El hype es indudablemente el mayor enemigo para una banda inactiva por tanto tiempo, pero de manera inteligente este nunca fue el caso para Porcupine Tree, gracias a que Steven Wilson, considerado la figura principal del proyecto, se encargaba de decir en cuanta entrevista que podía que todo había terminado, desechando así las posibilidades de un nuevo larga duración luego de la pausa tras “The Incident” (2009) para enfocarse en su carrera solista. Ahora como trío conformado por Wilson junto al tecladista Richard Barbieri y el baterista Gavin Harrison, la agrupación sorprendió con el anuncio de “CLOSURE / CONTINUATION”, trabajo que, tal como su nombre lo indica, viene a cerrar una etapa de silencio para continuar en lo que deparará el futuro para uno de los nombres mejores evaluados en el resurgir del rock progresivo durante los 90.
Ciertamente, “CLOSURE / CONTINUATION” comenzó a construirse de manera anticipada a su lanzamiento, debido a que las tres canciones encargadas de abrir el álbum fueron parte de los cuatro adelantos que presentó la banda. Es así como el viaje parte con un sonido muy familiar no sólo a lo que se conoce de Porcupine Tree, sino que también a la carrera solista de Wilson, resultando imposible no percibir algunos atisbos de esta en los cortes “Harridan”, “Of The New Day” o “Rats Return”, donde apreciamos la calidad instrumental de los músicos mediante intensas secciones llenas de matices y muy en la línea del rock progresivo, sin dejar de lado esa cálida impronta acústica que Wilson aporta en sus composiciones, así como también los elementos más electrónicos, como ha sido tónica en sus lanzamientos solistas más recientes. Indudablemente, algo para todos los gustos, con letras tomando la premisa de cierre o inicio, y una dualidad que es muy bien tratada, tanto en la forma en que se estructura el disco como en sus composiciones.
Punto aparte para la potencia sonora de “Rats Return” y sus guiños a polémicas figuras históricas, como Gengis Kan y los dictadores Mao Tse Tung, Kim Il-Sung e incluso Augusto Pinochet, ejerciendo una carga aún más fuerte en una canción que de por sí sola ya cuenta con un aura completamente sombría gracias al juego de guitarras. Por otro lado, el relato permite que momentos como “Dignity” o “Herd Culling” puedan ir dosificando perfectamente las capas y constantes giros de ritmos a una manera pausada y sin contratiempos, haciendo que el disco quede muy lejos de la monotonía y, a veces, hastío que generan otras obras del progresivo moderno, donde solamente se enfocan en caricaturizar la variedad de ritmos o demostrar quién puede tocar mejor o más rápido su instrumento. Ciertamente, ese nunca ha sido el caso con Porcupine Tree, y en este disco Wilson demuestra particularmente por qué ha sabido configurar su propia versión del género con un acercamiento más popular.
Hacia el final nos encontramos con “Walk The Plank” para luego transitar a “Chimera’s Wreck”, el impecable cierre de esta obra que, en tan solo siete canciones, logra perfectamente su cometido de funcionar como punto final para la banda, pero, a la vez, como el inicio de una nueva etapa sonora, cualquiera sea el camino que decidan tomar de aquí en adelante. La mencionada “Chimera’s Wreck”, inspirada por el fallecimiento del padre de Wilson, toma elementos de ese período de duelo para reflexionar sobre la mortalidad desde una manera existencial y graficando a través de su composición todas las etapas de este proceso, transformándose indudablemente en la canción con mayor peso en cuanto a matices sonoros. Si bien, la existencia de una edición deluxe aporta tres tracks adicionales (la instrumental “Population Three” junto a “Never Have” y “Love In The Past Tense”), se sienten en naturaleza alejadas del ciclo de continuidad que presenta la obra en sus siete composiciones principales, por lo que en resumidas cuentas quedan como muy buenos bonus en un disco cuya narrativa logra construirse por sí sola con la cantidad de canciones antes mencionadas.
Aunque para muchos se pueda sentir como un disco alejado de ese espíritu de reinvención del rock progresivo que caracterizó a la banda en su primera etapa, “CLOSURE / CONTINUATION” logra lo que muchos álbumes de otras agrupaciones que regresan luego de varios años no pudieron conseguir: cumplir y superar las expectativas musicales y creativas de una banda que no ha hecho más que evolucionar sonoramente gracias a su amplio trabajo en proyectos paralelos. Trabajar en secreto por tantos años indudablemente benefició a Wilson, Barbieri y Harrison, permitiéndoles destilar e ir cocinando poco a poco estas canciones que funcionan a la perfección en distintos niveles. Ya sea como el final de su carrera o como el reinicio de esta, Porcupine Tree ha definido nuevamente los parámetros de su propio juego, con un sonido al que pocos pueden acercarse y un mensaje claro de que menos es más, no siendo necesario que los años de espera se vean reflejados en un montón de tracks forzando un sonido clásico para cumplir con expectativas, sino más bien en un pequeño conjunto de ellos que pueda satisfacer sus necesidades musicales y, a la vez, funcionar narrativamente como una obra.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.