Luego de ocho años de pausa discográfica, OFF! vuelve a las pistas con un álbum que, de primera impresión, traza diferencias notorias con su concepto clásico, impulsado anteriormente por un sonido rudimentario y directo. Lo que parecía ser un camino irrestricto, ahora se cruza con relatos lisérgicos, contactos alienígenas y teorías conspirativas. Adoptando matices “espaciales”, la banda replantea aquel revival a la génesis del hardcore punk, marcando su disco más experimental hasta la fecha.
El tercer trabajo de los californianos se posiciona en un escenario distópico, donde la frontera entre realidad y ficción es difusa. A pesar de que la agresividad en su interpretación se mantiene, el punk purista de OFF! se mezcla con elementos nuevos y, acoplándose a un sonido más pesado, también se da espacio para influencias como el noise o el jazz. En esta fórmula híbrida, la fuerza en el concepto es lo que brinda cohesión a la obra. “Free LSD” se plantea desde un presente en crisis, donde el contacto con seres extraplanetarios es inminente, tal como refleja el trabajo gráfico de Raymond Pettibon, quien ha acompañado a Keith Morris desde sus juveniles años con Black Flag.
En términos técnicos, se trata de un álbum muy bien estructurado. La fluidez en las transiciones y la congruencia en el contenido lírico generan la percepción de una gran composición unitaria de 38 minutos, la cual viaja por un rumbo vertiginoso de intensidades. En este mismo sentido, “Free LSD” se compone de cuatro partes. Utilizando una distribución que recuerda al debut “First Four EPs” (2010), cada sección de cuatro canciones finaliza con un interludio (“F”, “L”, “S” y “D”), donde luce la colaboración de Jon Wahl en el saxofón y la virtuosidad de Justin Brown, el nuevo baterista de la banda. Junto a los arreglos de sintetizadores y ruidos de interferencia, estos cuatro instrumentales logran su propósito y ahondan en la inmersión a los planteamientos dibujados por el disco.
Desde el campo de las guitarras, este trabajo también ofrece nuevas perspectivas. Sin soltar la crudeza propia de los inicios del hardcore, Dimitri Coats añade una técnica donde prima la disonancia, la velocidad y los cambios continuos. Por otro lado, el rol vocal es la arista que otorga mayor sustancia al álbum. Con 67 años, Keith Morris se mantiene fiero y enérgico, asumiendo la posición de un punk curtido, escéptico y fatalista, quien augura los últimos años de la raza humana. “War Above Los Angeles”, “Worst Is Yet To Come”, o la que da el nombre al disco, son algunas canciones donde la confluencia de los elementos construye de manera concreta aquel imaginario caótico y apocalíptico.
En proyectos artísticos, la innovación suele ofrecer oportunidades interesantes, y en esta ocasión, el paso hacia nuevas propuestas es una decisión inesperada y exitosa en sus pretensiones. Con “Free LSD”, OFF! logra superar una de sus principales debilidades, añadiendo códigos propios a una sonoridad con características casi exactas a las de Black Flag durante sus primeros años. Frente a un presente crítico e impredecible, hacer música desde una óptica punk sideral, donde se une la distopía capitalista con la invasión extraterrestre, parece ser una idea muy oportuna.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.