Las cosas en este planeta están condenadas a la voluntad de unos pocos escogidos de forma unilateral que están por sobre el alcance de la ley. Eso es un hecho. No hablamos de políticos ni figuras puestas a cargo de algún asunto en particular, sino más bien de quienes controlan el poder monetario, los verdaderos “dueños” de este mecanismo, quienes consideran como único horizonte posible, la acumulación y reproducción de los eventuales bienes que esto genera, por lo que están dispuestos a todo por perpetuar este sistema. Entonces, en un orbe violento como este, donde la máquina manda, ordena, regula y dispone todo lo que nos concierne, resulta lógica la aparición de disidentes que, de una u otra manera, expresan el descontento que les provoca el funcionamiento de este aparato social: desde esa piedra furiosa que atraviesa el aire para herir el orgullo del policía, hasta la composición de música que conjugue la esencia (y todo lo que implica) de un grupo de personas que eligieron quizá “el camino menos recorrido” para manifestar su postura y fundamentar su convicción. En este último conjunto nos encontramos con los neoyorquinos de Sick Of It All, hoy ya transformados en una leyenda viviente del movimiento hardcore no sólo en la Gran Manzana, sino que en el resto del mundo y que, luego de casi 30 años de carrera a cuestas, nos entregan su más reciente trabajo, una obra que recoge lo mejor de todo lo desarrollado en este largo trayecto que han recorrido desde su primer disco (y piedra angular) “Blood, Sweat And No Tears”, lanzado en 1989.
“Sound The Alarm” y “2061”, primer y segundo corte respectivamente, poseen toda esa furia punk propia de sus inicios y que los ha acompañado por siempre, conformando un inicio macizo y contundente. “Road Less Traveled” se presenta como el single de este nuevo lanzamiento, y posee una vibra cercana al sonido que exploraron a mediados de los noventa en “Scratch The Surface” (1994) o en “Built To Last” (1997). A lo largo de todo el registro está ese halo de música Oi! que tanto gusta en la escena del New York Hardcore y, como muestra, figuran “Get Bronx”, “Never Back Down”, “Beltway Getaway”, la que cierra el disco, “DNC” y especialmente la gloriosa “Facing The Abyss” (tema preferido de este redactor luego de escucharlo por varios días), que perfectamente se puede colar entre aquellos clásicos un poco más melódicos pero llenos de hermandad, como “Us V/S Them” o “Call To Arms”.
Más cercanos al híbrido entre metal, hardcore y punk que SOIA incubó en algunos de sus trabajos (sobre todo después de “Death To Tyrants” lanzado el año 2006), está la dupla que conforman “Part Of History” y “Losing War”, ambas muestras de un estilo muy veloz y cargado de rabia, además de “Act Your Rage” o “Outgunned”, que rozan el thrash o el powerviolence, por ejemplo.
Toda la densidad de “Disconnect Your Flesh” y la rapidez endiablada de “Sidelined”, muestran en su conjunto todo el espectro sonoro que abarca la propuesta de los oriundos de Queens, donde convive el punk más puro y callejero con la sofisticación del metal, en términos de ejecución de los instrumentos claro está. En la versión extendida aparecen dos canciones adicionales llamadas “Stand Down” y “With All Disrespect”, esta última con un mensaje claro en contra de la represión policial que se vive a diario en distintas partes del planeta, instando al opresor a hacer realmente su trabajo y a alejarse de la animadversión propia de este tipo de instituciones en contra de una masa que, a punta de riffs y gritos, reclama por sus derechos y expone las falencias de este “sistema injusto”.
Es muy grato el sabor que deja este nuevo puñado de canciones, ya que se acoplan de manera perfecta al catálogo de SOIA y reafirman el estatus superlativo que ostentan, gracias a todos estos años de arduo trabajo y compromiso no sólo con el movimiento al que pertenecen y que tanto propagan, como lo es el hardcore neoyorquino, sino con el público en general y, por sobre todo, con ellos mismos, ya que cabe recordar que la alineación actual de la banda no presenta cambio alguno desde que el bajista Craig Setari ingresó a inicios de 1993, hecho que demuestra que el mensaje de hermandad va más allá de la mera palabrería y fanfarronería, y se constituye fidedignamente en una forma de vida de una perspectiva ante la problemática que significa vivir en una sociedad como la de hoy. Es por esto y mucho más que Sick Of It All permanece vigente en la escena musical “alternativa” y es tanto una fuente de inspiración para la nueva escuela, como de respeto para sus pares, ya que cuentan incluso con un disco tributo estando aún activos. Sin dud,a pasarán a la historia como una agrupación única en su especie, capaces de llevar muy bien puesto el nombre de leyendas y merecerlo a cabalidad.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.