Durante la presente década se ha desarrollado una corriente con un notorio interés por recoger el sonido y la estética de los primeros años del hard rock y el heavy metal clásico. El denominado sonido vintage ha traído consigo una abundante cantidad de bandas que, en su mayoría, no logran distinguirse unas de otras y terminan siendo un tributo nostálgico a dicho sonido clásico. Entre este amplio panorama, el doom metal también forma parte del auge en su variante más tradicional, y es en este sub género que Pallbearer se ha hecho notar los últimos años.
Originarios de Little Rock, Arkansas, y dos larga duración que los preceden, Pallbearer lanza su tercer álbum, “Heartless”, que a diferencia de sus trabajos anteriores, “Sorrow And Extinction” (2012) y “Foundaitions Of Burden” (2014), presenta una propuesta que logra distanciarse de aquel vicio monótono tan típico de otras bandas coetáneas. Sin dejar de proporcionar canciones con tonos épicos y riffs de carácter robusto, Brett Campbell y compañía presentan un disco con especial cuidado en la definición y equilibrio de cada instrumento.
La placa abre con “I Saw The End”, un épico relato sobre el fin de un mundo fantástico, donde la voz limpia de Campbell se acopla al sonido pesado y envolvente de la banda, una tónica que continúa a lo largo de todo el disco, resultando un medido equilibrio entre intensidad y melodía. “Thorns” comienza con un pesado riff, similar al sonido sludge, que luego es acompañado por un breve arreglo de guitarra, dándole un aire etéreo. “Lie Of Survival” es el punto en que el álbum logra despegar de manera definitiva; la suavidad con que la canción da comienzo, incrementa de a poco su intensidad con capas de guitarras que aportan en melodía y cierran el tema con la misma paz que empieza.
La siguiente canción, “Dancing In Madness”, es uno de los puntos más altos del álbum. El solo del inicio, junto a los teclados, le da una atmósfera con una identidad muy setentera, que incluso resulta como un pequeño guiño a la guitarra de David Gilmour. La canción que da nombre al álbum es otro de los peaks del presente trabajo, logrando resumir de manera bastante satisfactoria el sonido propio que la banda ha logrado crear, cerrando con “A Plea For Understanding”, una extensa canción de doce minutos que reúne toda la mezcla de fuerza y delicadeza de “Heartless”, otorgándole final redondo a un disco lleno de canciones épicas acompañadas por un contundente sonido, que en su conjunto logran ilustrarnos universos oscuros e historias llenas de ficción.
Para destacar en la monotonía de riffs en el género que Pallbearer se desarrolla -ligado más a su repetición que a falta de creatividad- la ejecución de los mismos es primordial, cualidad que en este caso se consigue a cabalidad. También son rescatables los arreglos con teclados, que aportan un sonido más atmosférico. A diferencia de sus trabajos anteriores, la propuesta de “Heartless” va por ejecutar un doom que disminuye en distorsión en miras de enfocarse en lo melódico, dando como resultado un álbum con una tonalidad muy sutil y equilibrada, que incluso, sin dejar de ser metal, puede atraer a oyentes que no son afines a este género. Pallbearer ha demostrado un crecimiento en su producción sin abandonar las reminiscencias a las bandas clásicas del género, obteniendo un sonido propio y ganándose a pasos sólidos su lugar en el panorama doom metal contemporáneo.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.