Un renacer, un reinicio con sabor a pronta despedida. Son los mismos riffs y mismas melodías, pero con ese toque melancólico que deja una inevitable despedida. La historia se nos vuelve un poco más clara con el paso de los minutos, prende más rápido y las respuestas que buscábamos en “Alpha”, se nos comienzan a presentar de a poco. La gran diferencia, que le da el toque nostálgico a esta secuela, contrariamente a su hermano mayor, es definitivamente el cambio de instrumentación, de ambientación y de actitud. Guitarras acústicas hacen su entrada para convertir melodías simples en complejas escenografías que cimientan una galería cada vez más densa y cargada de lecciones aprendidas.
Pero lo que en un principio podría sonar despedida, no significa que todo un álbum siga esa misma rutina. “Graveless” es la voz de esa idea, rememorando los pesados riffs de “Alpha”, junto a unas notas un poco más thrash, sin perder la esencia de la mezcla moderna con lo vintage, nos termina dirigiendo por tonalidades pesadas y oscuras, pero con sabor a que el hablante acaba de aprender y darse cuenta de algo que olvidó. Una sensación extraña. Hemos ganado algo, pero de a poco vamos perdiendo otra cosa; se siente ese ambiente de desesperanza en el ambiente, y no sólo es por la voz, sino que los riffs cambian notoriamente de realmente pesados y rápidos a algo más pausado y denso.
Rememorando notas de la primera parte de este disco doble, se nos vienen recuerdos vagos, cambiados a pesadillas o alucinaciones. Redobles y dobles tiempos de la batería de Matt Halpern idealizan el panorama para algo nuevo, pero sin dejar de lado lo ya aprendido. Es la continuación perfecta para su antecesor, con mezclas nuevas, pero sin dejar de lado la parte esencial, ya que de la totalidad de tracks es imposible pasar alguno por alto, ni dejar de escuchar algún detalle ideado matemáticamente para sentirlo en el momento oportuno, lleno de detalles que maravillarían a cualquier músico, ya sea experimentado amateur. Es el rigor del trabajo que han convertido estos tracks en una obra maestra, con toques incidentales y armonías que podríamos escuchar en las zonas más underground de nuestras ciudades.
El tema “Omega” se encarga de canalizar todo lo oído por más de una hora, en una exquisita mezcla de actitudes, ambientes, tonalidades y texturas que notamos antes, pero expresados a manera de epílogo. Comienza el cierre de una compleja obra de maestría escrita en el más exclusivo de los papeles. El trabajo de la agrupación es perfecto, riffs poderosos y densos, un bajo compacto y “llenador”; una batería insaciable y ambientes que encierran la historia en una realidad paralela.
Nada sobra ni nada falta. La frase gana más sentido tras escuchar por completo “Juggernaut: Alpha + Omega”, ya que faltaba esta parte más oscura, densa y melancólica, que sellara por completo la consagración de una de las obras más completas que hayan sido publicadas en el último tiempo. Hilada perfectamente desde el inicio hasta los últimos segundos de este disco, dejando nada al azar, sólo al amor por la música, al profesionalismo, a la técnica, al estudio y finalmente al deseo constante de experimentar para generar algo completamente nuevo, con poder y deseos de trascender en la historia de la música, generando expectación para sus trabajos futuros, como también la cuota de curiosidad para sus trabajos pasados.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.