Cuando se terminó The White Stripes, fue por una razón en específico: preservar lo bello y especial de la banda, manteniéndola en ese estado por siempre. Dicha afirmación cobra más sentido aún al pensar en la expansión sonora que el conjunto vivió con “Get Behind Me Satan” (2005) e “Icky Thump” (2007), la guitarra y batería no eran suficientes, y el hambre de Jack White por expandirse sonoramente terminaría transformando a la banda en algo distinto a su esencia, básicamente, en su posterior obra solista. Así llegó “Blunderbuss” (2012) y “Lazaretto” (2014) como directas continuidades en lo que el músico estaba desarrollando creativamente, pero fue con “Boarding House Reach” (2018) donde White comenzó a experimentar más en sus capacidades, pese a que el resultado final no haya sido su trabajo más centrado y de calidad posible. Avanzando hasta 2022, y con más experiencia acumulada, White presenta el primero de dos trabajos solistas en el horizonte con “Fear Of The Dawn”, un disco donde comprende finalmente que se puede experimentar y mantener el espíritu al mismo tiempo.
No hay mucho que analizar en los aspectos sonoros que le dan forma a este LP, bastando con la primera canción, “Taking Me Back”, para notar que lo que Jack White está haciendo es reversionar una forma que con los años ha sido asociada cada vez más a su figura. Guitarras densas, con una distorsión a ratos excesivas, son el piso principal a lo largo de una obra que nos presenta la versión más alocada y experimental del artista hasta el momento, atributos que se ven remarcados con la excelente “Fear Of The Dawn” y “The White Raven”, que encierran muchos de los elementos que el músico incorpora en vivo al interpretar el catálogo de sus distintas bandas, pero también encapsula a la perfección el estilo sonoro que forjó con The White Stripes cuando decidió evolucionar un poco más la primitiva fórmula de guitarra y batería.
Lo anterior cobra un sentido especial con la experimentación de estilos que White aborda en tracks como “Hi-De-Ho” (colaboración junto a Q-Tip de A Tribe Called Quest), que lo lleva a explorar cimientos rítmicos del hip hop con una sencilla base apoyada en la guitarra y el bajo, además de la curiosa, pero efectiva, incorporación de la guitarra acústica en un punto del track. Pese a que en varias canciones los instrumentos corren todos por su cuenta, se nota cuando Jack es bien acompañado por músicos que bien ya conoce, especialmente el baterista Daru Jones y el bajista Dominic Davis, integrantes de cabecera en su banda en vivo y que hacen lo suyo en varias canciones de este nuevo disco. A ellos, junto con otros invitados, se suma el tecladista Quincy McCrary, parte de su alineación en vivo desde 2018, pero que le ha aportado un toque más fresco con su sintetizador a las canciones del ex White Stripes.
Siguiendo con el espíritu experimental del LP, White ofrece una variada muestra de apertura con atisbos de reggae y dub en “Eosophobia”, e incluso un reforzamiento de elementos del metal en “What’s The Trick?”. Por otro lado, también están esas composiciones donde la fórmula segura de su sonido se refuerza con una calidad que sólo da la experiencia, como en “That Was Then, This Is Now” o “Morning, Noon And Night”. Finalmente, si bien el disco no cierra de la manera más poderosa posible con “Shedding My Velvet”, sí deja abierto el desarrollo de este relato en la previa a “Entering Heaven Alive”, el segundo lanzamiento solista que el guitarrista presentará este año y que permitirá de alguna forma tener un panorama completo de lo que quiso hacer con dos discos que serán opuestos en ciertos aspectos, pero indudablemente complementarios en su esencia principal.
A pesar de sus elementos convencionales, como la distorsionada guitarra o canciones que en su estructura se mantienen en los cánones del rock, sin duda que la disposición y desarrollo de los elementos que Jack White ofrece en su música lo hace recaer en un sector de nicho, dividido entre viudos de The White Stripes y simplemente quienes se sintieron atraídos en la manera tan experimental y didáctica en que el músico intenta renovar el sonido de sus riffs. Puede que “Fear Of The Dawn” sea mucho más accesible que su disco anterior, e incluso puede que se trate de la entrada más enérgica en todo su catálogo en solitario, pero indudablemente que se nota no sólo cómo ha mejorado su mano a la hora de tratar la composición y producción de sus canciones, sino que también cómo se ha visto influenciado externamente en nutrir su sonido con apoyo de distintas colaboraciones. Pese a su concepción, prácticamente enclaustrado en una habitación durante la pandemia, este es el álbum con mayor apertura de miras en lo que el músico es capaz de hacer, así como también en su rol como uno de los principales compositores para el rock post 2000. Esa escena en la que alguna vez se le catalogó de salvador es la que White está revitalizando con un disco aventurado y novedoso, como no se le oía hace más de una década.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.