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Queens Of The Stone Age – “…Like Clockwork”
Quizás fue la tormentosa espera de casi seis años, o también pudo haber sido la avalancha de colaboraciones que se anunciaron. Como sea, la expectativa por el lanzamiento de “…Like Clockwork” alcanzó niveles inusitados. El retorno de Nick Oliveri y de Dave Grohl hacía que algunos presagiaran un regreso al rock más desértico de “Songs For The Deaf” (2002), mientras que las apariciones de Alex Turner, Trent Reznor, Jake Shears e incluso de Elton John, otorgaban una cuota de incertidumbre respecto al tono y la atmósfera de este nuevo disco.
Y es que si nos basamos en el historial de personajes que han transitado por Queens Of The Stone Age, podemos establecer diferencias sustanciales respecto de su impacto final en las diferentes obras. A veces resultan esenciales (Mark Lanegan y Dave Grohl en “Songs For The Deaf”), en algunas ocasiones son más cosméticas (Julian Casablancas en “Era Vulgaris”), mientras que otras veces son sencillamente imperceptibles (Shirley Manson en “Lullabies To Paralyze”). En el caso de “…Like Clockwork”, quedan finalmente relegadas a un segundo plano para dar paso a la arrolladora figura de Josh Homme, quien vuelve a demostrar que sus obras están hechas para satisfacer, en primer lugar, a sus realizadores. Es por esto que no resulta una sorpresa que prácticamente ninguna canción en todo el álbum pueda caer en la categoría de “hit radial” (como sí lo hicieran anteriormente canciones como “The Lost Art Of Keeping A Secret,”, “No One Knows”, “Little Sister”, etc.). En este sentido pasa a ser un logro el que el disco no caiga en una lógica egoísta o autocomplaciente, entregando momentos sumamente poderosos, que se alimentan de una intensa reflexión y que vienen a ser un fiel reflejo del trayecto que ha recorrido Josh Homme en todos sus años de carrera.
La precisión ha aumentado, culminando en la obra más concisa de la banda desde “Rated R”. No obstante, esto no quiere decir que el resultado final sea una regresión a las primeras obras de Homme. Todo lo contrario, “…Like Clockwork” funciona como una natural progresión de lo hecho en “Era Vulgaris”, manteniendo a ratos una impronta lasciva que se yuxtapone con un trabajo mucho más maduro y trabajado. Se pasa así de la irreverencia de “If I Had A Tail”, a la gentil declaración de “The Vampyre Of Time And Memory”, culminando con la grandiosa “I Appear Missing”. “My God Is The Sun” es quizás el único remanente de una etapa que pareciera cerrarse, para dar paso a obras más personales e introspectivas.
Josh Homme nunca le ha rendido cuentas a nadie, y es por eso que no existen reglas preestablecidas al momento de armar una nueva formación o de crear un nuevo disco. Es así como cada álbum posee su propia identidad, ya sea la precisión de “Rated R” (2000), el viaje desértico de “Songs For The Deaf” (2002), el lúgubre cuento de hadas de “Lullabies To Paralyze” (2005) o el hedonismo de “Era Vulgaris” (2007). Cada una de esas obras se configura como capítulos con idiosincrasias propias, pero que comparten una base común, que es la que le otorga Homme. “…Like Clockwork” mantiene esta lógica, funcionando bajo la dicotomía propia de un álbum de Queens Of The Stone Age, navegando entre la familiaridad y la novedad, entre el ritmo y la potencia, entre la majestuosidad y el ensimismamiento. En definitiva, Queens Of The Stone Age nunca había sonado de esta manera y, al mismo tiempo, nunca había sonado tan bien.
Artista: Queens Of The Stone Age
Disco: …Like Clockwork
Duración: 45:59
Año: 2013
Sello: Matador
Discos
Weyes Blood – “And In The Darkness, Hearts Aglow”

Tres años pasaron desde que Natalie Mering estrenara el cuarto trabajo de estudio de su proyecto Weyes Blood, llevándose el reconocimiento general y un sinfín de aplausos con una obra tan completa como “Titanic Rising” (2019). Aunque la artista se acostumbraba a las buenas críticas, las expectativas serían aún mayor al momento de enfrentarse a un próximo larga duración, misión que tiene pendiente con la llegada de “And In The Darkness, Hearts Aglow”, un trabajo donde la premisa de oscuridad absorbe gran parte de la trama, pero que la interpretación desde el corazón la transforma en una obra con una belleza e intensidad por partes iguales, haciéndole justicia a su título, más allá de las palabras. Todo esto se debe a la manera en que el disco se desarrolla, así como las capas que resisten el análisis o de cualquier prejuicio a la profundidad y efectividad de dichas composiciones.
Desde las distintas aristas que podamos darle a este disco, el principal factor que resalta es la capacidad de Natalie Mering a la hora no sólo de componer canciones, sino que también de la impronta que aplica en la producción, con una serie de colaboradores cooperando en aquella misión. Y es que desde la apertura con “It’s Not Just Me, It’s Everybody” demuestra cómo las cosas siguen su curso desde donde quedaron la última vez y, así, poder identificar de entrada los elementos que hacen de esta obra una sucesora de “Titanic Rising”, ya que es la propia intérprete quien describe este LP como el segundo en una trilogía que comenzó con su lanzamiento anterior. Si bien, prácticamente todas las canciones tienen la intervención de un arreglista externo, todo esto debido al trabajo que los músicos Ben Babbitt y Drew Erickson aplican en gran parte de los tracks, el componente personal se siente no sólo desde la interpretación, sino también desde donde Mering estructura su obra.
De esa forma de estructurar es cómo podemos ver el funcionamiento secuencial de inmensas composiciones, como “Children Of The Empire” o “Grapevine”, en las que Weyes Blood se luce en una interpretación muy rica en detalles, donde su voz logra tomar primer plano incluso con una sección instrumental tan cuidadosa y robusta como la que implementan en la guitarra y batería los hermanos Brian y Michael D’Addario, ampliamente reconocidos como el dúo The Lemon Twigs. Entre el sinfín de influencias y comparaciones que recibe la artista, los nombres de Brian Wilson y Karen Carpenter siempre estarán presentes en la manera compositiva e interpretativa, respectivamente, pero lo cierto es que Natalie ha sabido nutrirse de esos elementos para entregar un enfoque fresco y de manera más directa, evitando plagios o reminiscencias tan explicitas en su música. Un ejemplo de ello es la melancólica “God Turn Me Into A Flower”, donde la hipnótica presencia vocal de Mering se toma cada espacio con una delicadeza e intensidad que ha transformado en sello propio.
“Hearts Aglow”, por otra parte, encierra un poco los tópicos y componentes sonoros de esta quinta obra de estudio de Weyes Blood, aplicando correctamente términos líricos y musicales de la melancolía y contemplación personal, pero a la vez dejando entrever esas fisuras que permiten entrar a un plano más luminoso y optimista. Los arreglos siguen tan impecables como en cualquiera de las canciones de este disco, pero su desarrollo inminente hacia el interludio “And In The Darkness” le dan una cara única, con el carácter más ligado al pop barroco, poniendo énfasis en la experimentación, sobre todo considerando la presencia de una canción como “Twin Flame” que, contraria a la mayoría, carece de arreglistas externos y se centra en las propias ideas de la intérprete. Luego del tormentoso paso de “In Holy Flux”, el disco cierra con “The Worst Is Done” y “A Given Thing”, sumando 10 minutos donde tenemos desde el lado más juguetón hasta el más apasionado, aristas opuestas en el amplio rango interpretativo de Mering.
Siempre es complejo analizar una obra cuando se pueden tomar tantas referencias a la hora de desmantelar su estructura, pero lo cierto es que es en ese ejercicio donde verdaderamente podemos notar cuánto hay de inspiración y de reinterpretación, o si, en el peor de los casos, existe algún atisbo de plagio. Los artistas más nuevos enfrentan el gran problema de un panorama musical a veces desgastado, donde todo fue inventado y nadie puede ser el primero a la hora de querer aplicar sus ideas o entregar una versión más fresca de algo que ya esté arraigado en el oído colectivo. Lo de Weyes Blood no es por ninguna parte algo novedoso o diferente a muchos discos que podamos oír previamente, pero su principal gracia se encuentra en cómo esos elementos se presentan e interpretan, y ahí es donde la artista se desmarca de sus pares y logra salir adelante como una compositora que tiene mucho que ofrecer con su arte. Cinco discos y sólo aciertos es algo que pocos pueden contar, sobre todo a una edad tan temprana, donde el legado musical no puede hacer otra cosa que reforzarse de aquí en adelante.
Disco: And In The Darkness, Hearts Aglow
Duración: 46:22
Año: 2022
Sello: Sub Pop
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