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Kvelertak – “Splid”

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Se dice que para los gustos no hay nada escrito. Llevado al aspecto musical, recorrer un camino de experimentación a través del ensayo y error es una campaña valiente y muchas veces exenta de accesibilidad. No es menor la cantidad de músicos que toman un poco de cada género como ingredientes para obtener una mezcla final que pueda evitar un esquema predecible, consiga satisfacer los ideales de sus intérpretes y conecte con la gran mayoría de oyentes posible.

Debido a su transversalidad sonora, los noruegos Kvelertak gozan de una popularidad innegable desde su estallido inicial gracias a su disco debut homónimo “Kvelertak” (2010), el que resultó una sorpresiva entrega, conteniendo una amalgama que tomaba forma desde el black metal de anteriores décadas e influenciado por coterráneos, atravesando un confrontacional sonido ligado al punk, hasta expandir el espectro hacia un callejero hard rock.

“Splid” presenta el debut del nuevo vocalista Ivar Nikolaisen, quien realiza un correcto trabajo, abarcando desde gritos desgarradores que encuentran su propia melodía dentro de la identidad de los noruegos, hasta coros para la audiencia potenciados por accesibles melodías que pueden armar, acompañar y adaptarse a un ambiente de fiesta. Una pausada construcción hacia el primer corte, titulado “Rogaland”, que aparenta timidez, pero se trata de la adhesión progresiva de las capas que van componiendo la pieza. Filosos riffs de guitarra mantienen un pulso constante y abren una puerta rumbo a una desatada potencia e incansable heavy metal sin compromisos.

“Crack Of Doom” cuenta con la participación de Troy Sanders (bajo y voz de Mastodon), donde se puede percibir el impacto que los norteamericanos tienen en la carrera de Kvelertak. El tema tiene una estructura más accesible, pero no por esto menos intensa en su despliegue. Casi enlazada, “Necrosoft” sigue la marcha y sorprende por sus guiños más pesados en ciertas secciones que son satisfactoriamente bien ensambladas, sin percibirse como algo forzado. La escritura es fluida y avanza con convicción en un vaiven que no baja el ritmo.

La herencia de bandas que llevaban el estandarte del rock & roll se materializa con vigor en la sección intermedia del disco. “Uglas Hegemoni” presenta una propuesta variada, conducida por un remarcable trabajo de la tripleta de guitarras, y también en la extensa duración de algunas canciones, como “Fanden Ta Dette Hull!”, donde se permite la efervescencia en una reminiscencia de thrash ochentero y sin tapujos, o la versátil y ambiciosa “Delirium Tremens”. Todas poseedoras de un espacio propio sin tomar distancia del álbum en su esencia global.

Lo de Kvelertak no necesita mucha explicación, se toma desde la disposición de obtener una dosis de energía, debido a lo orgánico que resulta la experiencia en la escucha. El título “Splid” significa discordia, y se lee paradójico, ya que este trabajo discográfico es una prueba de una etapa de cohesión absoluta, y la revalidación en la propuesta de que Kvelertak es una banda dispuesta a crear un accesible, cambiante y atronador álbum. En “Splid” cada ingrediente, por más variados que estos sean entre sí, pueden converger sin apagar el combustible de un espíritu irrefutable de entretención y teniendo cabida para el gusto más acérrimo. O también para quien desee tener diversión, este pueda ser su soundtrack.


Artista: Kvelertak

Disco: Splid

Duración: 58:05

Año: 2020

Sello: Rise


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Weyes Blood – “And In The Darkness, Hearts Aglow”

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Tres años pasaron desde que Natalie Mering estrenara el cuarto trabajo de estudio de su proyecto Weyes Blood, llevándose el reconocimiento general y un sinfín de aplausos con una obra tan completa como “Titanic Rising” (2019). Aunque la artista se acostumbraba a las buenas críticas, las expectativas serían aún mayor al momento de enfrentarse a un próximo larga duración, misión que tiene pendiente con la llegada de “And In The Darkness, Hearts Aglow”, un trabajo donde la premisa de oscuridad absorbe gran parte de la trama, pero que la interpretación desde el corazón la transforma en una obra con una belleza e intensidad por partes iguales, haciéndole justicia a su título, más allá de las palabras. Todo esto se debe a la manera en que el disco se desarrolla, así como las capas que resisten el análisis o de cualquier prejuicio a la profundidad y efectividad de dichas composiciones.

Desde las distintas aristas que podamos darle a este disco, el principal factor que resalta es la capacidad de Natalie Mering a la hora no sólo de componer canciones, sino que también de la impronta que aplica en la producción, con una serie de colaboradores cooperando en aquella misión. Y es que desde la apertura con “It’s Not Just Me, It’s Everybody” demuestra cómo las cosas siguen su curso desde donde quedaron la última vez y, así, poder identificar de entrada los elementos que hacen de esta obra una sucesora de “Titanic Rising”, ya que es la propia intérprete quien describe este LP como el segundo en una trilogía que comenzó con su lanzamiento anterior. Si bien, prácticamente todas las canciones tienen la intervención de un arreglista externo, todo esto debido al trabajo que los músicos Ben Babbitt y Drew Erickson aplican en gran parte de los tracks, el componente personal se siente no sólo desde la interpretación, sino también desde donde Mering estructura su obra.

De esa forma de estructurar es cómo podemos ver el funcionamiento secuencial de inmensas composiciones, como “Children Of The Empire” o “Grapevine”, en las que Weyes Blood se luce en una interpretación muy rica en detalles, donde su voz logra tomar primer plano incluso con una sección instrumental tan cuidadosa y robusta como la que implementan en la guitarra y batería los hermanos Brian y Michael D’Addario, ampliamente reconocidos como el dúo The Lemon Twigs. Entre el sinfín de influencias y comparaciones que recibe la artista, los nombres de Brian Wilson y Karen Carpenter siempre estarán presentes en la manera compositiva e interpretativa, respectivamente, pero lo cierto es que Natalie ha sabido nutrirse de esos elementos para entregar un enfoque fresco y de manera más directa, evitando plagios o reminiscencias tan explicitas en su música. Un ejemplo de ello es la melancólica “God Turn Me Into A Flower”, donde la hipnótica presencia vocal de Mering se toma cada espacio con una delicadeza e intensidad que ha transformado en sello propio.

“Hearts Aglow”, por otra parte, encierra un poco los tópicos y componentes sonoros de esta quinta obra de estudio de Weyes Blood, aplicando correctamente términos líricos y musicales de la melancolía y contemplación personal, pero a la vez dejando entrever esas fisuras que permiten entrar a un plano más luminoso y optimista. Los arreglos siguen tan impecables como en cualquiera de las canciones de este disco, pero su desarrollo inminente hacia el interludio “And In The Darkness” le dan una cara única, con el carácter más ligado al pop barroco, poniendo énfasis en la experimentación, sobre todo considerando la presencia de una canción como “Twin Flame” que, contraria a la mayoría, carece de arreglistas externos y se centra en las propias ideas de la intérprete. Luego del tormentoso paso de “In Holy Flux”, el disco cierra con “The Worst Is Done” y “A Given Thing”, sumando 10 minutos donde tenemos desde el lado más juguetón hasta el más apasionado, aristas opuestas en el amplio rango interpretativo de Mering.

Siempre es complejo analizar una obra cuando se pueden tomar tantas referencias a la hora de desmantelar su estructura, pero lo cierto es que es en ese ejercicio donde verdaderamente podemos notar cuánto hay de inspiración y de reinterpretación, o si, en el peor de los casos, existe algún atisbo de plagio. Los artistas más nuevos enfrentan el gran problema de un panorama musical a veces desgastado, donde todo fue inventado y nadie puede ser el primero a la hora de querer aplicar sus ideas o entregar una versión más fresca de algo que ya esté arraigado en el oído colectivo. Lo de Weyes Blood no es por ninguna parte algo novedoso o diferente a muchos discos que podamos oír previamente, pero su principal gracia se encuentra en cómo esos elementos se presentan e interpretan, y ahí es donde la artista se desmarca de sus pares y logra salir adelante como una compositora que tiene mucho que ofrecer con su arte. Cinco discos y sólo aciertos es algo que pocos pueden contar, sobre todo a una edad tan temprana, donde el legado musical no puede hacer otra cosa que reforzarse de aquí en adelante.


Artista: Weyes Blood

Disco: And In The Darkness, Hearts Aglow

Duración: 46:22

Año: 2022

Sello: Sub Pop


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