gran oportunidad en la vida para presenciar este show, por lo que unos minutos más no le habrían hecho mal a nadie.

Flying Lotus: El vórtice

Es difícil encontrar las palabras necesarias para explicar lo que hizo Flying Lotus en el escenario, entregando una experiencia que conjugó todos los sentidos en torno a los beats y los efectos visuales que presentaba desde su cubículo como base de operaciones. Ahí, el músico despachó sus mejores tracks para el deleite de un público que, como fue la tónica en varios momentos de la tarde en algunos sectores del Nacional, no mostró mayor interés por lo que sucedía en el escenario. Así fueron pasando canciones como “Zodiac Shit” o “Coronus, The Terminator”, adornadas con imparables loopssamples, y muchas, muchas luces. Los efectos visuales de Flying Lotus dieron la sensación de estar siendo absorbidos por un vórtice cibernético, lo que se complementaba muy bien debido a las gráficas 3D que parecían salir del telón donde eran proyectadas.

Sumémosle los profundos beats que parecían cobrar vida, haciendo parecer que artistas como Kendrick Lamar o Thundercat –colaboradores recurrentes del músico– se encontraban ahí mismo, gracias a la intensidad y pomposidad de su set. “Never Catch Me” fue ejemplo de eso, con los rapeos de Kung Fu Kenny más rabiosos que nunca, yéndose por una vertiente que, canción tras canción, no daba respiro alguno.

Theme” y “Cold Dead” siguieron poniendo las cosas en alto, pero para algunos presentes en Cancha Vip eso pareció colmarles la paciencia, comenzando a pifiar y gritando “¡y fuera!” hacia el escenario. Toda una falta de respeto para el artista, pero que pareció coincidir con el momento en que el show se dio por finalizado, no sabemos si por razón del tiempo o, efectivamente por un –en este caso– no respetable, que no estaba muy conectado con la propuesta que tenían frente a sus ojos; ellos sólo querían a Radiohead.

Radiohead: La perfección de la emoción

El verdadero amor espera. Ese es un mantra que los fanáticos de Radiohead en nuestro país conocen a la perfección, ya que tuvieron que pasar nueve largos años para que los británicos volvieran a Chile y concretaran un romance a distancia que a estas alturas ya pasó a ser una experiencia casi espiritual. En esta pasada, el quinteto vino a presentar “A Moon Shaped Pool”, disco que los ha tenido girando por distintas partes del mundo, incluyendo una polémica visita en Tel Aviv. Sin embargo, la banda entró en un receso a mediados de 2017, por lo que el concierto en Chile marcó la partida de lo que será su tour latinoamericano después de nueve meses de ausencia, lo que obviamente tenía las expectativas en ebullición.

El momento de la verdad llegó a las 21:00 horas, cuando la introducción de “Treefingers” dio paso a “Daydreaming”, un inicio frío y con las pantallas en negro, tónica que se repitió durante toda la canción, pero que contrastaba con la parte central del escenario, en la que se vislumbraba un juego de luces que se abría como una flor justo cuando la voz Thom Yorke alcanzaba altura. Ya en “Ful Stop” las pantallas laterales se prendieron para respaldar a la que estaba detrás de la banda, mostrando collages y efectos visuales que aportaban a la vivencia sónica que Radiohead desarrolló siempre con la máxima perfección. Una de las primeras sorpresas de la noche llegó con “Airbag”, recibida con gran cariño por el público, al igual que “Myxomatosis”, cuya rotunda ejecución apoyada por la doble percusión –tarea que recae en Cleeve Deamer de Portishead– la hizo aún más venenosa, con Yorke escupiendo las palabras, libre de todo instrumento.

Luego de la hipnótica “Where I End And You Begin”, que reptó sobre las cabezas que se movían embrujadas por el ritmo, cayeron en una sucesión impresionantemente devastadora “All I Need”, “Pyramid Song”, “Everything In It’s Right Place”, “Let Down” y “Street Spirit (Fade Out)”, que calaron los huesos con sus distintas atmósferas, a veces opresivas, en otras más neuróticas, pero también delicadas y hasta nostálgicas; una progresión que recorrió distintas facetas de la banda, tan cambiante como la luna. Ese factor le dio un valor agregado a la elección de canciones, pensada y configurada para estadios, una gran tarea si se considera que pueden evadir fácilmente los singles. En ese sentido, Radiohead prefirió no jugar a la segura e hizo calzar su presente más electrónico representado por canciones como “Bloom”, “Identikit” y “The Numbers” con lo más orgánico de “Werid Fishes/Arpeggi”, “2+2 =5”, “Bodysnatchers” e “Idiotique”.

Siguiendo en esa línea más corporal, la dupleta de “Fake Plastic Trees” y “The Bends” marcó uno de los momentos álgidos y rescató tiempos en los que primaba la simpleza y lo melódico; un verdadero deleite para la sección más noventera de su fanaticada. “Feral” y “Lotus Flower” hicieron avanzar los relojes hasta nuestros tiempos, con el bajo juguetón de Colin Greenwood y la “batería a destiempo” de Phil Selway, creando la base perfecta para que Ed O’Brien y Johnny Greenwood pudieran volcarse a sus tareas respectivas con máxima concentración, mientras Yorke revoloteaba por el escenario. La atmósfera cayó en la oscuridad más profunda con “Exit Music (For A Film)”, de un aura tan frágil, que el público se permitió escucharla en total silencio, respetando y atesorando un momento especial dentro del concierto, que se volvería más luminoso con “Reckoner”.

Tras la preciosa “Nude”, el cierre del SUE 2018 quedó a cargo de la potente “Paranoid Android” y la vitoreada “Karma Police”, las cuales se transformaron en la postal definitiva de un festival que, en su regreso, tuvo como columna vertebral los sonidos de vanguardia, con Föllakzoid, Junun y Flying Lotus.

En su sexta edición, el certamen no sólo apostó de forma más arriesgada en lo sonoro, sino que también dio un salto en términos de convocatoria, lo que habla de su evolución desde las tarimas del Espacio Riesco, pasando por el Movistar Arena, hasta llegar al coloso de Ñuñoa. Sólo queda esperar lo que depara el futuro para que esta apuesta tan interesante se sume a la alternativa de festivales, quizá con un ingrediente especial que permita descubrir otro abanico de posibilidades sonoras, lo que siempre es bueno para la cultura musical de nuestro país. Por lo pronto, aquellos feligreses que esperaron pacientes el regreso de los de Oxford volvieron a casa con otro encuentro histórico en la retina y con el corazón en forma de luna.

Setlist

  1. Daydreaming
  2. Ful Stop
  3. Airbag
  4. Myxomatosis
  5. Where I End And You Begin
  6. All I Need
  7. Pyramid Song
  8. Everything In Its Right Place
  9. Let Down
  10. Street Spirit (Fade Out)
  11. Bloom
  12. Identikit
  13. Weird Fishes/Arpeggi
  14. The Numbers
  15. 2 + 2 = 5
  16. Bodysnatchers
  17. Idioteque
  18. Fake Plastic Trees
  19. The Bends
  20. Feral
  21. Lotus Flower
  22. Exit Music (For A Film)
  23. Reckoner
  24. Nude
  25. Paranoid Android
  26. Karma Police

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2 Comments

2 Comments

  1. Javier Æøå (@javier_aeoa)

    12-Abr-2018 at 3:26 pm

    Me extraña lo tibia de la review cuando usualmente ustedes no temen en decir lo malo de una presentación. Parte de que los tres artistas iniciales no se pescasen como debieran es que fueron shows para la (vacía) cancha vip. Los que estábamos más atrás nada y nada pudimos ver. Sí, las lucecitas de Flying Lotus fueron psicodélicas y todo el estadio las vimos, pero después de tres canciones los que no éramos fans acérrimos ya empezábamos a mirar el celular.

    Entiendo que Radiohead sea una banda regalona de Humonegro y está bien…pero negar que muchas veces sonó como la pichula es negar la realidad. Si desde su ubicación tuvieron el privilegio de oír “Paranoid Android” como Dios manda, pues los envidio…porque desde atrás se escuchó “meh” siendo optimistas. Y hablando con amigos de Galería (fans militantes de RH) hubo otros varios puntos en que el audio y la ecualización jugaron en contra.

    Y de nuevo puede que tenga un sesgo por mi lejana ubicación, pero no vi a muchos vibrar con las propuestas electrónico-experimental de la banda. Lo que sí concuerdo: “Airbag” fue una sorpresa y me extrañó mucho lo eufórico de la gente cuando ésta comenzó.

  2. Lalof

    13-Abr-2018 at 7:03 pm

    lamentable la existencia de cancha vip, de verdad mata mucho la magia de un recital, por comodidad me di el gustito de sentarme en pacifico bajo, y lo disfruté a concho

    una lástima lo del sonido, no tiene nada que ver el viento, ni nada, el desempeño de la productora fue mediocre, la guitarra de jonny se perdió al final de paranoid android, y una pena lo que dicen que desde atrás no se escuchó como se debía, incluso, desde donde yo estaba, notaba como bajaba el volumen en ocasiones

    se puede reclamar no?

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Ghost: Un ritual necesario

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El fervor por Ghost es algo casi indescriptible, por lo que resulta un éxito total la forma en que los suecos regresaron a nuestro país con su su shows en solitario más multitudinario a la fecha. Tras su última presentación hace siete años, la banda agotó el Movistar Arena presentando “IMPERA” de 2022. Más allá de su nueva era, mucho más transversal y popular, la banda supo cómo entregarse por completo y fijar un espectáculo de primer nivel en las pupilas y tímpanos del fiel público chileno.

Puntuales y secundados por los nacionales de Pentagram, que casi echan abajo el recinto, Ghost se subía al escenario con los primeros y agudos acordes de “Kaisarion”, parte de la nueva etapa de la banda donde los riffs se acercan más al hard rock, los sintetizadores aparecen como destellos y combinan con el look de un Papa Emeritus de traje brillante. El sentido del espectáculo que tiene el grupo, su teatralidad y desplante, han sido parte importante de la carrera de Ghost, que ha transitado entre lo oscuro y lo luminoso. En todas sus encarnaciones, Tobias Forge, ungido como Papa y compañía, añaden elementos que tensionan aún más esa relación de explícita blasfemia y la cautivadora propuesta de rock al estilo King Diamond conoce a Abba. Es ese cruce generacional y de sonido que convierten al grupo en un interesante “hay que ver” en vivo, donde la entrega es total.

Rats” y éxitos como “From the Pinnacle to the Pit” o “Cirice” continuaron dando vida al setlist que iba y venía entre cambios de vestuario, colores y jugueteos de los Nameless Ghouls, que también entendían de qué iba el espectáculo: una muestra completa de un show que no sólo se queda en la buena ejecución de sonido ni en el virtuosismo. La experiencia completa del ritual local se vio fortalecida por la gran cantidad de niños, niñas y jóvenes que veían, algunos por primera vez, un espectáculo de estas características y que convierte a Ghost en su banda favorita, principalmente motivados por los éxitos virales del grupo como “Mary On a Cross” o “Call Me Little Sunshine”, también interpretadas en vivo y que fueron los puntos altos de la noche. Esa transversalidad saludable y tremendamente interesante de unión musical sólo podía ser opacada por quienes no entendieran que el público hoy en día es así de diverso. La presencia de niños y niñas, además del fervor de quienes pasaron horas esperando entrar, obligó que durante minutos el show se detuviera para ordenar al público, dar un paso atrás y asegurarse que todos disfrutaran a salvo.

Sin mayores inconvenientes, la banda oscurecía el ambiente y el Papa, de traje negro y brillos dorados finalmente aparecería para una nueva etapa del show, liderando la liturgia portando un turíbulo o incensario, un elemento colgante usado por los sacerdotes que expulsa vapor. “Con Clavi Con Dio” y “Year Zero” desataron a la mayoría de los asistentes que al ritmo de los contagiosos versos “Lucifer, we are here / For your praise, Evil One” y el correcto y profundo riff de una de las mejores canciones del grupo. Si incluso la propuesta visual y de luces se adaptó al momento más oscuro de la noche, demostrando el rango de la banda y sus cambiantes intenciones. Y es que la banda cuenta con un relato propio y una propuesta difícil de igualar, dejando a Tobias Forge como un líder y un frontman de verdad, tomándose el show con actitud y una voz de primer nivel.

Es impresionante cómo la banda, que más allá de apropiarse de la estética, el sonido y otros elementos de parte de la familia del metal pero no ser considerados por los puristas del género como pares, convoca, gusta y atrae, al mismo tiempo que se despliegan con total propiedad e insolencia en un explosivo y pirotécnico espectáculo.

Setlist

  1. Kaisarion
  2. Rats
  3. From the Pinnacle to the Pit
  4. Spillways
  5. Cirice
  6. Absolution
  7. Ritual
  8. Call Me Little Sunshine
  9. Con Clavi Con Dio
  10. Watcher in the Sky
  11. Year Zero
  12. He Is
  13. Miasma
  14. Mary on a Cross
  15. Mummy Dust
  16. Respite on the Spitalfields
  17. Kiss the Go-Goat
  18. Dance Macabre
  19. Square Hammer

*Fotos por Ramón eMe Gómez (@el.eme) para Lotus

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