Con más de tres décadas de historia y establecidos como referentes a nivel mundial, Sepultura continúa siendo una máquina imparable de material discográfico y giras alrededor del globo. Pese a la constante polémica por su formación actual y por el trabajo discográfico posterior a “Roots” (1996), el cual se mantiene sujeto a comparaciones con sus publicaciones de finales de los ochenta e inicios de los noventa, la nostalgia que impulsa esta animosidad no significa un obstáculo en la constancia de la banda, y sobre todo de Andreas Kisser, miembro más antiguo junto a Paulo Jr., quienes estuvieron presentes en la formación y desarrollo del sonido de la insigne agrupación, plasmando con efectividad una continuidad en sus carreras sin renegar su legado, pero expandiéndose sin que este fuera una carga limitante.
Cada álbum representa una vitrina hacia el momento en que se encuentre viviendo una agrupación, y “Quadra” es una potente muestra de la fortaleza y convicción que se mantiene revitalizada en sus músicos. Cómo columna vertebral, Eloy Casagrande ejecuta un brutal trabajo, desbordante de variaciones en tiempo y una combustible descarga que se alza como una de las dimensiones más notables del opus. Canciones como “Last Time” y “Ali” son muestras del innegable talento de Casagrande. En su anterior entrega, “Machine Messiah” (2017), su debut con los originarios de Brasil mostró un despliegue correcto, que no bajaba el nivel sonoro alcanzado. Pero la ambiciosa propuesta exige elevar la apuesta, y lo conseguido es un dominio de la esencia resiliente de esta etapa de Sepultura.
En el apartado vocal, Derrick Green no goza de popularidad frente al cuestionamiento obstinado y, sin haber caído en un moldeamiento, se erige como un feroz frontman, influenciado de la corriente más hardcore, la que no se aleja del sonido ligado al thrash metal de la anterior década, y Green resulta versátil. Su explosivo paso por la primera parte de “Quadra” no decae en agresividad, como en “Guardians Of Earth”, donde se apoya de los letales riffs de cuerdas, y también de los momentos más mesurados. La impecable muestra rítmica es un hilo conductor y construye una experiencia completa durante el transcurso de la escucha, y los espacios acústicos cumplen en la fluctuación de las capas de “Quadra”, complementados con la rica influencia tribal y sello de los compositores.
Por momentos, Kisser y compañía demuestran algún homenaje a sus inmortales obras. “The Pentagram” es inyectada con la consciencia en seguir creando material que no reemplace lo armado, sino que continúe la mejora de la calidad en sonido y en aspectos compositivos, no resulta engreído al hacer una revisión de discos como “Arise” (1991) o “Beneath The Remains” (1989), ya que forman parte del ADN de Sepultura, tanto como creadores y seres que se influencian por una herencia que debe mantenerse libre de culpas o deudas.
No se trata de una banda distinta, sino de quienes enfrentaron dificultades con la recepción de su postura de continuar con cambios radicales que podían gatillar un final. De quienes no se rinden y a pulso concretan un nuevo disco de alta factura, que puede validarse por sí mismo en su potencia y estructura con un renovado sello. Frente a la falta de respaldo, la tenacidad aflora como una característica de los grandes, y con “Quadra” Sepultura lo sigue demostrando.
Los Cavalera Conspiracy y Sepultura tienen un beef que se pone mejor en cada disco y ya no es en entrevistas.
Psychosis fue un atropello a la discografía de Sepultura con Kisser al mando y a la vez una forma de recuperar la esencia de ese sonido Trash de antaño. (Recordemos que el disco lo hicieron después de las giras de Roots y Beneath The Arise y la de Nailbomb, hay todo un tema legal detrás… )
Y ahora, el intro ridículo de Quadra es un trolleo a Mixhell y su rollo electro y a la vez una respuesta al trash de Psychosis, aunque a medida que avanza el disco toma otro rumbo. En fin, todo esto me parece simplemente genial.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.
Tu padre.
02-Mar-2020 at 9:42 pm
Los Cavalera Conspiracy y Sepultura tienen un beef que se pone mejor en cada disco y ya no es en entrevistas.
Psychosis fue un atropello a la discografía de Sepultura con Kisser al mando y a la vez una forma de recuperar la esencia de ese sonido Trash de antaño. (Recordemos que el disco lo hicieron después de las giras de Roots y Beneath The Arise y la de Nailbomb, hay todo un tema legal detrás… )
Y ahora, el intro ridículo de Quadra es un trolleo a Mixhell y su rollo electro y a la vez una respuesta al trash de Psychosis, aunque a medida que avanza el disco toma otro rumbo. En fin, todo esto me parece simplemente genial.