El peor lastre de la música, en general, es la generalización que mete a mucha gente, o incluso a escenas completas, en un rótulo único. Para las últimas generaciones de músicos nacionales, este concepto es el de “Paraíso del Pop” que indicó el diario El País de España hace algunos años. Esto dejó al pop de guitarras en un segundo o tercer plano porque, claro, la moda iba por los sintetizadores y la producción pulcra, no por un sonido más asociado al indie de frentón. Pero los años han pasado, y las bandas nuevas no replican ese sonido particular, tal vez espantadas por el crecimiento exponencial de las figuras de ese paradisíaco territorio pop. Ya no vemos figuras individuales, sino lo predominante son las bandas. Los solistas se mueven en terrenos más delicados, en tanto que las bandas suenan más ruidosas, o más claras, sin perder intensidad.
Es esta intensidad la que se nota con absoluta claridad en el larga duración debut de los floridanos Patio Solar, “Temporada”, que desde la simpleza de las letras adolescentes y los arreglos llenos de dulzura y sueños que se alejan de lo etéreo, construyen el debut más sólido del año en curso en la música nacional. Algo clave es la capacidad de la banda de La Florida de hacerse cargo de su edad y de los mundos que han vivido. Las canciones compuestas por Claudio Gajardo se mueven en terrenos seguros, en calles estrechas, en pasajes, en casas simples, con barrios donde la gente se conoce, en ese espacio seguro donde te puedes preocupar de vivir los problemas que rodean a la adolescencia, sin miedo a sonar poco profundo o cabro-chico, porque eso es realmente lo que sientes. Al final, lo que más destaca de este disco es la profunda honestidad de los hablantes, y el sentido pop inequívoco y atractivo que muestra la música.
El disco parte con “Casa Nueva” y “Pintura”, un gancho uno-dos que deja embobado de inmediato y que traslada el sonido más ligado al pop de guitarras, un estilo donde la dinámica se cruza entre baterías livianas pero rítmicas, y guitarras que se mueven entre los riffs y las figuras, siempre con un sonido más ligado a la limpieza noise que a la distorsión directa. “Casa Nueva” y “Pintura” son también los tracks que tienen mayor chance de convertirse en singles, y donde la vocación pop de Patio Solar explota. Pero este punto de partida no debe llevar a interpretaciones simplistas: por muy sencillo que parezca ser lo que hace el quinteto floridano, en “Temporada” nos encontramos con un registro breve, pero lleno de aristas desde las cuales se desarrolla su propuesta.
“Todo Trasciende Aquí” tiene una cadencia irresistible y llena de energía, donde las voces de Gajardo y Yaney Salgado se cruzan con un impulso lleno de intención, energía que se replica en “Lo Bien Que Se Ven”, canción que es más sencilla en composición, pero que se complementa bien con un nivel mayor de producción, lo que se grafica en uno de los tracks con más cantidad de capas sonoras del álbum.
Las grandes sorpresas vienen más cerca del final, con los tracks más extensos de este disco. “Costanera” y “Destellos de Algo” muestran que Patio Solar y las canciones de Claudio Gajardo pueden ir a rumbos más lejanos de las calles seguras, en las piezas seguras. Lo bueno es que se puede esperar que este crecimiento sea orgánico, sin forzar nada, sin generar falsas expectativas y con la madurez llegando en los momentos justos, sin creerse grandes porque sí, sino porque realmente lo son.
Importante es destacar que Patio Solar es el primer grupo que lanza su álbum con el sello Piloto, que busca mostrar música desde las comunas más periféricas del Gran Santiago, y de acuerdo a lo escuchado no sólo en “Temporada”, sino que también de otros sencillos, se pueden esperar cosas relevantes que dejarán en claro que lo de Patio Solar no es casualidad y que las inquietudes musicales por el indie más clásico –al estilo Sarah Records o C86- tienen un eco importante en bandas del presente, quizás el reducto perfecto para escapar al “Paraíso del Pop”, siendo “Temporada” el primero de muchos registros que pueden dejar en claro que el futuro se escribirá con zapatillas y guitarra limpia en la mano.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.
Gabriel
18-May-2017 at 12:59 am
La peor banda que jamas he escuchado. Y le dan tribuna! Que asco me dan