Hay shows donde la energía del público es un elemento clave. Más que un condimento, existen ocasiones en que la locura de los fanáticos permite elevar conciertos a estados superiores, trasladándolos de la mera anécdota para transformarlos en una jornada que quedará grabada a fuego en las memorias de los asistentes. Así fue lo que se vivió el pasado domingo en el Teatro Caupolicán. En un acto por desafiar al letargo que invade el último día del fin de semana, el escenario de calle San Diego recibió a dos nombres clásicos del thrash metal. Como si se tratase de un revival ochentero, los alemanes Assassin se presentaron junto a los neoyorquinos Anthrax, en una jornada atiborrada de energía, donde el mosh pit de los fanáticos ganó tanto protagonismo como los músicos.
Lamentablemente no alcanzamos a llegar al show de Forhaneo y nuestra presencia fue sólo desde Assassin. Los alemanes dieron inicio con “Fight (To Stop The Tyranny)”, tema clásico de su primer disco que, a punta de riffs acelerados, logró encender de forma inmediata al público, que se lució en una muestra de energía inagotable de principio a fin. “Breaking The Silence” continuó desatando el descontrol entre los asistentes cuando su vocalista, Ingo Bajonczak, pronunció las primeras palabras de agradecimiento, mostrándose contento por el entusiasmo de la gente por participar en esta fiesta de “metal de la vieja escuela”.
El conjunto teutón continuó el show con una muestra de su trabajo más reciente, “Combat Cathedral” (2016), interpretando el tema “Back From The Dead”. Luego de recibir un gran aplauso, Assassin retomó su repertorio clásico con la acelerada y agresiva “Baka”. Enmarcado en un llamado de Ingo a no creer en las mentiras de los políticos y poderosos, la banda interpretó “Destroy The State”, proporcionado uno de los momentos de mayor participación, con los asistentes reaccionando entusiasmados cuando Ingo los invitó a prepararse para el plato fuerte de la noche. El show finalizó con “Red Alert” y “Assassin”, dejando a todos agitados y listos para enfrentarse con los titanes de Nueva York.
A pesar del correcto show de Assassin y el gran respeto que se merecen, es necesario mencionar que quienes se robaron la atención, tanto en puesta en escena como en potencia, fueron los anfitriones Anthrax. Comenzando con un extracto de Otis Redding para la película “TheBlues Brothers”, demostraron su jerarquía desde los primeros acordes que abren “A.I.R.”. En un inicio arrollador, es posible evidenciar la diferencia en fuerza –considerablemente superior– que tiene el conjunto neoyorquino sobre el escenario. Luego de un caluroso recibimiento a su frontman, Joey Belladona, la fiesta no se hizo esperar y aparecieron las primeras bengalas que iluminaron la velada en múltiples ocasiones. “Got The Time”, “Caught In A Mosh” y “Madhouse” fue la seguidilla de clásicos con que la banda desafió a los fanáticos a seguirles el ritmo. Lejos de mostrarse cansado, el público coreó cada una de las canciones mientras giraban en un mosh pit incesante.
Luego de la fuerza impetuosa de “Fight ‘Em ‘Til You Can’t”, Scott Ian dedicó un tiempo para evocar a la nostalgia, recordando el show que dieron junto a Iron Maidenel año pasado en el Estadio Nacional. Seguido de los aplausos de más de algún asistente que también estuvo en dicha ocasión, Ian los invita a unirse a Joey Belladona y cantar “Breathing Lighting”, proporcionando uno de los momentos más memorables del show, donde relució el carisma de un Belladona que interpelaba a cada rincón del Caupolicán. “Intro To Reality” dejó otro de los puntos altos de la jornada: la suave melodía generó la atmósfera perfecta para continuar con la agresividad de “Belly Of The Beast”.
El clásico “I’m The Law” y una mención al trabajo de Scott Ian en Stormtroopers Of Death con “March Of The S.O.D.”, iban marcando el fin de la velada. Es con “Blood Eagle” –corte de su último trabajo– y “Be All, End All” que la banda se despide de un público con las revoluciones aún aceleradas. Afortunadamente, la espera fue breve y la banda volvió al escenario para dar el cierre final con los dos clásicos: “Antisocial” e “Indians”.
Con un sonido impecable, cuidada escenografía y el carisma de cada miembro del conjunto, Anthrax demuestra que es una banda superior, capaz de dar un buen show en cada una de las visitas a Chile. En esta ocasión también vale destacar el tremendo desempeño de los fanáticos, quienes, a sabiendas de lo que iban a enfrentar, nunca bajaron la velocidad de un mosh pit incansable, dándole un grato ambiente a una noche donde la pirotecnia corrió por parte de la casa.
Setlist
A.I.R.
Got The Time (original de Joe Jackson)
Caught In A Mosh
Madhouse
Fight ‘Em ‘Til You Can’t
Breathing Lightning
Medusa
Intro To Reality
Belly Of The Beast
I Am The Law
March Of The S.O.D. (original de Stormtroopers Of Death)
Durante el penúltimo viernes de mayo se llevó a cabo uno de los acontecimientos metaleros más esperados de la temporada: el regreso de Deicide a seis años de su último paso por el país. El entusiasmo fue tal, que se vendieron la totalidad de las entradas dispuestas en las dependencias del Teatro Cariola, augurando una cita de ensueño para cientos de fanáticos del death metal. Y así fue, pese a que el plato principal no estuvo a la altura de su legado, este viernes vivimos una letal maratón de riffs aplastantes y rugidos del inframundo.
Debemos partir por destacar la participación de las dos bandas chilenas que fueron convocadas para abrir la jornada. Tanto Anima Inmortalis como Bonebreaker se despacharon unos sets impecables, con un sonido claro a la vez que demoledor. Lo de los nacionales no debería ser una sorpresa para nadie que haya seguido sus carreras a lo largo de los años, pero no deja de ser motivo de admiración el profesionalismo que han alcanzado. Es feo decirlo, pero es probable que, de tratarse de bandas internacionales, más específicamente, de Europa o Norteamérica, los compatriotas serían nombres relevantes y con un poder de convocatoria e influencia mucho mayor al que poseen en la actualidad como una banda chilena. Pero bueno, es lo que hay, y lo que hay es para aplaudir, porque más allá del apoyo que siempre se profesa para “el producto nacional”, lo que hace Anima Inmortalis y Bonebreaker brilla por méritos propios y anoche se mandaron dos actuaciones implacables.
Tocaba el turno del primer plato fuerte de la velada, los canadienses de Kataklysm, quienes también habían realizado su último recital en la capital hace seis años. En promoción de su más reciente larga duración, “Unconquered” (2020), el cuarteto se tomó el escenario del teatro de la calle San Diego, para presentar un set elegido con pinzas que dejó satisfechos a todos los presentes. “Push The Venom” abrió los fuegos, mostrando a una banda enérgica dispuesta a poner de su parte a todo el recinto. A sabiendas de que no eran los protagonistas del evento, los canadienses se limitaron a hacer bien su trabajo, echando mano a las frases justas para motivar a la audiencia y tocando los cortes precisos para mantener la fiesta en alto. “Crippled & Broken”, “In Shadows & Dust” y “The Black Sheep”, fueron las canciones destacadas hacia el final de la actuación de los norteamericanos, quienes se retiraron del escenario llevándose la ovación de la fanaticada, que a esa hora ya había repletado el teatro y se encontraba sedienta de sangre y metal.
La promesa del retorno de Deicide a suelo nacional, era la de tocar por completo el disco “Legion” (1992), el segundo de su carrera y que marcó a la historia del estilo, convirtiendo a los estadounidenses en referentes absolutos del death metal, juntos a nombres como Cannibal Corpse o Morbid Angel. El año pasado el LP cumplió treinta años de historia, por lo que era apropiado realizar una gira mundial de celebración, y anoche le tocó el turno a Santiago, ya que el día anterior, tanto Deicide como Kataklysm, hicieron lo propio en Talcahuano. Lamentablemente, el cuarteto, por lo menos al inicio del show, no estuvo a la altura de las circunstancias, no solo restándole épica a su entrada, apareciendo como si nada en el escenario para probar y afinar sus instrumentos antes de comenzar a tocar, sino que también con un sonido que estuvo muy por debajo de lo esperado, logrando incluso sacar reclamos de miembros de la audiencia.
Incluso si el caos reinaba tras la barricada, era netamente por el fervor de la audiencia y el poder que las canciones de por sí ya cargaban, porque sobre el escenario, Deicide entregaba una experiencia opaca y mediocre. Las canciones del legendario disco pasaban una tras otra sin matices ni puntos álgidos, solo sirviendo como motor para el alboroto que se desató entre los seguidores del grupo, donde abundaron los rescates sobre la barricada y las narices sangrantes. “Revocate The Agitator” dio por terminada la revisión de “Legion”, para pasar a los clásicos seleccionados para rematar la noche, donde, como si se tratara de un milagro, el sonido mejoró y pudimos tener una experiencia como debió haberse dado desde la primera nota.
“Once Upon The Cross”, “Scars Of The Crucifix”, “Homage For Satan” y “Dead By Dawn”, remataron la maratón de death metal que vivimos en el Teatro Cariola. Sin espacio para un bis, el grupo liderado por Glen Benton se apegó al libreto y abandonó el escenario con el mismo desdén con el que ingresaron. Es sabido que, para el bajista y vocalista, la música es exclusivamente un negocio, pero algo de cariño o dedicación a su arte, sería algo muy bienvenido. Deicide retornó a Chile y cumplió con lo mínimo, y eso fue suficiente para que cientos de metaleros se dieran un festín, en una noche donde el talento nacional brilló bajo la sombra de los nombres estelares.