La idea era volver a explorar los caminos más primitivos y simples de la música, volver a lo acústico, a lo pseudo desenchufado, y lo lograron. Witherspoon y compañía reviven lo hecho en “Southside Double-Wide” (2004) donde, a punta de nuevas versiones de temas antiguos sumado a otros cuantos temas nuevos, da flujo a la simpleza del sonido limpio, cayendo a ratos en la confusión de si se trata de un grandes éxitos o no, así como también si la fórmula les acomoda realmente, considerando el choque entre formato acústico y el acostumbrado nü metal de la agrupación. Lo cierto es que el resultado está a la vista, con canciones suavizadas que agradan al oído y otras en que se denota una necesidad por integrar efectos y distorsiones a fin de no dejar tan desnuda la composición.
El disco parte con “Come Down”, tema en que destaca desde un comienzo la gruesa voz de Witherspoon, la que por sí sola logra darle potencia a la canción sin la necesidad de efectos y arreglos de cuerdas. Le sigue “Under It All”, track que sigue en la misma línea, integrando además un coro más agradable que su predecesor, pero que devela la necesidad que genera en los armónicos de la banda la presencia de guitarras más marcadas y de mayor rapidez. “The Wait” confirma lo anterior, con Lowery y Whiterspon combinándose tanto vocal como instrumentalmente, todo esto acompañado de fondo por una batería potente, pero que no quita protagonismo, además de un coro de violines para embellecer el panorama.
“Upbeat Sugar” es, en comparación con el resto del disco, la válvula de escape y la más cercana al estilo conocido por la banda en lo que va de la placa, esto gracias a la vuelta de los solos distorsionados y los cada vez más marcados platillos de batería, sin embargo, y fiel al objetivo buscado por la banda en este disco, “One Life” inserta nuevamente la calma, de la mano de notas de piano y cuerdas metálicas.
“Bonfire” viene a cerrar el lote de temas originales de la banda, dando paso a canciones reversionadas del catálogo más conocido de la agrupación, como es el caso de “Gone”, perteneciente al disco “Seasons” (2003); “Denial” del disco “Home” (1999), segundo trabajo de la banda; “Trust” y “Crucified” de la placa “Animosity” (2001), quizás las versiones con cambios más radicales respecto a su esquema original. Además está incluida “Karma” de la placa “Cold Day Memory” (2010) y finalmente “Black” del disco debut homónimo de 1997, y que además es el primer single de la presente creación.
En suma, “Time Travelers & Bonfires” es un disco limpio, sin mayores sobresaltos, que exacerba el sonido característico de la banda llevándolo más allá de lo acostumbrado, a un plano más complejo y nunca tan arriesgado, repitiendo la apuesta ya hecha, pero agregándole el aderezo propio que entregan las nuevas canciones. No es, quizás, la mejor carta de presentación de Sevendust, considerando sus otros registros, sin embargo, es un trabajo a considerar, entendiendo que en la propuesta de la banda lo importante es experimentar musicalmente.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.