Poco más de dos años transcurrieron desde la última visita de los polacos Behemoth a Chile, y si bien parece no ser un período tan extenso, han ocurrido varias cosas para la banda durante este lapso, siendo la más importante y motivo principal de esta gira que los trajo por cuarta vez a nuestro país, la difusión de su décimo disco estudio, editado este año, “The Satanist”, que ha acaparado la atención de todos los interesados en el tema, prensa y público, cosechando un sinfín de críticas favorables, que lo han posicionado como uno de los mejores y más aclamados lanzamientos de este año en el fructífero mundo del metal.
Como plato de entrada para lo que prometía ser una intensa velada, tuvimos la presentación de los nacionales Animus Mortis, quienes también venían con el objetivo de mostrar su último trabajo llamado “Testimonia”, publicado hace sólo algunos días, y que ha sido editado tanto acá como en Europa a través del sello italiano Aeternitas Tenebrarum. Puntualmente a las 20:00 horas se dio inicio a la macabra e insurrecta velada, a pesar de encontrarse con muy pocos asistentes en su interior, lo que no mermó la potente descarga inicial de los teloneros que, a lo largo de su presentación, contaron con un sonido bastante aceptable y sin mayores altibajos, más allá de una notoria y considerable disminución en el volumen de la voz de su frontman, algo que al parecer se produjo más por un desgaste físico que por una decisión del sonidista a cargo, ya que hasta la mitad del show todo se encontraba bastante equilibrado.
La banda muestra una propuesta específica y concreta, que toma la bandera del black metal de corte más clásico como su estandarte, dando cuenta del trabajo que hay detrás con la velocidad y precisión que logran en la ejecución de sus instrumentos. Sin embargo, carecen de una puesta en escena llamativa o cautivadora, algo que resulta vital para todos aquellos que se inclinan por esta tendencia. Integrantes casi estáticos y que visualmente no proponían mucho, salvo un leve y casi ínfimo uso del corpse paint, más un telón con el logo de la banda, algo un tanto mezquino si pensamos en la vitrina que significa participar de un show de esta envergadura, donde los cabeza de cartel fácilmente se sitúan dentro de los espectáculos metaleros más cotizados del momento. Lamentablemente, la participación de Animus Mortis fue un tanto desaprovechada por ellos mismos, no pasando más allá de lo anecdótico.
Siendo casi las 21:00 horas y con una Blondie casi llena, se apaga toda luz y suben al escenario uno a uno los miembros de una de las bandas más importantes y creativas que figuran hoy en el panorama más radical que, a punta de una búsqueda constante de un sonido cada vez más extremo y trabajado, más un imaginario potente y bien argumentado en el plano de las letras, ha colocado su propuesta dentro la esfera más exitosa y reverenciada del metal. Primero Inferno, seguido de Seth y Orion, quienes dejan unos segundos extras para que haga su ingreso en solitario el único miembro original de la agrupación, el carismático y sobreviviente a la muerte, Nergal. Luego de ubicarse de manera solemne en cada posición, suenan los acordes de “Blow Your Trumpets Gabriel”, encargada no sólo del comienzo de esta noche, sino también de hacerlo en su última obra discográfica. Ya antes de empezar, la audiencia –aunque un poco tímida- vociferaba el nombre de la agrupación para crear el ambiente necesario; se soltaron las gargantas y la gran mayoría emitió algún grito de júbilo ante la inminente muestra de metal extremo que estábamos a punto de presenciar. El progreso y el final apocalíptico de este tema da paso a otro corte extraído del mismo álbum, “Ora Pro Nobis Lucifer”, que juega con ritmos clásicos propios del estilo y figuras más complejas, lo que caracteriza en general a la mencionada producción, y que es probablemente la causa del éxito entre quienes lo han escuchado: un guiño a las raíces desde la innovación del presente.
De aquí en adelante, somos testigos de una entrega impecable de tecnicismo y ferocidad, conformando una puesta en escena avasalladora. “Conquer All”, “Decade Of Therion” y “As Above So Below” plasman esa mixtura entre death y black metal en la que han venido trabajando de un tiempo a la fecha, destacando en ese mismo sentido las siguientes canciones del repertorio: “Slaves Shall Serve” y “Christians To The Lions”, ambas insanas, aún más oscuras y densas que el resto.
Nos situamos ya en las medianías del concierto y es hora de volver a su nueva placa para extraer el tema homónimo, y luego continuar con “Ov Fire And The Void”, la primera muestra de la noche de “Evangelion”, aquella pieza magistral publicada el año 2009. Si bien la estructura musical que desarrolla Behemoth impide la formación del clásico mosh pit en este tipo de conciertos, lo cierto es que la audiencia, a pesar de esto, acompaña cada entrega con devoción y se rinde más al trance interno que al colectivo. Luego, la rapidez de “Furor Divinus” y un cover a una banda punk polaca llamada Siekiera, “Ludzie Wschodu”, para continuar con la segunda pieza extraída de lo hecho en 2009, siendo la elegida “Alas, Lord Is Upon Me”, de ritmos un poco más calmos, pero tan afilados que cortan el aire con sus riffs.
Ya es la parte final de la velada y suenan las cuerdas en formato acústico –rememorando esa vibra de la antigüedad de la historia humana- de “At The Left Hand Ov God”, único extracto de “The Apostasy” (2007), y que apela a ritmos más progresivos, con un final caótico pero dentro de los mismos márgenes, jugando también con esa sensación de estar en presencia de alguna marcha sumeria, debido a los elementos que adornan la canción. Antes del encore se lanzan con “Chant For Eschaton 2000”, a estas alturas un clásico de la banda y de su sonido original, o más cercano a lo hecho en un comienzo.
Cada integrante a estas alturas tiene la cara ensangrentada, Nergal hizo parte de los rituales que acostumbra a realizar sobre el escenario, por lo tanto es el momento ideal para cerrar una jornada redonda por parte de Behemoth con “O Father O Satan O Sun!” de su último registro, algo muy inteligente tomando en cuenta que la audiencia estaba más que satisfecha y la meta es masificar tanto el éxito y el alcance de “The Satanist”.
En la sumatoria, el resultado en este nuevo show de Behemoth es más que favorable, ya que junto al buen soporte de los nacionales y la entrega mancomunada de todas las partes, público y músicos, se propició la instancia para que estallara la catarsis y todo orbitara alrededor de los polacos, flotando en un halo tétrico a merced de una ejecución precisa de los europeos. Para ser la cuarta ocasión, se espera quizá algún cambio más sustantivo dentro del listado de canciones, tomando en cuenta siempre el invaluable aporte del material clásico, obviamente, como incluir cortes de otros discos menos utilizados e igual de interesantes como lo son “Thelema.6” (2000) o “The Apostasy” (2007). De no ser así, la fuerza de su acto sigue siendo superlativa; intactos y heréticos frente un mundo en decadencia, como fue anunciado en la antigüedad por los maestros milenarios en que se basa esta propuesta.
El presente de Tom Morello, actualmente en un intervalo tras la cancelada reunión de Rage Against The Machine en 2022, pareciera ser inquieto pero incierto a la vez. Enfocado en trabajar en nueva música junto a su hijo y colaborar con diversos proyectos que lo buscan, el guitarrista emprende un nuevo viaje solista, esta vez como un recorrido-homenaje a su extensa y vital carrera, sin dar demasiadas luces sobre el futuro de su proyecto principal pero entregando pequeños bocados de lo que podría ser.
Con un Teatro Caupolicán repleto pero a media capacidad, la expectativa era más que alta para ver en nuestro país, una vez más, al legendario músico. Luego de la intensa presentación de Cler Canifrú quien abrió los fuegos, Morello saltó a escena con “Manifiesto” de Víctor Jara de entrada, una imagen del Negro Matapacos en pantalla gigante y los acordes de “One Man Revolution”, de su proyecto The Nightwatchman como primer track. De ahí y sin descanso, el músico despachó, acompañado de su guitarrista en voz, “Let’s Get the Party Started” (colaboración junto a Bring Me The Horizon) y “Hold The Line”.
Con el público ya prendido sólo faltaba un discurso inicial antes de desatar la locura y exponer sus pergaminos musicales. En tan sólo un par de minutos, Morello se paseó por riffs (y nada más que las intros) de “Bombtrack”, “Know Your Enemy”, “Guerrilla Radio” y “Sleep Now In The Fire” de Rage Against The Machine, dando sólo una pincelada de hits en un particular medley, que además incluyó un homenaje a Chris Cornell con “Like A Stone”, la única canción interpretada de inicio a fin. De allí en adelante, Morello y su banda recorrieron covers y reversiones e incluso una tibia interpretación de “Gossip”, el último hit de los italianos Manëskin que cuenta, justamente, con Morello como invitado.
¿Qué es lo que hace diferente a Tom Morello? Más allá de su inconfundible sonido e impronta o haber formado parte de importantes bandas y ser portavoz de himnos, el músico tiene una personalidad propia que bien se ve más allá de esas luces, sin embargo, pareciera ser que la música y los fans siempre lo arrastra a su personaje. Ejemplo de ello la lectura de porciones del público en donde cada acorde inicial era potencialmente un hit de RATM. En ese sentido, la presentación de Morello se vuelve a ratos inentendible, fuera de contexto, indescifrable. Tom Morello podría más que una tonelada de wah, octavador y un recorrido de hits en formato karaoke. Es su carisma, talento y visión, además, lo que lo posiciona como un músico querido y respetado, pero que cuesta sacar del pasado.
Por ello, la decisión de un repaso más que un show completo y preparado en clave solista no le hace justicia al guitarrista, quien tiene argumentos mucho más interesantes para presentar como su acercamiento al folk con The Nightwatchman. Allí, el músico prueba y arriesga tomando guitarras acústicas y explorando en fondo y forma (“World Wide Rebel Songs” y “Keep Goin’”). El show, divertido y con una ejecución correcta, vuelve a un estado de mixtura con nuevos covers y reversiones de pequeños saldos de diferentes etapas, para coronar la jornada con “Killing In The Name”, cantada a pulso con todo el teatro y “Power To The People” de John Lennon como punto final. Tom Morello sella un nuevo paso por uno de sus países favoritos con un público fiel y cómplice, apañador y motivado, que da solidez a un show que a ratos puede parecer sólo un singular ejercicio de nostalgia.
Setlist
One Man Revolution (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
Let’s Get The Party Started
Hold The Line
Bombtrack / Know Your Enemy / Bulls On Parade / Guerilla Radio / Sleep Now In The Fire / Cochise (originales de Rage Against The Machine y Audioslave)
Like A Stone (original de Audioslave)
Voodoo Child (original de Jimi Hendrix)
GOSSIP (original de Manëskin)
Lightning Over Mexico
Secretariat
Cato Stedman & Neptune Frost
Rat Race / Battle Sirens / Where It’s At Ain’t What It Is / Prophets Of Rage / Harlem Hellfighter / Can’t Stop The Bleeding / Bullet In The Head (Tom Morello/Prophets Of Rage)
Keep Goin’
World Wide Rebel Songs (original de Tom Morello: The Nightwatchman)
Testify / Ghetto Blaster / Half Man Half Beast / Born of A Broken Man / Freedom / Snake-charmer (originales de Rage Against The Machine)
Vigilante Nocturno
The Ghost Of Tom Joad (original de Bruce Springsteen)
Killing In The Name (original de Rage Against The Machine)