Si hay algo que se ha convertido en sello de los australianos King Gizzard & The Lizard Wizard, es que nunca se sabe qué esperar a continuación. Prolíficos como pocos –ocho larga duración en apenas seis años de carrera–, han logrado que ningún disco se asemeje a otro de su propio catálogo, principalmente gracias a la ecléctica combinación de los más variados estilos e influencias que logran estallar en convivencia con la psicodelia, uno de los pocos elementos que se ha mantenido constante dentro de su sonido, siempre fresco y novedoso.
En esta oportunidad nos sorprenden con “Nonagon Infinity”, un disco que destaca por su originalidad, resultado de una amalgama de vastas influencias que conviven en un armónico caos de nunca acabar. Esto último tomado al pie de la letra, ya que el disco fue concebido como un loop infinito, donde la transición de una canción a otra es casi ficticia y el final del último tema nos lleva de vuelta al principio. Tanto el título como la portada del disco aluden también a este concepto, recurriendo para ello a la geometría: “Nonagon” es el inglés para eneágono, polígono de nueve lados que, al igual que las nueve pistas que componen el disco y que al igual que cualquier polígono, se puede transitar infinitamente por sus aristas ya que este no tiene principio ni fin. Un eneágono infinito.
De todas formas, en algún punto hay que fijar el inicio y para ello la pista escogida fue “Robot Stop”, honesta desde el primer segundo con la vibra que será transversal a lo largo de todo el trabajo. Enérgica y explosiva, consigue mantenerse constante sin caer en ningún momento en la monotonía. Para ello se vale incluso de alusiones a la música de tradición hindú, influencia que ya se ha hecho presente en otros trabajos de la banda, tales como “Oddments” (2014) o “Float Along – Fill Your Lungs” (2013), por nombrar algunos, este último inclusive integra cítaras para sumar en experimentación y autenticidad. Por su parte, “Gamma Knife” da cuenta del prolijo tecnicismo alcanzado por las guitarras de estructuras progresivas, cuya fuente de inspiración podría encontrarse fácilmente en cortes como “Discipline” (1981), el revolucionario lanzamiento de King Crimson que, de alguna u otra forma, también incitó al caos desde sus provocadoras composiciones.
Entre tanta pirotecnia, la pausa llega a mitad de camino de la mano de “Mr. Beat”, una oda a la psicodelia más clásica de los 60, con un aire cercano a la música de The Beatles. Llama la atención la repetitividad de su estructura, aludiendo nuevamente a la idea de circularidad o de loop que trasciende dentro del disco. Ya acercándonos a los últimos cortes destaca “Wah Wah”, llamativa porque las guitarras parecieran hablar articulando los sonidos que titulan la canción, idea que finalmente se confirma con la entrada de las voces, quienes se unen a los instrumentos en esta suerte de mantra cargado de dinamismo. “Road Train” pareciera ser otra nombrada en honor a la similitud de su sonido con otro referente real; así es como la guitarra principal, que se mantiene constante y rugiente, asemeja la marcha de un tren a toda máquina, marcha interrumpida con el cambio final que nos devuelve a la sonoridad de “Robot Stop”, la primera pista del disco.
El perfecto equilibrio entre el caos y una ejecución instrumental acuciosa y correcta, logran que cada nueva idea funcione como perfecto engranaje dentro de la pieza mayor, a pesar de la vorágine de cosas que acontecen en cada capa que compone el vibrante y complejo sonido de “Nonagon Infinity”. Lo cierto es que es difícil encontrar las palabras que le hagan justicia a la amplia paleta de sonidos de la que se vale para dar origen a tal variedad de atmósferas y momentos, tan diversos entre sí, pero a la vez tan coherentes con una idea central: la de vivir en explosión, probar todo lo que la variedad ofrece, disfrutar con intensidad, repetir la ecuación.
discazo, realmente sugestivo, sobre todo después de unos bongazos, es impresionante como atrapa con su dinamismo, psicodelia. De Hecho en un momento tuve que detener el audio por que era demasiado el espiral en el que estaba cayendo…. Recomendado para aquellos que buscan un viaje psicoauditivo!
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.
Garfio Barba Roja
24-Ago-2016 at 12:33 pm
discazo, realmente sugestivo, sobre todo después de unos bongazos, es impresionante como atrapa con su dinamismo, psicodelia. De Hecho en un momento tuve que detener el audio por que era demasiado el espiral en el que estaba cayendo…. Recomendado para aquellos que buscan un viaje psicoauditivo!