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Modern Vampires Of The City Modern Vampires Of The City

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Vampire Weekend – “Modern Vampires Of The City”

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La línea más prístina del excelente “Modern Vampires Of The City”, el tercer álbum de los neoyorkinos Vampire Weekend, dice “Amo el pasado, porque odio el suspenso”, y pasa desapercibida en medio del vértigo estilo Devo de “Diane Young”, pero hay que escucharla con atención. No se trata de que no se piense en el futuro, pero VW se mueve desde la certeza de saber los pasos recorridos para evitar una estadía innecesaria en el limbo. O sea, cada paso puede ir hacia adelante, pero debe ser pisado más de una vez para esquivar ese “suspenso”.

“Modern Vampires Of The City” es un álbum pensado y repensado, donde nos volvemos a encontrar con las letras astutas y llenas de referencias culturales de Ezra Koenig, pero también donde descubrimos en mayor profundidad los dotes en la producción musical del tecladista Rostam Batmanglij, quien no sólo decora las composiciones con arreglos espléndidos, sino que también propone nuevas dinámicas para las siempre cautivantes melodías de Vampire Weekend, donde también hay que reconocer el talento de Ariel Rechtshaid, quien estuvo ligado antes al hip hop, poniendo el talento de la mezcla de géneros al servicio de la banda.

VAMPIRE WEEKEND 01Mucho se habla de que las canciones de VW son el más fiel retrato de la sociedad más privilegiada, y que Ezra Koenig restriega su formación académica a todo el mundo con letras tan intrincadas, pero cada día que pasa, la obra de Vampire Weekend no sólo toma un mayor peso y relevancia, sino que también deja entrever su universalidad, la que no sólo está en este “relato del privilegio” que todos podemos ver –en especial, en sociedades desiguales como la nuestra- sino que además en las sonoridades, que no temen sacar influencias desde el pop africano, hasta el reggae caribeño, pasando por tomar dinámicas de tiempos pasados, desde la tradición del rock británico de los Kinks hasta la música recalcitrantemente americana de Tom Petty. Al final, lo que hace Vampire Weekend es algo mucho más insurrecto para el establishment que el resto: pone a una sociedad opulenta en el espejo, con inteligencia y un sonido cada vez más universal.

Hablando directamente del disco, que “Modern Vampires Of The City” sea el primer álbum de la banda en poner un outro como tal (“Young Lion”), y que este sea casi como un mantra en medio de la ingenuidad del teclado de Rostam, habla de la necesidad de un cierre. Quizás a eso se refería Ezra cuando decía que este era “algo así como el final de una trilogía”. La coherencia de los tres álbumes de la banda, desde lo gráfico hasta el estilo de vestir de sus integrantes, no es algo de lo que nos podamos extrañar.

El disco parte con la balada “Obvious Bicycle”, donde la banda despercude a un personaje imaginario, quizás ese que esperaba otra cosa de Vampire Weekend, como si no los conociera. La invitación del coro a escuchar se repite como un mantra, y esto no será nuevo en el disco. Esto propone al track inicial como una canción por sí misma, pero que puede relacionarse perfectamente con el outro. Una puerta de entrada que sin percatarnos puede llevarnos directo a la salida. Pero antes que termine “Obvious Bicycle” suena como si alguien estuviera moviendo algo, y el paso es inminente hacia a la divertida “Unbelievers”, que muestra la dualidad de las letras de Koenig, haciendo una referencia al libro de Corintios (“los descreídos”), pero también haciendo que este punto en común sea una referencia para una canción romántica, mientras un ritmo in crescendo, como lo lograrían Petty o Springsteen, hacen que el impulso propio de la canción decante en la tendencia de de este álbum: bajar un poco en ritmo para lograr más profundidad, y la canción que viene, “Step”, deja eso en claro.

VAMPIRE WEEKEND 02La que muchos califican como la mejor canción de VW, tiene como línea central el inicio de un tema de hip hop noventero que es parte del underground neoyorkino, “Step To My Girl” de Souls Of Mischief, y desde ahí construye elegancia, nostalgia y de nuevo amamos el pasado porque odiamos el suspenso. No es raro que la mejor canción de la historia breve pero condecorada de la banda, provenga de un montón de cimientos que la instalan en el pasado. De hecho, no se hace extraño relacionarla con su video, lleno de Nueva York por todos lados y, a su vez, con la portada del disco, donde se ven los rascacielos de NY en el día con más smog de su historia. Y de pronto pasamos del estilo clavicorde de “Step” al estilo Devo de “Diane Young”, llena de efectos, pero también siendo una definición explícita a cuál es el elemento más repetido a lo largo del disco. Así como muchos persiguen la felicidad, “Modern Vampires Of The City” busca la juventud por su valor propio, y justamente “Diane Young” es el nombre de una tienda en NY donde hay productos que prometen la “juventud eterna”. Otra referencia de esas que hay que rastrear y que propone el intrincado Koenig.

El beat de “Diane Young” se pega con el inicio de la también clavicorde “Don’t Lie”, donde de nuevo se persigue la juventud, y cuando en el coro se hace referencia al reloj que no se detiene, suena muy levemente el tic-tac que se mezcla con la dinámica propia de la canción, que cuando deja pasar el vértigo se va con delicadeza, dándole el pase a ese momento definitivo que es “Hannah Hunt”. No sólo es otro de los tracks imperdibles del disco, además es donde las mañas de VW hacen un espacio para ese arrojo de cojones que todo buen disco de consolidación necesita. Ezra Koenig esforzándose al máximo por expandir su registro, mientras la canción toma su clímax en medio de la catarsis y se convierte en un Ecuador dividiendo al álbum en dos hemisferios. Luego viene “Everlasting Arms”, una canción más ortodoxa para el registro de Vampire Weekend, pero que explora nuevamente, en medio del innegable momentum y groove, la conexión con lo celestial, con un coro tan claro como “Tómame en tus eternos brazos”. O sea, pasamos desde la persecución de la juventud hacia un posible escape. Si no son vampiros, pueden buscar esa “salvación” mediante otro tipo de vida. Ni siquiera la intensidad punk de “Finger Back” –donde Ezra Koenig hace su primer interludio hablado- o la marcha incesante pero poco trascendente de “Worship You” (que de seguro será un éxito) detienen la complejidad de los hilos conductores de un álbum como este, y por eso es que “Ya Hey” se escucha como lo más normal del mundo.

VAMPIRE WEEKEND 03“Ya Hey” no sólo es otra de esas canciones reflexivas de VW, sino que también presenta, otra vez, al mantra como parte esencial del coro, siendo también una referencia al judaísmo y al catolicismo y sus propias plegarias, todo esto en medio de un bajo dominante de Chris Baio y el teclado casi de ultratumba de Batmanglij, que constituyen otro clímax en el álbum, y quizás su momento más genuinamente luminoso. Justo después viene la oscuridad de “Hudson”, una canción lúgubre y cuyo órgano recuerda a esas historias de vampiros más cliché. Nuevamente nos encontramos con un reloj haciendo tic-tac en medio de una historia de muerte, redención y, por supuesto, el sentido de hogar como elementos que configuran un cierre más cercano a la épica de una película que de un disco de indie. Si con “Hannah Hunt” Vampire Weekend sacó arrojo, con “Hudson” consolidó sus dotes narrativas.

El cierre con “Young Lion” nos deja con un disco complejo, pese a la sencillez de su sonido. Para leerlo hay que escucharlo muchas veces, googlear montones de referencias de sus letras y, obviamente, sacarse el prejuicio con respecto a una banda que muchas veces sonó pretenciosa y frívola, pero que con “Modern Vampires Of The City” no sólo sacaron su mejor disco a la fecha –y quizás uno de los mejores del año–, sino que también uno donde, si bien no encontramos suspenso, sí nos queda claro que da igual si es pasado o futuro cuando se trata de música. Lo único que vale es el (efímero) presente.


Artista: Vampire Weekend

Disco: Modern Vampires Of The City

Duración: 42:54

Año: 2013

Sello: XL


Discos

GEL – “Only Constant”

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“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.

En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.

Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.

Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.

Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.


Artista: GEL

Disco: Only Constant

Duración: 16:25

Año: 2023

Sello: Convulse Records


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