¿Cómo puede una voz introvertida alzarse ante las injusticias del mundo? ¿Cuáles son las herramientas de una persona tímida para denunciar un presente oscuro? Esto es precisamente lo que Little Simz intenta responder en “Sometimes I Might Be Introvert”, su cuarto álbum de estudio y su pieza más importante a la fecha. Como mujer afrodescendiente en pleno 2021, siente la presión del mundo que la apunta como una vocera de todas las causas sociales, pero con su nuevo disco, la rapera británica no busca representar a nadie más que a ella misma y, en el camino, crear uno de los álbumes más significativos del último tiempo.
Las trompetas con las que inicia “Introvert” adelantan un álbum potente y de feroces letras, siendo esto último lo más interesante, cuando Simbi hace todo lo contrario y denuncia las injusticias desde un lugar donde se reconoce vulnerable: “Si no tomo el camino de los ganadores, será un suicidio profesional”, reconoce sobre su posición en la industria, y a través del disco se repite esta dinámica inicial. Potentes instrumentales que musicalizan su flow admirable, acompañada constantemente de coros que logran que se sienta como un álbum tan personal como colectivo. Fácilmente, Little Simz pudo posicionarse como una líder frente a estas melodías sacadas de una épica película, pero escoge pertenecer con los demás, reconociéndose una más de los introvertidos.
Para ser un disco tan enfocado en el presente, Simbi no se compromete a sonar como las tendencias actuales. La increíblemente seductora “Woman” aprovecha la aparición de Cleo Sol para entregar un himno de neo-soul del que Erykah Badu y Lauryn Hill estarían orgullosas, mientras que “Two Worlds Apart” sigue las huellas de “To Pimp A Butterfly” como la respuesta británica a la violencia policial. En los últimos dos años, la rapera ha estado observando en silencio, analizando cómo el mundo en el que estaba cómoda como introvertida la fuerza a salir a hablar, y esto incluye desafíos personales, como enfrentar la figura de su padre en “I Love You, I Hate You”, uno de los cortes donde su voz es más afilada y puede sentirse la catarsis en cada estrofa. De todas formas, no hay que equivocarse: Little Simz será introvertida, pero sabe perfectamente la calidad de rapera y de álbum que creó.
La seguidilla de “Speed” y “Standing Ovation” –temas que recuerdan más a las melodías de “GREY Area” de 2019– son su propia forma de darse palmadas en la espalda. Más que merecidas al llegar a la mitad de su disco con clásicos modernos, donde su “tímida” voz no tiene contrincantes contemporáneos. “Sometimes I Might Be Introvert” es el puño en la mesa de una conversación que debió tenerse hace mucho tiempo: Little Simz es de las mejores representantes en el rap actual, y ni siquiera sólo en el femenino; pocos MC podrían dominar un instrumental tan cinemático como el de “Standing Ovation” con un flow como este, y pasar a una balada indie como “I See You” sin perder un poco su autenticidad. O de un corte rozando el dance y el house como “Rolling Stone” hacia una pieza de sintetizadores ochenteros en “Protect My Energy”. En un mundo que finalmente celebra a mujeres confiadas en sus talentos, sexualidad y boss energy, Simbi también se reconoce vulnerable y marginada. “No me llames. No quiero hablar. Tengo problemas. Pero no soy débil”, relata así la dicotomía de su fuerza y su separación de los focos.
No es fácil que un álbum de más de una hora logre atrapar por completo, en especial uno con múltiples interludios y con mensajes tan duros de afrontar, sin embargo, es la entrega completa de Little Simz lo que hace de “Sometimes I Might Be Introvert” una pieza tan disfrutable. Aun más, se convierte en un verdadero gusto presenciar a una artista en tanto control de su propia narrativa y estilo, capaz de entregar 19 canciones que musicalizan a la perfección su individualidad y malestar colectivo. Para cuando termina, sólo queda entregarle la ovación de pie que tanto merece y celebrar estar admirando a una de las voces más importantes del momento.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.