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In Flames – Siren Charms
Pioneros de un sonido que marcó a una generación y provocó que el metal en Suecia fuera mirado con otros ojos, los oriundos de Gotemburgo, In Flames, hicieron algo que para esos años era de discusión para los mas puristas: mezclar toda la agresividad del death metal con la melodía propia del heavy metal inglés, algo irrisorio y que iba en contra del mismísimo sonido violento y radical del death metal. Con discos como “The Jester Race” (1996), “Whoracle” (1997) y “Colony” (1999), In Flames daba a luz al estilo que posteriormente muchas agrupaciones adoptarían como gran influencia. Por otro lado, la escena norteamericana, que por esos años no tenía nada nuevo bajo el brazo, veía con gran asombro cómo esta fórmula forjaba e imponía nuevas reglas al nuevo sonido del metal moderno. Bandas como At The Gates y Dark Tranquility generaban a la par discos de gran renombre y que poco a poco transformaban a Gotemburgo en terreno fértil para la emergente escena, algo así como en su momento fue el thrash del Bay Area a San Francisco, o el grunge a Seattle, destacando a la cuidad por su death metal melódico.
Pasó el tiempo y la banda incursionó en áreas más alternativas para componer, incorporando voces limpias y melodizando un poco su fórmula; cambios que se notan luego de la salida del guitarrista Jesper Strömblad y que se marcan aún más en su trabajo anterior, “Sounds Of A Playground Fading” (2011). Ya a mediados de 2013, se informaba que la banda estaba en vías de composición de su novena placa de estudio. “Siren Charms” se comienza a formar y entrevé un sonido quizás un tanto más suave que otras producciones.
El disco abre con “In Plain View”, un progresivo y melódico track con un coro pegadizo y la voz de Anders Fridén bien marcada y entonada. Un giro se da en “Everything’s Gone”, un tema que inicia algo oscuro y que va acompañado de una caótica batería que decanta hacia la mitad del track en un jugueteo de solos. Prosigue “Paralyzed”, que destaca por sus precisos riffs y un suave sintetizador que, junto a la batería a medio tiempo, funcionan perfectamente hasta arrancarse a un coro algo pop, pero bastante bien ejecutado, recordando a lo hecho por los coterráneos de Soilwork en “Natural Born Chaos” (2002).
El elegido por la banda como single, “Through Oblivion”, se precipita con un remarcado y melancólico ritmo, y nos presenta una visión progresiva, generando armonías tanto vocales como en los sintetizadores, enganchando de forma cautivante hasta converger en la melódica “With Eyes Wide Open”, que propone una fórmula algo predecible, pero funcional. Ya llegando a la mitad del larga duración, la pieza que titula la placa, “Siren Charms”, recalca aún más el lado alternativo y calmado que se plantea en un principio. Toda esta tranquilidad se ve afectada por “When The World Explodes” tema con tintes nü metal y que cuenta con la colaboración de la soprano Emilia Feldt.
“Rusted Nail” fue el primer esbozo de cómo seria el noveno trabajo de los suecos, una canción justa y que recalca las voces limpias de Anders Fridén como eje principal. Algo más del In Flames clásico se deja entrever en “Dead Eyes”, pero desde la vista más melancólica y suave que propone el disco. Ya cerrando, “Monsters In The Ballroom” y “Filtered Truth” retoman en cierta forma la fuerza y energía de siempre con riffs bien pronunciados y solos de correcta ejecución.
“Siren Charms” marca aún más el cambio que la banda poco a poco dio a conocer por mediados de la década pasada, en donde la incorporación de voces mas limpias y menos guturales junto con la expansión hacia otros sonidos un tanto más alternativos, les funcionase en cierta medida en los charts, incrementando su fanaticada y ganando distintos premios con esta fórmula más comercial para componer, y dejando un poco de lado la raíz misma de lo que era In Flames en un comienzo, marcando un antes y un después. En resumen, se incorpora algo del repertorio clásico del baúl de recuerdos, más esta leve inclinación alternativa que llevan experimentando. El disco posee temas con puntos bien altos, pero cae a veces en la melosidad radial absurda en algunas canciones, que quizás a los que añoran que vuelvan a sonar como antaño odiaran en demasía. “Siren Charms”, a grandes rasgos, es similar a su antecesor; no es su peor trabajo, pero tampoco es el mejor.
Discos
Weyes Blood – “And In The Darkness, Hearts Aglow”

Tres años pasaron desde que Natalie Mering estrenara el cuarto trabajo de estudio de su proyecto Weyes Blood, llevándose el reconocimiento general y un sinfín de aplausos con una obra tan completa como “Titanic Rising” (2019). Aunque la artista se acostumbraba a las buenas críticas, las expectativas serían aún mayor al momento de enfrentarse a un próximo larga duración, misión que tiene pendiente con la llegada de “And In The Darkness, Hearts Aglow”, un trabajo donde la premisa de oscuridad absorbe gran parte de la trama, pero que la interpretación desde el corazón la transforma en una obra con una belleza e intensidad por partes iguales, haciéndole justicia a su título, más allá de las palabras. Todo esto se debe a la manera en que el disco se desarrolla, así como las capas que resisten el análisis o de cualquier prejuicio a la profundidad y efectividad de dichas composiciones.
Desde las distintas aristas que podamos darle a este disco, el principal factor que resalta es la capacidad de Natalie Mering a la hora no sólo de componer canciones, sino que también de la impronta que aplica en la producción, con una serie de colaboradores cooperando en aquella misión. Y es que desde la apertura con “It’s Not Just Me, It’s Everybody” demuestra cómo las cosas siguen su curso desde donde quedaron la última vez y, así, poder identificar de entrada los elementos que hacen de esta obra una sucesora de “Titanic Rising”, ya que es la propia intérprete quien describe este LP como el segundo en una trilogía que comenzó con su lanzamiento anterior. Si bien, prácticamente todas las canciones tienen la intervención de un arreglista externo, todo esto debido al trabajo que los músicos Ben Babbitt y Drew Erickson aplican en gran parte de los tracks, el componente personal se siente no sólo desde la interpretación, sino también desde donde Mering estructura su obra.
De esa forma de estructurar es cómo podemos ver el funcionamiento secuencial de inmensas composiciones, como “Children Of The Empire” o “Grapevine”, en las que Weyes Blood se luce en una interpretación muy rica en detalles, donde su voz logra tomar primer plano incluso con una sección instrumental tan cuidadosa y robusta como la que implementan en la guitarra y batería los hermanos Brian y Michael D’Addario, ampliamente reconocidos como el dúo The Lemon Twigs. Entre el sinfín de influencias y comparaciones que recibe la artista, los nombres de Brian Wilson y Karen Carpenter siempre estarán presentes en la manera compositiva e interpretativa, respectivamente, pero lo cierto es que Natalie ha sabido nutrirse de esos elementos para entregar un enfoque fresco y de manera más directa, evitando plagios o reminiscencias tan explicitas en su música. Un ejemplo de ello es la melancólica “God Turn Me Into A Flower”, donde la hipnótica presencia vocal de Mering se toma cada espacio con una delicadeza e intensidad que ha transformado en sello propio.
“Hearts Aglow”, por otra parte, encierra un poco los tópicos y componentes sonoros de esta quinta obra de estudio de Weyes Blood, aplicando correctamente términos líricos y musicales de la melancolía y contemplación personal, pero a la vez dejando entrever esas fisuras que permiten entrar a un plano más luminoso y optimista. Los arreglos siguen tan impecables como en cualquiera de las canciones de este disco, pero su desarrollo inminente hacia el interludio “And In The Darkness” le dan una cara única, con el carácter más ligado al pop barroco, poniendo énfasis en la experimentación, sobre todo considerando la presencia de una canción como “Twin Flame” que, contraria a la mayoría, carece de arreglistas externos y se centra en las propias ideas de la intérprete. Luego del tormentoso paso de “In Holy Flux”, el disco cierra con “The Worst Is Done” y “A Given Thing”, sumando 10 minutos donde tenemos desde el lado más juguetón hasta el más apasionado, aristas opuestas en el amplio rango interpretativo de Mering.
Siempre es complejo analizar una obra cuando se pueden tomar tantas referencias a la hora de desmantelar su estructura, pero lo cierto es que es en ese ejercicio donde verdaderamente podemos notar cuánto hay de inspiración y de reinterpretación, o si, en el peor de los casos, existe algún atisbo de plagio. Los artistas más nuevos enfrentan el gran problema de un panorama musical a veces desgastado, donde todo fue inventado y nadie puede ser el primero a la hora de querer aplicar sus ideas o entregar una versión más fresca de algo que ya esté arraigado en el oído colectivo. Lo de Weyes Blood no es por ninguna parte algo novedoso o diferente a muchos discos que podamos oír previamente, pero su principal gracia se encuentra en cómo esos elementos se presentan e interpretan, y ahí es donde la artista se desmarca de sus pares y logra salir adelante como una compositora que tiene mucho que ofrecer con su arte. Cinco discos y sólo aciertos es algo que pocos pueden contar, sobre todo a una edad tan temprana, donde el legado musical no puede hacer otra cosa que reforzarse de aquí en adelante.
Disco: And In The Darkness, Hearts Aglow
Duración: 46:22
Año: 2022
Sello: Sub Pop