Luego del despertar de la nación en octubre pasado, muchos conciertos quedaron en la incertidumbre esperando cancelación, confirmación o recalendarización. Sin embargo, el debut de Evergrey, banda sueca con más de 24 años de trayectoria, fue uno de pocos que se mantuvo firme durante toda la época de incertidumbre. Con firmeza, el quinteto jamás dejó de confirmar su realización en Sala Metrónomo vía redes sociales, con publicaciones adornadas por comentarios de una fanaticada expectante para ver el desplante de la banda por primera vez en suelo nacional.
La bienvenida a los suecos tomó lugar entre barricadas y lacrimógenas lanzadas para intentar acallar la furia de un pueblo descontento y especialmente herido luego de que se confirmara la mutilación de Gustavo Gatica, quien perdió ambos ojos a manos de la policía. A pesar de los posibles contratiempos que dichos percances pudiesen haber originado, el puntapié inicial se dio a las 22:01 horas, donde las sirenas de “A Silent Arc” –primer tema de su último disco “The Atlantic” (2019)– sentaron las bases para un estruendoso y pulcro inicio, perpetuado por la impecable interpretación vocal de Englund. La ejecución perfecta de la primera piedra de la noche fue seguida por “Weightless”, coreada y seguida por el público en todo momento y especialmente celebrada tras el pesado y deslumbrante solo de guitarra, mientras Englund y Danhage se perdían entre el tupido humo y las luces.
En medio de una audiencia que vitoreaba el nombre con fuerza, el otrora líder se erigió con fuerza para dedicarle unas palabras a quienes lograron llegar a la convocatoria en Recoleta. Recordando la espera de 24 largos años para haber llegado a Chile, también se dio el espacio para agradecer a todos quienes estaban ahí “a pesar de toda la mierda que ha estado pasando acá en Chile”, provocando el apoyo irrestricto de los espectadores. Con aplausos como cortina, el doblete “Distance” y “Passing Through”, ambas de 2016, vino con un toque de nostalgia y vigor, fundiéndose en azules tonos que iluminaron el escenario mientras sus letras reverberaban con el sentir de todo un pueblo herido.
Luego, “The Fire” y sus tonos revolucionarios con coros de niños coronó un intenso pasaje en el repertorio, el cual ameritó una pausa por parte de los escandinavos para una justa hidratación en medio de la ovación de la audiencia y así recargar baterías para continuar con una frenética “Leave It Behind Us”. Posterior a eso, el vocalista interpeló al público para que demostrara sus capacidades vocales. “¿Ustedes, muchachos, saben cantar?”, fue la interrogante que encendió la llama para calentar las cuerdas vocales y preparar la caja de voz para “As I Lie Here Bleeding”, una de las más aclamadas y esperadas por los presentes. La euforia se perpetuó hacia “Black Undertow”, donde el apoyo de Jonas Ekdahl y su bombo sirvió como gasolina para los fans que coreaban el nombre del grupo.
Sin estar exento de anécdotas, un presente le extendió una conmovedora e icónica propuesta al líder de la agrupación: una roja lata de cerveza. Bromeando, Englund consultó si acaso era cocaína en lata para después destaparla, hacer un salud y beberla ante la aclamación de quienes observaban, para rematar con un “te quiero mucho” que sacó aplausos y vítores. Dicho momento fue perfecto para dar inicio a un ciclo que mezcló intensidad y melancolía con la aguda “Monday Morning Apocalypse” y las pausadas y sentidas “Words Mean Nothing” y “I’m Sorry”, cover de Dilba incluido en “Recreation Day” (2003).
El triplete de oro para el headbanging se cristalizó con las vehementes “My Allied Ocean”, “All I Have” y “The Grand Collapse”. El momento fue aprovechado por el paladín para grabar la postal en su dispositivo móvil e inmortalizar la génesis de ese segmento, el que culminó con la primera parte de la sesión con una sala rendida ante el virtuosismo y pulcra ejecución de los peninsulares. Lo anterior se plasmó en decenas de puños y cuernos al aire fundidos con el clamor de satisfechos auditores.
El epílogo de la jornada abrió con “When The Walls Go Down”, caracterizada por tener un dramático tono e intervención de batería, dejando entrever toda la agudeza y capacidad de Ekdahl en percusión. En seguida, “Recreation Day” trajo de vuelta un tono más contestatario y apesadumbrado, logrando así poner a los asistentes de cabeza y probando el poder que tiene el quinteto sobre sus fans. Hacia el final, la consagración con “A Touch Of Blessing” y “King Of Errors” vino a sellar una noche que fue un despliegue de talento y experiencia, siendo investida por una invitación de Englund a los concurrentes: divulgar el buen momento pasado y difundir la mística de la noche.
Si bien, la espera fue larga, sin lugar a dudas será recordada como un debut sólido y redondo ante los ojos de todo fanático de la etiqueta del metal progresivo. En esta pasada, y luego de 24 años, Evergrey demostró con creces que da cancha, tiro y lado tanto en capacidades como en carisma, montando un espectáculo impoluto que quedará grabado a fuego en la memoria de asistente y testigo de un acto que, simplemente, les hizo justicia.
Los canadienses BADBADNOTGOOD regresaron a nuestro país con un repleto show en Teatro Coliseo, demostrando que más allá del gancho viral que los hizo expandir su público, son tremendamente convocantes y atrapantes. Tras la presentación de Dementira (acompañado por Fakuta) como acto de apertura, el ansioso público que de a poco llenaba el teatro esperaba por las palabras de Alexander Sowinski, quien desde la batería lideraba y conducía. Con una introducción a cargo de “War Pigs” de Black Sabbath, la banda logró acoplarse a ese golpe inicial con un saturado solo de Chester Hansen en el bajo que dio pie a las complejas y brillantes estructuras sonoras de la banda que dominaron todo el show.
Con tan sólo un par de compases y canciones como “Love Proceeding” o “Beside April” de su último disco “Talk Memory” (2021), lograron enganchar y mostrar casi todo su potencial en vivo. Y es que el carisma y conexión que el cuarteto irradia sobre el escenario es todo un espectáculo en sí. Cada uno conduce su propio segmento, conversan con la mirada y se entregan a sacar el máximo provecho de cada uno de sus instrumentos. Para una banda con el rango de BADBADNOTGOOD, saltar del Rhodes a programaciones electrónicas, del saxofón a la guitarra o de un bajo limpio a uno lleno de fuzz es parte de un día normal. Todos esos detalles, que nutren y marcan la diferencia en el grupo, pareciera que cuesta entenderlos o encontrarlos fuera del ambiente controlado del estudio de grabación, sin embargo, la banda se las arregla para tratar con soltura cada elemento.
Pese a que de entrada el sonido no fue lo suficientemente claro, la destreza de Chris Koltay, el sonidista que ha trabajado con bandas como METZ, Protomartyr, entre otras, se hizo notar al momento de encontrar el punto exacto en que fuera posible identificar cada elemento en la mezcla. Y la batería fue un claro ejemplo de ello. La riqueza de la banda radica justamente en cada compás que Sowinski ejecuta y sí que importó cómo esa batería sonaba con claridad y un reverb natural que le daba otro toque a cada canción.
Mientras pasaban solos de saxo, de teclas y así se fundían las canciones, también el espectáculo se fusionaba con la propuesta visual que era un show aparte desde la parte trasera del teatro. Acompañados de una serie de proyecciones en film operado por tres proyectores análogos y metros de rollo, el grupo lograba crear una atmósfera mucho más íntima y tenue, que calzaba perfecto con la interpretación de “Lavender” y gran parte de sus éxitos más introspectivos, pero que se perdía a ratos por la envergadura del teatro que esta vez los acogía. Visualmente, la escena era una arriesgada pero hermosa propuesta que valía la pena registrar. Quienes se quedaron con los celulares encendidos esperaron “Times Moves Slow”, la popular canción del grupo en redes, que esta vez no fue parte del repertorio.
La impecable ejecución del cuarteto, su dominio y habilidad sólo se han pulido en este tiempo que no visitaban nuestro país. Sin la posibilidad de presentar “Talk Memory” (2021) en vivo, la banda no sólo se limitó a eso sino que supo, una vez más, ponerse a prueba a sí mismos con nuevos acercamientos a las canciones y con la intención de ir siempre un paso más allá, demostrando que por más que pasa el tiempo, no hacen otra cosa que evolucionar.