A casi 20 años de la explosión del post-punk, o garage revival (que cada uno le ponga la etiqueta que le acomode), la discusión acerca de la validez del término “indie”, en lo que a distribución se refiere para bandas de aquel entonces, es sumamente estéril y presuntuosa. En su peak de popularidad, bandas como The Strokes, Black Rebel Motorcycle Club o quienes nos convocan en este caso, Yeah Yeah Yeahs, siempre dependieron de disqueras mayores, y eso dice mucho de la potencia y unicidad de su propuesta. Doblar una esquina a la perversa maquinaria del negocio de la música en beneficio de la libertad creativa, siempre va a ser algo a celebrar, y en eso Karen O, Nick Zinner y Brian Chase siempre han dado cátedra desde su debut en largo, “Fever To Tell” (2003). Su quinto álbum de estudio aparece este 2022 bajo el nombre “Cool It Down”.
Hablar del método de distribución versus la originalidad de la fórmula no es antojadizo: “Cool It Down” es, en estricto rigor, el primer trabajo en larga duración nacido desde la independencia, a través de Secretly Canadian (antes de “Fever To Tell”, Yeah Yeah Yeahs fue publicado por Touch & Go sin mayor repercusión), sin embargo, es el trabajo más estandarizado de la banda en muchos sentidos y no todos necesariamente buenos. “Cool It Down”, el track homónimo que abre la fiesta, es todo menos festivo; “Spitting Off The Edge Of The World” es una declaración de principios acerca del tenor del álbum en compañía de su única colaboración: Perfume Genius. Y el resto del disco está a cargo de la creatividad de Orzolek, Zinner, Chase y de quien hasta hoy se le considera el cuarto Yeah Yeah Yeahs, Dave Sitek.
En líneas generales, esta es una obra de bajo vuelo, afirmación dicha meramente en el sentido de intensidad. Hay canciones, como la ya mencionada “Spitting Off The Edge Of The World” o “Blacktop”, que tienen un doble filo porque a muchos podrán aburrir, pero a otros podrá introducirlos en la mejor versión vocal de Karen O, alejada de las presiones por parecer frenética y explosiva. Las baterías de Chase suenan profundas dentro de su parsimonia y el tándem sonoro entre Zinner y Sitek complementan un trabajo que por ratos promete, aunque más de lo que cumple.
A juzgar por los setlists desplegados en su vuelta a los escenarios, ni Yeah Yeah Yeahs parece entender “Mosquito”, su último y extraño álbum lanzado en 2013. A la luz de “Cool It Down”, parece necesario darse una vuelta por esa época porque, por incomprendido que sea, ya estaba dando luces de hacia dónde iba el trío. Aquel álbum parece ser un trabajo hecho de mala gana y con tracks de sobra, y una muestra de esto es que las canciones “Different Today” y “Mars” bien pudieron no estar en este nuevo trabajo y probablemente sólo ellos las habrían echado de menos. La primera es un pastiche ganchero con una letra discutible en profundidad y floja en líneas generales, y “Mars” podría haber sido un interludio debido a su falta de sustancia y poco mérito para darle el colofón al disco.
Como no todo es malo en esta vida ni en este álbum, si hay que rescatar algo, es la intención de desperezarse después de todos estos años de silencio. Además, existe una veta muchísimo mejor explorada que en “Mosquito” en términos de producción, diseño de sonido y calidad interpretativa que, quizás con la presión de sus fans y críticos ya liberada con “Cool It Down”, puedan aunar el extenso imaginario creativo que han desplegado cada cual por su lado. Como regreso, “Cool It Down” queda al debe, pero como ejemplo de lo que tienen para dar, nos dejan atentos.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.