Desde “Hacia El Mar” (2014), La Ciencia Simple ha propuesto una reconfiguración de su sonido, pasando por el post rock hasta llegar a una cruza de esos elementos con texturas más cercanas al ambient. Su evolución se cristalizó en el sólido “II III V” (2016) y se siguió depurando en “III V VII” (2018), su último trabajo hasta ahora. Tras la llegada de Yaney Salgado (El Cómodo Silencio De Los Que Hablan Poco) al bajo, La Ciencia Simple completó un proceso que los tiene en una nueva etapa como banda.
Grabado y producido en Portland junto a John McEntire, uno de los cerebros de Tortoise, “Ritmos En Cruz” aparece como un número consolidado de su discografía y el último con formación original. El álbum, que propone más allá de lo que se pudo conocer con el single “Aphex”, donde predominan recursos ya explorados por el grupo en su anterior trabajo, eleva sus individualidades y permite apreciar los movimientos en guitarras, bajos y elementos electrónicos. Así, la banda se permite conjugar esas piezas e introducir teclas y percusión como nunca antes.
Según la banda, el trabajo con McEntire fue fundamental para encontrar ese sonido y reunir aquellos elementos, traspasando así una metodología que puede ser clave para su futuro. Allí, la escuela del mítico multiinstrumentista se hace sentir en los pasajes de “Ultramar”, track que abre el álbum. La tensión permanente de batería, un bajo repetitivo y una marimba como sorpresa percusiva, se funde en la receta clásica de la banda, que toma su forma de ritmos sincopados y un desenlace con el bajo como protagonista. Resulta interesantísimo notar cómo La Ciencia Simple ha descifrado el punto límite entre las atmósferas que toman prestadas del ambient y los quiebres más estridentes del post rock. De esta manera, “Cruz Del Sur”, uno de los puntos altos del disco, propone más o menos en la misma línea, pero en otra velocidad, agregando más color y cuerpo con más percusión y sintetizadores.
Pareciera ser que “Ritmos En Cruz” está pensado desde la percusión de antemano, incluso con ciertas guitarras creando la ilusión de ser percutidas o zamarreadas. Intencional o no, el recurso descansa y favorece cuando esas mismas guitarras pasan de acompañar a resonar, como en “Niebla”, la canción más breve del disco. Más percusión mediante, el trabajo en piano y sintes fue otro acierto al momento de buscar una identidad para este álbum, ejemplificado en “Sueño Azul”. Hacia el tramo final, esa identidad queda expuesta en “Domingo”, una canción resultado de la fórmula clásica del grupo. Al cierre, “Eter” avanza con el mismo motivo, evaporándose tras un frenético compás de detalles.
La Ciencia Simple es una banda interesante y con identidad, y “Ritmos En Cruz” pareciera ser el resultado de una búsqueda sonora que llega a su fin, pero que los encuentra en una nueva era como grupo, reecontrándose, reconociéndose y planteando desafíos. La meticulosa producción de este álbum, lleno de detalles y con elementos que muchas veces pueden funcionar en un ambiente controlado como un estudio, es un gran desafío a la hora de dar un giro en sus presentaciones en vivo, que pueden potenciar o desbalancear estas canciones.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.