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Kurt Vile – B’lieve I’m Goin Down…

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Decir las cosas con honestidad y de frentón es una cualidad que, así como aumenta en su valor, pareciera también abundar en su extrañeza, y Kurt Vile ha hecho de este principio la base fundamental de su carrera. Es difícil llegar a dilucidar si este peculiar personaje compone música para su público o si es un ejercicio personal para plasmar de alguna forma su inquieto mundo interior. Lo cierto es que su gracia radica en la capacidad que demuestra para hacer música a partir de intrincados monólogos internos, plasmados en una lírica sencilla pero no por ello superficial. Es en esta línea donde, al situar sus discos en orden cronológico, la evolución que ha sufrido a través de los años es evidente, demostrando desde “Wakin On A Pretty Daze” (2013), su anterior producción, haber rozado un estado de madurez que se viene a consolidar en “B’lieve I’m Goin Down…”, donde se presenta a un Kurt que pareciera estar encontrando la paz consigo mismo, allí, radicada en el equilibrio entre el caos interno, la ironía y la conformidad, todo esto materializado en agudas descripciones de la propia realidad.

KURT VILE 01Es así como esta producción abre con “Pretty Pimpin”, escogida también como carta de presentación de este disco al ser lanzada como sencillo. Esta primera pieza está marcada por la seguridad que entrega el ser sincero con uno mismo, aceptando el desastre interno y asumiéndolo casi como el encanto de la vida; mensaje que es coherente con la línea que lleva la guitarra principal, casi desafiante. En esta misma línea le sigue “I’m An Outlaw”, agregando un sonido con clara influencia oriental, quizá para acentuar la extrañeza misma de su temática, que exclama en uno de sus versos encontrarse “solo en una multitud, en la esquina”.

En “That’s Life, Tho (Almost Hate To Say)” el cantautor baja un poco la guardia y desenmascara su faceta más melancólica, acentuando el toque de resignación ante las cosas tristes de la vida cuando ya suelen volverse parte de la cotidianeidad. “Wheelhouse”, por su parte, abre con una línea de guitarra que pareciera hablar por sí sola, dando lugar a una cálida pero breve bienvenida, para luego introducirse en un diálogo interno más tenso, que da paso a la voz de Vile y que se sostiene durante el transcurso de todo el tema. La tensión sufre una suerte de resolución cuando suenan los acordes de la siguiente pista, “Life Like This”; con un tono mucho más seguro y desafiante, esta se vuelve casi una declaración de principios. ¿Cuál es el costo de vivir con la sensibilidad a flor de piel y manejarlo con ese dejo de resignación? Quizá es la enseñanza clave a lo largo del trabajo de Kurt Vile, y que en esta entrega viene a cuajar de forma más clara y mucho más madura.

KURT VILE 02“All In A Daze Work” retorna a un punto de dura melancolía, sin embargo, esta es rápidamente compensada con la siguiente pista, “Lost My Head There”, donde se incorpora el teclado, encargado de protagonizar el toque más alegre que la caracteriza. “Bad Omens” el único tema instrumental del disco, donde regresa el teclado que se había perdido en “Stand Inside”, pero esta vez con un tono mucho más tenso y retraído. “Kidding Around” es el retorno de la ironía con que parte este disco, y que se pierde un poco en las pistas intermedias. Quizá para aproximar que el final se acerca y no dar un cierre tan abrumador a la producción –lo que efectivamente se consolida en el último track-, “Wild Imagination” es una canción relajada y bastante sencilla, donde se construye este interlocutor imaginario, y de alguna forma se resume en palabras concisas todo lo que se divagó en extenso a lo largo del disco.

Una producción inteligentemente construida, tanto por el orden de sus pistas como por la coherencia interna de cada una de estas, donde voz y acompañamiento instrumental mantienen un diálogo sincronizado, potenciándose entre sí. Se reafirma que Vile se da la libertad de hacer lo que se le viene en gana, pero no por ello se permite ser desprolijo, y es en “B’lieve I’m Goin Down…” donde saca a relucir esa elegancia, esa refinación que entrega la madurez y el aprender a decir las cosas de forma coherente y delicada, pero no por ello exenta de la bruta realidad. Es así como nos demuestra que no hace falta poseer una voz privilegiada, ni recurrir a complejas retóricas, cuando lo que se tiene entre manos es la sensatez que otorga el contemplar la vida propia y los continuos cuestionamientos internos con ironía y honestidad, algo en lo que Kurt Vile se graduó como especialista ya varios discos atrás.

Discos

GEL – “Only Constant”

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“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.

En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.

Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.

Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.

Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.


Artista: GEL

Disco: Only Constant

Duración: 16:25

Año: 2023

Sello: Convulse Records


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