Durante años, en el imaginario colectivo, ha quedado instalada la idea de la fortuna de un otrora joven baterista que se incorporó, casi de casualidad, a una de las más grandes bandas de la historia del rock. Eclipsado por los genios creativos de la sociedad Lennon-McCartney y del poder compositivo de Harrison, Ringo Starr ha sabido abrirse camino en la música, con bastante ayuda de sus amigos, claro está. Sin embargo, es innegable que los pergaminos de Ringo en la música, y en otros campos del arte, hablan de un sujeto totalmente profesional y de un artista comprometido con lo que hace.
“Postcards From Paradise” se transforma así en la décima octava placa de estudio de Starr. Con sus 74 años a cuestas, el ex baterista de The Beatles apuesta por un proyecto sencillo, lleno de reminiscencias que versan sobre su pasado y su trayectoria como músico. Con toda la alegría que lo caracteriza, Ringo dibuja un disco plagado de melodías sinceras, que bien combinan con unos pegadizos coros y estribillos. La ayuda de artistas como Todd Rundgren, Peter Frampton y Joe Walsh, entre muchos otros, es crucial en este trabajo, pues, a fin de cuentas, ¿qué sería Ringo sin sus amigos?
La apertura está a cargo de “Rory And The Hurricanes”, una canción pegadiza, que aborda los primeros pasos de Ringo en la batería de una banda que estuvo destinada a acabarse después de ser contemporánea a The Beatles. Unos sutiles punteos de guitarra y una batería armonizada y calma, se mezclan con una voz lastimera y nostálgica de Ringo, sin embargo, el hit es tan pegadizo que es imposible no continuar oyendo. Le sigue “You Bring The Party Down”, un tema con una identidad muy ochentera que, hacia el final, se transforma en una balada con un solo de guitarra en demasía bluseado.
“Bridges” es una canción que toma elementos del sonido Beatles del “Rubber Soul” (1965); una canción con mística, pero cantada por Ringo. “Postcard From Paradise”, que obviamente da vida al disco, es una apuesta por la experimentación al incluir un sintetizador que bien conjuga con la delicada voz. “Right Side Of The Road” es otra típica balada que poco se distancia del sonido general del trabajo.
La nostalgia viene con “Not Looking Back”, una canción apagada, lenta y romántica, muy bien lograda en términos de la atmósfera que quiere representar: “no mirar atrás para arrepentirse mañana”. “Bamboula” es una canción juguetona, con claras alusiones al lado más lúdico del baterista; un tema que, con sus rítmicas y vientos, hace despertar. “Island In The Sun” retoma la atmósfera ochentera con buenos riffs y unas interfaces de trompeta que bien combinan con el título mismo de la canción. “Confirmation” se abre con una guitarra potente, que de alguna manera es la consagración del trabajo y su punto de desenlace. Finalmente “Let Love Lead” despide el trabajo en un juego exquisito entre la sensación rítmica lograda entre los instrumentos de cuerda y de percusión.
Si algo deja entrever este décimo octavo trabajo de Ringo, es su vigencia y vitalidad. Ahora bien, también es cierto que el artista no sale de su zona de confort musical, despachándose un disco muy en la línea de lo que Ringo sabe hacer y cantar. Nadie que escuche este álbum dudará que efectivamente se trata de un ex integrante de The Beatles, pues el sello de los de Liverpool es a todas luces inconfundible.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.