La vida es un camino de luces y sombras, donde aquellos pasajes más lúgubres suelen verse desde una óptica negativa y esquiva, principalmente para la cultura occidental. Pese a su mala fama, los momentos oscuros también traen consigo grandes oportunidades de crecimiento. Ese es el planteamiento que se recoge de los alaridos de “Shadow Of Life”, el debut de un proyecto que, junto con dar forma a un puñetazo sonoro, entrega un vistazo desprejuiciado hacia las profundidades del interior. Umbra Vitae cabe dentro de lo que se denomina como “superbanda”. Conformados por Mike McKenzie, Sean Martin, Gregory Weeks, Jon Rice y Jacob Bannon, la agrupación reúne a músicos de insignes nombres dentro del metal, tales como The Red Chord, Converge, Hatebreed y Uncle Acid. Pese a venir de distintos subgéneros, el objetivo musical de este debut es evidente: una pieza contundente de death metal, donde no hay espacio para mayores pretensiones que ofrecer un sonido demoledor y conciso.
Lo primero que llama la atención en “Shadow Of Life” es su carácter sucinto. En menos de treinta minutos, el quinteto de Boston se las arregla para entregar una sucesión de agresividad ascendente a lo largo de un álbum que, pese a ser breve, no carece de precisión y técnica. El carácter tosco y fulminante del sonido es donde reluce la raíz punk de algunos miembros, en gran parte gracias a la producción arrolladora de Kurt Ballou, guitarrista de Converge y arquitecto de un sinnúmero de bandas sindicadas dentro del hardcore.
El álbum se compone de diez canciones que destacan por la cacofonía de sus títulos. La apertura disonante de “Decadence Dissolves” es sólo una corta transición para dar paso a la agresividad incesante con “Ethereal Emptiness”. Más allá de valorar la evidente fuerza instrumental del conjunto, las reflexiones que se desprenden de las letras lo hacen una obra mucho más interesante y coherente con el imaginario abismal del álbum. “Debemos abrazar la próxima era del vacío etéreo”, repite al cierre del segundo track, mientras que “Atheist Aesthetic” se erige como una declaración directa a derribar los dogmas. La problematización hacia las instituciones religiosas continúa con “Mantra Of Madness”, donde las letras de Bannon entregan una visión desapegada de la existencia, entendiendo la muerte como parte de un ciclo natural, junto con el desinterés por una vida extraterrenal. En la misma tónica, “Fear Is A Fossil” plantea la fe como un territorio donde se alojan los miedos, el mayor supresor del progreso interior.
La segunda mitad de la placa muestra aquellas influencias directas del death metal clásico, como, por ejemplo, el afilado tremolo durante “Intimate Inferno” o el ritmo denso de “Blood Blossom”. Para cerrar el disco, “Shadow Of Life” reúne en forma y fondo los lineamientos de la obra en un último golpe de cierre, replanteando aquella mirada hacia la oscuridad, sentenciando de forma definitiva: “Las sombras algún día vendrán por ti”.
Si bien, se trata de un proyecto que reúne elementos de hardcore y death metal, Umbra Vitae llama la atención por ejecutar un sonido que evita los clichés ya bastante repetidos dentro del deathcore. En cuanto a su contenido, “Shadow Of Life” entiende la oscuridad y la muerte bajo una mirada bastante particular. Lejos de los estigmas y temores instaurados, es una invitación a abrazar el vacío sin miedos ni engaños.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.