Cuando “The Suburbs” (2010) ganó el más importante premio de la entrega de los Grammy 2011, en Twitter se generó una batahola. Mientras muchos celebraban este triunfo de la música independiente canadiense, eran miles los que llenaron las redes sociales con la gran duda existencial: ¿Quiénes son estos Arcade Fire? Arcade Fire, a la fecha, lleva cuatro discos de estudio, todos impecables, a veces difíciles de digerir, otras veces con excentricidades como grabar al interior de una iglesia, utilizar instrumentos de la Edad Media, incorporar a David Bowie (lo que hoy por hoy también se considera excentricidad), sólo por mencionar algunas de las tantas razones por las cuales se ha creado una suerte de divinidad en torno a la banda, pero que también ha generado detractores, por las razones que sean: esnobismo, sobrevaloración, o simplemente que no consideran que la música tenga que ser tan megalomaníaca para funcionar. Bueno, a todos sus detractores, al menos los chilenos, les podemos decir abierta y francamente lo equivocados que están. Porque el show de ayer de Arcade Fire rozó la perfección, y las palabras no alcanzan para definir cada sonido, cada arreglo o cada guiño de este combo de pop barroco.
Cuando Pixies ya había bajado las cortinas, no pasaron muchos segundos cuando, desde backstage, apareció un hombre enfundado en un traje a lo bola de disco. Sólo eso y la suave intro de “Reflektor” fue suficiente para que gran parte de los asistentes reaccionaran eufóricos ante la presencia de Win Butler, Régine Chassagne y compañía sobre el Coca Cola Stage, para derrochar carisma y profesionalismo con los primeros acordes de la ya mencionada “Reflektor”, una canción tan exquisita en sus arreglos que podría parecer imposible replicarla en un escenario, pero que se logró en un cien por ciento, aunque para eso fuera necesario unir a doce músicos en escena, todos parte de un engranaje perfecto en cada segundo. Le seguiría la seductora “Flashbulb Eyes” que, entre talla y talla, parece un experimento con aires de reggaetón, pero que resulta finalmente algo totalmente delirante.
El setlist, sobre todo para los conocedores a fondo de la música de Arcade Fire, tuvo un buen equilibrio entre los cuatro discos y más aún para maniobrar las intensidades de los distintos momentos, como en “Neighborhood #3” de “Funeral” (2004), en contraste con la magnífica “Rebellion (Lies)” que dejó a todo el público coreando las líneas de Chassange y Sarah Neufeld, para terminar con una nota al aire que serviría de puente para “Joan Of Arc”, que sigue presentando a las armonías de Arcade Fire casi sin errores, limpias y que suenan gigantes en el reflectado escenario. Luego sería el turno de repasar algo de “The Suburbs”, con el single homónimo sucedido por otro de los momentos más altos –en un concierto sin puntos bajos- con “Ready To Start”, que es de esas canciones que, si ya suenan como una declaración de principios en su edición de estudio, en vivo son un verdadero leit motiv en situaciones que casi todos hemos vivido. La pasión con la que comunica Win Butler es tan grande, tan evidente, que es difícil pasarla por alto, a pesar de tener casi una docena de músicos a su espalda.
Casi toda la alineación oficial de Arcade Fire son multi instrumentistas que se pasean por todo el escenario cambiando de instrumentos, valga la redundancia. En una banda comúnmente siempre hay alguien a cargo de una sección, y este juego de las cambiaditas no es tan importante. Dicen que cuando los músicos se lanzan en una carrera, muchos aprenden a adueñarse de su sitial en la banda para evolucionar su sonido y así convertirse en el bajista, el guitarrista o el tecladista de. Para los canadienses esto no es necesario y, por lo visto, la importancia que le dan a moverse por tantos instrumentos, hace que la riqueza de su interpretación dé como resultado una orquesta llena de intensidades, matices y colores.
La segunda mitad del show llegaría con una de las canciones más hermosas de la jornada, que alrededor de las primeras filas dejó a varios llorando y cantando a todo pulmón. Nos referimos a la eterna “Neighborhood #1 (Tunnels)”, donde Butler fue acompañado por una Chassagne en la batería y el infranqueable dúo de cuerdas rasgadas, que daría paso al momento de dos canciones del disco “Neon Bible” (2006). Comenzando con “No Cars Go”, ampliamente prostituida por agencias de publicidad en nuestro país, y con ese arreglo casi de orquesta de cámara en el in crescendo, que decanta con fuerza en los momentos finales de corte casi épico y ensordecedor, que es sucedido por “Intervention” transitando por la misma línea de la anterior, acaparando los momentos donde el epíteto de barroco se hace más notorio en toda la explanada, y que tuvo un inesperado final con Butler entonando “Wave Of Mutilation” de Pixies, cuando momentos atrás el mismo Butler aseguraba que ellos no estarían ahí de no ser por gente como Pixies, New Order o The Smiths. Simplemente siempre es bueno reconocer a quienes te alimentaron musicalmente, las influencias jamás se podrían negar.
Con “Afterlife” Arcade Fire volvería a su oscura tropicalia, con el hombre disco ball volviendo en medio del público que, a ratos, gracias a sus eternos reflejos, dejó sonando como banda sonora a Arcade Fire a merced de los gigantes reflejos que se producían. “Afterlife” no es una canción que destacaría como una de las centrales de “Reflektor”, pero que sin duda, junto a la homónima de disco, fueron las mejores logradas de la noche en cuanto al último disco. Los últimos momentos antes del encore vendrían dados por el protagonismo de Régine Chassagne, una mujer que posee tanto carisma, sensualidad y talento, que se convierte en una inspiración angelical en medio del show, cosa más que notoria al ver a todos apostados a sus pies, escuchándola y mirándola con tal adoración, mientras se contorsiona en un pausado baile y en un momento donde, por única vez en toda la noche, el romanticismo entre ella y su marido, Win Butler, se hace evidente y hasta sacan provecho de ello, para luego dar cierre con otro de los grandes singles de “The Suburbs” y su “Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)”, que terminaría con Chassagne bailando con cintas flúor en medio de todos los aplausos y redobles finales antes de salir. Casi un gran cierre, de no ser porque faltaba el bendito encore.
Segundos después, saldrían hablando en español estos hombres con cabezas gigantes, anunciándose como Los Reflektors, momento para la mejor humorada del día hacia el gran Johnny Marr y la reproducción de “Esta Luz Nunca Se Apagará”, cover del español Mikel Erentxun que hizo famoso a comienzos de los 90’s. Tras eso, Arcade Fire no demoraría en volver para hacer bailar a todos con un último despliegue de “Reflektor”, tanto en “Normal Person”, que muestra la veta más rockera del disco, contrastado finalmente con la que a esta altura debe ser la canción favorita de fiestas indie, la tropical “Here Comes The Night Time”, que terminó por desatar a todos arriba en el escenario, incluso a los compuestos percusionistas que durante todo el show bailaron animados pero ordenados, y que terminaron disfrutando de la fiesta como cualquier invitado más.
El final del show, no podía ser otro que “Wake Up”, el himno más grande de la discografía de Arcade Fire a la fecha, y que dejó a las miles de almas que presenciaban el show cantando al unísono con los canadienses, en una suma de emoción, letras coherentes, y tantas otras sensaciones que podrían hablar por sí solas. El final era esperado, pero a la falta de sorpresa no hubo falta de perfección.
Que difícil trabajo nos tocó a todos los que debemos escribir sobre este show, qué difícil no sobrepasar ese manoseado concepto de la objetividad, qué complejo mantenerse en el oficio de presenciar algo de esta magnitud,con calma y sin sobresaltarse con el virtuosismo de Arcade Fire, banda que esperábamos hace tantos años y que fue tan esquiva por estos lugares, pero que finalmente se atrevió a demostrar por qué hoy por hoy son una de las mejores agrupaciones musicales del mundo, desde aquel pequeño Montreal donde se les reconocía como un número underground, pasando por el asalto al mainstream con “The Suburbs” y teniendo tanta lucidez en su composición que, aunque uno no se sienta conectado con la música de ellos, es imposible quitarle atributos a lo que hacen. Nota aparte merecen los ingenieros de sonido (sonido al público y monitoreo) por llevar a cabo de manera impecable la titánica labor de amplificar y monitorear esa cantidad de instrumentos y voces.
Finalmente el show de ayer fue de tal calidad y de tal entrega, que será recordado por mucho tiempo, como una muestra de que, lo que partió como una cuasi excentricidad, se convirtió en una banda llena de madurez y texturas exquisitas. Y nos arriesgamos a decir que la presentación de Arcade Fire es probablemente el mejor show que ha pasado por Lollapalooza Chile.
Setlist
Reflektor
Flashbulb Eyes
Neighborhood #3 (Power Out)
Rebellion (Lies)
Joan Of Arc
The Suburbs
Ready To Start
Neighborhood #1 (Tunnels)
No Cars Go
Intervention/ Wave Of Mutilation (de Pixies)
Afterlife (con excerpt de “Temptation” de New Order)
It’s Never Over (Oh Orpheus)
Sprawl II (Mountain Beyond Mountains)
Esta Luz Nunca Se Apagará (de Mikel Erentxun para “There Is A Light It Never Goes Out” de The Smiths)
No soy seguidor de Arcade pero vaya que respeto cada uno de sus discos. Y ayer vi -sin duda alguna- uno de los mejores shows que he visto en mi vida: músicos maduros, ambiciosos, cercanos y comprometidos. No se puede pedir más, excepto que Lollapalooza Chile mantenga este nivel de músicos y respeto por sus espectadores.
Pocas veces me dedico a comentar, pero como la misma redactora lo dice, es difícil mantenerse a un margen con el poderío del despliegue de Arcade Fire. Destacables en cada uno de los aspectos que se le quiera ver y solo en un intento de contribuir (más bien por las ganas, que por necesidad ya que el trabajo de Pamela, es buenísimo repasándolos), quisiera subrayar de parte de alguien que sigue a la banda desde sus inicios, el que hayan tenido la delicadeza de recoger el guante en términos de que esta era su primera vez en Chile y hayan tocado “Intervention” de Neon Bible, un tema que fue un himno y una declaración en sus orígenes, pero que en la mayoría de sus conciertos por Norteamérica y Europa ya no tocan, lo que a muchos nos hacía dudar de poder escuchar esa canción sublime, más sabiendo de la tarea monumental de difusión del disco Reflektor que venían haciendo. Para mí, ese es un gesto más de una banda entrañablemente empática, conectada con el público y su credo, comunicación reflejada en sus caras sobre el escenario (y es que no hay forma más simple y sincera de verlo). Esa conexión en las fuerzas que mueve Arcade Fire es la que hace que uno sepa que cada vez que nos sumergimos en su música, lo hacemos en una banda llena de propia verdad y fuerza.
Nota: Si bien como dije, me encanto el trabajo de Pamela, solo difiero en una cosa…y es que para mí, Afterlife es la joya capital junto a Reflektor de su último trabajo =)
Saludos!
90 minutos fue nada. 150 mínimo…M I N I M O !
Yo estuve en reja y si bien el audio ahí es más potente de lo que a veces gustaría [la delicadez de No Cars Go no fue tan delicada ahí], todo fue increíble. No sé cómo lograron que incluso los momentos más “lentos” de Tunnels o Sprawl conectaran con todos esa noche.
Igual que tú, pienso que es probablemente el mejor show de Lollapalooza Chile. Los fans de Pearl Jam podrán debatirlo pero Arcade se impuso total y salvajemente.
Lamentablemente, debo reconocer que llegue a conocerlos de manera tardia, pero creo que estuve a tiempo. por otra parte, por razones claras, no pude ir a lollapalooza, pero no dude en ver via streaming el concierto, del cual quede totalmente maravillado. Pocas veces se ve una banda (que en cierta medida no es masiva en nuestro pais) tocar con unas ganas enormes, con un gran despliegue sobre el escenario y una conexion a gran escala con el publico. Arcade fire demostro que eran ellos quienes deseaban tocar en este pais y con este publico, lo cual se noto en enormemente y que por supuesto se agradece.
La nota es precisa al señalar los altos puntos de este show y por ello concuerdo con la persona a cargo de escribir. Lamento no haber estado presente, pero no dudo que Arcade Fire volvera y en este caso, yo pagare mi deuda con la banda
Era el debut más que esperado para una de las bandas más interesantes que surgieron durante los dosmil gracias a “Old World Underground, Where Are You Now?” (2003), que casualmente cumple 20 años desde su lanzamiento. En ese contexto, la banda venía presentando pinceladas de su época debut y mezclando aquello con parte de su último disco “Formentera II” (2023), en una gira que los tuvo por México y Perú antes de aterrizar en nuestro país.
Parece extraño que después de tantos años de popularidad la banda canadiense no haya pisado suelo chileno sino hasta muchísimo tiempo después, saldando así un plazo y una deuda de larga data. Con una carrera en extenso y sólida, el grupo al fin debutaba frente a un buen marco de público en Teatro Coliseo, que se convirtió en una fiesta de principio a fin.
Emily Haines, de brillante atuendo, salía a escena más animada y sorprendida que de costumbre, sintiendo a cada una de las personas del teatro, que hicieron del show un espacio más íntimo que de costumbre. Tras un breve retraso, el grupo no perdió el tiempo con “Cascades”, “Doomscroller” y “Gold Gun Girls”. Con una ejecución más que nítida del resto de la banda, la energía y la onda que emana Haines fluyó y acompañó su voz en un muy buen estado.
Le siguieron el hit “Gimme Sympathy” que hizo bailar a toda la cancha y significó un punto alto del show, con Haines visiblemente sorprendida del recibimiento del público chileno, que la acompañó bailando y coreando cada tema. Con el mismo entusiasmo pasaron “Formentera” y la divertida “Synthetica” para dar paso a “Help I’m Alive”, uno de los tesoros de su época anterior y uno de sus mejores temas. Al cierre, “Combat Baby” desató la locura con sus mezclas de electrónica y guitarras.
Lamentablemente, la espera y la expectativa por tributar su primer álbum era alta en parte del público, que esperaba más canciones de su debut -extrañando, por ejemplo, una interpretación de “IOU”- sin embargo, la banda reapareció en escena para regalar en formato acústico “Calculation Theme”, seguida de “Monster Hospital” y “Black Sheep”, otra de las esperadas por el público y que fue popularizada en la banda sonora de la película “Scott Pilgrim vs. The World”. Al final, la sentida y emotiva interpretación de “Breathing Underwater” fue el cierre perfecto con su atmósfera y cadencia que dejó los ánimos más que calmos para coronar una más que correcta primera visita de la banda a nuestro país.
illohdj
31-Mar-2014 at 6:43 pm
Muy acertada crítica del concierto, insisto en que el grupo supo desde el primer momento conectar con toda clase de público.
Juan
31-Mar-2014 at 7:30 pm
No soy seguidor de Arcade pero vaya que respeto cada uno de sus discos. Y ayer vi -sin duda alguna- uno de los mejores shows que he visto en mi vida: músicos maduros, ambiciosos, cercanos y comprometidos. No se puede pedir más, excepto que Lollapalooza Chile mantenga este nivel de músicos y respeto por sus espectadores.
Hugo
31-Mar-2014 at 7:44 pm
Pocas veces me dedico a comentar, pero como la misma redactora lo dice, es difícil mantenerse a un margen con el poderío del despliegue de Arcade Fire. Destacables en cada uno de los aspectos que se le quiera ver y solo en un intento de contribuir (más bien por las ganas, que por necesidad ya que el trabajo de Pamela, es buenísimo repasándolos), quisiera subrayar de parte de alguien que sigue a la banda desde sus inicios, el que hayan tenido la delicadeza de recoger el guante en términos de que esta era su primera vez en Chile y hayan tocado “Intervention” de Neon Bible, un tema que fue un himno y una declaración en sus orígenes, pero que en la mayoría de sus conciertos por Norteamérica y Europa ya no tocan, lo que a muchos nos hacía dudar de poder escuchar esa canción sublime, más sabiendo de la tarea monumental de difusión del disco Reflektor que venían haciendo. Para mí, ese es un gesto más de una banda entrañablemente empática, conectada con el público y su credo, comunicación reflejada en sus caras sobre el escenario (y es que no hay forma más simple y sincera de verlo). Esa conexión en las fuerzas que mueve Arcade Fire es la que hace que uno sepa que cada vez que nos sumergimos en su música, lo hacemos en una banda llena de propia verdad y fuerza.
Nota: Si bien como dije, me encanto el trabajo de Pamela, solo difiero en una cosa…y es que para mí, Afterlife es la joya capital junto a Reflektor de su último trabajo =)
Saludos!
Javier Æøå (@javier_aeoa)
01-Abr-2014 at 12:40 am
90 minutos fue nada. 150 mínimo…M I N I M O !
Yo estuve en reja y si bien el audio ahí es más potente de lo que a veces gustaría [la delicadez de No Cars Go no fue tan delicada ahí], todo fue increíble. No sé cómo lograron que incluso los momentos más “lentos” de Tunnels o Sprawl conectaran con todos esa noche.
Igual que tú, pienso que es probablemente el mejor show de Lollapalooza Chile. Los fans de Pearl Jam podrán debatirlo pero Arcade se impuso total y salvajemente.
“Who is Arcade Fire?”…
calangas
06-Abr-2014 at 9:55 pm
pofavorrrrr!!!!!! suban el concieto!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Chalocrust
14-Abr-2014 at 3:07 pm
Lamentablemente, debo reconocer que llegue a conocerlos de manera tardia, pero creo que estuve a tiempo. por otra parte, por razones claras, no pude ir a lollapalooza, pero no dude en ver via streaming el concierto, del cual quede totalmente maravillado. Pocas veces se ve una banda (que en cierta medida no es masiva en nuestro pais) tocar con unas ganas enormes, con un gran despliegue sobre el escenario y una conexion a gran escala con el publico. Arcade fire demostro que eran ellos quienes deseaban tocar en este pais y con este publico, lo cual se noto en enormemente y que por supuesto se agradece.
La nota es precisa al señalar los altos puntos de este show y por ello concuerdo con la persona a cargo de escribir. Lamento no haber estado presente, pero no dudo que Arcade Fire volvera y en este caso, yo pagare mi deuda con la banda