Política, contingencia y un discurso absolutamente incendiario. Tres aspectos que nos permiten trazar el terreno artístico en el que se configura Petrol Girls, banda con miembros de Austria, Lituania y Reino Unido, cuya fuerza incontenible se suscribe a las ideas del feminismo y la defensa por los derechos sexuales y reproductivos. En un trabajo que no da pie a medias tintas, “Baby” toma posición frente a importantes discusiones de los tiempos actuales con inteligencia y agresividad.
Tomando su nombre de las Pétroleuses –mujeres acusadas de iniciar incendios durante la Comuna de París–, la banda aborda el simbolismo del fuego desde diferentes perspectivas: como inspiración para la portada de su tercer larga duración, o como metáfora de ímpetu, catarsis y rebelión. Parte de este espíritu combustible se aprecia en su ritmo avasallador, que prácticamente no se detiene a lo largo de sus once canciones.
Luego de un primer track que, pese a su brevedad, acumula un efectivo punto de tensión, el álbum estalla con “Preachers”, problematizando con ironía la doble moral, la misoginia y el hostigamiento detrás de las redes sociales. “Feed My Fire” reitera aquellos recursos asociados al fuego, aludiendo a la vitalidad interna, como también al cansancio. En una declaración de principios más que evidente, “Baby, I Had An Abortion” ilustra el discurso directo de Petrol Girls, en sintonía con las discusiones legales tanto en Reino Unido como en otros países en torno al aborto y, por su parte, “Clowns” es un efectivo y perspicaz llamado a los sectores de izquierda a tomar partido en apoyo a las causas feministas, en contraparte del peligroso auge de la ultraderecha a nivel global.
Al igual que el peso de sus letras, la intensidad desplegada es otra de las virtudes a considerar en este álbum. La disonancia en las guitarras de Joe York rescata una expresividad propia de importantes nombres del post hardcore, con sonoridades que recuerdan a Slint, Fugazi o The Jesus Lizard, mientras que el peso rítmico de Robin Gatt al bajo y Zock Herzog en la batería dan el pulso necesario y acorde a la pasión interpretativa de Ren Aldridge, cuya furia es el aspecto que logra unificar el concepto completo.
En medio de un torrente continuo e iracundo, “Unsettle” se desmarca sutilmente de aquella energía desbordante, dibujando reflexiones sobre el agotamiento, la melancolía y un dejo de pesimismo. El interés por entrelazar la música con el activismo encuentra sus composiciones más sólidas en “Fight For Our Lives”, “Violent By Design” y “One Or The Other”, donde nuevamente los matices de Aldridge dan los acentos necesarios para trasladar las composiciones al terreno de la protesta. Hacia el cierre de “Baby”, la rabia y agresividad logran depurar en sonoridades menos frontales, sin desaparecer del todo. “Sick & Tired” y “Bones” aterrizan un disco primordialmente intenso, cuyo énfasis no elude la crítica a cuestiones urgentes e importantes.
Evidentemente, “Baby” es el manifiesto de una banda cuyos lineamientos políticos siempre han sido claros. Al igual que en sus trabajos anteriores, Petrol Girls ocupa un rol de activismo concreto, valiéndose de todas las plataformas posibles para difundir un mensaje bastante necesario en circuitos como el punk, posicionando las luchas que son pertinentes para el mundo de hoy. Cuando la música es capaz de reflejar los tiempos que transcurren, adquiere un valor que trasciende más allá de lo sonoro. Una postal de memoria que, a futuro, nos puede decir qué tanto han cambiado las cosas, o no.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.